La contundencia del resultado superó las expectativas previas, a pesar de que la tendencia que mostraban las encuestas coincidían en la ventaja del Frente respecto del oficialismo; lo impredecible fue la avalancha de votos, y resultados locales de algunas provincias que hace poco ratificaron a sus gobernadores de la ex alianza y el domingo votaron por el Frente. El elector hizo un menú en que eligió candidatos de diversas ofertas partidarias, facilitado por la discontinuidad temporal. La operación Pichetto para alentar la boleta corta, por el momento no tuvo resultados positivos para el oficialismo. En cambio, la elección de Alberto Fernández para ablandar al anticristinismo ha sido todo un éxito.
Los daños en el oficialismo son grandes, considerando la dureza del mensaje de casi el 50% de la sociedad. También se dirimió en forma clara la lucha de negatividades que esta elección puso en el ring, el voto anti Macri vs. el voto anti Cristina. Es indudable que el primero de la mano de la pérdida de calidad de vida primó sobre el segundo. Hubo un electorado enojado que expresó su rechazo a la política económica y social, y muchos ex votantes del oficialismo. La lógica del gobierno de que “este es el único camino” no fue comprendida ni compartida por una sociedad que sufrió y sufre una recesión económica que no está legitimada por una adhesión ideológica o por una épica.
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No se puede aún afirmar que los resultados sean irreversibles para octubre próximo, pero la sensación generalizada es que el gobierno ya perdió la reelección, y quedó con poco oxígeno para seguir la pelea. En estos momentos se abren horas de incertidumbre respecto al tipo de cambio, la estabilidad del gabinete y la continuidad del gobierno ante la casi imposible reversión de los números. En este horizonte inseguro, en que el ballotage se aleja como posibilidad, habrá consecuencias también hacia el frente interno de las alianzas, mientras en el Frente de Todos, por ahora todo es alegría y festejo, y eso unifica a los diferentes, en Juntos por el Cambio, emergerán reproches sobre la manera en que el tándem Macri/Marcos Peña entiende la política, y las estrategias económicas empleadas.
Salvo Larreta, la dirigencia del PRO, que constituye la dirección de la alianza electoral ha recibido un duro golpe sobre todo sobre su candidata estrella María Eugenia Vidal que ha perdido frente a un candidato como Kicillof , alguien considerado extraño al distrito, pero que ha hecho una eficaz campaña de posicionamiento. Pero, esto no puede omitir señalar que el futuro del propio Mauricio Macri está en cuestión, después de esta calamidad electoral. El domingo por la noche Carrió hizo su discurso de gesta en que subrayó su fidelidad, pero el radicalismo pensará muy bien sobre su futuro, luego que algunos dirigentes críticos como Fredy Storani, se ven legitimados por el escrutinio.
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Podemos precisar que el comienzo del fin fue luego de la gananciosa elección legislativa de octubre del 2017 que cosechó un 42% para el oficialismo. En diciembre del mismo año el cierre de las ventanillas internacionales para el crédito para la Argentina, y la reforma previsional fueron el principio de este tobogán. El fantasma del PRO es retornar a su origen: un partido local, un partido porteño de la mano del Jefe de Gobierno. Estamos frente al fin de un ciclo entre dos peronismos.