—Fuiste el personaje de la semana, internado por coronavirus como paciente leve, en intervalos de dos días pasaste a paciente grave y luego a paciente recuperado tras la aplicación de plasma, generando todo tipo de controversias. Pero vos eras el candidato a ser gobernador de la provincia de Buenos Aires hasta que Cristina Kirchner eligió a Kicillof y, siendo un personaje central de la política bonaersense, en este reportaje se repasan todos los temas, el juego, La Salada, Máximo Kirchner, el espionaje, el aumento del delito en el Conurbano, la crisis económica y las elecciones del próxima año. Comencemos con el primer capítulo.
CONURBANO INFINITO
—Tu trayectoria política es casi un “cursus honorum” sobre el Conurbano. Querría comenzar repasando un poco de tu historia. Comenzaste muy joven, muy desde abajo, en 2003, con el intendente de Lomas de Zamora, Jorge Rossi. Algún tiempo incluso fue como chofer. ¿Cómo recordás esos comienzos?
—Mi militancia empezó muchos años antes, hace más de treinta años. Fue por los años 87 u 88 en el Centro Doctrinario, un local en Lomas de Zamora del peronismo de la época de Eduardo Duhalde, de Hugo Toledo, de Osvaldo Mercuri. Ahí se adherían las agrupaciones que querían crear La Liga Federal, el Lipebo (Línea Peronista Bonaerense). Luego, por distintas circunstancias, fui a trabajar en Patria Soberana, una agrupación de Jorge Rossi, mi antecesor como intendente. En el año 2003 me invita a participar de la elección, una elección muy reñida. Fue candidato a intendente en la misma elección en la que Néstor Kirchner se postuló a presidente. Rossi gana la intendencia y yo me sumo a una tarea multifunción. Hacía todo lo que podía como un militante con ganas de trabajar en su ciudad. Atendía el teléfono, era secretario privado, fui primer concejal suplente en la lista, mi intención era estar en todo lo necesario para reconstruir. Venía una etapa difícil de la democracia en Lomas de Zamora, reflejo de la del país, Tuvo cinco intendentes en dos años. Cuando a nosotros nos tocó asumir, debimos reestructurar un personal con cinco meses de sueldo. No tenían logística, vehículos; había que rever la atención al público, los servicios básicos esenciales. La recolección de residuos era dos o tres veces por semana. Las inundaciones eran noticias todos los días. Así comenzamos el trabajo. Lo acompañé dos años en la Secretaría Privada. En el año 2005, ya fui secretario de Gobierno. Fue un cargo que tuve durante cuatro años. En el año 2009, tuve la oportunidad de ser intendente por dos años. Fue un cargo interino, porque renunció el intendente después de la elección de 2009, luego de lo que pasó con el campo.
—¿Tenías 32 años en 2003?
—Exactamente. 32 años.
—Antes de ser intendente interino, estuviste al frente del Concejo Deliberante.
—Sí, en el año 2009. El 28 de octubre de 2009, justo el día del cumpleaños de mi hijo Rodrigo, el segundo, asumí como intendente. Tuve dos años de mucho trabajo, no teníamos mayoría en el Concejo Deliberante. La verdad es que Néstor me dio una oportunidad enorme de abrazar la política y resolver obras estructurales y problemas deficitarios que tenía el distrito. Un ámbito muy complejo, como es todo el conurbano bonaerense. Avanzamos muchísimo. En medio de la campaña de 2011, sufro una enfermedad.
“No es el paciente quien solicita el tratamiento con plasma, sino el médico.”
—¿Por qué renunció Rossi sorpresivamente en 2009?
—Venía de una etapa de muchos años. Ya contemplaba la posibilidad de hacer ese trasvasamiento generacional y no había tenido la oportunidad antes. Previamente, había dicho que le quería dar a su historia política cuatro años y eso fue de 2003 a 2007.
—¿Te había preparado a vos como su sucesor?
