OPINIóN
VOLVER A CLASE II

Una oportunidad

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Atención. Será necesario cuidar del daño psicológico que sufrieron niños. | cedoc

La suspensión de clases nos restituyó como sociedad a la situación previa a la creación de la escuela moderna. Las nuevas generaciones volvieron a estar sometidas a sus condiciones de cuna. En una sociedad tan desigual y fragmentada como la nuestra y con un sistema educativo que ya ha dado señales de ineficacia en los procesos de enseñanza, el cierre de las escuelas se constituyó en el último tramo de una curva descendente en esta materia.

El retorno exige mucho al sistema en general y a las instituciones y docentes en particular. En todos los casos será necesario atender el daño psicológico que sufrieron niños y jóvenes. Para los sectores más vulnerables habrá que pensar una logística que permita identificar a los desconectados, volver a incorporarlos y generar en ellos el hábito de concurrir a clase. No será fácil, como no lo fue a lo largo de las primeras décadas del siglo pasado.

Ante la eminencia del retorno a la presencialidad, las diferentes jurisdicciones han armado protocolos para el retorno considerando las exigencias de la salud. Algunos son muy exigentes y probablemente serán de difícil cumplimiento, pero confiemos en que los equipos escolares los podrán adaptar a las posibilidades de cada escuela.

De lo que hay poco y nada son propuestas pedagógicas. Esta es una ausencia muy llamativa porque se trata de retomar una actividad cuya materia es el conocimiento. Las preocupaciones que sobre este tema se manifiestan en las entrevistas y en los intercambios públicos retoman cuestiones de la rutina escolar como si se pudiera retomar la escolarización con la frase “decíamos ayer”.

Es el momento de estar pensando en una propuesta pedagógica que transforme la pesadilla de un año sin escolaridad presencial en una oportunidad para innovar y dejar atrás la escuela de la primera mitad del siglo XX y ponerla a dialogar con el siglo en que vivimos. Hay en el mundo numerosos ejemplos de transformación que constituyen a la escuela en una institución relevante para la formación de los niños y jóvenes que ya habitan en la era digital.

Una propuesta de este tipo exige una primera condición que es liberarse de las ataduras del currículum y abandonar la idea de que la tarea de la escuela es llenar la cabeza de los chicos con los contenidos de las diferentes disciplinas. Necesitamos generaciones inteligentes y para ello no debemos ejercitar la memoria sino la capacidad de reflexionar, relacionar, crear y pensar alternativamente.

Podríamos constituir la pandemia en el eje vertebrador de un programa de estudio que se pueda ir redefiniendo en su complejidad de acuerdo a los diferentes posicionamientos de los alumnos en la jerarquía escolar.

En la ejecución de ese programa, los alumnos podrían registrar sus vivencias de pandemia, las suyas, las de su familia y su núcleo más cercano. De allí en más será cuestión de que los docentes, junto con ellos, elaboren guías de trabajo que les permitan responder a sus interrogantes sobre el tema. Un proyecto así puede ser abordado desde los conceptos de diferentes disciplinas y permitir adquirir conocimientos de casi todas ellas.

Tengo un recuerdo en el fondo de mi memoria de haber vivido la epidemia de polio y nada más que eso. ¿No sería fantástico que los chicos de todas las edades tuvieran un recuerdo tangible de lo que fue el año más excepcional de su vida? Pueden escribir cuentos, cartas a chicos de otros países, hacer videos, guiones para teatro, documentos estadísticos, mapas geográficos del desarrollo de la pandemia y así hasta que dé la imaginación.

El derrotero de los países, de las instituciones y de los individuos depende, en gran medida, de su capacidad de transformar los acontecimientos en oportunidades para avanzar hacia adelante. Espero que el retorno a la escuela sea pensado así, como una oportunidad para abandonar lo obsoleto y dar un paso hacia el futuro.

*Investigadora de Flacso. Miembro del Club Político Argentino.