PERIODISMO PURO
Entrevista

Alejandro Vanoli: "Lo peor que nos podría pasar es una devaluación sin plan"

Su salida de la agencia que maneja una de las principales cajas del país apenas iniciada la crisis sanitaria fue el primer síntoma de los conflictos larvados del Gobierno. Hoy, señala que la crisis llegó a un punto en el que es imprescindible un plan que combine recetas ortodoxas y heterodoxas para salir de la decadencia. Considera que la sociedad está en condiciones de acordar puntos básicos que trasciendan aun a una gestión de gobierno. La inflación es un problema que requiere soluciones inmediatas.

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Alejandro Vanoli. | MARCELO DUBINI

—¿Tu salida de Anses fue un síntoma que anticipó lo que sucedió con Felipe Solá, Francisco Meritello, Nicolás Trotta, Daniel Arroyo, Marcela Losardo, todos allegados a Alberto Fernández, que fueron dejando su lugar por disidencias no con el Presidente, sino con otros miembros de la alianza de gobierno?

—Nadie puede pensar que por una cola se produce una renuncia. Hubo discusiones políticas, es innegable. En plena pandemia, Anses era un organismo crucial, por la ayuda social monetaria. Pero había todo un trabajo territorial que no se podía hacer por el aislamiento. Los funcionarios son fusibles. El Presidente tiene todo el derecho de designar a sus colaboradores. Es importante contextualizar lo que pasó esa jornada. En primer lugar, quien decide, y correctamente, la reapertura de los bancos el 3 de abril es el presidente. Fue una decisión que se tomó el 1º de abril. Quien instrumentó la apertura de los bancos fue el presidente del Banco Central. Se ejecutó en acuerdo con el gremio bancario, con una serie de protocolos para que no hubiera nadie dentro de los bancos, y había colas. Anses no tuvo nada que ver ni en la apertura de los bancos ni en la forma como debían funcionar. No está en el ámbito de su competencia. Ese día hubo mucha gente que fue y no tenía que hacerlo, porque solo podían ir dos números de DNI y los que los seis días previos hábiles hubieran tenido problemas con su tarjeta de débito. Generalmente, muchos jubilados iban a cobrar presencialmente al banco. Por lo tanto, había personas que no tenía que ir. Hubo una causa judicial. El juez Sebastián Casanello determinó que Anses había actuado correctamente. Incluso, que la comunicación que había hecho el organismo respecto de quienes tenían que ir era correcta, y poniendo énfasis en el cuidado y que no fuera aquel a quien no le correspondía por DNI. Ese día hubo un muy mal manejo comunicacional del Gobierno, entendido como un todo. En ese momento, el me pidió que no hable. Creo que hubo que explicar mucho más. Lo cierto es que a partir del día cuatro no hubo más problemas y no se cambió absolutamente nada del protocolo. Siguió el cronograma de pago. Evidentemente fue un mal manejo comunicacional. Se usó como excusa para otra cuestión. En perspectiva, en pandemia y en aislamiento, hubo muchas situaciones en el sector público, en el sector privado, como la de los runners o el día del fallecimiento de Diego Maradona, en que estuvo la Casa de Gobierno prácticamente tomada, pese a las cuales no hubo ninguna renuncia. Es una buena caracterización la que hiciste. El fondo de la cuestión no tuvo que ver con algo que no era responsabilidad personal mía. Me hago cargo como ex funcionario de esa comunicación que pudo ser mejor. Tuvo que ver con disputas de espacios de poder legítimas. Creo que no son una buena forma de procesar diferencias. A la larga terminan afectando una gestión.

"Después del 14 el Gobierno tiene que formular un plan económico."

—¿Venían de antes esas diferencias? 

—No hasta el 3 de abril. A partir de esa fecha recrudecieron una serie de presiones internas. La Anses es un organismo valioso. Muchos dirigentes importantes salieron de allí. Sergio Massa, Amado Boudou, Diego Bossio, muchos intendentes del Conurbano. Estaba en el imaginario, no reflejado por la situación a 2019, de que la Anses era un organismo rico, que permitía proyección política. Lo cierto es que la situación de la Anses a diciembre de 2019 no era la de 2011 a 2015, donde había programas como el Procrear o Conectar Igualdad. El sistema previsional estaba en una situación mucho más comprometida. El déficit previsional de 2015 a 2019 se había multiplicado por seis.

