Freud aportó una perla fundamental para comprender la conducta humana, el ser conducidos en nuestras acciones cotidianas por una instancia psíquica más profunda y subterránea que la mera conciencia, lo inconsciente. A partir de este descubrimiento freudiano los conceptos de moralidad e inmoralidad se des-ordenaron para siempre.
En todo lo que hacemos o decimos está presente ese algo de lo que no podemos dar cuenta o darnos cuenta. Esto no escapa frente a las situaciones límites que nos toca afrontar durante nuestras existencias.
Una mujer se vacunó sin anotarse y se burló en WhatsApp: "Hice uso de la truchez"
Recibir una vacuna, y ser vacunado, implica una gran responsabilidad social. Pero cuando una persona accede a un beneficio no correspondido, y se ufana de esto, refleja conductas que se presentan como psicopáticas. La ausencia del sentimiento de culpa tras haber violado una regla ante un bien tan preciado, como lo es hoy una vacuna, dice mucho de esa persona y también refleja la oscuridad presente en la sociedad.
Sombra y luz, lo numinoso y lo siniestro pueden estar presentes a la hora de ejercer nuestra libertad condicionadamente humana. Sin embargo, tenemos un ideal del yo como horizonte al cual aspiramos para nosotros y para juzgar las conductas de otros. Ideal configurado por las identificaciones que durante nuestra vida fuimos adquiriendo en las relaciones con el otro y los otros. Miramos y juzgamos el mundo desde un esquema referencial constituido por valores adquiridos, creencias, planteos éticos y morales que operan, hacen y actúan desde allí.
Hechos de la historia así lo muestran. En un campo nazi de exterminio cohabitaban el CAPO, un judío con autoridad, y algunos privilegios, otorgados por los opresores que le permitían salvarse el pellejo, pero también estaba presente un sacerdote, como Maximiliano Kolbe, que entregaba su vida para salvar a un padre de familia. En el hundimiento del Titanic, algunos recurrían a su fortuna para conseguir un bote salvavidas mientras los pobres irlandeses morían ahogados en la bodega. En el medio, un sin fin de tonalidades del gris. Así somos. Barro y agua clara.
No podemos ser todo el tiempo seres que responden a los más altos ideales y tampoco siniestras criaturas. Hasta el criminal menos redimido tuvo su instante de ternura alguna vez. Mi trayectoria de clown de hospital cuenta con algunos ejemplos.
Truchez individual, podredumbre general
La vacuna contra el COVID se presenta como una puerta de madera flotando en el mar de la incertidumbre. Sin duda, hay mucho océano desconocido por remar, pero estamos mejor que antes claro está. Aprendimos muchísimo desde un año a esta parte. Lidiamos con el miedo y la angustia. Por momentos, nos ataca la manía negadora y ciega frente al peligro y, de a ratos, nuestro ánimo desciende a los infiernos.
Los profesionales de la salud mental aprendimos que frente a la catástrofe no hablamos de patologías. Lo que nos ocurre y les ocurre a nuestros consultantes es normal dentro de este contexto pandémico.
La nueva pandemia: los efectos de los agrotóxicos mentales
El temor a perder la vida, o que la pierdan tus seres queridos, puede llevar a conductas que en otros contextos no serían aprobadas en nadie. Pero hay una clave fundamental, es la capacidad que tenemos de REFLEXIONAR, mediatizar nuestras conductas por cinco minutos para poder pensar y establecer un arco de tiempo entre el deseo y la reacción. Esto también es inherente a lo humano. Pensar nuestras acciones y las de otros durante esta situación límite nos humaniza. Te invito y me invito a hacerlo. Vale la alegría, y también la empatía.
* Lic. María Marta Bianco. Lic. María Marta Bianco. Psicóloga clínica (M.N. 27636). Psicodramatista. Docente universitaria y de nivel inicial, clown de Hospital. Directora de Puenteclown, Arte y Salud. Instagram @marymarbianco / Facebook: Maria Marta Bianco Puente / @puenteclown el Instagram.