—Me lo decía a mí y también a algunos otros dirigentes más. Ese momento todavía no era yo el elegido. La de 2007 fue una elección muy reñida en la que estaban todos los sectores políticos divididos. El peronismo de Lomas de Zamora presentó cinco listas y él creyó que era conveniente liderar el espacio. Y nosotros, como espacio político, también creíamos que era todavía él quien necesitaba liderar. Ganó la elección y ahí fui como primer candidato a concejal, como sucesor natural. Ahí me dijo que me tenía que preparar porque quería un trasvasamiento generacional. Su intención era dejar hombres y mujeres preparados para el Lomas de Zamora del futuro.
“Era un cuadro de Covid-19 leve hasta el quinto día. Ahí empecé a tener baja saturación de oxígeno.”
—Fue un momento en el que renunciaron varios otros intendentes. Se hablaba de los “barones del Conurbano”. La situación en que Néstor Kirchner empezó él mismo a tomar contacto directo con los intendentes. ¿Tuvo su renuncia algo que ver con un cambio de política que trasciende a Lomas?
—Jorge tenía una excelente relación con todos los dirigentes. Era algo que llegaba de su convicción. Muy pocos hombres en la política tienen esa visión de futuro. Ver cómo dejar otros hombres y mujeres, dedicarse a ello y volver a la actividad privada con su familia, tal como había soñado.
—A Rossi lo acusan de ser el zar del juego en la provincia de Buenos Aires, el virtual dueño del Instituto Provincial de Lotería y Casinos por años, de ser protector de La Salada. ¿Son injustas esas acusaciones?
—Ciento por ciento injustas. Lo del instituto provincial está bien. Remontémonos a la época de la provincia de Buenos Aires en la que el juego era clandestino: lo legal era ser clandestino. Y Jorge Rossi incorporó la tecnología online, que puede verse en todas estas agencias de Quiniela. Es algo que hoy parece normal. Antes se jugaba a un Prode raspadito, un papelito. Lo mismo sucedía con la Quiniela. Jorge Rossi, por supuesto que con el apoyo político del doctor Eduardo Duhalde, llegó a hacer un cambio, que todo ese juego que existía en la Argentina debía profesionalizarse, informatizarse y destinar recursos en partes iguales a la educación, al desarrollo social y a la seguridad. Desde ese momento, el juego fue legal. Por eso le pusieron el mote de “zar del juego”. Y en realidad lo que hizo fue desbancar a todos los apostadores, los pasadores del Conurbano. Hace treinta años había que luchar contra eso. Y la verdad, fue un gran trabajo, de mucha audacia, de mucha inteligencia. Hay que entender que son miles y miles de pesos de recursos para el Estado.
—En Colombia, por ejemplo, la primera forma de atacar que tenía el narcotráfico a periodistas y jueces que lo combatían era generar la versión de que eran cómplices precisamente del narcotráfico. Sin poder hacer un juicio de valor, Duhalde dice lo mismo de cuando lo acusaban de ser el dueño del narcotráfico en la provincia de Buenos Aires. ¿Sucede con el juego algo similar?
—También preguntaste por el tema de La Salada, que me apasiona. Fui secretario de Gobierno y sabía que era preciso buscar un orden. Quien conoce el mundo de La Salada sabe que incide la crisis de 2001. Fue el momento del gran crecimiento exponencial de los microemprendedores, los talleristas, que comenzaron a formar esos galpones y armar un trabajo informal. El municipio de Lomas de Zamora fue por años el denunciador, con mi propio nombre, de todos los organizadores de esa feria. En soledad denunciamos muchísimas veces las irregularidades. Trabajamos para que hubiera formalidad. Antes de esta pandemia, las tres ferias de La Salada internas son el segundo contribuyente de Lomas de Zamora, después de Bridgestone. Ahora tiene una economía formal muy grande. Estábamos en una etapa de formalidad que tenía que ver básicamente con los empleados, a los que se había incorporado el monotributo social. Hablamos de más de 20 mil familias que tienen puestos y 7 mil personas que son las que trasladan la ropa que se confecciona y se vende. Muchas veces hubo mala prensa, y con razón, en este tema. Y eso fue porque al Estado le faltó estar cerca de cada uno de estos emprendedores. Pero el Estado municipal fue el primero que regularizó la situación antes de que llegara la AFIP (la agencia nacional, N de R: antes de que llegara ARBA, la agencia provincial). El municipio de Lomas de Zamora hizo un trabajo ejemplar. Cuando hubo notorias detenciones y denuncias, el municipio fue parte. Yo mismo fui parte de esas denuncias, de ese trabajo silencioso por más de siete meses con la Justicia Federal y la provincia de Buenos Aires.
