Mayo se ha constituido en el mes de avance de un peronismo demasiado confiado en el fracaso de Cambiemos, al que no se le estaba dando fácil constituirse en opción ganadora. Por una combinación de motivos, después de tres años de despliegue de medidas altamente desacertadas, el piso electoral de la coalición muestra cierta rigidez a la baja al llegar al 30%. Es que, entre otras cosas ese espacio, claramente, sigue satisfaciendo la demanda de calidad institucionalidad que parte de la sociedad continúa reclamando. La confrontación con el kirchnerismo los mantenía posicionados como guardianes del sistema, principal factor que explica su ascenso al poder y definía a ambos actores políticos, en construcciones ideológicamente excluyentes y dependientes entre sí. Mientras tanto, el peronismo no K parecía, hasta hace unos días, no encontrar la fórmula para meterse en el partido. Pero, superado el “experimento Lavagna” y tras los avances en el tablero del de tipo racional, ya no se entendía por qué, el PJ no generaba esa tercera alternativa que rápidamente podría arrebatar la bandera de la institucionalidad a Cambiemos y de la igualdad al kirchnerismo.
Este lanzamiento de Cristina como vicepresidenta deja a Cambiemos al borde del fracaso, mirando cómo se puede caer a pedazos el único juego que le hubiera permitido quedarse adentro. A la seguidilla de derrotas provinciales que viene padeciendo y que debilita una parte importante de la alianza, motorizando una dinámica internista cruel e intensa, es posible que se sume otro factor. Ese sería una importante derrota en las PASO en las que, muy probablemente, deberá competir contra dos espacios peronistas rápidamente bien definidos gracias a lo cual se llevarán una porción bien importante del electorado, superando seguramente el 50%. Sin estrategia electoral de superficie a la vista, Cambiemos deberá, rápidamente mover piezas que superen el único, precario e inexplicable eje de la recuperación económica en algún momento previo al voto. Si Cristina pierde en agosto dará su apoyo al Peronismo Federal que lo aceptará encantado y si este pierde, podrá negociar con un interlocutor infinitamente más potable para ellos como lo es Alberto Fernández. La unidad del PJ está, indudablemente, más cerca.
*Politóloga