El 24 de noviembre se celebró el quinto balotaje en Uruguay desde la reforma electoral de 1996, que estableció el sistema de doble vuelta para elegir al presidente en caso de que ninguna candidatura lograse alcanzar el 50% más uno de los votos en primera vuelta. Según los datos de la Corte Electoral, recogidos por el Observatorio de Reformas Políticas en América Latina (IIJUNAM y OEA), los niveles de participación se han mantenido entre el 87,8% y el 91,8% desde 1984. El pasado domingo ganó Yamandú Orsi, del Frente Amplio (coalición de centroizquierda), al candidato Álvaro Delgado, del Partido Nacional (coalición de centroderecha). Los resultados habían sido los anticipados en las encuestas: con el 49,8% de los votos, la fórmula Orsi-Cosse gobernará durante el período 2025-2030.
Con estos resultados, Orsi asumirá con una mayoría en el Senado: el Frente Amplio (FA) tendrá dieciséis de las treinta bancas y el Partido Colorado cinco. No obstante, ningún partido logró obtener la mayoría en la Cámara de Representantes. Es una novedad para el FA, ya que tuvo mayoría en ambas Cámaras en las elecciones de 2004, 2009 y 2014.
¿Cómo encajan estos resultados electorales en las tendencias de América Latina en 2024? 2024 fue para el mundo un año definido en las urnas. En América Latina hubo elecciones generales (El Salvador, México, Panamá, Venezuela, República Dominicana y Uruguay) en las que se eligieron a los titulares de los poderes Ejecutivo y Legislativo, hasta elecciones subnacionales (Costa Rica, Brasil, Chile y República Dominicana). A la pregunta “continuidad o cambio”, los países latinoamericanos respondieron con “un poco de ambas”, aunque los niveles de integridad electoral, participación e incertidumbre de la contienda fueron diferentes entre sí.
El Salvador y México se inclinaron por la continuidad del oficialismo. Nayib Bukele fue reelecto presidente en El Salvador, convirtiéndose en el primer presidente en gobernar al país por un segundo mandato consecutivo, en una situación con denuncias de inconstitucionalidad en relación con la reelección. En México, el partido oficialista Morena logró la victoria electoral de Claudia Sheinbaum Pardo, convirtiéndose en la candidata más votada de la historia del país y su primera presidenta mujer.
El triunfo de José Raúl Mulino en Panamá, con el apoyo de Realizando Metas, fue consecuencia del voto castigo hacia el oficialismo ejercido por la ciudadanía (el candidato oficialista solo obtuvo el 5,84% de votos), aun cuando solo dos días antes de la elección el candidato fue autorizado a competir. En Uruguay, el FA, más que ofrecer posibilidades genéricas de cambio, logró defender las políticas y los resultados de sus gobiernos anteriores, mientras cuestionaba los del actual.
Las elecciones de 2024 reflejan un patrón en la región: el electorado busca respuestas inmediatas a problemas crónicos, como la seguridad y la economía, mientras enfrentan dilemas sobre la calidad democrática y la estabilidad institucional (a excepción de Uruguay). La continuidad o cambio del Ejecutivo en contextos polarizados, junto con el desgaste de las estructuras partidarias tradicionales; subraya un cambio en las dinámicas políticas de América Latina.
*Miembro del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina.