Sin lugar a dudas, el abastecimiento energético forma parte de uno de los temas de la agenda de los estados no solamente por su importancia en el desarrollo del tejido productivo, sino también por la tan buscada sustentabilidad. En su análisis aparecen habitualmente dos conceptos fuertemente relacionados, el rendimiento y el impacto, dando cuenta sobre las diferentes formas de energía que nos rodean, dejando de lado nuestro “yo” para empezar a pensar en las generaciones futuras.
El rendimiento se relaciona con lo que desechamos, en la mayoría de los casos, ignorando su ulterior aprovechamiento, mientras que el impacto nos alerta acerca del nivel de destrucción sobre la naturaleza. Es por ello que el “norte” del camino de la ciencia debe orientar sus esfuerzos hacia proyectos energéticos que prioricen un mayor rendimiento y un menor impacto, en sintonía con lo manifestado en la Encíclica Laudato Si: “… cambiar el estilo de vida, producción y consumo.”, Papa Francisco, (2015), Cap. I, 59. La Naturaleza lleva mucho de la Sabiduría del Creador, y va reciclando y reconstruyendo fuentes energéticas que deben mantener un equilibrio que sea resurgente, manteniendo así las condiciones óptimas para la vida.
Esta reflexión, nos conecta con lineamientos de la ciencia que deben inspirarse en una mejora continua del uso racional de la energía y nos conduce a pensar en la utilización de energías limpias que minimizan el impacto sobre nuestro planeta. En el ámbito del Instituto en Ciencias y Tecnología de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Salvador, comprendiendo de la relevancia de este tema, se define trabajar en estas líneas de investigación a través del proyecto: de “Energías provenientes de Corrientes Eléctricas Telúricas”. En ese contexto, se intenta explicar este fenómeno, a través del estudio de la acción de los rayos en medio de una tormenta que de ser utilizada en forma óptima, podría suministrar electricidad a varias ciudades. Por otra parte, también merecen un nivel de análisis las corrientes provenientes del manto y el núcleo terrestre, que podrían proveer importantes fuentes de energía, ya que los fenómenos se manifiestan en forma omnidireccional.
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En el marco del estudio del principio de acción y reacción, los rayos podrían ser consecuencia o reacción de otra acción. ¿Cuál sería entonces esa acción? Muchos científicos sostienen que son las masas de vapor, en forma de nubes, las que acumulan lentamente las cargas eléctricas que el mismo aire les provee. ¡Increíble! Pero en el aire hay cargas eléctricas, las cuales hoy ya se están aprovechando en la carga de baterías. Este efecto se conoce hace muchos años como el efecto “triboeléctrico”, que resulta ser la electrificación de ciertos materiales sometidos a un proceso de fricción con otros, como es el caso del aire con el vapor disuelto (nubes).
Esas cargas eléctricas que actúan sobre la masa de aire son las que motivan a realizar un compleja investigación para dar respuesta a la pregunta: ¿cómo extraerla y de dónde? La respuesta a esta pregunta nos conduce a recorrer un arduo pero muy interesante camino, en el que cooperan no solamente investigadores sino también docentes y estudiantes, quienes llevando a cabo diversas experiencias y profundizando lo que han producido otros investigadores en diferentes épocas y lugares del planeta, intentan describir cada fenómeno observado.
El objetivo es extraer la energía telúrica y/o eólica electromagnética que podría impactar en una mejora de la conformación futura de la matriz energética del país. Las primeras experiencias desarrolladas han permitido descubrir esas corrientes eléctricas, que seguramente constituirán el puente para convertirlas en energía útil y limpia. Un sueño cercano, por lo menos para el Instituto de Investigación en Ciencia y Tecnología de la USAL, que permitiría a las próximas generaciones un acceso a una mejor calidad de vida.
* Docente e Investigador Facultad de Ingeniería, Universidad del Salvador.
