En una escena inolvidable de esa pintura medieval que es "El séptimo sello" de Ingmar Bergmann, el Caballero que juega su partida de ajedrez con la Muerte, se acerca a una doncella que ya está en la hoguera y le pregunta si ve algo del Más Allá... La doncella le contesta "No, nada... Voy a ir al Infierno porque he tenido tratos con el Diablo".
En la Argentina del 2019 el Infierno en vida está reservado a muchas mujeres, víctimas de femicidios prácticamente diarios a lo largo y a lo ancho del país sin que la cifra haya disminuido a pesar del multitudinario "Ni una menos". Y ahora nos enteramos que una Ley casi centenaria que protegía a aquellas víctimas de violación y en riesgo cierto de su salud para poder realizar abortos no punibles es puesta en duda ante anulaciones sucesivas de protocolos y guías que la reglamentaban y una educación sexual integral que se enseña sólo parcialmente; siendo desobedecida, a su vez, a nivel provincial y nacional una Acordada de la Corte Suprema de Justicia del 2012 que aclaraba totalmente los alcances de lo sancionado en 1921. Favaloro hablaba de sociedad caníbal.
Este Estado que se dice republicano, que etimológicamente significa lo público, sigue indiferente ante las muerte sucesivas de mujeres cada vez más vulnerables. Ya no es la hoguera donde ocurren las desapariciones, son mucho más silenciosas, pero tienen un siniestro común denominador, la negación de la Ley, o sea, la degradación de nuestra Salud Pública.