OPINIóN

El beneficio económico, social y ecológico pueden ir de la mano

Los programas Sin Desperdicio y Plato lleno son una iniciativa de empresas con sensibilidad social. Concretan donaciones a varios comedores comunitarios, otorgan becas para completar estudios a los hijos de los voluntrios y favorecen PyMEs con certificación de cuidado ambiental.

comedores
Hay unos 38.000 comedores comunitarios en Argentina, según el movimiento social Barrios de Pie. | AFP

Desde hace un tiempo, las empresas han ampliado su espectro de intereses. Si bien el objetivo de un proyecto productivo es generar ganancias, los empresarios hemos empezado a ocuparnos del impacto que nuestras compañías tienen en las comunidades en las que operamos.

A partir de esta mirada más amplia surgió el concepto de “triple impacto”. Las firmas que operan bajo esta modalidad, además de buscar rentabilidad, se proponen generar un impacto social y ambiental positivo que beneficie a la sociedad y contribuya a cuidar el ambiente.

Esta práctica incluye la adopción de valores de igualdad y equidad, llevar a cabo relaciones comerciales justas y trabajar con proveedores ambientalmente responsables. También se mide el impacto ecológico en toda la cadena de producción y se incorpora la noción de economía regenerativa. La rentabilidad económica de estas empresas se basa en pilares de impacto ambiental y social positivo para lograr un crecimiento sustentable.

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Esto nos lleva como empresarios a cambiar el enfoque, analizar y detectar cuáles son las problemáticas de la comunidad y cómo podemos generar mejores prácticas en nuestro sector. Cada rubro y cada industria tiene sus particularidades, así como cada región presenta también diferentes condiciones y desafíos. 

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En el Grupo L venimos trabajando en varios abordajes para tener un impacto positivo con nuestro aporte en la educación, la sustentabilidad y la equidad social. Por eso, impulsamos varios proyectos y programas que abarquen esas áreas, como el de donaciones para el que este año destinamos 65 millones de pesos que irán a 12 instituciones y comedores comunitarios que se encuentran en la zona de influencia de nuestra empresa. De este modo, garantizamos mensualmente el acceso a alimentos básicos para las personas que más lo necesitan.

A nivel mundial, y paradójicamente la Argentina no escapa de eso, el desperdicio de alimentos es un problema a resolver. Según Naciones Unidas, el 17% de todo lo producido no es consumido y termina en la basura. 

Siendo una empresa de alimentación no podemos dejar de poner el foco en este problema. En nuestro caso, después del sector de los supermercados, somos los primeros en consumo de frutas y verduras, y los terceros en consumo de carnes tras los supermercados. Por eso, necesitamos tener un proceso responsable del destino de los alimentos. 

En la búsqueda de buenas prácticas en el manejo de los excedentes, surgió el Programa Sin Desperdicio, que recibe donaciones de las empresas según sus variaciones de stock. Así, beneficiamos a 10 comedores comunitarios que reciben, entre dos y tres veces por semana, productos lácteos, frutas, verduras, enlatados, pan, carnes, pollos, azúcar, arroz, polenta, gaseosas, jugos y agua.

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En la misma línea se ubica el Programa Plato Lleno con el que colaboramos regularmente. Grupo L se encarga de recolectar los alimentos no consumidos y entregarlos de forma gratuita a merenderos comunitarios y hogares. Con esta iniciativa evitamos el desperdicio y nos aseguramos de que los alimentos lleguen a los más necesitados.

En este mismo sentido tomar consciencia de lo esencial que es el agua para el planeta y para los alimentos y lo necesario que es poner el foco en hacer un uso racional de ella es clave para cuidar los recursos naturales y al planeta. Las empresas deben dar un mensaje que promueva el uso racional de la misma. Por eso, buscamos la sinergia y nos sumamos para generar un aporte en la iniciativa Agua en Debate promovida por la Asociación Conciencia y AYSA, que genera espacios de reflexión y debate entre estudiantes de nivel secundario sobre la importancia de este recurso para el desarrollo sostenible. 

Lograr impactar positivamente en la comunidad se puede hacer desde varias aristas, y como empresa, consideramos que la educación en una sociedad es un pilar que hay que robustecer, comenzando con nuestros colaboradores más cercanos. 

En ese sentido, el Grupo L lleva adelante desde 2018 un programa de becas destinado a nuestros colaboradores y sus hijos para que puedan finalizar sus estudios. Este apoyo económico puede ser utilizado para que los estudiantes, tanto primarios, secundarios, terciarios y universitarios, puedan cubrir los gastos de matrícula, libros, insumos y otras necesidades. 

Producir guiados por el concepto de triple impacto también significa contemplar el aspecto económico y aportar para que se genere un círculo virtuoso del entramado productivo nacional, fortaleciendo desde el eslabón más pequeño de la cadena. 

En la Argentina, las PyMEs son el corazón de la economía, su salud y desarrollo aporta al crecimiento del país. Las grandes empresas y grupos corporativos tienen la responsabilidad de impulsar el ecosistema de su sector. 

Las grandes corporaciones cuentan con programas y presupuestos destinados a esto. En el caso de Grupo L se destina alrededor de $3.000 millones a realizar compras a empresas PyMEs certificadas y más de $600 millones a compras a proveedores con acciones de cuidado con el medio ambiente con iniciativas de sustentabilidad documentada, el cuidado de la huella de carbono, empresa B, o alguna marca certificada con respecto al cuidado del medio ambiente, donaciones o gestiones con universidades.

La práctica del triple impacto confirma que producir para obtener una ganancia, beneficiar a la sociedad y ser sustentable no son objetivos excluyentes, al contrario, pueden ir de la mano para avanzar hacia un mundo mejor para todos.

*Director Ejecutivo de Grupo L