El 28 de febrero del año 2013, el Papa Benedicto XVI renunció a dirigir el destino de 1.200 millones de católicos del mundo porque “no tenía las fuerzas, ni mentales ni físicas” para seguir haciéndolo.
Así, Joseph Ratzinger, el Papa que rigió el Estado Vaticano durante tan solo ocho meses, parecía elegir la sombra para lo que le restara de vida.
Sin embargo, el primer Sumo Pontífice que renunciaba al Trono de Pedro en seis siglos de catolicismo, no viviría "escondido del mundo", en un antiguo convento, como había prometido, para no opacar el brillo de Jorge Bergoglio.
Por el contrario, su vida de contemplación e investigación académica se vio varias veces sacudida por el alud de temas espinosos que salían a la luz y lo involucraban, aun cuando parece que no podía hablar ni escribir fácilmente.
La pedofilia y el abuso sexual de los sacerdotes de la Iglesia católica, su oposición a la consagración de sacerdotes casados y el celibato fueron sólo algunos de los temas álgidos que marcaron dos miradas opuestas, dos Iglesias opuestas: la conservadora de Benedicto y la renovación que encarnaba Francisco.
Renuncia de Benedicto XVI
El alemán Joseph Ratzinger siguió llamándose "Papa Romano Pontífice emérito Benedicto XVI", siguió viviendo en el Vaticano y siguió vistiendo la sotana blanca papal, mientras la prensa hablaba de una “era de dos Papas”, un guante que incluso recogió Netflix para ficcionalizar el tema en la pantalla de la televisión en streaming.
La agencia francesa AFP publicaba por entonces: "Es probable que algunos prelados opuestos a Francisco hayan tratado de ocultar un complot bajo el manto del papa emérito", un comentario de Massimo Faggioli, profesor de teología de la Universidad de Villanova.
Pero todo por Dios y por el prójimo, el Papa Francisco siempre contemporizó, lo visitó, le estrechó la mano y le sonrió muchas veces, pese a sus rivalidades.
El Papa Benedicto XVI
Cuando era Joseph Ratzinger, el alemán tuvo 20 años para empaparse en las intrigas vaticanas, cuando se desempeñó como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF). Incluso tuvo su “previa” papal cuando ejerció el interregno de 16 días entre la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005, y la apertura del Cónclave del 18 de abril, para elegir al sucesor del Sumo Pontífice fallecido.
A pesar de su mano dura, él mismo Ratzinger había advertido a los cardenales que él no tenía pasta para gobernar, pero la corte papal no lo escuchó.
Y las cosas fueron como sucedieron. Benedicto XVI falleció el 31 de diciembre 2022.
Finalmente renunció y su caso hizo pensar que había una zona oscura en materia de pontífices jubilados, resignados o retirados: ¿dónde debían vivir, cómo vestir, sus insignias papales serían vitalicias?
Por las dudas, el Papa Francisco fue previsor y reveló en diciembre de 2022 que firmó una carta de renuncia hace casi una década en caso de que su mala salud le impida algún día seguir desempeñando sus funciones.
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