OPINIóN
Sin grieta

Los claroscuros de la meritocracia

Es importante agradecer la posición que uno tiene y vivir sin culpa. Lo que sí hay que hacer es trabajar con tesón y honestidad para el bien común

Michael Sandel 20201215
Michael Sandel | Cedoc Perfil

En Argentina y en el mundo existe una constante discusión por la meritocracia. Más allá del sentido común y lo que a cada uno nos puede parecer, vale la pena conocer un poco más en profundidad sobre este tema.

El filósofo político Michael Sandel, profesor de la Universidad de Harvard, ha publicado recientemente su libro La tiranía del mérito: ¿Qué ha sido del bien común? Aunque su tesis parece aplicarse máximamente en su país, quizás también puede arrojar algunas luces en otros ámbitos.

Axel Kicillof, sobre la meritocracia: "No todo depende del esfuerzo individual"

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Su tesis principal es que buena parte de los éxitos alcanzados por los exitosos no son mérito propio, sino cuestión de cuna, posición o sencillamente suerte, sólo mínimamente del esfuerzo personal. Al mismo tiempo el fracaso de los postergados tampoco es mayormente culpa de ellos, sino de las circunstancias de su vida. La creencia contraria lleva a una exacerbación del orgullo de los primeros y de la humillación de los segundos.

La solución ofrecida por unos y otros teóricos y políticos es asegurar la igualdad de oportunidades. Sandel comprueba con una infinidad de datos recogidos en su libro que esto no se da, aun cuando se hagan esfuerzos para lograrlo. Entonces los rezagados terminan votando a líderes populistas, que los hunden aún más en la miseria.

¿Cuál es la solución que él propone? Una re-dignificación del trabajo, de todo trabajo mediante un recupero de la idea de bien común. La igualdad económica, aunque fuera deseable, no es posible. Lo importante es que todos sientan que su trabajo colabora con el bien común, que todo trabajo es valioso.

 Lo importante es que todos sientan que su trabajo colabora con el bien común, que todo trabajo es valioso

Perdón por la auto-referencialidad, pero quiero contar algo que siempre me pasó. Yo tengo dos carreras de grado, dos doctorados y soy investigador principal del Conicet. Constantemente, me aflige mucho la actitud casi sumisa de alguna gente humilde al relacionarse con el “doctor”. Inmediatamente suelo decirles que no soy más que ellos en ningún sentido, que sólo me dediqué a esto, y que su trabajo es enormemente valioso, no menos que el mío. Otras veces, al igual que Sandel, encuentro gente muy resentida entre los “perdedores”: porque no se los ha sabido valorar, reconocer su aporte.

Ahora, con la pandemia, señala Sandel, hemos aprendido a valorar profesiones que antes ignorábamos: pone el ejemplo del barrendero quien es tan importante como un médico porque los dos evitan las enfermedades.

Ahora, con la pandemia, hemos aprendido a valorar profesiones que antes ignorábamos hoy el barrendero es tan importante como un médico porque los dos evitan las enfermedades

El mensaje de Sandel es claro: Si estamos entre los “ganadores” debemos reconocer lo poco que nos lo merecemos. Así seremos más humildes y estaremos más inclinados a apreciar a todos. Si somos “perdedores” no nos llenemos de culpas, estemos orgullosos de nuestros trabajos, a pesar de que quizás algunos no lo reconozcan, no envidiemos a nadie, no seamos resentidos. Eso sí, trabajemos todos con tesón y honestidad porque cada uno contribuye al bien de todos.

*Vicerrector de asuntos académicos de la Universidad Austral y profesor del IAE Business School.