La derrota del oficialismo tomó por sorpresa a los mercados. Ahora, con el diario del lunes, varios interrogantes parecían preocupar a los inversores financieros:
- si es ya imposible que el oficialismo revierta la catástrofe electoral de ayer para forzar un ballotage.
- en caso de que eso no ocurra, si Alberto Fernández se alzará con la victoria el próximo 27 de octubre.
- si con un triunfo en primera vuelta del Frente de Todos, se retornará a un régimen político-económico de tipo populista. Al cierre de este artículo el dólar ya superaba los $60 en varios bancos, el riesgo país alcanzaba los 904 puntos básicos y Las ADRs de empresas argentinas registraban caídas superiores al 50%.
Claramente la percepción de los mercados sugiere una respuesta positiva a los interrogantes 1,2 y 3.
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¿Qué ocurrió? Muy simple: la tibia reactivación de los últimos dos meses no compensó el impacto negativo del programa de ajuste del FMI aplicado desde octubre pasado para detener la crisis cambiaria de un año atrás. El voto castigo de ayer no es otra cosa que la desaprobación mayoritaria de la falta de respuesta para revertir el escenario de baja actividad, inflación y empobrecimiento de no menos de un tercio de la población.
La marcha hasta los comicios del 27 de octubre dependerá de cómo y cuándo termina la corrida de hoy. La volatilidad de las cotizaciones puede controlarse, pero no es claro en cuántas jornadas. El BCRA cuenta con divisas que le permitirían estabilizar el tipo de cambio, al menos hasta fines de octubre, pero no es fácil estimar a qué nivel podrá estabilizarlo. Cualquiera sea el incremento resultante, la inflación aumentará en los próximos meses aún con tasas de interés mayores a las actuales. En la primera licitación de hoy el BCRCA debió renovar LELIQ pagando 74,035% anual. Difícilmente baje la tasa mientras no se calmen los mercados. Inevitablemente, el costo del crédito seguirá en niveles elevados para las pequeñas y medianas empresas.
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Bajo estas condiciones, el atractivo de propuestas populistas arrastrará votos hacia la fórmula Fernández-Fernández. Se podría cumplir el pronóstico de una victoria kirchnerista en octubre, pero con una recesión con inflación que seguiría fortaleciendo la dolarización de neuronas y de carteras. El riesgo subyacente es el de una huida contra depósitos a plazo fijo, que forzaría a las entidades a preservar liquidez. Los vencimientos de LELIQs no serían renovados totalmente. Resultado: mayor tasa de interés para renovar las LELIQ, mayor expectativa de inflación y de depreciación del peso, y mayor demanda de dólares. La suba de las tasas de interés acompañaría esas expectativas, que además impactarían en los ajustes de precios. ¿Podría esto contribuir a reducir el valor en pesos y dólares de las LELIQ? Es probable, pero no seguro. Los costos y beneficios para el futuro presidente dependerán de su impacto en el nivel de actividad y en la inflación. Si se acelera la inflación, con un nivel de actividad que no se reactivaría en serio hasta el año próximo, la dolarización de carteras y la huida de dinero tornaría imposible “anclar” el tipo de cambio y el nivel de precios. Algo más que riesgoso ya que con una victoria electoral del kirchnerismo, también caería la demanda de deuda argentina dentro y fuera del país. Algo fatal para un 2020 en que el futuro Gobierno deberá salir a los mercados a conseguir fondos frescos.
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Si algo queda en claro, entonces son tres cosas:
- en lo que resta del año será muy difícil esperar bajas de tasas de interés y reactivación económica,
- la nueva administración debería evitar exacerbar los temores de los mercados: un “incendio” en estos días, bien puede repetirse, pero sus consecuencias se extenderán hasta al menos el primer trimestre de 2020,
- si no anuncia y aplica un programa de estabilización y crecimiento coherente y creíble, enfrentará nuevas corridas cambiarias el año próximo. Las cartas están echadas, también para el ganador: después de los festejos, vienen los problemas, y tendrá que resolverlos. La sociedad exige ahora soluciones concretas, no más promesas.
* Economista. Universidad del Salvador.