—¿La lista de los que salieron marca una derrota del centro dentro de la coalición gobernante?

—No sé si caracterizarlo de esa forma. Hubo situaciones muy heterogéneas. El Frente de Todos es muy amplio, plural, con distintas agrupaciones. Fui una persona con responsabilidades en el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner sin pertenecer orgánicamente a una organización. El Presidente sintió en un momento muy difícil, por la emergencia sanitaria, que debía contener a los distintos espacios. A partir de ese momento hubo una serie de renuncias que habría que analizar caso por caso. No me animaría a establecer un patrón.

—¿Te referís a lo que pasó después de las PASO? 

—Exactamente.

—En esta misma serie de reportajes, el historiador Alejandro Horowicz, autor del libro “Los cuatro peronismos”, describió al Gobierno como atravesado por el inmovilismo. Lo adjudica al loteo de cargos entre los distintos miembros de la coalición. ¿Hay un problema de distribución del poder en el Gobierno?

—Es mucho más fácil gestionar cuando a quien se le otorga la responsabilidad de gestión puede elegir a su propio equipo. Depende de las personas que a uno lo acompañan, de los equipos. Presidí previamente dos organismos. En la Comisión Nacional de Valores, los dos directores que me acompañaron venían de otra procedencia interna. No tuve problema y pude gestionar y conducir. Lo mismo en el Banco Central, algunos directores entraron con mi gestión, otros venían de arrastre. Uno puede, si se dan las condiciones, buscar consensos, equilibrios internos para gestionar adecuadamente. Pero es verdad que exige esfuerzos muchas veces. Fuera de matices personales, puede haber distintas miradas sobre la gestión. El Gobierno debería poder resignificar, buscar una forma en que las diferencias internas se puedan resolver de una manera que permita tener un rumbo unívoco.

SALIDA DE ANSES. “Nadie puede pensar que por una cola se produce una renuncia; hubo discusiones políticas, es innegable”.
SALIDA DE ANSES. “Nadie puede pensar que por una cola se produce una renuncia; hubo discusiones políticas, es innegable”. (Foto: Marcelo Dubini)

—El Banco Central tiene un directorio. Hay una función ejecutiva en el presidente y luego el directorio. Mi pregunta es por lo que sucede cuando ejecutivamente el número uno y el número dos tienen miradas contradictorias. ¿Se da una dinámica diferente cuando no se trata de un organismo colegiado? 

—Depende. Muchas veces hay directorios difíciles en los que hay que encontrar equilibrios. Fui asesor del directorio del Banco Central entre 2003 y 2006 y hubo situaciones de votos de cinco a cuatro o seis a tres en temas complejos. Esto trasciende a los gobiernos. Pero se resuelve.

—Pero se resuelve.

—Se resuelve.

—Acá es distinto. El número uno es de una parte de la coalición, el número dos de la otra y los temas quedan empantanados.

—En mi gestión en Anses, me hago cargo absolutamente, las decisiones que se tomaron fueron de mi responsabilidad. Si bien hubo diferencias con el secretario general, no tuvieron que ver con el rumbo. Fueron cuestiones vinculadas con el día a día.

—¿Qué hubiera sucedido si te tocaba ser ministro y ordenabas aumentar las tarifas y había un secretario de Energía que no lo hacía?

—Es muy complejo. Recientemente escribí un artículo sobre cómo resolver el tema inflacionario. Estudié mucho las similitudes y las diferencias con el Plan Austral y la convertibilidad. La clave es que haya decisión política. Por más que haya el mejor equipo económico, si no hay una visión política unívoca en la conducción, no hay plan que pueda funcionar. Juan Vital Sourrouille y Domingo Felipe Cavallo tuvieron equipos económicos homogéneos que pudieron actuar en conjunto.

