OPINIóN
Columna

Vacuna, barbijo y perejil: cambalache global a la Argentina

Escenas se repiten en el mundo con similar insensatez, llenas de ideologismo populista e intereses políticos devastadores para las sociedades que las sufren.

Horacio Rodríguez Larreta, Alberto Fernandez y Axel Kicillof
Horacio Rodríguez Larreta, Alberto Fernandez y Axel Kicillof | CEDOC

En mayo último, Donald Trump dejó la Casa Blanca rumbo a una fábrica de barbijos en Arizona.

Entre los protocolos estrictos de la empresa Honeywell en el que se mueven los directivos y trabajadores que producen una mascarilla de uso médico denominada N 95, está el uso permanente de barbijos dentro de las instalaciones. Trump llegó por sorpresa, recorrió áreas de producción sin barbijo.

El gran país del norte mira incrédulo la guerra del barbijo, como una nueva secesión, sin nadie con la estatura para ser el confederado Jeff Davis ni mucho menos el unionista Abraham Lincoln.

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El 5 de octubre, regresó de su internación por Coronavirus y dijo “no le tengan miedo al COVID, bajó del helicóptero presidencial, se dirigió al balcón principal de la Casa Blanca y una vez más sin barbijo, volvió a ejercer su irresponsabilidad en el poder.

El 5 de noviembre, camino a la derrota electoral, Trump convocó por intermedio de su asesora espiritual, Paula White, “refuerzos angelicales de África y Sudamérica”, para revertir los resultados que el Pueblo estadounidense le negaba en las urnas de la Democracia más grande del planeta, por estas horas también, la más impredecible. Un cierre a telón abierto que ni Johnny Rebel, el muchachito representativo de los confederados del sur hubiese soñado.

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Escenas se repiten en el mundo con similar insensatez, llenas de ideologismo populista e intereses políticos devastadores para las sociedades que las sufren.

Kim Jong-un, dictador norcoreano, niega tener casos de coronavirus, pero hay denuncias sobre campos de cuarentena hacinando enfermos.

Vladimir Putin, quien ya consiguió la “eternidad en el poder y ahora va por la “impunidad”-que probablemente logre para cuando decida salirse por sus problemas de parkinson- anunció apurado por lograr la vacuna el éxito, incomprobable aún, de la Sputnik.

Argentina anunció con bombos y platillos, la compra de millones de dosis de ese medicamento flojo de papeles en la comunidad científica.

Lejos quedó el 29 de junio en Buenos Aires, cuando el Ministro Ginés González García admitió a Perfil que prohibieron la salida de los runners por un “efecto gestual”.

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Habían estado tironeando de los deportistas callejeros con el gobierno de CABA, acusándolos de ser insensibles, individualistas de clase media irresponsable, propagadores del virus a los cuatro vientos, cuando las evidencias científicas descartaban los peligros endilgados a los corredores casi asesinos, mientras Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta mostraban imágenes diáfanas de consenso tripartito.

¿Habrán sido también las apariciones en Olivos, actos de “efecto gestual” protagonizado por los tres funcionarios al frente de las acciones sobre el COVID 19?

El abandono de esa escenografía compartida hace pensar que los “efectos gestuales” están más cerca de la realidad que el diseño de políticas coordinadas para salir de esta encerrona inédita, que agita un cóctel sanitario, económico y político de características épicas y final abierto.

Pero estas actitudes que suenan a especulación política se opacan frente a la sospecha global que envuelve a la OMS -Organización Mundial de la Salud- y China, respecto a los silencios de Tedros Adhanom, Director General del organismo, ignorando alertas de Taiwan sobre la gravedad del virus, tomando una decisión política por sobre su responsabilidad sanitaria, que puso al mundo en esta situación. 

Se sucedieron cuestionamientos en Costa de Marfil, Kenia, Italia, España, y países de las Américas, frente a lo que el historiador israelí Yuval Noah Harari denomina “los peligros autoritarios de los gobiernos y la peor pandemia que despierta el coronavirus: el odio que hará profundos cambios en el futuro de la Humanidad”.

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En un escenario mundial donde danzan vacunas y barbijos entre manipulaciones de gobiernos populistas de todo tipo, vemos aquí, en campos argentinos, intentar proyectos usurpadores a base de perejil mal plantado y en casas de balnearios costeros inaugurar un modelo vip de saqueo a la propiedad privada -con olor a impunidad de los amigos del poder- felizmente frustrado. Por ahora.

A pesar de todo, millones de personas buscamos vivir pensando hacia el futuro, con tozuda insistencia, sorteando las dificultades y mirando de reojo este carrusel que gira entre la Biblia y calefón en clave de pandemia.

Cambalache Siglo 21 para el asombro de Discépolo.

 

Patricia Pérez - Directora ILAPyC. Instituto Latinoamericano Paz y Ciudadanía