—¿Existen diferencias entre tu actitud con La Salada y la de Jorge Rossi?
—A Rossi le tocó una etapa muy informal de la Salada. Entonces, se trataba de que la gente trabajara en los predios, dado que veníamos de una crisis muy profunda de 2001. Era levantarse a las cuatro de la mañana y observar cientos y miles de feriantes que ocupaban las calles. En eso tuvimos la suerte del apoyo del gobierno nacional. Fue cuando me tocó hacer toda esa avenida, esa ribera, más de 5 km desde la Ruta 4 al Camino Negro, de doble mano, iluminada, de hormigón. Se sacó la vera de lo que eran los locales que estaban frente a La Salada. Uno puede recordar esas fotos viejas que se hacían con drones que sobrevolaban. Pudimos reubicar más de 11 mil puestos. Hubo mucha acción, mucha planificación. Son distintas etapas. A cada uno le tocó una etapa. Por suerte la mía fue la de un ordenamiento formal.
—Durante la gestión de María Eugenia Vidal, ¿insististe en traer un bingo del interior a Lomas de Zamora?
—No. Quisiera evitar polémicas sobre un momento de la época del ex gobernador Daniel Scioli. Lomas de Zamora tiene dos bingos, de la empresa Codere. Uno está en el centro de Lomas, y el otro en un supermercado de Temperley. Dentro de las 46 licencias que tiene la provincia de Buenos Aires, en la época del ex gobernador la empresa presentó un traslado de la zona de Temperley porque la enorme mayoría de los bingos está en el Conurbano y venía perdiendo capacidad contributiva. Presentó un plan de negocios al Instituto Provincial de Lotería y Casinos para trasladarlo al Puente de la Noria. Hizo la obra, se estableció, y no llegó. Luego, se perdieron las elecciones, no llegó y no se habilitó. No terminó funcionando. Pero también hay que dejar claro que esa licencia había vencido en el año 2016 o 2017, no es que se cerró un bingo. Las licencias tienen 10, 15 y 20 años de licencia. Fue una licencia no renovada con un traslado que no fue aprobado de un bingo que a la empresa no le convenía económicamente que siguiera funcionando en Temperley. Después, es lógico que los dirigentes políticos discutan y se pongan títulos como mafias. No se cerró ningún casino en la provincia de Buenos Aires en la época de María Eugenia Vidal. Los casinos que dijeron que se cerraron hoy se pueden recorrer, porque están abiertos. Son temas de la campaña; me parece que no es momento de polemizar el de ahora. Hay que entender la industria del juego, discutirla a fondo. Hay que tener en claro lo que son los temas de los dirigentes y los de la gente. No se la puede engañar con títulos rimbombantes, hablando de cosas que realmente no corresponden. Pero esa etapa ya culminó. Tenemos una etapa en la que debemos recuperar la Argentina productiva, pese a las dificultades que nos trae esta pandemia.
—Le recomendaste a Kicillof tu asesoría e injerencia en el Instituto Provincial de Lotería y Casinos. ¿Por qué, es una tema del que sos especialista?