—Los alemanes vienen con coaliciones de gobierno desde hace muchos años. En lugar de colocar el número uno de un sector y el número dos de otro, le dan un ministerio completo a un sector. ¿El Frente de Todos le da supremacía a La Cámpora a la hora de distribuir?

—Si se mira al Gobierno nacional como un todo, no hay mayoría de La Cámpora. Sí es público que La Cámpora tiene una responsabilidad importante en lo que es la ayuda social, como el PAMI o Anses. En Argentina por primera vez hay un gobierno peronista en el que quien ejerce el Poder Ejecutivo no es el líder único, como fueron claramente Juan Perón o Carlos Menem, Néstor o Cristina Kirchner. La líder más representativa del Frente de Todos es la vicepresidenta y el Presidente ejerce el Poder Ejecutivo. La Argentina es un país presidencialista. Con espíritu positivo e idea de ayudar a la gestión porque vivimos un momento muy delicado, se precisa establecer mecanismos institucionales para que las tensiones internas puedan ser procesadas adecuadamente. Es vital para poder desarrollar una buena gestión. El punto central es el rumbo político, la conducción del proceso.

—¿Un ministro de un sector y un número dos del otro sector es mucho menos grave que el Presidente sea de un sector y la vicepresidente del segundo?

—Hay que encontrar un mecanismo ante algo que es nuevo en Argentina y en el peronismo. Evidentemente hay que encontrar la forma de resolver esa tensión y definir un rumbo para resolver los problemas fundamentales.

—¿Alberto Fernández quedó debilitado después de los cambios que tuvo que producir en función del resultado de las PASO?

—Nunca es buena una derrota electoral. Pero el Presidente y el Gobierno tienen todas las posibilidades de relanzar la gestión después de las elecciones. Raúl Alfonsín venía de un 1985 muy complejo. Sin embargo, pudo lanzar el Plan Austral y ganar las elecciones. Carlos Menem también tuvo hiperinflación y a los dos años pudo relanzar su gestión. Alberto Fernández puede revertir las expectativas y lanzar un plan económico que las cambie 180 grados. Tomar medidas de fondo para atacar la cuestión cambiaria e inflacionaria. Puede revertir esta situación de mayor debilidad del Gobierno, no diría de él, y estar en condiciones competitivas para el año 2023.

"Hubo una mala forma de procesar las diferencias que terminó afectando la gestión."

—¿Es posible eso en estas circunstancias en las que el propio Presidente quedó debilitado? ¿Es posible un cambio de la naturaleza que planteás?

—Tanto el Presidente como la vicepresidenta son conscientes de que es malo para los dos si el Gobierno no puede enfrentar exitosamente los desafíos. Estoy convencido de que harán los cambios necesarios para relanzar el Gobierno después de las elecciones de noviembre y hacer un plan económico que pueda revertir esta situación. Son perfectamente conscientes de que es hora de fortalecer la unidad por una cuestión de sustentabilidad del proyecto político que encarnan.

—¿Cómo imaginás el relanzamiento económico? 

—Es una situación compleja. Después del 14 de noviembre el Gobierno tiene que formular un plan económico. Un plan económico que revierta las expectativas, que cambie esta sensación de que la inflación no se puede solucionar y que seguirá inercialmente alta los próximos meses, más lo delicado del tema cambiario. Hace falta un conjunto de requisitos. Lo fundamental es que sea sistemático, que haya iniciativas coherentes y consistentes. Es clave parar la inercia inflacionaria y revertir las expectativas y atacar el conjunto de las variables que hoy determinan la inflación. ¿Por qué hablaba del Austral o de la convertibilidad? Esos dos planes tuvieron la virtud de combinar un conjunto de elementos, la heterodoxia y la ortodoxia. Me reivindico como heterodoxo, pero hace falta tomar elementos ortodoxos y heterodoxos para lograr una baja de la inflación en serio. Tener una política monetaria y fiscal también consistente con una baja de inflación. Se necesita una política de precios, frenar la puja distributiva. Y por supuesto todo esto está atado para frenar esta nominalidad a la cuestión cambiaria. Y en este sentido está la cuestión que todos nos preguntamos: ¿hay expectativas de devaluación en la Argentina? Lo peor que nos podría pasar es que haya una devaluación sin plan. El Gobierno debe tomar un conjunto de iniciativas para reducir la brecha cambiaria e ir modificando ando las expectativas. Combinar la estabilización y el crecimiento, en un contexto donde los salarios reales están muy bajos. Es necesario llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para tener un colchón de reservas.

