OPINIóN
Columna de la USAL

La era de las pérdidas: los duelos y su elaboración

La pandemia ha causado uno de los períodos de mayor cantidad de pérdidas. Innumerables vidas humanas, gran cantidad de puestos de trabajo, profundas pérdidas económicas, espacios de intercambio social, académico, de esparcimiento, la cotidianeidad, etc. 

Duelo. 20211019
Duelo. | CEDOC

Las personas, parece una obviedad, no tomamos de buena gana perder cosas que amamos (objetos libidinizados) no hablamos solamente de objetos materiales, sino también, cosas inmateriales pero muy valoradas para el sujeto como un vínculo, una rutina diaria, un proyecto. Vérselas con esto, implica un arduo trabajo de Duelo.

La pandemia del COVID-19 ha causado en Argentina, uno de los períodos de mayor cantidad de pérdidas que se tenga memoria. Innumerables vidas humanas, gran cantidad de puestos de trabajo, profundas pérdidas económicas, espacios de intercambio social, académico, de esparcimiento, la cotidianeidad, etc. 

El duelo es un proceso de elaboración psíquica de la pérdida de un objeto altamente libidinizado, sumamente importante para el sujeto, en el cual se suceden distintas etapas.

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Transitar el duelo: El camino para empezar a sanar

Lo primero que nos acontece frente a la noticia de una pérdida es LA NEGACIÓN. “No. Imposible que eso haya pasado. Seguro hay un error. Yo estuve con Fulanito ayer, y hoy no puede estar muerto”, son algunos ejemplos donde nuestro psiquismo se defiende del dolor negando la pérdida. Esta etapa debería ser muy breve, desde instantes hasta algunos días. En circunstancias normales, no dura mucho más. Es que, la realidad donde el objeto ya no está, se impone. Justamente, el peligro de esta etapa, es romper con la realidad, perder el criterio de realidad.

El segundo momento del duelo es cuando el sujeto ya tiene conciencia cognitiva de la pérdida, pero no conciencia afectiva. O sea, no siente intensamente lo que sentirá luego. A esta etapa se la llama EMBOTAMIENTO DE LA AFECTIVIDAD. En la calle, la gente describe este fenómeno diciendo “todavía no cayó”. O sea, ya sabe que lo perdido está perdido, pero aún no toma conciencia de lo profundo de la pérdida, de lo dolorosa que será. Esta etapa también es corta, podrá durar de unas horas, a un par de semanas. Es muy común ver que la gente intenta embotar la efectividad con hipomanía (llenándose la agenda de actividades para no parar, para no pensar, para no sentir), o a través del consumo de sustancias psicoactivas (legales y/o ilegales).

La tercera etapa, la más larga y compleja del duelo se llama DESORGANIZACIÓN Y DESESPERANZA. Ya no se tiene esperanza que el objeto perdido regrese, ya entiende cognitiva y afectivamente que la pérdida es irreparable, y es por ello que este periodo, está caracterizado por grandes movilizaciones afectivas. Profundo dolor o ira o culpa, entre otras.

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Lo que se “Desorganiza” es el andamiaje libidinal del sujeto. Todo aquello que para él tenía valor, lo pierde o está cuestionado. El señor que le gustaba ir los miércoles a jugar al fútbol con los amigos, ahora no quiere ir.  Solo quiere quedarse en casa vinculándose con lo único que le quedó del objeto perdido, o sea, los recuerdos, las fantasías, las fotos. El interés por las cosas del mundo se reduce dramáticamente.

En psicología, enseñamos y trabajamos con los pacientes que aquí hay que elaborar lo que se da en llamar: La tríada de pensamientos, sentimientos y acciones. Este es un momento en que se vienen pensamientos en forma de pregunta: ¿Por qué se perdió lo que se perdió? ¿qué hice yo para perderlo? o ¿qué no hice para evitar la pérdida? ¿Quién es el responsable de esto?, etc.

Según como la persona se pueda responder a estas preguntas, surgirán distintos tipos de sentimientos. Si: “aquel tiene la culpa de mi pérdida”, se sentirá ira. Si: “yo soy el responsable”, se sentirá culpa. Si: "Lo lo di todo", se sentirá alivio.

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Y de acuerdo , a lo que se piense, y se sienta, será lo que se haga. Esta etapa es muy importante, porque si  toma causes complicados, el sujeto puede quedar dentro del odio o del enojo permanente.

Otro peligro de este período, si no se tramita bien la tristeza, es el desarrollo de estados depresivos.

Esta etapa dura mínimo un año ya que hay que darle la vuelta a todo el calendario: la primera navidad, el primer cumpleaños, el primer aniversario de la pérdida

Siempre es muy importante la ayuda y contención. La familia, amigos se transforman en un pilar fundamental y, en ocasiones, es aconsejable realizar una consulta con un psicólogo/a para que, desde un enfoque profesional, pueda colaborar para una tramitación salugénica del duelo.

Tristeza social frente a lo inexorable

Si todo evoluciona saludablemente, el sujeto va volviendo a sentir ganas e interés por las cosas del mundo, por otras cosas distintas a lo referido al objeto perdido. De a poco, el sujeto vuelve a actividades que tenía antes u  otras nuevas.

De a poco se produce una metamorfosis en el sentir, pasando del dolor por haber perdido eso tan querido, a la felicidad por haber vivido, al menos un ratito, con ese objeto amado.

 

 

* Sebastián Albani. Magister licenciado. Colaborador Académico. Docente e investigador de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador.

Para profundizar sobre el tema, los invitamos a ver el este webinar:  https://webinars.usal.edu.ar/es/pandemia-la-era-de-las-perdidas-duelos-y-su-elaboracion