—Hablo con Axel de todos los temas de la provincia de Buenos Aires. No tenía un trato muy fluido con él, pero a partir de la campaña comencé a tener una relación cordial que luego fue más de trabajo y de consulta permanente. Me consultó sobre el juego como sobre muchísimas otras cosas. Soy un dirigente de la provincia de Buenos Aires, hace 12 años que soy intendente, conozco la provincia de Buenos Aires, sus dirigentes, su historia, y tengo mi punto de vista. Lo hice en distintas materias. Pero después es él quien toma las decisiones y las resoluciones.
“No le puedo atribuir al plasma mi estado actual porque científicamente no está comprobado.”
—En Brasil, Lula clausuró todos los bingos; los consideraba una caja negra de corrupción, además de ser nocivos socialmente porque atraen a una clientela que arriesga a veces el dinero para alimentar a sus propias familias. ¿Qué opinión general tenés sobre el juego?
—Estoy 100% en desacuerdo con el juego clandestino. No le hace bien a una sociedad lo prohibido. El juego, como cualquier actividad, debe ser regulado, debe ser controlado. Un Estado fuerte es el que debe regular las dimensiones de cada una de las actividades.
“Los intendentes debemos tener más autonomía para tomar el control, incluso en temas sanitarios.”
—¿Si se cierran los bingos, aparece el juego clandestino?
—Es impresionante. Durante la pandemia, cuando no hubo sorteos durante cuarenta días, aparecieron pozos extraordinarios en el juego clandestino usando la lotería uruguaya. Uno conoce el conurbano bonaerense. No hay que mentir. Luego, cuando comenzaron a sortear otras provincias y la provincia con el AMBA no lo hacía, recrudeció todo mucho más. Eso es ganancia para unos vivos, de los pasadores, de policías inescrupulosos, de quienes eligen el camino de no Estado. Si falta el Estado, crece el desorden en una sociedad.
“Los casinos que Vidal dijo que había cerrado hoy están abiertos, se pueden recorrer.”
—¿El modelo de alta informalidad en la época de La Salada era también otra caja negra de corrupción? ¿Sería uno de los motivos para legalizar lo que sucede en La Salada?
—Sin ninguna duda.
—¿Todo aquello que es inevitable en la sociedad habría que legalizarlo?
—Sí, dentro del parámetro de que el mismo Estado crea que es más beneficioso que perjudicial. Siempre hay que atender intereses. Como decía antes, tuvimos millones de reuniones con los feriantes. Les decía que es mucho más importante que se anotaran en el monotributo, que habilitaran su local, no fueran molestados continuamente, que era importante que tuvieran su lugar, que armaran una cooperativa. Y fue así. Se sucedieron cientos y cientos de reuniones para llegar a esos casi 11 mil beneficiarios que hoy son contribuyentes del distrito de Lomas de Zamora.
“Con Máximo tengo un vínculo más afectuoso que con Axel.”
—¿Cuál es tu posición respecto de la droga? También parece participar del orden de lo inevitable.
—Me parece que amerita un debate mucho más grande. Estamos en el siglo XXI. Las sociedades cambiaron muchísimo. La Argentina merece una discusión sobre las drogas. También es preciso entender que si no tenemos un Estado que regule, un Estado con laboratorios, un Estado que pueda entender cómo funciona el tráfico, la venta y la comercialización de distintas drogas, va a llevar mucho tiempo solucionar el tema. Se precisa un debate muy amplio, es muy inteligente y muy interesante en sociedades modernas, pero me parece que debemos tener un Estado con distintas prioridades. Me parece que hoy no es una cuestión prioritaria. Ni hablar con esta pandemia.
“Desde la recesión de 2019, el delito aumenta cada día en Lomas de Zamora.”
—¿Pero vos estarías a favor de la legalización de algunas drogas, llegado el caso?
—Por supuesto.