—¿La devaluación es condición necesaria?

—Tenemos una gran brecha cambiaria: un tipo de cambio oficial en torno a 100 y uno implícito de 180. El tipo de cambio oficial está en equilibrio, según la historia. El tipo de cambio que está totalmente sobredimensionado y tiene que ver con los problemas de confianza y los desequilibrios que vienen de la crisis de 2018 y se profundiza por la pandemia es el contado con liquidación. Está en niveles de pánico. Son niveles que solo podemos ver en 1989, en 1991, antes del plan de convertibilidad o en abril de 2002. Es fundamental tomar medidas para bajar fuertemente el contado con liquidación. Frenar lo que sucede con la nominalidad. Con Fondo o sin Fondo, tenemos que contar con un plan económico consistente, sistemático, y que ataque en conjunto las causas de la inflación. Y en segundo lugar, un conjunto de medidas. Es necesario subir la tasa de interés, darles un premio a quienes ahorran en pesos. Desincentivar la apuesta a la devaluación. Y obviamente en un contexto donde el Fondo Monetario Internacional renueve los vencimientos y desaparezca esa tensión cambiaria donde todos los días te están midiendo cuál es el ritmo de las reservas netas, revertir esas expectativas. Hay que  lograr fortalecer las reservas y tomar un conjunto de medidas como por ejemplo discutir nuevos reembolsos. Creo que un programa serio y consistente con el Fondo requiere de financiamiento adicional. Esto se puede conseguir tomando parte de los degs, la emisión internacional de degs que el Fondo Monetario Internacional le dio a cada país, y los países desarrollados no los usan porque no los necesitan.

"Hubo muy mala comunicación del Gobierno el día de las colas en los bancos durante la pandemia."

—¿Ese plan requiere devaluar el dólar oficial? 

—No. Sí, que el ritmo de ajuste del tipo de cambio sea mayor que el uno por ciento mensual de ahora para que no se retrase más. Pero, retomando lo que hablábamos antes y agradeciéndote que me lleves a ser preciso, el tipo de cambio oficial está en niveles razonables y creo que devaluar mucho más el dólar oficial tendría efectos sociales muy complejos. Es mucho más fácil iniciar un plan de estabilización desde un dólar recontraalto. Muchos añoran la figura de un Jorge Remes Lenicov.

—O un Erman González. Cada uno de estos planes tuvo una persona que devaluó primero el peso el cien por ciento.

—Argentina no está para un shock. Para que un plan sea exitoso debe tener sustentabilidad económica, pero también política y social. En Argentina los salarios están caídos y la situación social es dramática.

DISEÑO DE GOBIERNO. “Por primera vez hay un gobierno peronista en el que quien ejerce el Poder Ejecutivo no es el líder único, como fue Perón, Menem, Néstor o cristina Kirchner. La líder más representativa del Frente de Todos es la vicepresidenta, y el Presidente ejerce el Poder Ejecutivo”.
DISEÑO DE GOBIERNO. “Por primera vez hay un gobierno peronista en el que quien ejerce el Poder Ejecutivo no es el líder único, como fue Perón, Menem, Néstor o cristina Kirchner. La líder más representativa del Frente de Todos es la vicepresidenta, y el Presidente ejerce el Poder Ejecutivo”. (Foto: Marcelo Dubini)

—¿No hace falta que el dólar aumente el 100% y la moneda se devalúe el 50%, como sucedió en los planes antiinflacionarios anteriores o en los ejemplos exitosos, porque también estamos planteando el de Roberto Lavagna con Remes Lenicov, porque el ajuste ya se produjo? 

