Todo proceso eleccionario permite extraer mensajes, sugerir replanteos, reposicionamientos y sacar lecciones para quienes conforman la oferta y demanda electoral. La derrota de Juntos por el Cambio a nivel nacional por una diferencia de 15 puntos, y en las provincias donde se puso en juego gobernación e intendencias, por guarismos más o menos similares, convoca a una reflexión profunda, autocríticas múltiples, y para los observadores y científicos, a extraer algunas lecciones, que por cierto se pueden aprender de procesos similares en otros países.
Primero, el gobierno subestimó gravemente el tenor de la crisis económica, su efecto en el humor de la sociedad y por ende su impacto en el voto. “It´s the economy, stupid”, decía Bill Clinton.Y por décadas se convirtió en una doctrina de la relación entre ciclos económicos y resultados electorales, ignorado por el Gobierno, al menos puertas afuera.
Segundo, el gobierno erró en no desdoblar la elección de provincia de Buenos Aires condenando a una derrota de igual o peor magnitud a la gobernadora Vidal, no culpable primigenia de la crisis macro. Es más, como advertí en otras columnas en redes sociales recientemente, la gobernadora era la mejor posicionada para competir como pre- candidata a presidente de la Nación. Pero la soberbia de una facción de Cambiemos desechó todo horizonte que no terminara con el presidente Macri. En los equipos juegan los mejores, los que tienen más chance de ganar. Los Juegos Panamericanos paradójicamente ofrecen una luz de esperanza sobre cómo la Argentina se destaca en las competiciones por equipos, donde los que están en óptimas condiciones son los que compiten.
Tercero, las elecciones provinciales realizadas entre febrero y junio, (todas menos una) adversas para el gobierno, fueron un buen predictor, en promedio, del resultado de la nacional. Los “oficialismos” locales, votados con diferencias de hasta 20 puntos (Entre Ríos, San Juan y otros) no eran fenómenos aislados, en un contexto de unificación del peronismo.
Cuarto, los “Peña y Durán Barba” deberían dar un paso al costado. Es sabido que no se hace política por twitter y mediante la inescrupulosa utilización de trolls. “Morir puros” era, fue y será su hashtag principal y así parece ser el destino irrefrenable. Reivindicación para el ala política del Gobierno, a la cabeza de Diputado Nacional Emilio Monzó.
Quinto, el papelón de no publicar los datos del escrutinio en horario -aparecieron los primeros pasadas las 22.30- no debe ocurrir nunca más, como tampoco el ocultamiento de la pérdida de la provincia de Buenos Aires en 2015 durante horas hasta la medianoche. Urge una reforma de la Justicia Electoral. Un punto a favor, sin embargo, fue cambiar el método de transmisión de los datos desde las unidades electorales al centro de cómputos.
Sexto, los encuestadores, en su mayoría, probaron ser “mercaderes a sueldo de la billetera del gobierno” para operar en los medios generando una ilusión estadística y distorsionando lo que se palpaba en la calle y en cualquier medio. Algunos, reconocidos académicos, incluso convalidaron la operación de los bancos del viernes 9 cuando quisieron simular una suba de las acciones como consecuencia de la autocompra de las mismas.
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Séptimo, la polarización puede transformarse en un efecto búmeran, adverso a quien la promueve e intenta profundizar las grietas sociales y políticas. De hecho, el hartazgo de la grieta jugó en contra del gobierno y en contra de los pronósticos. La película "Nada es privado ", sobre el caso de la consultora “Cambridge Analytica” nos ofrece una perspectiva al respecto y mucho para aprender.
Octavo, queda al desnudo que gobernar excede el asfalto y el viaducto, necesarios, pero no suficientes para sentar las bases de un proceso de crecimiento de “los próximos 30 años”, como sugirió el presidente Macri ayer. Ningún país inicia un camino de crecimiento sostenido de esa índole sin estabilizar la inflación, sin recrear un sistema financiero y con debilidades institucionales notorias que no son responsabilidad de un solo gobierno, sino del Estado.
Noveno, el camino al desarrollo debe tener sus cimientos en la inversión en educación, salud y el conocimiento, áreas algo descuidadas por este gobierno -en particular en ciencia e innovación en que estos últimos años han sido muy negativas- y la inestabilidad y volatilidad de esa inversión de larga data no ayudan. Un académico reconocido, Alwyn Young, en un libro intitulado “el Milagro del Crecimiento Económico” en 2004, mostró como muchos más investigadores, que más de 70% del crecimiento y desarrollo de las naciones se debe a la inversión en capital humano y ciencia e innovación.
Décimo, y por último los consensos se construyen permanentemente en una democracia, y no para una foto. La película es lo que trasciende.
* Investigador del CONICET, Observatorio de Innovación Social de la FCE-UBA.