—Lomas de Zamora fue el mayor o el segundo distrito en volumen en cuanto al presupuesto asignado para obras públicas durante los 12 años de gestión de Julio De Vido. ¿A qué lo atribuís? ¿Cómo era tu relación con él y con Néstor Kirchner? ¿Cómo lograste que Lomas de Zamora tuviera esa cantidad de recursos nacionales?
—En toda mi gestión me caractericé por tener grandes presupuestos de infraestructura. Fue muy fuerte cuando Néstor me ayudó durantre mis primeros dos años. Sabía que Lomas de Zamora necesitaba salir de ese letargo. Cristina fue inmensamente generosa con los vecinos de Lomas de Zamora, como con todo el Conurbano. Con ella se hicieron muchísimas obras de infraestructura. Hicimos obras que no habíamos soñado. Eran cuestiones que debían planificarse y llevarse adelante a través de un gran equipo de gestión. Me caracterizo por ser un dirigente político con una planificación a mediano y largo plazo. Aun hoy, en medio de la pandemia, estoy planificando el Lomas de 2022, de 2023. Seguimos trabajando. Podríamos tener otra charla y contarte los cientos de proyectos que Lomas de Zamora tiene encarados y va a encarar a partir del año que viene. Creo que es en conjunto. Esa suma de un equipo que uno armó con un Lomas de Zamora que uno planificó durante años, más el apoyo que tuve tanto del gobierno nacional como del provincial durante los 12 años del kirchnerismo.
“Katopodis hace más fácil el acceso de los intendentes al Presidente.”
—Otra figura joven de los intendentes del Conurbano es tu vecino de Avellaneda, Jorge Ferraresi. Si pensamos en perfiles, él está más definido como kirchnerista, mientras que vos lograste establecer vínculos muy buenos con el kirchnerismo, pero también con el massismo, y hoy con el sector cercano a Alberto Fernández. ¿Cómo te definis vos políticamente dentro de la amplia gama que tiene el peronismo hoy en día?
—Con Jorge coincidimos 99%. Nos paramos en un lugar muy parecido. Seguramente, cada uno tendrá su perfil. De Sergio Massa soy amigo de antes del kirchnerismo. Eso ofrece el valor de un diálogo diferente. Pero soy peronista de toda la vida. Arranqué con Eduardo.
—Con Duhalde.
—Con Juan Bruno Tavano y después el kirchnerismo vino a ponerle con Néstor y Cristina ese enamoramiento que necesitaba una generación que abrazó la política para resolver los problemas de la gente. Con la ampliación de derechos, fue enamorando a mayor cantidad de dirigentes, de militantes. Ahí es donde yo me ubico: en el sueño de la Argentina de tener una patria más justa, más libre y soberana.
“El 70% de la provincia de Buenos Aires no tiene una crisis de Covid-19 ni sanitaria.”
—La dinámica política del Conurbano está postergada en parte por la pandemia, pero sin duda va a recuperar su vigor una vez que se haya superado la crisis sanitaria. Se te observa, por ejemplo, afinidad con algunos intendentes, por ejemplo con Mariano Cascallares, de Almirante Brown, pero no tanto con otros. ¿Cuáles serían tus principales ejes de afinidades políticas, como para trazar un mapa de tus relaciones en función de tu proyecto político, que imagino es ser gobernador?
