OPINIóN
Violencia, víctimas y palabras

La tibieza de 'abuso'

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Violencia, víctimas y palabras. | cedoc

La violencia interpersonal es contaminante, tiene el potencial de auto-perpetuarse. generando vulnerabilidad individual y social, afecta de modo físico y emocional.  Se requiere de un abordaje integral que incluya una intervención sanitaria. Ya en 1997 la OMS suscribe un plan de acción internacional para tratar la violencia como un problema de Salud Pública y la define como “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o grupo o comunidad, que cause o tenga muchas posibilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.”

La psicoanalista Susana Toporosi, cita a Ester Diaz: “En la relación de dominio el poder está centrado en uno de sus extremos… El vector de fuerzas tiene una sola dirección, no existe la posibilidad de reacción… se obedece o se recibirá un castigo”. Quien ejerce ese dominio avasalla a la víctima robándole su condición de persona. Frankl, reconocido psiquiatra sobreviviente del genocidio nazi, afirma que la violencia vulnerabiliza a tal punto que la experiencia del terror desencadena la pérdida del significado de la propia existencia, sentimientos de soledad, de vacío, de desesperanza. Las tasas de suicidio en víctimas violencia física son tres veces más altas que en la población general, cinco veces más en víctimas de violencia sexual; y hasta diez veces más en varones violentados sexualmente. Según Sidran Institute un 80% de quienes padecen bulimia tienen antecedentes de violencia sexual en la infancia.

Por si esto suena lejano o ajeno, cabe recordar que Argentina tiene el escandaloso cuarto lugar en número de muertes por femicidios en América. Sólo en 2019 se registraron 268 muertes evitables, miles de familias devastadas por el dolor. Cifras que representan la punta de un iceberg.

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Y aún se insiste en llamar “abuso” a la violencia sexual infligida contra niños, niñas y adolescentes ¿qué pretende ocultar la tibieza y ambigüedad de este término? Abuso significa el uso excesivo o inadecuado de una cosa en perjuicio propio o ajeno, abusar de la bebida, del trabajo.  Se revictimiza al designar como “una cosa”, o de un bien material que se posee, a quienes se les negó su condición de sujeto de derecho. Correspondería lo que “avasallamiento” significa, sujetar o someter a obediencia; comportarse sin tener en cuenta los derechos de los demás; dominar u oprimir a alguien sometiéndolo. “Si el lenguaje no es correcto…lo que se debe hacer queda por hacer” Confucio.

“Cambiemos la narrativa. Las palabras y frases que utilizamos cada día dan forma a nuestra realidad, optemos por un lenguaje que deje de culpar a las víctimas” ONU Mujeres.

Quizás como parte de esta subestimación, hemos quedado inermes frente a tibias disculpas mediáticas  por twits de contenido xenófobo en las redes, Cabe preguntarse ¿Quiénes pidieron disculpas tienen real conciencia del daño en la salud que pueden causarle a otros seres humanos? ¿o serán como los llamados “golpeadores” que piden perdón para luego reiniciar el circuito de la violencia sobre quienes ejercen una relación de dominio?  

Se requiere un trabajo profundo para desarmar ese circuito. Lo demuestran programas como “Emerge” fundado en Boston, “Respect” en Reino Unido, Epecovi (Espacio de psico educación en conductas violentas dirigido a hombres)  de la Defensoría del Pueblo de CABA.

La violencia se instala insidiosamente y es tanto o más contagiosa que un virus, detona reacciones de parálisis o venganza. Si ha sido declarada un problema de salud requiere una urgente intervención sanitaria. Es una enfermedad que no se cura sólo con pedir disculpas, las personas que ejercen violencia deben hacer un tratamiento y su seguimiento, sino el número de víctimas seguirá en aumento.

 

*Médica especialista en psiquiatría y psicología médica-integrante del equipo regional de respuesta frente a emergencias sanitarias OPS/OMS.