OPINIóN
Desigualdad y egoísmo

El "nacionalismo de vacunas"

Vacunas contra el coronavirus
Vacunas contra el coronavirus | cedoc

El mundo hoy se enfrenta a grandes dilemas éticos que la pandemia ha dejado brutalmente al desnudo. La forma en que estos se dirimen aumenta considerablemente el impacto en la salud mental de las poblaciones. Sentimientos y reacciones de impotencia, miedo, tristeza, ira, enojo, frustración, ansiedad, angustia y hasta de horror marcan el clima social reinante.

El doctor Unni Krishnan, conocido experto en emergencias humanitarias y actual director humanitario de War Child, ha manifestado esta semana: “Hoy, la esperanza que ofrecen las nuevas vacunas para el covid-19 y el compromiso global para luchar contra la enfermedad se ven mitigados por tres retos: la pérdida de medios de vida y la amenaza de hambruna a las que se enfrentan muchas personas, el acopio de vacunas por parte de los Estados y la ausencia de un liderazgo responsable”.

Basta mirar el mapa de distribución de las vacunas para comprobar que varios países ricos están acumulando más vacunas de coronavirus que las que necesitan sus poblaciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 39 millones de dosis de vacunas se han administrado ya en al menos 49 países de mayores ingresos. Amenaza el “nacionalismo de vacunas”, manifiestan desde el Proyecto Esfera-Carta Humanitaria, fundado en 1997.

En otras palabras, algunos países ricos están desplegando su poder financiero y su peso político para saltarse la cola e intentar acumular vacunas. Esto tendrá un impacto catastrófico para millones de personas, en especial aquellas que están viviendo bajo los efectos de la crisis humanitaria, afirman. Hacer acopio de medicinas y eludir a la Covax prolongará la pandemia y las medidas de confinamiento, amplificará el trauma y el sufrimiento humano y económico. People’s Vaccine Alliance –una coalición de organismos y activistas apoyada por líderes, expertos en salud, religiosos y economistas– advierte que nueve de cada diez personas en países de ingresos bajos o medios están encaminados a no tener acceso a las vacunas contra el covid-19 a no ser que los gobiernos y la industria farmacéutica tomen medidas urgentes para asegurar que se produzcan suficientes dosis. Tedros Adhanom –director general de la OMS– ha declarado que “el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico”. Criticó a países ricos que parecen no mostrar ninguna consideración por otras personas: “El precio de este fracaso se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo”. Las inequidades, la falta de acceso a la salud, las injusticias, el hambre representan una forma de violencia, y está ampliamente reconocido que esto tendrá consecuencias psico-socio-sanitarias. Se podría agregar que ese costo también se pagará en la salud mental de la población.

Según predicciones del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, “2021 será literalmente catastrófico” si no se adoptan medidas de forma urgente; una generación entera sentirá su impacto, particularmente los niños y niñas del mundo, considerados como las víctimas ocultas; 270 millones de personas en todo el mundo están al borde de la inanición. Esta crisis global es una prueba de fuego para los líderes mundiales y las decisiones que toman evidencian su posición. Es una gran oportunidad para cambiar la perspectiva y pensar globalmente, el virus ha mostrado que no respeta fronteras.

A su vez, se impone implementar estrategias de comunicación de riesgo para la participación comunitaria (CRPC), definida como aquella comunicación recíproca y multidireccional con las poblaciones afectadas para que puedan tomar decisiones informadas con el fin de protegerse a sí mismas y a sus seres queridos. Acciones que promuevan solidaridad, una mirada compasiva, de apoyo mutuo, que contemple las diferencias culturales y que proteja a las personas y poblaciones más vulnerables. Urge disminuir la circulación comunitaria del virus, para reducir el número de contagios y por ende de pérdidas de vida, pero también para reducir el riesgo de mutaciones.

Hago propias las palabras del doctor Unni Krishnan: “Al fin y al cabo, la pandemia del covid-19 no habrá finalizado para nadie a no ser que haya finalizado para todos”.

 

*Médica especialista en psiquiatría y psicología médica, integrante del equipo regional de respuesta frente a emergencias sanitarias OPS/OMS.