OPINIóN
Elecciones 2019

La derecha liberal puede arruinar la reelección de Mauricio Macri

Quiénes son los candidatos que podrían quitarle votos a Cambiemos.

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Mauricio Macri de cara a la reelección. | Bloomberg

Los últimos noventa días del año obligaron al Gobierno a poner el ojo en la coyuntura y pensar poco en otros problemas potenciales, que no dejan de estar y maduran y se asientan a medida que la espuma del antiguo éxito del G20 termina por bajar, y los aumentos en servicios llegaron para cerrar el año entre pocos gastos y desilusión, una vez más. 

Ahora bien, comienza entonces el real problema para Cambiemos, más allá de Mauricio Macri: quién seguirá en el poder en 2019. Quiénes se bajarán del barco producto del plan económico, los egos, el agotante oxímoron Elisa Carrió que logró urticar el estado más budista del Presidente. Empezando por el primer interrogante, quién será presidente de la Nación el año que viene, cuál es el cuco de Cambiemos que milita  el optimismo sin demasiado para exhibir pero con genuino convencimiento.

 

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Cuál es el cuco de Cambiemos que milita  el optimismo sin demasiado para exhibir pero con genuino convencimiento

El olfato de estrategia electoral del macrismo es exitoso, sin precedentes en la historia moderna política, han resultado ganadores en ocho de las nueve elecciones en las que compitieron, sólo perdiendo la segunda vuelta de la jefatura de Gobierno con Aníbal Ibarra. Ahora bien, la elección del rival electoral fue el menú que más disfrutaron y mejor eligieron siempre Marcos Peña, Durán Barba, Mauricio Macri y Nicolás Caputo entre otros tomadores de decisiones. Esta nueva política se encuentra ahora en una encrucijada mayor: cree que el enemigo es el retorno del populismo, y se dedica a descuidar la capa de la sociedad que se puede enamorar con facilidad de figuras como José Luis Espert, dueño de los sincericidios más sustantivos en sus últimas aspiraciones. Mismo estílo que supo adoptar Mauricio Macri cuando el teorema de Baglini acuñaba a la perfección en su carrera política. Quizás sus referencias sobre la inoperancia de la dirigencia para bajar la inflación --un problema que resolvió el 99% del mundo no es difícil, sólo desnuda la incapacidad del político-- sea parte de su futuro inconveniente para explicar porqué hay que volver a votarlo. El archivo será su peor rival de campaña en tiempos de insoslayable convergencia digital.

Ahora bien, la Argentina golpeada mantiene un sector en crecimiento que no se ve afectado por la crisis: las encuestas encargadas por dirigentes para que les mientan y la sociedad, que no las lee, vote lo que ellos creen. 

El populismo de Cristina Fernández de Kirchner, ya borracho de denuncias de corrupción y abuso sexual por citar sólo dos delitos, deambula por el andarivel del realismo mágico, donde un jardinero se pasea en helicóptero privado contando rúcula y un secretario decide invertir parte de sus ahorros en setenta millones de dólares en Miami para no perder contra el peso que pregona su jefa. Sólo en Argentina una dirigente puede medir más de cinco puntos después de los Cuadernos de Centeno y la centena de funcionarios procesados.

El Gobierno quedó entonces abroquelado por la esperanza de que Cristina de Kirchner sea candidata, que la sociedad la vea venir y corra producto de su entorno (Aníbal Fernández por ejemplo, quizás el dirigente más pianta votos de la historia moderna según la elección de 2015) y entonces desemboque en las huestes del optimismo que pedirá una oportunidad más. Ahora, ¿qué pasa si la incapacidad de tomar una sola medida a favor de su base votante de clase media o alta, hace que esa fatiga empiece a tornarse crónica y los candidatos liberales prendan como pólvora en la opinión pública?.

 

El Gobierno quedó entonces abroquelado por la esperanza de que Cristina de Kirchner sea candidata, que la sociedad la vea venir y corra producto de su entorno

 

Espert y el exéntrico salteño Alfredo Olmedo, por citar sólo dos casos, son dos expresiones de una sociedad harta del populismo, en buena parte del robo sistemático del Estado y el autoritarismo peronista, de un Estado bobo que sólo crece y le cuesta mucho ser eficiente a pesar de la gran gestión de Andrés Ibarra, de una capa enorme de la sociedad que vive sin trabajar hace veinte años, de una evasión tributaria infernal, del no respeto por las leyes ni normas de ningún tipo. Del lado Zaffaroni de la vida donde más allá de sus diez mil dólares mensuales de jubilación en un país que no tiene recursos para los jubilados, los violadores son víctimas de un sistema que los apartó e incomprendió, no son personas que merecen pasar treinta, cuarenta, ochenta años en cárcel hasta su justa muerte.

Esa es la laguna donde están pescando, y lo bien que hacen, Espert y otros más. El sector harto de pagar el despilfarro peronista tributa, trabaja mucho, si puede trabaja dos veces por día para llegar a fin de mes, cambia el auto, consume, dinamiza la economía y ve que del otro lado sólo hay un Estado que le pide más, le da menos, no se siente seguro y la presión hace que sus impuestos se coman sus momentos de placer. 

Ahí es donde Cambiemos no pone el ojo y erra: no es CFK y el malón de peronistas con abstinencia estatal, es la "derecha liberal" o racional la que puede hacer fracasar a Macri

Como en el truco, no le sobran los porotos, ni medio poroto a Mauricio Macri para ganar, y saben que CFK es sólo un personaje que Jorge Asis, Jorge Rial, Roberto Navarro, Nancy Duplaá y su marido y Dady Brieva junto otros millonarios militantes, capocómicos y esperpentos de lo que alguna vez fueron, creen que arrasará en primera vuelta. Un anhelo de lo que alguna vez fue sólo un periodo de mejores ingresos y la adolescente intentona tuitera que promueven sin éxito a diario. 

Finalmente, será decisión de Mauricio Macri y Marcos Peña principalmente, analizar si toman alguna medida que beneficie a la clase media o asumen el riesgo de haber incumplido las metas inflacionarias, el valor del dólar, el mito de la caída del precio de las naftas, del Estado chico pero eficiente, del cambio de plan social por trabajo genuino, el segundo semestre, la lluvia de inversiones que gotea esporádicamente, la unidad de los argentinos jamás más lejana y otras expresiones. Las buenas intenciones, genuinas, reales y el estilo de Mauricio Macri son su salvación y su destino. 

C. P.