OPINIóN
La construcción del post progresismo

Hay que ayudar a Alberto Fernández

Macri instaló desde el principio de su gestión que no ayudarlo era un acto desestabilizador. Ahora, hay que ayudarlo a Alberto.

Alberto Fernández
Alberto Fernández | Captura

La idea de que es necesario “ayudar” a Macri se instaló a lo largo de los últimos años gracias a una intensa campaña mediática del gobierno. La idea está en línea con el relato oficial: Macri tomó un país devastado, las dificultades son esperables y ,cuando estas surgen, hay que acompañar antes que poner palos en la rueda. 

Este fue el comodín que el gobierno jugó siempre como último recurso. Es una advertencia: hay que acompañar al presidente, porque no acompañarlo es agrandar la grieta.

Bueno, hoy la mesa se dio vuelta. Ahora es casi seguro el inicio de un nuevo ciclo, y por eso creo que debemos pensar en cómo ayudar a Alberto Fernández. Porque, en caso de convertirse en el 31° presidente de la república, deberá enfrentarse a desafíos mayores que los que tuvo que superar Mauricio Macri. Y en algunos casos, exactamente a los mismos.

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Como dirigente, Alberto está todavía muy aislado. Lo rodea un grupo leal, pero el resto sigue agazapado y en silencio, con mucha ansiedad para volver al poder. Ahora que el triunfo parece una certeza, los reclamos se multiplican; los empresarios piden menos impuestos, los sindicatos mejores salarios, los socios políticos mejores cargos. Todos saben que un Fernández presidente tampoco podrá ser Papá Noel, y ya se escuchan algunas advertencias.

Con la presencia de Alberto Fernández, la CTA de Hugo Yasky anuncia su regreso a la CGT

Después de las PASO, terminó extraoficialmente la campaña del Frente de Todos. Sigue nominalmente, pero lo que hacen hoy por hoy es conformar el próximo gobierno. Y así emergen también los conflictos que se habían dejado de lado. 

Los empresarios le darán un apoyo inicial, aunque es de suponer que serán amigos únicamente de sí mismos. Ahora los desespera la apertura indiscriminada y la falta de rumbo del gobierno de Macri. Bien representados por el panquequismo de Galperin (MercadoLibre) juntandose inmediatamente con Alberto Fernandez con cierta impaciencia, apuro y temor 

Entre los sindicatos, la unión de la CGT puede estar atada con alambre. A Daer, Cavalieri, Moyano, los Rodríguez, los Fernández, Yasky los unía no el amor sino el espanto… o quizás solo el amor por la victoria electoral. No me los imagino sentados y discutiendo en la misma mesa, ni juntándose para comer un asado. 

"La unidad de la CGT parece atada con alambre"

La base de poder con la que cuenta Alberto es ambigua. Hay alianzas con gobernadores, otros no definidos, como Schiaretti, y otros, como Alicia Kirchner y Kicillof, que se inclinan más hacia el ala 'cristinista'. En las dos cámaras de representantes, también cuenta con buenos números (en diputados, gracias al apoyo de Sergio Massa; en senadores, una mayoría total y fanática), aunque habrá que ver a quién responden llegado el momento.

También habrá que negociar con la oposición. El enemigo vuelve a ser una fuerza que cuenta con el apoyo del 35% de la sociedad, y las confrontaciones no serán gratuitas. Hay que buscar nuevas maneras de cerrar la grieta y avanzar en conjunto. Alberto Fernández tiene ante sí el desafío de reinventar la manera de hacer política en Argentina. ¿Querrá hacerlo o elegirá otra vez el camino fácil?

Y eso no es todo. Tiene también la tarea titánica de reinventar el propio partido, el sector del progresismo que hoy se siente identificado con Cristina y el kirchnerismo. Hay mucho que reparar; la demagogia en los movimientos sociales, los errores en los sistemas de representación, el rechazo del resto de la sociedad. Hay que construir el post-progresismo, como sostuvieron Massimo Modonesi y Maristela Svampa en un artículo de 2016.

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Hoy por hoy, la propia deriva de la política hace que la gente se aleje cada vez más de ella y le pierda el respeto. Las campañas son bloques de efectos y noticias resonantes, infladas por los programas que convierten esto en su rating diario. Se agotan los tiempos, y también la paciencia de los espectadores. Los 100 días de Alberto Fernández parecen cada vez más cortos.

Por todo esto, hoy se hace necesario ayudarlo. No cabe duda de que la política argentina está confusa e inentendible. Se dicen barbaridades y se toman decisiones que apuntan cada vez más al golpe de efecto. Denuncias, peleas internas y externas, descalificaciones, nos hacen vivir un momento vertiginoso que irá en aumento. Es un momento delicado, donde habrá que tomar las mejores decisiones, porque las consecuencias pueden ser muy graves.

MC