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Pueblo, misericordia y reformas

Entrevista de Jorge Fontevecchia al Papa Francisco
Entrevista de Jorge Fontevecchia al Papa Francisco | Servicio de prensa Vaticano

Se cumple una década de aquella fumata blanca que anunciaba al mundo el fin del último cónclave. Si la renuncia de un papa sorprendió al mundo, cuánto más lo fue la elección de uno que, en su primer discurso, recordó que se trataba solo del “obispo de Roma” que había venido “del fin del mundo”. Desde los comienzos, fue un papa que “hizo lío”.

Estos diez años se vieron cargados de gestos y palabras, algunas novedosas, otras polémicas y no pocas sacadas de contexto. Estamos frente a un pontífice con adeptos, adversarios y hasta “intérpretes”, que muchas veces aseguran saber qué piensa el Papa, incluso mejor que él mismo. Estamos ante a un líder religioso y carismático que ha sabido abordar diversidad de asuntos, que con frecuencia generan polémica tanto dentro como fuera de la Iglesia: la crisis socioambiental, la paz internacional, la pobreza, los refugiados y emigrantes forzados, los abusos, entre muchas otras.

A modo de breve resumen, presentamos cinco de los grandes temas que caracterizan su pontificado.

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Primero, la categoría “pueblo”. Si bien es un concepto de suma importancia en la historia de la Iglesia, en el caso de Francisco tiene un acento particular ya que se ve atravesada por la teología latinoamericana, más precisamente argentina. Intrínsecamente vinculado con los pobres-trabajadores, “pueblo” invita a reflexionar una nueva forma de ser Iglesia que se reconoce desde ese mismo pueblo, se concibe y se construye desde allí.

Segundo, la Misericordia de Dios y los excluidos conforman un binomio inseparable en el pensamiento de Francisco. Fue el Papa que nos recordó que el nombre de Dios es misericordia. Ella nos permite reconocer como personas en dignidad y relación a aquellos que parecen invisibles por estar en las periferias. De hecho, “periferias” se dice en plural, ya que son muchas y variadas las formas de exclusión que se ven afectadas por la cultura del descarte, y el Papa con frecuencia hace referencia a muchas de ellas: las mujeres, los jóvenes, las personas mayores, los migrantes, los más pobres, los discriminados, etc.  

Estamos ante a un líder religioso que ha sabido abordar diversidad de asuntos

En tercer lugar, haciendo mención de una resonancia de Francisco hacia afuera del ámbito meramente eclesial, ha sido sin dudas la Encíclica Laudato Si’ la más leída y citada en todo el magisterio de la Iglesia. Se trata de proponer una ecología integral como alternativa a la crisis socioambiental que estamos padeciendo y que no solo afecta a las personas, sino también a toda “la casa común”.

En cuarto lugar, la fraternidad y la paz internacional es otro de los grandes ejes de su pontificado. No basta con reconocer a los demás como personas o como sujetos de derecho, el camino de paz y reconciliación que propone el Santo Padre exigen redescubrirnos como hermanos y así colaborar juntos por el bien común ya que “nadie se salva solo”. Para lograr la paz, hace falta considerar el lugar fundamental de las religiones que como aliadas voces proféticas denuncien las injusticias y trabajen juntas en la resolución de los conflictos más acuciantes.

Por último, ad intra de la Iglesia, ciertamente ha sido la revalorización de la categoría “sinodalidad” su gran aporte para caminar hacia los tan esperados procesos de reformas. Lograr la conversión sinodal de la Iglesia implica recorrer el camino juntos, de forma horizontal, evitando el clericalismo y las lógicas piramidales. Toda la Iglesia, en todas sus estructuras, debe renovarse sinodalmente. Lamentablemente no faltan grandes reticentes y adversarios de Francisco que se resisten a esta concepción y forma de ser y hacer la Iglesia más enraizada en el Evangelio de Jesús. Las reformas en clave sinodal son ya irreversibles.

En síntesis, la originalidad primaveral de Francisco continúa la obra comenzada en el Concilio Vaticano II que, desde su recepción latinoamericana y particularmente argentina, hoy propone a la Iglesia universal y al mundo, una forma de vivir y habitar “la casa común”, con el corazón al servicio, siendo más “samaritanos”, privilegiando a los más excluidos, construyendo la paz.

*/** Teólogos. Docentes e investigadores en el Vicerrectorado de Formación de la Universidad del Salvador (USAL).