—Lo fundamental es bajar el contado con liquidación y fortalecer las reservas. Establecer un conjunto de cuestiones que den confianza y frenen esa carrera entre precios y salarios. Es esencial que las políticas sean graduales. Me podés decir que ya son graduales. El tema es cómo recuperar la confianza. Se necesita un cronograma en el que el conjunto de las variables económicas se alinee en el tiempo. Comprometerse a que el déficit fiscal baje de 3,5%. Hacer un plan plurianual de baja de reducción del superávit fiscal, en el que vayamos a una unificación cambiaria. Una vez bajado el contado con liquidación, con el conjunto de las políticas, con más reservas, con una tasa de interés más alta inmediatamente, se podrá decir que en 12 meses la Argentina va a tener un tipo de cambio único y salir de esta situación compleja de varios tipos de cambio que generan una serie de distorsiones; comunicar cuál será la emisión, y establecer un sendero de crecimiento de salarios, precios y tarifas. En las tarifas será clave que una parte de los subsidios que hoy toda la sociedad está afrontando se mantengan solamente para aquellos sectores muy vulnerables. Deberemos contar con espacio fiscal para reducir el déficit y aplicarlo a sectores a los que haya que compensar en el ínterin hasta que la inflación pueda bajar rápidamente.

—¿Se precisa un desagio? 

—Habría que evaluarlo. El desagio del Plan Austral fue una buena idea. En la convertibilidad Cavallo ordenó retrotraer los precios de varios sectores, una negociación muy dura, para que los precios que se habían adelantado con la inflación anterior se retrotrajeran a una inflación baja que se iba produciendo. Es clave detener la inflación inercial. Hay que cortar con la indexación porque eso reproduce inflación.

—¿Se requerirá de un acuerdo de precios y salarios?

—Se requiere frenar la puja distributiva. Los salarios no fueron los causantes de la inflación. Hay cuestiones claves, además de las técnicas fiscales y monetarias. En primer lugar, se necesita un acuerdo político. Aun si intervienen los cincuenta mejores economistas de Argentina, si no se soluciona lo político, el plan no funciona. Es imprescindible un acuerdo que funcione. Se precisa sentar a los empresarios, a los sindicalistas, frenar la puja distributiva. Por supuesto frenar los aumentos de costos y lo que propulsa la corrida de precios, pero también que la recomposición de ingresos sea ordenada y se focalice en los sectores que están en una situación más compleja y vulnerable. Hay muchas responsabilidades en esto. Tenemos la del sector público de ordenar la macroeconomía. También existe la responsabilidad de la política. Y se necesita del sector empresarial. Hay que separar la paja del trigo y evitar que haya una recomposición de márgenes que en un momento difícil afecte la política antiinflacionaria.

"La forma de resolver las diferencias internas es encontrar un rumbo unívoco."

—¿Se podrá hacer todo esto en diciembre? ¿La coalición gobernante está en condiciones de hacer algo así? 

—La necesidad tiene cara de hereje. La alternativa a no tomar soluciones de fondo que comprometen al conjunto es muy seria. El último comunicado de la CGT hace una apelación a que se tomen medidas de fondo. Hasta el sector sindical, que representa a trabajadores que la están pasando mal, está llamando al Gobierno y a los sectores empresariales a tomar las medidas, y está dispuesto a poner su parte. Si el conjunto de los actores económicos y sociales no adopta este compromiso para poner de lo que es parte de su responsabilidad para solucionar esto, no hay salida. Acá hace falta un plan en serio. Es esencial ordenar estas cuestiones. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, al pasar por el Congreso Nacional obligadamente requiere de un acuerdo político. Si la oposición es responsable, porque hay responsabilidad de quien tiene que tomar las decisiones, pero también de la oposición, se puede establecer un plan plurianual que exceda a esta administración. Lo mejor que nos puede pasar como país es que haya un acuerdo sobre cinco o seis puntos esenciales de viabilidad fiscal, regla monetaria y políticas que permitan bajar la inflación, atacar la pobreza. Empalmar eso con un programa de crecimiento donde por lo menos nos podamos poner los argentinos de acuerdo en cuatro o cinco ejes básicos y sectores productivos a desarrollar.

—La oposición puede decir: “Pero si no se pone de acuerdo Alberto Fernández con Cristina Kirchner, ¿cómo va a poder luego ponerse de acuerdo por fuera de su propia coalición?”.