—¿Qué es lo que imagino en la política? ¿Cuál es el salto de calidad que debe discutir la política? Tiene que ver con la autonomía municipal. En la Argentina, y principalmente en la provincia de Buenos Aires, la ley nacional no se cumple. Cuando la provincia de Buenos Aires modificó la Constitución, no estableció autonomía en los municipios. Esa fue mi lucha y es mi gran ladero conceptual junto a mis compañeros intendentes e intendentas. Hoy, en un momento donde se necesita presencia del Estado, se habla mucho de los intendentes, del AMBA, de esos minigobernadores que estamos todo el día al pie del cañón. Son poblaciones que parten de los casi 500 mil habitantes. A esa Constitución le falta en materia de autonomía para tomar decisiones, tomar el control, por ejemplo temas sanitarios. Entendamos que hoy un gobernador tiene que representar 17 millones de habitantes con realidades completamente distintas. El 70% de la provincia de Buenos Aires no tiene una crisis de Covid-19 ni sanitaria. Está en otra fase, una realidad muy distinta de la del conurbano bonaerense. Esa es mi lucha. Mi afinidad política es esa construcción que encuentra hombres y mujeres dispuestos a debatir la política del mañana: cómo hacemos para que nuestros municipios puedan tener esa autonomía. Hay muchos dirigentes que se vienen preparando y trabajando para eso. Mi afinidad es con esa enorme mayoría de los intendentes de la provincia de Buenos Aires. Me tocó recorrerla en infinidad de oportunidades. Es algo que me señalaste cuando me tocó ser candidato en el año 2013. De muy joven me tocó tener dirigentes amigos entre los más jóvenes, como Fernando Gray, o Nico Mantegazza en San Vicente, que ganó ahora, o Mariano Cascallares, o Gabriel Katopodis, que hoy es ministro, Juan Zabaleta, Gustavo Menéndez. Hasta intendentes de otra generación que son el soporte de uno, que fue su aprendiz, como fue Julio Pereyra, Hugo Corvatta, Alejandro Granados, Alberto Descalzo. Tengo una entrañable relación con los dirigentes de la Provincia. También con Juan José Mussi. Hablo prácticamente a diario, dedico dos o tres horas por día para hablar con mis colegas intendentes e interiorizarme de sus gestiones, intercambiar y pensar la Provincia que se viene juntamente con el gobernador. Axel necesita nutrirse de dirigentes que conocen la Provincia, que pueden hacer su aporte, porque la provincia de Buenos Aires no puede esperar más: debe salir de esta desigualdad, de este federalismo injusto; tenemos 17 millones de habitantes, 12 en esta AMBA, todavía con necesidades insatisfechas.
“Hay que meterse en la cabeza que en la Argentina se sale con producción.”
—Buenos Aires no solo tiene un tamaño gigantesco, sino una fisonomía que se asemeja casi a la de una provincia dual. Mencionabas que el 70% de su territorio se encuentra prácticamente sin coronavirus. La Provincia tiene una enorme concentración urbana por un lado y un desarrollo territorial, podríamos decir, casi de Alemania, con agropecuarios y agroindustriales, por el otro. A su vez, el mismo Conurbano es totalmente disímil. La zona norte se parece más a una proyección de la Ciudad de Buenos Aires, mientras que en Lomas de Zamora, por ejemplo, la situación es distinta. ¿Cómo imaginás un proyecto capaz de entusiasmar a todo ese universo y qué papel juega Buenos Aires, que representa el 40% del electorado del país en proyecto nacional?
—Buenos Aires es una provincia totalmente desigual, en cuanto a lo que aporta en el Producto Bruto a las arcas nacionales y lo que recibe. Recibe exactamente la mitad. Aporta más del 40% y no llega a recibir el 22%. Esa es la primera desigualdad como para pelear por, o soñar con, cualquier proyecto político que otorgue equidad y solidaridad al pueblo bonaerense. Y después hay que meterse en la cabeza que en la Argentina se sale con producción. Se necesita una provincia de Buenos Aires que trabaje en materia productiva de conectividad, que tenga su puerto establecido en el eje de la Provincia y que trabaje interconectado con Bahía Blanca, Mar del Plata, Ensenada. Merecemos una provincia de Buenos Aires más productiva. No solo debemos producir granos. Debemos exportar. No crece la mano de obra en la Provincia. Esa desigualdad se debe debatir con un trabajo fuerte, potencial, de dirigentes políticos dispuestos a cambiar. Está claro que nadie te regala nada, hay 23 gobernadores, un presidente, tenemos un país federal. De una vez por todas hay que sentarse a discutir recursos. Solo una vez se discutieron los recursos previamente: fue en la época en que el vicepresidente Eduardo Duhalde fue candidato a gobernador. A partir de ahí, comenzó la provincia de Buenos Aires a perder puntos sistemáticamente: sobrevino el congelamiento de Domingo Cavallo y la posterior pérdida de puntos sobre el PBI. Hoy la Provincia recibe menos que Tierra del Fuego del Fondo del Conurbano. Entonces, ¿de qué Provincia, de qué potencial, vamos a hablar si las cuentas y los números son muy desiguales? Hay que armar un proyecto bonaerense, debemos nutrirlo de bonaerenses, en las listas tanto de diputados nacionales como provinciales. Bonaerenses que estén dispuestos a pelear por los recursos de sus ciudadanos.
