OPINIóN

Karl Ove Knausgård, una biografía novelada

En esta saga autobiográfica, tan alabada como criticada en los medios de comunicación y traducida a varios idiomas, Knausgård revela, a lo largo de más de 3.500 páginas, los aspectos más íntimos de su vida, familia y amigos.

Karl Ove Knausgård
Karl Ove Knausgård | Agencia Afp

Karl Ove Knausgård nació en Oslo el 6 de diciembre de 1968. Fue profesor en una escuela secundaria, empleado en un hospital psiquiátrico y en una plataforma petrolera, estudió artes y literatura en la Universidad de Bergen.

Publicó en 1998 “Fuera del mundo”, Premio de los Críticos de Noruega, nunca antes concedido a una primera novela; en el 2004, “Un tiempo para todo”; y entre el 2009 y el 2011,“Mi lucha”, integrada por seis novelas: “La muerte del padre” (Tomo 1); “Un hombre enamorado” (Tomo 2); “La isla de la infancia” (Tomo 3); “Bailando en la oscuridad” (Tomo 4); “Tiene que llover” (Tomo 5); y “Fin” (Tomo 6).

En esta saga autobiográfica, tan alabada como criticada en los medios de comunicación y traducida a varios idiomas, Knausgård revela, a lo largo de más de 3.500 páginas, los aspectos más íntimos de su vida, familia y amigos.

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En el 2011, cuando se publicó el sexto y último volumen, se habían vendido 500 mil ejemplares en Noruega, un país de cinco millones de habitantes, habiendo obtenido los siguientes premios: el Brage Award y el Morgenbladet Award al mejor libro del 2009; y en 2010 el P2 Listeners Prize; y  los tres primeros volúmenes con el Sorlandet Literary Prize.

“La muerte del padre”, la primera de las seis novelas que conforman “Mi lucha”, publicada por la editorial Anagrama en Argentina en octubre del 2012, es un libro que  recomiendo a aquellos lectores que, además del tema, les interesa la buena escritura.

El fallecimiento prematuro del padre será lo que le permitirá a Knausgård contar desde los recuerdos y figuras de su infancia y adolescencia hasta la lamentable relación con su padre, pasando por la paternidad, su mujer y sus hijos, sus problemas emocionales, así como sus pensamientos sobre temas como la amistad, el amor, la familia,  la muerte…

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El descubrimiento del sexo, el alcoholismo, la música, la relación con su padre y su hermano, con el suicidio, sus temores, inseguridades y conflictos, su lejanía de lo que sucedía a su alrededor, como si fuera ajeno al mundo, son expuestos de manera cuidadosa, con un tono confidencial y doloroso, en la búsqueda de aquellos aspectos  que lo marcaron en su formación como escritor y en su afirmación como persona:

“Pero la felicidad no es mi objetivo, nunca lo ha sido, ¿para qué sirve la felicidad? Tampoco la familia es mi objetivo (…) “Hago por la familia lo que tengo que hacer, es mi deber. Lo único que me ha enseñado la vida es a soportarla, nunca a cuestionarla, y a quemar en la escritura los deseos generados (…) Estaba enamorado, y no se trataba de uno de esos enamoramientos menores, era uno de los grandes, de los que en la vida se dan tres o quizá cuatro.(…); ¿A quién le importa la política cuando uno arde de ganas de vivir?¿De ganas de todo lo que está vivo? Escribir es sacar de las sombras lo que sabemos.”

“Cuando lo que me ha mantenido en marcha  durante toda mi vida de adulto, la ambición de llegar a escribir algo grande algún día, resulta amenazado, mi único pensamiento es que tengo que huir... Se me saltan las lágrimas cuando veo una hermosa pintura, pero no cuando miro a mis hijos. Eso no significa que no los quiera, sólo significa que el sentido que proporcionan no puede llenar una vida. Al menos no la mía”.

No quiero dejar pasar por alto la limpieza de la casa donde ha muerto el padre, a la que el autor dedica innumerables páginas: “Delante del tresillo junto a la pared había prendas de ropa. Dos pantalones y una chaqueta, también algunos calzoncillos y calcetines. Olía fatal. Además, había botellas tiradas, paquetes de tabaco, panecillos secos y más basura. Caminé lentamente por la habitación. Había excrementos en el sofá, extendidos y en bolitas. Me incliné sobre las prendas. También estaban llenas de excrementos. En el suelo, el barniz había desaparecido, estaba corroído en grandes manchas irregulares (…).

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Tampoco  las reiteradas alusiones al estado del tiempo, el paisaje rural, el escenario de la ciudad, incluido el mercado de pescado, las instalaciones de la casa, el mobiliario, sin olvidar el olor de las habitaciones, los alimentos y bebidas, una entrevista con el escritor noruego Kjartan Flogstad, el arte en Edvard Munch y la importancia de lo humano, la abuela contando historias, los asuntos prácticos del entierro, los sentimientos del autor hacia su padre a lo largo de su vida, y aquellos aspectos que quedaron sin resolver.

A continuación, un fragmentos de “La muerte del padre” – “Mi lucha”, tomo I, editorial Anagrama, Buenos Aires, Argentina, 2012, pág. 499

 “Aliviado de que la conversación hubiera resultado tan fácil, salí al jardín y seguí cortando la hierba. El cielo estaba nublado, la luz suave, el aire cálido. Acabé sobre las dos. Entré a decirle a la abuela que había quedado con un amigo, me cambié de ropa y me encaminé a la capilla. Delante de la puerta estaba el mismo coche. Cuando llamé, abrió el mismo hombre. Me saludó con la cabeza, abrió la puerta de la sala donde habíamos estado el día anterior, se quedó fuera y yo me encontré de nuevo ante mi padre. Esta vez estaba preparado para lo que me esperaba, y su cuerpo, cuya piel había oscurecido aún más en el transcurso de las últimas veinticuatro horas, no despertó ninguno de esos sentimientos que el día anterior me habían desgarrado. Ahora lo que vi fue lo inánime. Vi que ya no había ninguna diferencia entre lo que mi padre había sido y la mesa sobre la que yacía, el suelo sobre el que ésta descansaba, el enchufe de la pared debajo de la ventana, o el cable que iba al aplique de al lado. Porque los seres humanos no son más que una forma entre otras formas, expresadas una y otra vez por el mundo, no sólo en lo que vive, sino también en lo que no vive, dibujado en arena, piedra y agua. Y la muerte, que yo siempre había considerado la magnitud más importante de la vida, oscura, atrayente, no era más que una tubería que revienta, una rama que se rompe con el viento, una chaqueta que cae de la percha al suelo. "

acabañ[email protected]