OPINIóN
Operaciones

Golpe de Estado mental

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IA. Las fuerzas armadas de trolls al mando de los tres chatbones al tomado el poder. | shutterstock

Las fuerzas armadas de trolls en operaciones al mando de los tres chatbones en jefe del ¡Oximorón Inteligencia Artificial! (¡OIA!) han tomado el poder. A partir de este momento rige el estado de sitio. Toda persona con el celular apagado será detenida. Los ciudadanos deben permanecer in-móviles, atentos al asistente virtual con el que se va a iniciar la captura, reeducación, rehabilitación, de las neuronas subversivas. Al responder el mensaje: “Hola, en qué puedo servirte”, siga las instrucciones.

¡Baje la aplicación! ¡Suscríbase! ¡Valide su identidad! ¡Registre su huella digital! ¡Enfoque su cara dentro del círculo! ¡No pestanee! ¡Sonría mostrando los dientes! ¡Mire a la derecha! ¡A la izquierda! ¡Confirme los términos y condiciones! ¡Suba contenidos! ¡No se distraiga! ¡Postee imágenes felices! ¡Qué hace! ¡Qué come! ¡Con quién! ¡Adónde va! ¡Revise los likes! ¡Controle la vida ajena! ¡Siga a quien lo sigue hasta que se compruebe que todos nos seguimos mutuamente! El Proceso de Reorganización Mental no tiene plazos.

Serán reprimidas las reacciones despectivas, actos impulsivos, protestas creativas de cualquier tipo. Quienes tengan pajaritos en la cabeza deben colgarles una medalla al cuello con nombre, raza, origen, fecha de instalación, para mantenerlos encerrados. Los que hablan solos sin que se vea a nadie junto a ellos, ni tengan auriculares colocados, pueden continuar con la práctica en modo susurro.  

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El que provocare, desobedezca, se burle, pretenda forzar las reglas, saltarse los límites que impone el ¡Oia!, será desconectado de las redes sociales durante dos horas, sin posibilidad de reclamo ante ningún tribunal. Se perseguirá a los prófugos con memes groseros, audios de pedorreos, insultos al pie de columnas de opinión que critiquen el accionar del ¡Oia! Los comandos de trolls formateados para acciones de intervención rápida repudiarán todo aquello que no quieren escuchar, ver, o leer. En campaña electoral se los reemplazará por nuevos intolerantes recogidos con el fin de renovar el mandato del ¡Oia! popular.       

La imaginación queda reducida al cuerpo, a la parte de adentro. No se podrán dar a conocer deseos, ilusiones, delirios, ocurrencias, hacer jodas, reír sin motivo. Nada que revele un comportamiento anormal. La sola sospecha, del tipo “¿Qué onda?”, “¿Qué le pasa?”, “¿Porqué se toca?”, advertida por un pariente, amigo, vecino chupa Cirio como Insaurralde, será suficiente para que el jefe de manzana digital delate con quien anda el sujeto, qué tipo de relaciones carnales mantiene con otras, otros, o consigo mismo a mano alzada. Servicios secretos del ¡Oia! se encargarán de torturar al denunciado con sesiones prolongadas de canto gregoriano para librarlo de caricias que disparan fantasías inapropiadas.

Las raciones de esperanza necesaria se repartirán en sobrecitos de azúcar. La desesperación escrita por suicidas que efectivamente llevaron  a cabo su propósito, se devolverá a los deudos en sobres lacrados. Quienes por melancolía circunstancial, días nublados, llovizna, desengaño comprobado, ruptura amorosa, promesa incumplida, requieran de versos extras, música, canciones, metáforas, o fábulas, podrán recurrir a frases de autoayuda revisadas por expertos en vitalidad del ¡Oia!

Si el síntoma se agrava a bajón, tristeza sin motivo aparente, depresión por pérdida definitiva, con diagnóstico médico del ¡Oia!, de defunción de quien fuera el muerto, se autoriza a suplementar el tratamiento con diez sesiones de terapia a distancia a cargo de analistas del ¡Oia!

Los rebeldes deben desistir de sostener la propia mirada de la realidad. Quienes se duelan por las escenas de violencia, el trato miserable a los jubilados, los cuerpos abandonados en las calles, serán responsables de las consecuencias materiales, espirituales, o de cualquier otro orden, que se desprendan del ejercicio de la solidaridad individual.

No se detenga frente a los cuarteles del ¡Oia! Los centinelas abrirán fuego.

*Periodista.