OPINIóN
Emigrar

Irse o quedarse: ¿La luz al fondo del túnel está en Ezeiza?

Según un informe del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la UBA cinco de cada 10 residentes de los principales centros urbanos de nuestro país aseguran que, si tuvieran la posibilidad, emigrarían del país.

Emigrar a los Estados Unidos 20221012
Emigrar a los Estados Unidos | Agencia Shutterstock

Es triste, pero los argentinos no nos destacamos por ser nacionalistas, solo se despierta nuestro amor por la camiseta de la selección nacional cada cuatro años, en momentos mundialistas donde aflora nuestra pasión por la bandera celeste y blanca.

Solemos escuchar y repetir las frases populares como “este país, no tiene solución, si podes andante”. “esto solo pasa acá, en un país serio estas cosas no suceden.” Siempre se vio, en otros países desarrollados, la puerta hacia la estabilidad económica personal, con seguridad social y calidad de vida.  

Como si sólo fuese un traslado sencillo. Pero no todo es color de rosa. Emigrar no es fácil y menos en un contexto mundial adverso tras una pandemia que puso en jaque a todas las economías y sistemas de salud del mundo, y una guerra que hizo disparar los precios de la energía y los alimentos.

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Según un informe del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la UBA cinco de cada 10 residentes de los principales centros urbanos de nuestro país aseguran que, si tuvieran la posibilidad, emigrarían del país. 

La mayoría de ellos fundamenta su intención en la creencia de que la Argentina “no podrá salir por muchos años de su decadencia”. El porcentaje aumenta entre los jóvenes de 18 a 29 años: el 70% de los encuestados respondieron que se irían a vivir al exterior.

Irse o quedarse

Al respecto, la psicoterapeuta Irene Celcer refiere en su libro Cuerpos en el Destierro: Irse o quedarse, hay un cuadro psicológico de lo que le sucede al ser humano cuando ya no vive en su lugar de origen. “Nuestros cuerpos- mentes, la unidad de quienes somos, se adapta en distinta medida a diferentes situaciones, dependiendo de quiénes fuéramos antes de partir”. 

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“Quedarse no es fácil pero irse tampoco. Es importante tener en cuenta que irse es un proceso. Y como todo proceso lleva tiempo. Y como la mayoría de ellos, los sentimientos que se despiertan durante las vivencias humanas son interminables en su riqueza y profundidad. No se siente de la misma manera haberse ido a los 28 que a los 50 años”, explica Celser. 

“Lo importante es trabajar con nuestro cuerpo- mente para evitar que el estrés nos deshaga, allá o acá, y tomar decisiones sabiendo la mayor cantidad de información acerca de lo que nos espera del otro lado. Muchas veces no es el jardín de rosas que suponemos y saberlo de antemano tiene infinito valor porque va a evitarnos el estrés de la sorpresa”, concluye la psicoterapeuta.

¿La luz al fondo del túnel está en Ezeiza?

Existe un lado B real en emigrar del país natal, alejarse de las costumbres, tradiciones, hábitos y rutinas no es para nada algo que se haga sin costo ya que estamos saliendo de nuestra zona de confort y eso implica resignaciones. 

Sin mencionar lo difícil que en muchos casos alejarse de la familia, de los amigos y afectos. Además, aunque el mundo esté globalizado, las típicas comidas, los horarios y en la forma de hacer muchas de nuestras actividades varían, como así también las maneras de relacionarse con otras personas cuestan al momento de adaptarse a otra cultura. 

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Muchos de los argentinos cambian trabajos menos calificados por seguridad y estabilidad económica, queriendo dejar atrás, la inflación, las rejas y las avivadas.

Pero no hay que romantizar el desarraigo, hay que plantearlo de forma realista teniendo en cuenta que forma parte de un proceso que no es en muchos casos vivido como un cuento de hadas, porque la verdad no está en las fotos en Instagram donde todos se muestran felices y contentos. Hay mucho esfuerzo detrás.

*Consultora