Generalmente se suele estar más relajadas, con tiempo para el ocio y con mucha menos ropa en nuestro cuerpo, lo que va preparando el terreno para un posible encuentro sexual. Vacaciones, momentos de paseo, de disfrute y por qué no de amores…Quién no escuchó: ¡Me enamoré a primera vista! Esos amores de verano que a veces perduran y otras quedan en el recuerdo.
En época de verano según nuestra biología se activa la sexualidad. ¡Y la realidad es que las hormonas se movilizan más! En verano aumenta el número de horas de sol y esto explica, según los científicos, que los flechazos y nuestra actividad sexual crezcan con el calor. La vitamina D es protagonista en la exposición de nuestro cuerpo al sol, regula nuestro estado de ánimo favoreciendo procesos en personas con depresión, fortalece los huesos, nuestro sistema inmunológico y disminuye la presión arterial.
Según el investigador Peré Estupinya el comportamiento sexual responde a un equilibrio entre dos sistemas de excitación y de inhibición, que a su vez están condicionados por factores fisiológicos y psicológicos. Y aquí las hormonas juegan su papel, pero también lo hacen la conducta, la pareja, el ambiente y el clima. Y, todo ello, "altera nuestra actividad erótica".
Pero ¿por qué el verano despierta el deseo sexual? ¿Hay una química del deseo? Un gran mención merece la protagonista del torbellino hormonal llamada testosterona, hormona preponderante en el mundo del flechazo erótico, la cual alcanza un alto nivel en verano. Pero no solo la testosterona se activa en gran cantidad, sino también la serotonina, que es un neurotransmisor con influencia en el placer y las feromonas que son las sustancias que desprendemos por la piel durante el verano y al estar más expuesto nuestro cuerpo ellas actúan como imanes sexuales entre las personas.
Para entender mejor, con el aumento de la temperatura y las horas de luz, hay un cambio a nivel sistema nervioso y la producción de hormonas están más activas, lo que produce que estemos con mayor predisposición a encontrarnos sexo-eróticamente.
Es interesante saber que el deseo sexual no es constante a lo largo de nuestra vida ni tampoco en el mismo mes, y va más allá de lo biológico y engloba todo nuestro ser: los aspectos psicológicos, culturales y sociales. El deseo aparece en situaciones placenteras y desaparece en situaciones de peligro, según Ester Perrel. Una situación peligrosa puede ser intentar contacto físico con alguien que ya no te atrae -aunque sea tu pareja- con alguien con quien se está enojada; y una situación placentera puede ser estar de vacaciones, sin tanto estrés laboral, estar de viaje, por ello la predisposición de estar relajadas en verano y encontrarnos con más tiempo otorga mayor disponibilidad para el encuentro sexual.
Recordemos que el sexo comienza con las fantasías, en los pensamientos y así se procesan imágenes que van encendiéndolo. En vacaciones y con más tiempo de relax muchas personas se sienten más dispuestas y esto suma a que la combinación de hormonas, clima y poca ropa deje soltar los condicionantes que en el año no dejamos aflorar.
Suele ser necesaria la intimidad, esto es, sentirnos con alguien que nos gusta, con quien disfrutamos estar, con quien compartimos momentos…con quien me cuida…En el verano suele ser un momento propicio para que se den estos ingredientes, pero no es igual en cada persona, ni aunque nuestra biología lo disponga, somos únicos/as y nuestras necesidades también lo son. Hay personas con mayor predisposición a verse afectadas por las variaciones climáticas.
En definitiva, el verano dispara una predisposición a los flechazos y al deseo sexual, hormonas, neurotransmisores y hasta la química se alinean para que esto suceda. Y la buena noticia es que, además de ser divertido, nos pone de buen humor. El sexo genera renovación para quienes se atreven a vivirlo con soltura, libertad y amorosidad.
(*) La autora es sexóloga clínica y educativa y terapeuta de parejas / Instagram: @licenciadaanaliapereyra