OPINIóN
Elecciones en los Estados Unidos

El voto por la razón y cooperación

Con resultados inciertos, se espera que el próximo presidente pueda superar la crisis del coronavirus, aunque costará que desaparezcan los daños por esta pandemia

Donald Trump y Joe Biden, la lucha por la Casa Blanca en Estados Unidos.
Donald Trump y Joe Biden, la lucha por la Casa Blanca en Estados Unidos. | AFP

Mañana estarán los resultados de las elecciones en los Estados Unidos caracterizadas por una campaña de inusitado dramatismo donde ambos candidatos no cesaron de pregonar el apocalipsis en caso de prevalecer el contrincante. Desde los pronósticos de la hecatombe por la llegada del socialismo hasta el fin de la democracia. Todos estos vaticinios han exacerbado las disputas en una sociedad que lleva meses angustiada por una pandemia que todavía no da señales de apaciguamiento.

La animosidad comenzó a vislumbrarse en la antesala de las elecciones de 2016 cuando se sembraron dudas sobre el lugar de nacimiento de Barack Obama como una forma hipócrita de cuestionar su color y su religión. El triunfo de Donald Trump en las primarias del Partido Republicano también provocó el asombro ante la llegada de un arribista conocido más por la conducción del programa televisivo “El aprendiz” que por sus ideas.  

Donald Trump se encargó de confirmar el escepticismo del establishment en Washington con un liderazgo distinguido por la audacia y el personalismo. La disminución de impuestos, la desregulación económica, el nombramiento de jueces, la controversia sobre la inmigración y sus incursiones en política exterior infringieron la dinámica de sus predecesores. Trump actuó con el respaldo sólido del aparato republicano que controló durante los cuatro años la Cámara de Senadores. El Partido Demócrata sólo puedo jugar un papel defensivo cuyo momento álgido fue el fallido juicio político con motivo de la extorsión a Ucrania para obtener  pruebas de corrupción contra Joe Biden.

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Donald Trump se encargó de confirmar el escepticismo del establishment en Washington con un liderazgo distinguido por la audacia y el personalismo

Durante estos cuatro años Trump mantuvo un  apoyo del 40% en la opinión pública que es también el porcentaje con el cual llega a las elecciones. Siempre contó con la adhesión de los afiliados y simpatizantes al Partido Republicano mientras el aval entre seguidores demócratas  nunca superó el 10%. El slogan nacionalista “American First” contribuyó a captar la imaginación como una reafirmación de los valores  patrióticos frente a los intentos de reconstruir la historia. El nacionalismo siempre conserva el poder de aserción no solo económico sino también cultural; confluye con la necesidad de conservar lo existente como un reaseguro ante un escenario dinámico. Los Estados integrados al proceso de globalización y cambio demográfico votan azul mientras la extensa franja media lo hace por el rojo dividiendo al país en dos.

La base del Partido Demócrata reúne la heterogeneidad  que conforma los Estados Unidos más un sector juvenil descontento con la inercia y la apatía social. Nada de eso se percibe en el Partido Republicano absorbido en su totalidad por la personalidad de Trump donde la propuesta es más de lo mismo.    Las fórmulas de ambos partidos reflejan esa realidad. Los demócratas impusieron primero a Obama, intentaron con Hillary y Harris integra el binomio con Biden. Los republicanos tuvieron a McCain, Romney y ahora Trump-Pence que confirma  la presencia  blanca, masculina y conservadora del partido.

Los demócratas impusieron primero a Obama, intentaron con Hillary y Harris integra el binomio con Biden. Los republicanos tuvieron a McCain, Romney y ahora Trump-Pence que confirma  la presencia  blanca, masculina y conservadora del partido.

Los Estados Unidos deberán superar la dolorosa crisis del Covid-19 que causó la pérdida de 230 mil vidas y las consecuencias de la rebelión para despertar  conciencia sobre las demoras para reconocer   los derechos de las minorías. No se trata de profundizar las contradicciones sino de encontrar el vehículo de la previsibilidad para cicatrizar las heridas. Trump pareciera no encontrar la forma de establecer el diálogo para buscar las soluciones; la actuación en este último año mostró que no está acostumbrado a aceptar el disenso ni tampoco recurrir a la persuasión como forma de gobierno. Está convencido que la confrontación desde su posición de poder favorece la autoridad y el éxito.  

Los Estados Unidos, y también el mundo, necesitan reimplantar la cordura y el consenso para la próxima etapa de reconstrucción. Los daños de la pandemia del Covid-19 no desaparecerán rápido; se requerirá de un gran esfuerzo de racionalidad donde será necesario apostar a la cooperación internacional tan solo para recuperar lo perdido en este año.  Solo cabe esperar que los votantes ratifiquen  este diagnóstico.