La ingeniería, como un cuerpo especializado de conocimientos y de prácticas, puede ser analizada de acuerdo a sus fundamentos disciplinarios o por referencia al campo de las prácticas tecnológicas en el cual debe intervenir, pero además, tiene el desafío de amalgamarse con el desarrollo de la cultura moderna en sus dimensiones humanísticas y éticas. El hecho de considerar el carácter social de la ciencia y la tecnología, que obliga a adoptar una postura crítica frente a sus múltiples impactos y a articular de una manera racional la ética con la técnica, nos lleva a pensar en un modelo de ingeniero que integre saberes técnicos, éticos, ecológicos y culturales para el pensar y el hacer y en el diseño de planes de estudio modernos que facilite formar a los futuros profesionales, con amplia capacidad para planificar, crear, dirigir y controlar proyectos, con un perfil innovador, abierto y crítico en un entorno globalizado que además requiere el profundo dominio de la especialidad que determina la rama de la ingeniería específica.
La sociedad exige respuestas a sus múltiples y complejos problemas y en la actualidad muy pocos de ellos se puede resolver con la aplicación de una sola disciplina, provocando que las instituciones educativas deban ser organizadas por la misión por sobre los aspectos disciplinares puros. La alta disponibilidad y velocidad del crecimiento del conocimiento tiende a provocar un aumento del grado de fragmentación y especialización, lo cual a su vez lleva a dificultades crecientes en la comunicación que puede confluir en una pérdida de sinergia con la sociedad. Por ello, será necesario trabajar fuertemente en la interrelación de las facultades de ingeniería con las pertenecientes a otras disciplinas a los efectos de poder diseñar productos académicos, de investigación, de extensión y de vinculación con el medio que adquieran hibridez a partir de la interrelación establecida. Y en este aspecto, sería deseable que las otras disciplinas puedan visualizar a la ingeniería como un aliado para llevar adelante soluciones creativas y como agente de cambio en el proceso de transformación cultural en el que todas las organizaciones están trabajando.
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Frente a un mundo que nos invita a resolver problemas y escenarios complejos cada vez más multidisciplinarios, transversales y globales, la formación en ingeniería, lejos de presentar un modelo de formación trans o inter disciplinario, se manifiesta, de manera análoga a la educación en general, en forma de conocimientos aislados y desintegrados. Dentro de la organización moderna del conocimiento, la ingeniería no representa una unidad discursiva discreta y especializada dentro de su propio campo intelectual, sino que busca su aplicación fuera de sí misma constituyendo una interfaz entre las disciplinas y las tecnologías.
A modo de avance en esta línea de pensamiento, en nuestro país, CONFEDI (Confederación de Decanos de Facultades de Ingeniería) ha dado un primer paso muy importante a través de la formulación de nuevos estándares completamente novedosos, que no sólo modificarán radicalmente la educación en Ingeniería, sino que, además, al ser pioneros en incorporar el enfoque por competencias, sentarán precedentes para otras carreras a nivel nacional y para las ingeniería de otros países, ya que están alineados al nuevo perfil profesional del Ingeniero Iberoamericano propuesto por la Asociación Iberoamericana de Enseñanza de la Ingeniería (ASIBEI). Ahora, el desafío es llevar al aula estos conceptos.
* Decano Facultad de Ingeniería USAL.
