OPINIóN
Ideologías

Milei y Perón, ¿un solo corazón?

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Milei avanza en su plan para llegar a la presidencia de la Argentina | cuarterolo

En el plano de las ideologías se nos presenta una diferencia marcada entre un líder populista con vocación estatista y un liberal radicalizado, inspirado en la literatura de la escuela austríaca. Pero junto a esas y otras notables diferencias, que hacen obviamente, tanto a los personajes como a los tiempos en cuestión, pueden trazarse algunos sugerentes paralelismos entre los fenómenos encarnados en las figuras de Juan Perón y Javier Milei.

Tanto el sonriente coronel que en los años cuarenta emergió a la vida pública como el economista de frondoso peinado son outsiders de la élite política tradicional. De hecho, más allá de su prédica libremercado, Milei está cosechando algunas oposiciones que recuerdan elementos del ethos político-cultural que rodeó a la alianza liberal-izquierdista de la Unión Democrática. Luego de que algunos comunicadores hicieran referencias que remiten a la vieja teoría de la heteronomía de las masas, la frutilla del postre la pusieron los intelectuales que publicaron una controvertida solicitada alertando contra el peligro democrático de que Milei gane las elecciones. 

Otro paralelismo podría buscarse en el papel que los sentimientos desempeñan en la puesta en escena política de Milei y que Perón resaltara en los fundamentos mismos de su invención doctrinaria. Cuando el exdemocristiano Juan Labaké visitó a Perón durante su exilio madrileño, le manifestó exultante que había leído todos sus libros. El viejo caudillo le preguntó a Labaké si se sentía peronista y al obtener una respuesta afirmativa le lanzó una recomendación cargada de ironía borgeana: “Entonces, se hubiese ahorrado los libros”. Como lo destacó Jorge Asís, en la relación empática con su base electoral, quizá sea más importante reparar en lo que el líder libertario genera, que en aquello que dice.

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Así, entre su condición de outsiders y la dimensión emocional de su carisma se advierte un parentesco en figuras emergentes, que se presentan al mismo tiempo como justicieras y transgresoras. El hilo rojo para la analogía histórica puede encontrarse en aquel gobierno promercado que el libertario reivindica como el mejor de la historia argentina reciente y estaba presidido precisamente por un fiel discípulo del general Perón.

Muchos han considerado a Carlos Menem un traidor al justicialismo, en razón de la política económica de los noventa. No obstante, en términos políticos la versatilidad menemista podría interpretarse como una adaptación típicamente peronista a unas condiciones cambiantes sobre todo en el plano internacional. La concepción evolucionista de la historia con que Perón elucubraba sus hipótesis políticas, según la cual el sujeto está sobredeterminado por tendencias epocales que transcienden a su mera voluntad, habilitaba la potencialidad histórica de inaugurar un peronismo liberal. 

Está por verse si Milei, por su parte, podrá reconciliar al liberalismo con el peronismo. Ya hay varios indicios de que por detrás del dogmático inspirado en Mises, Hayek y Friedman se esconde un político más pragmático de lo que podríamos sospechar. Si así fuera el libertario también podría asemejarse a Perón en el aspecto señalado por Ernesto Sabato en El otro rostro del peronismo. El autor del primer prólogo al Nunca más señaló que una diferencia fundamental de Perón con Hitler era que mientras el europeo acostumbraba a decir la verdad, el argentino mentía casi siempre. Si Milei es el próximo presidente, ojalá que así sea. 

*Doctor en Historia (UBA).