OPINIóN
Pandemia de coronavirus

No es la economía estúpido, pero la salud sola tampoco

Estamos en condiciones de comenzar a asumir algunos riesgos de manera controlada.

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Coronavirus | Perfil

A esta altura del avance de la pandemia del coronavirus en argentina y en el mundo, tenemos bastante información que nos permite inferir algunos consensos:

  1. Se trata de un virus cuyo grado de contagiosidad es más alto y peligroso que su índice de mortalidad, a pesar que éste último se torna más inquietante entre los adultos mayores.

  2. El sistema de salud argentino estaba deteriorado en infraestructura y necesitaba “ganar tiempo” para equiparse.

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  3. La cantidad de testeos por PCR podrían aumentarse más agresivamente a través de una flexibilización de la definición de “caso sospechoso” que facilite detección temprana de personas infectadas y su correspondiente profilaxis.

  4. La economía mundial está amenazada con caídas del producto bruto inéditas; sin embargo la situación argentina es aún más vulnerable, sin acceso a crédito, con inestabilidad macroeconómica y altas tasas de pobreza.

Durante los últimos casi cuarenta días de aislamiento obligatorio hemos sido exitosos en dominar la expansión del virus reduciendo significativamente la tasa potencial de transmisión comunitaria. El éxito, más allá de algunas opiniones encontradas en la materia se sustenta en indicadores duros bastante irrebatibles: la cantidad de infectados nuevos diarios se mantiene en un crecimiento no exponencial (**), los fallecidos se mantienen en un número diario controlado e inferior a 10 y las camas de terapia intensiva ocupadas no superan las 150 a nivel país, cuando ya se disponen cerca de 4000 para atender a pacientes críticos de coronavirus.

Esta data nos permite asumir que estamos en condiciones de comenzar a asumir algunos riesgos de manera controlada, que nos permitan mantener el sistema de salud sin colapsar y a la vez iniciar el proceso de encender nuevamente la economía, sobretodo la informal, que más apagón registra en las últimas seis semanas.

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Pero, ¿cómo se compatibilizan esos objetivos aparentemente contradictorios? No hay ciencia dura escrita sobre esto. Tenemos que medir, abrir de a poco, volver a medir; evaluar y cerrar si hace falta o abrir más si no hay deterioro.

Quizá la evolución del R0, número de fallecidos y % de ocupación de camas de terapia intensiva nos permita, segmentadamente y por jurisdicción, asegurar que la pandemia no entre en una zona de riesgo. Antes de llegar a ese punto, se puede volver a intensificar la cuarentena obligatoria en la jurisdicción que lo requiera. En ese sentido, se podría ir a un nivel más bajo en la pirámide poblacional y segmentar las restricciones por partido o comuna y no sólo por estado provincial.

Las actividades económicas menos formalizadas (electricistas, gasistas, albañiles, plomeros, etc.) que trabajan en forma individual sin dificultad para mantener distancia social deberían ser priorizadas en la liberación; lo mismo cuenta para las industrias que más valor agreguen a la economía con menor aglomeración de sus operarios. Las empresas deberían asegurar la adhesión a protocolos sanitarios que aseguren el cuidado de la salud de sus empleados.

La circulación de autos no debería restringirse ya que los mayores riesgos se corren en el transporte púbico.

Para éste último caso, quizás el más crítico y difícil de instrumentar, deberíamos usar más tecnología asociada a la tarjeta SUBE donde cada persona tenga asignado dos días en la semana durante un horario establecido según su documento. Si las empresas establecen dos o tres turnos de trabajo facilitarían esa implementación y harían que subtes y trenes no superen la carga de pasajeros que tienen hoy, pero con una estrategia de uso más equitativa, controlada y sin sobrecarga. Cuando el documento y el horario no sean los correctos, los accesos no funcionarían.

Con un funcionamiento del 50% de la economía podríamos lograr “aplanar” la curva de caída del PBI, de la desocupación y de los índices de pobreza, aliviando también al estado de seguir emitiendo cuantiosas cifras de dinero absolutamente necesarias para evitar el colapso de la economía, pero que en pocos meses “pagaremos” quizás con similares dolores a los que hoy estamos evitando pasar. Lamentablemente en economía hay muy pocas gratuidades.

Sentémonos en la misma mesa, epidemiólogos y empresarios, junto a nuestro Gobierno para acordar y diseñar el mejor plan estratégico para administrar la etapa que viene.

** El R0 que muestra la velocidad de propagación del virus se considera controlado cuando no supera de 1, o sea que los infectados nuevos respecto al período de incubación se mantiene constante.

 

* CEO de Syngenta Latinoamerica Sur