Todos tenemos una anécdota en algún lugar del mundo en la que aparece el nombre mágico de Maradona. Las intercambiamos desde el miércoles con amigos y conocidos: son el lugar común, junto a la repetición de los goles, para apagar el temblor de la tristeza.
Hace tiempo veraneaba en un sitio cercano a Nápoles, sobre el mar, y al cruzar la carretera que separaba la casa en la que estábamos del bar donde tomaba el primer café del día, el camarero, con el que solía charlar de fútbol, se asomaba a la ventana al verme y me recibía con el mismo cántico diario: «Maradoooo, Maradoooo». En mi barrio, en Madrid, ayer, también en el bar, me invitaron el café como gesto fraterno. En la pizarra de la panadería donde se anuncian especialidades y ofertas, solo se leía: «Gracias, Diego». En la vidriera del almacén chino, simplemente una hoja escrita con rotulador: «D10S».
Es curiosa la empatía que despertó Maradona en el mundo. Solo hay que mirar todas las tapas de los diarios –alguien ha circulado en las redes un collage hecho con decenas de ellas– donde se erige una sola imagen. Desde L’Humanité de Francia que titula en castellano, «Adios, compañeros» al Daily Mirror inglés, que reproduce el primer gol a los ingleses con un título afectuoso: «Ya está en manos de Dios». En los medios españoles, durante la jornada, todos los informativos se abrían con una reseña del duelo argentino. Los canales de televisión no dejaron de reproducir, a toda hora, en directo, imágenes de la Plaza de Mayo y la capilla ardiente, y en las radios hubo una verdadera maratón de jugadores, técnicos, periodistas deportivos y escritores dando múltiples perfiles de Maradona. Jorge Valdano, incluso, tuvo que salir de escena en el canal Movistar durante una intervención porque el llanto lo quebró y no pudo seguir hablando.
¿Quién prohíbe negarle homenajes a Diego Maradona?
Hace unos años, Valdano, en una entrevista fue quien mejor definió el estilo de Maradona. Fabián Casas sostiene que tanto Nadal como Messi tienen pensamiento abstracto, son máquinas de ganar. Valdano, opina que Maradona, al contrario, fue una máquina de generar estrategias y tomar decisiones con la pelota en los pies a la velocidad de la luz. Usa como ejemplo el gol histórico a Inglaterra en el Estadio Azteca. Dice que, en la fuga de Maradona con la pelota desde abajo, él corría en paralelo a su izquierda esperando el pase mientras veía como iba sorteando jugadores, uno a uno, desplegando una técnica intuitiva, pero sin error, hasta convertir el gol. Cuando se abrazaron, Maradona le dijo que lo había visto corriendo junto a él pero que no pudo darle el pase por no encontrar un hueco. Valdano, aún hoy, no entiende como pudo haberlo visto. Este relato contiene la impronta de alguien que ayer fue llorado tanto en las poblaciones devastadas de Siria como en los mercadillos marroquíes o en París, donde Emmanuel Macron publicó una carta que provocó un conflicto diplomático con Venezuela, molesta porque el presidente francés habla de la «revolución en la cancha» de Maradona criticando su apoyo a Fidel Castro y Hugo Chávez. También aquí aparece el carácter poliédrico de Maradona.
Por un día, en España, nos olvidamos de la pandemia. En Italia, también: «En Nápoles, Diego gana a la pandemia». Así titula hoy El País su crónica de la despedida que le han hecho los napolitanos.
Mañana volveremos a las cosas, tal y como hacíamos después de un partido jugado por él.