Gobernar significa rectificar, decía Confucio. Tengo claro que opinar es fácil y gobernar muy difícil. No es sencillo para quienes gobiernan, desbrozar en el mar de sugerencias, los aportes que le pueden servir para decidir mejor.
Muchos de quienes creemos que hay que ir a una nueva manera de enfrentar la pandemia, lo hacemos desde el sentido común y partiendo de la base de haber apoyado las decisiones de nuestros gobernantes, que han salvado decenas de miles de vidas.
Sin embargo, luego de más de cien días de cuarentena, observamos peligros de magnitud en mantener clausurada la actividad productiva y comercial del AMBA.
¿Cuántas empresas cerraran definitivamente, Cuántos esfuerzos de toda la vida se perderán, Cuántos millones de personas perderán su trabajo, Cuantos se hundirán en la miseria?
Estamos entrando en un nuevo confinamiento y nuestros gobernantes saben, que no será el último porque no tenemos certeza acerca de cuándo el virus dejará de matar.
Nuestro pueblo, ha comprendido los riesgos de no cumplir con el distanciamiento social, de no usar barbijo y la necesidad de no tocarse la cara sin lavarse las manos.
Los que no lo hacen, es porque sus condiciones de vida se lo impiden o porque, una minoría, se niega a cuidarse o cuidar a los demás.
Ni a unos, ni a otros, les hará cambiar sus hábitos, el continuar con confinamientos estrictos. Los primeros, porque viven hacinados y en muchos casos, sin agua potable y los otros, porque no quieren.
Nadie puede proponer que nuestra clase dirigente actúe como la de Brasil, que está produciendo una masacre sanitaria, mientras destruye la economía.
Pero sí que, a la par que se salvan vidas, se eviten males mayores a nuestros empresarios y trabajadores.
La quimioterapia, los rayos y otros medicamentos atacan un tumor pero también destruyen otras partes de nuestro cuerpo. Esta hipercuarentena también está produciendo graves daños colaterales.
Desde el próximo 18 de julio, es necesario tratar de que la actividad industrial y comercial funcione a pleno.
Se pueden elaborar protocolos, que incluyan mecanismos de traslado de los obreros y empleados en medios privados, a cargo de sus patrones, evitando el transporte público, una de las principales fuentes de contagio.
Establecer turnos en todos los lugares de trabajo que eviten el hacinamiento y con mecanismos de protección individuales y colectivos.
Se pueden tomar muchas medidas de cuidado pero volviendo, en todo lo posible, a la normalidad.
Es hora de rectificar el “quédate en casa”, por una nueva consigna “salí poco, cuídate mucho”.
*Ex vicepresidente de la República Argentina -ex ministro de Relaciones Exteriores.