“Si el plasma fuera una solución comprobada, no habría tantos muertos.”
—En líneas generales, los gobernadores han sido de la Capital Federal.
—No quise decir eso. Quiero decir que la provincia de Buenos Aires merece una rediscusión con todos los dirigentes políticos de todos los partidos políticos de la Argentina. Que se entienda la desigualdad, porque cuando se sienta en una mesa, después cada uno tira agua para su molino y el Conurbano se sigue empobreciendo. Más allá de que la pandemia no es culpa de ningún dirigente político, la mayor desigualdad está en el AMBA, por mirar para el costado y no sentarse a una mesa a discutir recursos.
—¿Hasta cuándo puede continuar una dinámica de crecimiento poblacional del Conurbano, a pesar de la discriminación fiscal? La discriminación se creó precisamente para desalentar la migración hacia el Conurbano pero, por el contrario, el Conurbano crece, de acuerdo al último censo, en promedio, 24% mientras que el país crece 14% y la Ciudad de Buenos Aires, 1%. ¿Hasta dónde puede llegar esa explosión demográfica del Conurbano que la pandemia refleja claramente porque el problema de salud pública es anterior, preexistente y se mantendrá después del coronavirus?
—En todo el mundo, las grandes urbes siguen creciendo. El tema es cómo crecemos. Crecimos mal. Raúl Alfonsín intentó detener ese crecimiento y no sucedió. Fue con fondos federales para que la gente quede arraigada en sus provincias y no funcionó. Somos una sociedad de la proximidad culturalmente. Como animales, somos una especie que nos gusta estar en conjunto, vivir en comunidades. Lo que debe producir un Estado es que sean comunidades organizadas, comunidades productivas, comunidades con futuro. No podemos seguir arraigando, en el segundo y tercer cordón, si no planificamos políticas sanitarias, no planificamos políticas educativas. El problema no es recibir mayor cantidad de gente, sino cómo la dotamos de infraestructura, de servicios, para que tenga sueños y pueda arraigarse y sumar a ese sueño argentino.
“Hay un sector al que todavía le falta entender lo que representa el coronavirus.”
—¿Toda esa cantidad de población sería una ventaja y una oportunidad, y no un problema?
—Es una oportunidad. Hay que ponerse a trabajar y no ponerse colorados al discutirlo sobre una mesa, Es una oportunidad que la gente quiera vivir en este territorio. Uno tiene que ser de brazos abiertos, como fue durante la época migratoria. Pero hay que ser inteligente, tener un Estado inteligente, un Estado audaz y solidario. ¿Qué Estado queremos después de la pandemia? En las distintas épocas de la historia se discutió el rol del Estado: si era un parásito, si solo cobraba impuestos. Pero cada vez que aparece un problema, la Argentina y la sociedad demandan más Estado. También cuando hay desigualdades o cuando hay aumentos desmedidos. El tema es cómo utilizar el Estado. Ahí hay una discusión y diferencias entre los dirigentes políticos. Para qué queremos más Estado.
—¿Qué experiencia obtuviste hasta ahora en la cuestión de las policías locales? En México se comprobó que fueron cooptadas en su gran mayoría por el narcotráfico y las organizaciones mafiosas.