—Entiendo que dentro del juego político haya chicanas. Pero los conozco a los dos, al Presidente y a la vice. 

—¿Cristina aceptará firmar el acuerdo con el Fondo Monetario? 

—Uno puede coincidir o no con Cristina Kirchner, pero es muy pragmática. Es plenamente consciente de que en este contexto es absolutamente imprescindible frenar la inflación y evitar una corrida desde la propia lógica política. Está en juego el 2023. 

Alejandro Vanoli, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
INFLACIÓN. “Es clave parar la inercia inflacionaria, revertir las expectativas y atacar el conjunto de las variables que hoy determinan la inflación”. (Foto: Marcelo Dubini)

—¿Cómo se articula la lógica que ves con la carta en la que pedía que se aumentara o se ejecutara un mayor déficit fiscal?

—Es cierto que el Gobierno, desde fines del año pasado y sobre todo los primeros meses de este año, fue conservador. Tuvo un nivel de déficit fiscal bajo y sobre todo también en algunas cuestiones un nivel de ejecución, en algunas partidas, también más bajo que el propio gasto autorizado por el Congreso. Una de las cuestiones que me había llamado la atención, en clave de una recuperación muy heterogénea y desigual y que creo que conspiró contra el oficialismo en las elecciones, tiene que ver con el bajísimo ritmo de ejecución de la obra pública. La obra pública en 2021, en términos reales, corregido por inflación, está muy por debajo de la de 2017. Ese año, Cambiemos ganó las elecciones porque ejecutar obras públicas a nivel local y municipal le dio un plafón político.

"La situación de debilidad es más del Gobierno en general que de Alberto Fernández."

—¿Ese plan consistente, verosímil, que modifique las expectativas en 180 grados, precisa reducir el déficit fiscal o ampliar el déficit fiscal como está previsto en el Presupuesto?

—La respuesta es reducirlo. Volvamos a la polémica Alberto/Cristina. Lo que ella dice es que el déficit fiscal a mediados de este año ejecutado era 1%, cuando el déficit de presupuesto es 4,5%.

"Es fundamental tomar medidas para bajar fuertemente el contado con liquidación."

—¿Qué déficit fiscal toleraría un plan para generar confianza?

—3,5% me parece un déficit razonable. Más importante que el nivel, que puede ser 3,5%, 3,7%, 3,2%, es que se crea en adelante, que sea creíble para la gente, para los trabajadores, para los empresarios, para los inversores, en cuanto al cumplimiento.

—¿Cómo hacés para financiar 3,5% del producto todos los años?

—El planteo que yo hago es que ese déficit se vaya reduciendo gradualmente en el tiempo.

—¿Que arranque en 3,5% y termine en 1%?

—El presupuesto nacional formulado para 2022 plantea 3,5% de déficit. Lo que plantea es que la mitad de ese déficit sea financiado con emisión monetaria y la otra mitad por el mercado de capitales y organismos multilaterales. Sería deseable reducir ese 50% de emisión monetaria hacia adelante y tener un mayor componente de organismos internacionales. Por eso vuelvo a lo que te decía de la necesidad de la transición que haya mayores desembolsos de organismos. ¿Y por qué no se puede reducir el déficit de manera más rápida? Porque, por un lado, hay necesidades sociales acuciantes. Por otro lado, también, porque creo que es necesario y esto muchos programas del Fondo Monetario lo reconocen, hace falta inversión pública. Gastar en salud, en educación. Hay un conjunto de bienes públicos sobre los cuales no hay que recortar para tener un sendero de crecimiento a largo plazo. Porque en última instancia, lo que te resuelve la cuestión fiscal o la cuestión del endeudamiento, en Argentina o en cualquier otro país del mundo, es que crezca el PBI. La clave es el crecimiento de la economía.

 

 

“Cuando llegué a la Anses el déficit previsional se había multiplicado por seis”

 

—Anses tiene un flujo y un stock. El stock, en un caso como si fuera una empresa de retiro privado, es fundamental. Es la acumulación de ahorro de muchísimos años. La experiencia histórica y global indica que quien está al frente de un instituto así es una persona con formación económica o una persona más orientada al servicio público, relacionada con el bienestar social. ¿Cómo operan esos organismos en otras partes?

