Ahora que ya no está Maradona entre nosotros, las polémicas se hacen en su nombre. Polémicas acerca del velatorio, del lugar del entierro, del modo, del entorno, de la calidad de la atención médica que recibió. Maradona no podía despedirse sin aparecer también en las fotos de tres empleados de la funeraria, un hecho repudiable pero que aun así despertó reacciones exageradas: amenazas de muerte de parte de La Doce. Dentro de este torbellino, se dio también la polémica de los homenajes.
El homenaje es una muestra de afecto, de aprecio, de reconocimiento por una trayectoria. Puede darse a nivel personal o institucional. De esa manera, se multiplicaron los homenajes a Diego, desde los tres días de duelo decretados por el Gobierno, hasta Messi celebrando un gol con una camiseta de Newell’s que Maradona usó en su paso por el club, pasando por la decisión del Napoli de ponerle a su estadio el nombre del astro fallecido, y las ofrendas que miles de fans llegaron a dejar sobre el féretro.
Los homenajes llenan de emoción todos los estadios
Tampoco quedan dudas de que un personaje como Maradona seguirá recibiendo homenajes de todas partes del mundo y de toda clase de personas y organizaciones. Ahora, ¿se puede no homenajear? Esta es la pregunta que despertó el que podemos llamar “Pumagate”, que tuvo lugar en el último partido entre los Pumas y los All Blacks. En realidad, no es que los Pumas no hayan homenajeado en absoluto: salieron a la cancha con un brazalete negro (“imperceptible”, decían algunos), y este gesto contrastó con el homenaje que en cambio hicieron los All Blacks: depositar en el campo de juego una camiseta de su equipo, con el 10 y el nombre de Maradona, que los Pumas ni siquiera recogieron.
Al repudio por el no-homenaje siguieron, para peor, hallazgos de antiguos tuits racistas y xenófobos publicados por tres miembros del equipo de los Pumas, entre ellos el capitán, que a raíz de eso fueron apartados del mismo. Acá es importante que separemos las cosas, porque es muy fácil confundirlas. Los tuits son repudiables, por supuesto, pero estuvieron ahí por 8 años, sin que ni siquiera sus autores se molestaran en borrarlos. Lo cierto es que, si no hubiera sido por este fallido homenaje, nadie los hubiera señalado. Si, por ejemplo, los Pumas hubieran salido a jugar con el 10 en la espalda, hoy los medios estarían celebrando la humildad y el afecto de estos tres “chicos”.
En medio de las críticas por Maradona, viralizan tuits xenófobos del capitán de Los Pumas
Pero no perdamos de vista que el homenaje o la falta de homenaje no la deciden los jugadores. En todo caso la decisión, o si se quiere la responsabilidad, corresponde a la UAR. De ahí, podríamos discutir si el homenaje fue tibio, adecuado, insuficiente. Se dice por ahí que los Pumas tenían la “obligación moral” de recordar a Maradona, pero nadie tiene la obligación de hacer nada. Podían hacer un homenaje a una figura inmensa del deporte nacional, que además los acompañó y alentó muchas veces, o podían elegir no decir nada. Incluso por sus valores deportivos, la figura de Maradona es polémica. Queda en cada uno recordarlo o no, valorarlo o no, o guardar un respetuoso silencio.
Sin embargo, los policías de la moral y las buenas costumbres no tardaron en crucificar a los Pumas y, con ellos, a todo el rugby. Que, es cierto, no es un deporte popular, en ninguno de los sentidos de la palabra. Pero los mismos que hoy lo condenan son los que los celebraban en el Mundial de rugby de Francia, en 2007, en contraste con el equipo de fútbol que había quedado descalificado del Mundial de Alemania un año antes. Se decía que los Pumas eran quienes sí respetaban la camiseta y llevaban alta la celeste y blanca, los que ponían garra y corazón, y en medio de ese laureo mediático, muchos empezaron a seguir el deporte, quizás sin entenderlo, a falta de fútbol.
Este mismo periodismo veleta y berreta es el que apunta ahora contra el rugby, como si acabaran de descubrir que es un deporte que se juega más bien en las clases sociales altas. Gente que leyó dos apuntes de Weber en el CBC ahora se deshace en explicaciones sociológicas que vinculan el racismo de los tuits con la falta de homenaje a Maradona. Parece que hace falta aclarar que esos tres jugadores no representan a la totalidad de un equipo y mucho menos de un deporte. Estamos estigmatizando a los miles de chicos que juegan al rugby por el desacierto de la UAR y por las actitudes lamentables de tres Pumas. Sí, se puede estigmatizar también a las clases altas, por supuesto. Con esta actitud, quienes hoy critican al rugby caen en la misma generalización lamentable que dicen condenar.
Algo que contrasta además con lo que han expresado varios amigos de Maradona, como Guillermo Coppola, que afirmó "hace una semana, Pablo Matera era ejemplo de capitanía. Se puede equivocar y pidió perdón", o el “Negro” Enrique, que dijo “no tienen por qué disculparse”. Pero un periodismo que busca ser más papista que el Papa quiere poner a los Pumas en la picota y cuestionar a la totalidad de un deporte. Esto, por si hacía falta decirlo, es justo lo contrario de lo que Maradona hubiera querido.
El débil no puede perdonar. El perdón es un atributo de los fuertes (Mahatma Gandhi).
*Periodista.