OPINIóN
Análisis

Decadencia argentina y desafíos para superarla

Existen diferentes hipótesis acerca del cuándo y el por qué de la declinación del país. ¿Cómo desandar el camino del desencanto?

 El 12-O:Banderazo,movilizaciones y reclamos contra el gobierno
El 12-O:Banderazo,movilizaciones y reclamos contra el gobierno | Pablo Corso H

Es recurrente en el mundo académico la discusión sobre la decadencia argentina. Existen diferentes hipótesis acerca del cuándo y el por qué de la declinación del país. Están quiénes ponen el foco en 1930, con la primera de una serie de alteraciones al orden constitucional; aquellos que observan en 1946, con la llegada del peronismo al poder, un punto bisagra; y también los que miran los 70, con el agotamiento del modelo industrialista. Podríamos agregar además a los que entienden al declive argentino como la falta de una clase dirigente con una visión común de país. Si bien es importante el análisis hipotético sobre la decadencia argentina, más importante aún es buscar caminos para superarla. A continuación se abordan una serie de desafíos para desandar el camino del desencanto argentino.

1- Salir de la lógica de “Estado Golem”: pareciera que el Estado argentino, más que un promotor del desarrollo, se ha convertido en un obstáculo. El politólogo Rodrigo Zarazaga, plantea que el Estado Argentino se ha vuelto en las últimas décadas un “Estado Golem”. Según la mitología judía, el Golem es un coloso de arcilla creado por el pueblo para garantizarse protección. Sin embargo, la figura termina cobrando vida y volviéndose en contra de sus creadores. Un Estado que ha hecho de la inestabilidad macroeconómica la regla, que desalienta cualquier tipo de empresa privada, que ha carecido de ideas para reducir la pobreza en los útlimos 30 años, y que genera una sensación rechazo en gran parte de sus jóvenes, es un Estado Golem. Salir de esa lógica y pasar a la del desarrollo debe ser un objetivo prioritario para las próximas décadas.

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2- Lograr un crecimiento económico sostenido: Si indagamos sobre el crecimiento económico la cuestión también es bastante alarmante. Según un estudio realizado por CIPPEC, el crecimiento promedio del PBI per cápita argentino desde 1983 a 2018 ha sido inferior 1% anual. Si tomamos la última década, seis años registran caída del PBI per cápita. Graficándolo de otro modo, un niño de 10 años pasó el 60% de su vida en una mala coyuntura económica ¿Cuántas oportunidades de una mejor calidad de vida perdió? Si abrimos el horizonte y tomamos el período 1960 – 2020, Argentina figura como el país con más períodos recesivos seguido por la República del Congo. Lograr un horizonte de crecimiento económico sostenido es fundamental para reducir la pobreza y no permanecer en la decadencia.

3- La  pobreza estructural como el tema prioritario de la agenda pública: según un estudio el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, la Argentina mantiene un nivel de pobreza estructural del 25% desde 1983 hasta la fecha ¿Qué quiere decir esto? Que un cuarto de la población del país presenta múltiples carencias materiales (además del ingreso) con persistencia de la situación y dificultad para superarla. Sin lugar a dudas el principal desafío para las próximas décadas debe ser la reducción de la pobreza estructural, en consonancia con lo establecido en el ODS N° 1 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Para ello se requiere crecimiento económico sostenido y grandes intervenciones de política pública. Una especie de “Plan Marshall” para combatir la pobreza.

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4- Una estrategia de inserción inteligente en un mundo complejo: El mundo sigue avanzando y no se detendrá a esperarnos. El siglo XXI nos muestra un orden mundial complejo, desordenado y en ciertas ocasiones impredecible. Los internacionalistas se refieren al mundo actual como el de “las cuatro d”: distribución y pérdida de poder relativo de las tradicionales potencias hegemónicas ante el ascenso de los denominados “emergentes” (China, India, Turquía, Brasil); difusión del poder de los Estados-nación hacia otros actores (empresas transnacionales, ongs, gobiernos locales, etc.); dependencia comercial mutua entre los Estados; y dificultad para gestionar los temas de la agenda internacional. Argentina debe insertarse en ese mundo de manera inteligente, con una política exterior pragmática y orientada a aprovechar las posibilidades de comercio e inversión. La exportación de commodities, productos agroindustriales, servicios basados en el conocimiento y turismo, y las inversiones extranjeras serán claves en esa estrategia. Además, apostar a la investigación y al desarrollo tecnológico como dos puntos fundamentales para no quedar afuera del siglo xxi.

5- Una clase dirigente con visión de futuro: el ex presidente norteamericano Ronald Reagan, durante su discurso de despedida en 1989, hizo referencia a su visión de país como una “ciudad resplandeciente”. Imaginó a Estados Unidos como una “ciudad alta y orgullosa” con personas que “viven en paz y armonía” y con “puertos libres”, “comercio y creatividad”.  Nuestros padres fundadores, Alberdi y Sarmiento, entendieron la necesidad de terminar con las divisiones internas que azotaban al país y avanzaron con un proyecto de organización nacional que colocó al país entre los 10 primeros del mundo hacia 1910. Argentina demanda en este nuevo siglo de una clase dirigente con capacidad de pensar el largo plazo e imaginar un país resplandeciente.

 

* Julio Picabea. Máster en Políticas Públicas y maestrando en RR.II de la U. Austral. Docente universitario.