Cuando se discute sobre la coyuntura de nuestro país, las opiniones tienden a coincidir en una misma conclusión: imaginar el futuro bajo las condiciones actuales, es desalentador.
Como jóvenes no ignoramos este debate. Mucho menos somos indiferentes hacia la realidad que describen, porque comenzamos a participar activamente sobre esta. Sin embargo, observamos que la discusión no incluye una mirada juvenil auténtica que se enfoque en señalar cómo el presente deteriora las perspectivas de nuestra generación. Por esta razón, consideramos oportuno intentar generar ese aporte, compartiendo sin intermediarios las dificultades que atravesamos y reflexionándolas desde nuestra posición.
Uno de cada cuatro jóvenes ni estudia ni trabaja en la Argentina
Antes de avanzar, es honesto señalar que las reflexiones que vamos a compartir están motivadas, y ciertamente sesgadas, por aquellas experiencias juveniles que tuvieron la oportunidad de ingresar a una universidad, finalizar sus estudios y comenzar una carrera profesional. Es decir, por jóvenes que eligieron esta trayectoria y se encuentran consolidando sus “primeros pasos”. Los proyectos y oportunidades que mencionamos contrastan con un panorama desigual, en donde el acceso de la juventud a una educación secundaria y universitaria es limitado, a pesar de disponer de un sistema educativo nacional abierto. Al respecto, cabe destacar que el 51,4% de los niños y niñas menores a 14 años del país son pobres; como así también el 44,2% de personas entre 15 a 29 (1). Esta situación implica una enorme desigualdad en términos de oportunidades para pensar el futuro.
Mencionada la aclaración anterior, comencemos:
Les proponemos imaginar la siguiente situación: una persona de 22 o 23 años, que terminó recientemente sus estudios universitarios y luego de una búsqueda ardua, consiguió su primer empleo formal. Asumimos que el joven tiene algunos objetivos y aspiraciones iniciales, tales como ahorrar un monto mensual, consumir y lograr bienestar y, eventualmente, aspirar al acceso de una vivienda propia en los próximos años.
Transcurridos los primeros meses, el joven comienza a advertir que se enfrenta a una misma limitación: sus ingresos no le alcanzan para desarrollar sus planes. A pesar de trabajar, su posición individual no mejora significativamente. De hecho, tiende a empeorar, por factores que lo exceden. Al igual que un conjunto amplio de la sociedad, observa con preocupación cómo lentamente se empobrece. Ante esta tendencia que no logra revertir, comienza a resignarse y frustrarse. Cuando llega ese momento, el joven se plantea: ¿es viable que cumpla mis objetivos bajo las condiciones que actualmente me ofrece el país?
El drama social de la "generación ni-ni": ni trabajan, ni estudian
Para responder a su pregunta, repasa los principales problemas que le afectan. Primero, considera la tasa de inflación del país. En 2021 alcanzó el 50,9% (2) interanual, lo que deteriora significativamente sus perspectivas de ingreso y su capacidad adquisitiva real, porque sus salarios tampoco aumentan al mismo nivel.
También genera dificultades para sus planificaciones, porque debe proyectarse bajo un contexto de constante imprevisibilidad. Luego, considera su objetivo de ahorrar mensualmente. ¿Cuáles son sus opciones? El instrumento de ahorro convencional que ofrecen los bancos, el plazo fijo en pesos no resulta rentable en el contexto inflacionario actual. El joven evalúa que sus ingresos perderían valor si decide ahorrar en la moneda local. Por ende, se inclina a comprar activos de mayor riesgo o recurrir, si no tiene restricciones, al ahorro en divisas extranjeras.
Por último, considera la posibilidad de acceder a una vivienda propia. ¿Qué le sucede? El joven evalúa que tiene sólo 2 opciones: alquilar o comprar una vivienda. Suponiendo que tiene un ingreso menor a 50.000 (3) la segunda alternativa resulta inviable. Por lo tanto, debe orientar sus esfuerzos para encontrar un alquiler que le permita mantener un equilibrio y no agote completamente ingresos, considerando que aún debe abonar sus gastos básicos en alimentación, servicios, impuestos y también en su bienestar. Una tarea muy difícil.
El ejemplo narrado anteriormente, sintetiza la actualidad de muchas experiencias juveniles, que conviven con un panorama adverso para cumplir sus objetivos. Es la juventud que comienza a percibir de manera negativa la realidad del país y se preocupa por el futuro individual y colectivo.
Para concluir nos interesa compartir una breve reflexión. Entendemos que bajo las condiciones actuales no resulta viable planificar ni cumplir nuestros objetivos. En este sentido, si el panorama se mantiene, también lo harán las limitaciones que describimos. No somos pesimistas. Tampoco ingenuos. Al igual que la sociedad, nos enfrentamos a problemáticas comunes y atravesamos una coyuntura muy desfavorable. Sin embargo, desde nuestra posición juzgamos la necesidad de otorgar más preeminencia en el debate a la noción del futuro. Discutirla sin vaguedad ni ambigüedad. Porque una perspectiva joven tiene el imperativo de pensar en el mediano y largo plazo, como también de criticar las condiciones que nos alejan de imaginarlo. En el caso contrario, estaríamos resignando nuestras expectativas de manera cómoda y pasiva. O peor aún, nos privaríamos de la oportunidad de ser protagonistas de nuestro futuro.
*Nicolas Martin: politólogo por la UTDT
*Alejo Inza: licenciado en relaciones internacionales por la UTDT
(1) Índice de pobreza e indigencia del INDEC para el 2° semestre de 2021 https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/eph_pobreza_03_22F5E124A94B.pdf
(2) Índice de precios al consumidor del INDEC en diciembre de 2021 https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_01_2209A10232C4.pdf
(3) https://www.lanacion.com.ar/economia/empleos/salarios-por-el-piso-los-jovenes-argentinos-son-los-que-menos-ganan-en-la-region-nid14122021/