—Hay de todo. En el mundo hay distintos sistemas. Dentro de los sistemas públicos hay sistemas de reparto puro y algunos que tienen algún componente de capitalización. La constante es alguien que sepa gestionar desde lo público. Cuando se me designa se reconoce la experiencia de muchos años de gestión en organismos públicos: también, la gestión financiera. Algo de lo que me enorgullezco de haber podido hacer en el poco tiempo, porque fueron cuatro meses de los cuales uno y medio fue en pandemia, fue haber logrado que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, ese stock que mencionabas, aumentara un 19% en un contexto macroeconómico complejo, dadas las inversiones que hicimos. Fuimos muy cuidadosos al hacerlo. 

—¿Cómo pudieron aumentar 19% en cuatro meses? 

—Básicamente, tuvo que ver con ser muy cuidadosos en las inversiones. Tuvimos un alto componente de inversiones en energía.

—¿No se relaciona directamente con la cotización de los bonos? 

—Bonos y obligaciones negociables. Pero bueno, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad venía de dos años de rentabilidad negativa.

—¿Cambiaste en cuatro meses el menú de inversiones o es que los títulos cambiaron de valor por algo que va más allá de Anses, atribuible al mercado?

—El perfil que le dimos fue que fueran inversiones en títulos públicos que tuvieran mercado. En los seis meses precedentes, la Anses acumuló gran cantidad de letras intransferibles.

 

 

“Es necesario que el Fondo desembolse entre 5 mil y 8 mil millones de dólares para poder fortalecer las reservas”

 

—¿Es posible un acuerdo con el Fondo en el que además vengan fondos adicionales?

—Es imprescindible. Es necesario que el Fondo Monetario Internacional, por el mecanismo que sea, desembolse entre 5 mil y 8 mil millones de dólares para poder fortalecer las reservas. Y que el plan sea creíble realmente. Supongamos el mejor de los mundos posibles: que esté la decisión política en Buenos Aires, que el Fondo Monetario Internacional lo haga. También tiene corresponsabilidad en la formulación del plan 2018/2019. Para que ese plan sea sustentable y que pueda haber un colchón de reservas, es necesario que haya más fondos en el Banco Central. Aun el plan de convertibilidad, que tuvo la regla fiscal y monetaria más estricta, en el primer mes tuvo una corrida cambiaria. Cavallo tuvo que usar casi el 15% de las reservas del Banco Central para defender la cotización de 10 mil australes un dólar. Si vamos a un acuerdo serio, en el que la Argentina compromete un acuerdo serio y el Fondo Monetario Internacional sea también corresponsable de solucionar y no volver a chocar el barco en la Argentina nuevamente, es necesario blindar de la mejor forma ese programa. La única manera de hacerlo por fuera de un plan consistente es tener los dólares necesarios para poder frenar cualquier corrida.

—Vamos a suponer que esas dos condiciones necesarias se producen. La pregunta es si son suficientes, porque vos mencionás, por ejemplo, lo del primer mes de Cavallo. Pero antes de comenzar la convertibilidad hizo pasar la cotización del dólar de 5 mil australes a 10 mil australes y recién ahí colocó su plan antiinflacionario. Un plan debería atacar los precios de la Argentina, el déficit, las tarifas, la cotización del dólar oficial, no simplemente por la diferencia entre que se reduzca el dólar no oficial. Quienes nos leen pueden pensar que faltan muchas más cosas.

—Debe haber iniciativas monetarias, fiscales, externas, políticas de ingresos. Por supuesto. Lo importante es que la gente tenga confianza en que la inflación baje y que caigan las expectativas de devaluación. Alimenta las expectativas de devaluación que la inflación aumente mes a mes a pesar de que hoy hay un ancla cambiaria 

Es como un perro que se muerde la cola porque sube la inflación, suben las expectativas de devaluación. Hay que cortar esto de raíz.

 

Producción: Pablo Helman y Natalia Gelfman.