OPINIóN
20 de noviembre

Soberanía y estrategia geopolítica a 175 años de la Vuelta de Obligado

Se celebra un nuevo aniversario del histórico enfrentamiento de 1845 contra las fuerzas anglofrancesas sobre el río Paraná.

 Batalla de la Vuelta de Obligado 20201120
Batalla de la Vuelta de Obligado | Cedoc Perfil

El 20 de noviembre se celebra un nuevo aniversario del histórico enfrentamiento de 1845 contra las fuerzas anglofrancesas - principales potencias imperialistas de la época - en defensa de nuestra soberanía sobre el río Paraná. Ese día, repelida tenazmente por la contraofensiva local al mando del General Lucio Norberto Mansilla, la flota invasora obtuvo apenas una victoria pírrica. Muchos hombres y mujeres argentinos dejaron la vida en la batalla, ofreciendo una resistencia heroica a pesar de lo desparejo del encuentro.

Al igual que hoy, el valor geoestratégico de los ríos interiores ya era bien conocido y generaba el interés del poderío extranjero. Al igual que hoy, velar por la soberanía sobre aquellos requería decisión política.

La decisión de entonces fue clara. Felipe de la Paz de Arana Andonaegui, Ministro de Relaciones Exteriores y Gobierno de la Confederación Argentina, lo expresaba en estas palabras: “¿Con qué título la Inglaterra y la Francia vienen a imponer restricciones al derecho eminente de la Confederación Argentina de reglamentar la navegación de sus ríos interiores? ¿Y cuál es la ley general de las naciones ante la cual deben callar los derechos del poder soberano del Estado, cuyos territorios cruzan las aguas de estos ríos? ¿Y que la opinión de los abogados de Inglaterra, aunque sean los de la Corona, se sobrepondrá a la voluntad y las prerrogativas de una nación que ha jurado no depender de ningún poder extraño? (…) Nuestro Código internacional es muy corto. Paz y amistad con quienes nos respetan, y la guerra a muerte a quienes se atreven a insultarlo”

Velar por la soberanía de los ríos requería decisión política

¿Existe hoy esa misma convicción? Abandonada a su suerte durante decenas de años, la actual Hidrovía Paraguay-Paraná fue cediendo de a poco sus dominios a los países vecinos y otras banderas, que supieron sacar provecho de ella mucho mejor que nosotros mismos. Tanto es así, que hoy pagamos unos entre 3000 y 5000 millones de dólares en fletes a buques extranjeros que surcan nuestros ríos y cargan nuestra producción.

La que a mediados del siglo pasado fuera, gracias a una decidida política pública de fomento y expansión, la mayor y más moderna flota Latinoamericana, se deterioró - con el correr del tiempo, los gobiernos y las desinteligencias - hasta desaparecer. Lejos fue quedando la visión estratégica de un presidente, Juan Domingo Perón, que por aquellos días afirmaba: “…ahora que tenemos una flota de 1.200.000 toneladas, el importe de los fletes no irá a las compañías extranjeras sino a nuestras propias empresas. Si antes ustedes veían en el puerto 20 barcos extranjeros y uno solo con bandera argentina, ahora verán 20 barcos de nuestra bandera por cada uno de bandera extranjera”.

“Poseemos actualmente 150 unidades de altura de primer clase, que cubren su costo en unos pocos viajes y que valen ahora más de lo que costaron, devolviendo al país el oro que gastamos en 1946 y 1947 para comprarlos, ahorrando millones de pesos que antes pagábamos en fletes a los países extranjeros”.

A medida que nuestro país iba maltratando al sector, desincentivando la inversión privada y gravándola con cargas inauditas y trabas burocráticas, Paraguay y Bolivia recorrían el camino inverso: promovieron la industria naval y la marina mercante e hicieron de ellas una política de estado. El resultado: hoy son la tercera y cuarta flotas mercantes del mundo, con una notable hegemonía en nuestros ríos.

Una vez más: ¿tendremos hoy la convicción y la decisión política para encarar el tema desde un enfoque estratégico y desarrollista? La última experiencia, durante la era Macri, fue fallida. Los intentos por consensuar unas leyes de Marina Mercante e Industria Naval que revigorizaran la actividad quedaron truncos y perdimos una nueva oportunidad de generar un círculo virtuoso de inversión – nuevos empleos directos e indirectos – mayor recaudación – mejora de la matriz logística – desarrollo regional - baja de precios  (recordemos la alta incidencia del transporte en el costo de los bienes que consumimos a diario) y un larguísimo etcétera. Conscientes de esa capacidad, los sectores gremiales, empresariales y especialistas del sector venimos trabajando desde hace tiempo sobre una clara agenda de medidas pendientes, que no pueden seguir siendo demoradas.

 175 años después es la misma soberanía en juego, los mismos ríos, los mismos intereses mercantiles de potencias extranjeras que, si no actuamos, avanzarán sin reparos, nos guste o no

Pasaron 175 años. Ya no son los franceses y los ingleses sino los chinos quienes otean con avidez comercial nuestras vías acuáticas. El incentivo no es menor: son 4500 buques por año, moviendo 100 millones de toneladas de granos. Las costas de Obligado y de todas las localidades ribereñas siguen siendo testigo de ello. Es la misma soberanía en juego, los mismos ríos, los mismos intereses mercantiles de potencias extranjeras que, si no actuamos, avanzarán sin reparos, nos guste o no.

Vuelvo a preguntarme ¿haremos un uso estratégico de nuestros magníficos recursos marítimos y fluviales, y del capital humano que ellos nuclean? ¿O los cederemos impasibles a quienes sepan aprovecharlos mejor? De nosotros depende que aquella y cada una de las batallas hayan valido la pena.