—Lo de las policías locales fue muy exitoso en una primera etapa. Te lo dice un intendente que tenía en ese entonces 1.200 policías con diez comisarías y que incorporó 1.300 en dos años, aun reconociendo que faltaba capacitación. Lomas de Zamora duplicó la cantidad de policías. En el momento fue Alejandro Granados quien fomentó el conocimiento de la intendencia, de la cercanía, de las cuadrículas. Como intendentes teníamos un manejo, no constitucional, sino por resolución. Controlábamos el presentismo de la gente, su traslado, también de los vehículos, de las cuadrículas. Luego, en los otros cuatro años, esas peleas, esas batallas, a veces se ganan o se pierden. Todo depende de la lucha que uno quiera dar con la Bonaerense. La verdad es que la Bonaerense le gana en esa lucha a la policía local.
“Después de esta pandemia se va a ver un gobierno fuerte.”
—¿Se unifica?
—Esa unificación les trajo otro retraso a los municipios, porque toda esa unificación de policías hace que se le frene el escalafón de ascenso. No tienen posibilidad de crecimiento. Se le suma una fuerza que tiene 150 años, en la que es muy difícil distinguirse. Las policías locales en el mundo son exitosas. Como en cualquier sociedad, pueden ser captadas por el narcotráfico cuando no tienen conducciones honestas. Si las dotamos de conducciones honestas, de civiles que vivan en sus ciudades, es más difícil. En el caso de Lomas de Zamora, de los 1.300 policías, el 80% eran vecinos y vecinas del partido. En la Bonaerense uno está seis meses en Trenque Lauquen, lo premian y lo mandan a San Nicolás, lo castigan y lo mandan a La Matanza. En la policía local son vecinos y vecinas de Lomas de Zamora, que en una gran mayoría viven en el distrito. Sabíamos a qué escuela iban sus hijos. Sabíamos si les faltaba una membrana en la casa, si necesitaban colectivos para su traslado. Esa es la fuerza que uno puede construir como intendente. Una vez más, nos enfrentamos a un tema que se resuelve a través de la pasión por las autonomías Un Estado que conoce a sus ciudadanos, a sus servidores, es más eficiente.
CORONAVIRUS
—Contanos en detalle cómo fue tu recuperación con el plasma, el tema del que hoy todo el mundo está hablando. ¿Cómo era tu cuerpo previamente a la aplicación del plasma y qué sentiste inmediatamente después?
—Tuve los primeros síntomas un día miércoles. Como es de público conocimiento, después de una reunión con el ministro Daniel Arroyo, tuve un almuerzo y en la oficina del municipio me empecé a sentir afiebrado.Tenía 38,5. Suspendí la agenda y me vine a casa. Pasé una noche muy fea, con mucha transpiración. Me levanté, llamé a mi médico y le dije que hiciéramos el hisopado, por las dudas. La verdad es que creía que era una angina de esas tan comunes en esta época, o una bronquitis, de las que suelo tener por mi problema respiratorio. Me quedé en casa, la pasé muy mal el jueves, ese día dormí solo. Le dije a Jésica que se fuera para otra habitación. Se fue con Cloe. El día viernes me entregaron el hisopado positivo y ahí rápidamente me fui al hospital municipal de Llavallol. Junté al equipo médico. Ingresé con una placa toráxica y estudios de sangre y de respiración normales. Era el cuadro de un coronavirus leve. El comportamiento fue de mucho dolor corporal, dolor de garganta ese fin de semana. Hasta ahí veníamos bien. Al quinto día, el miércoles, cuando me hacen el estudio de oxigenación, me da baja oxigenación en sangre. En ese momento me llevan a la planta baja a hacerme una tomografía. No me daban el resultado. Pregunté por qué no lo hacían. Me dijeron que tenían que compararlo con estudios anteriores. En ese momento me asusté. Llamé a mi médico de cabecera, Ramiro Heredia, del Hospital de Clínicas, que me atiende desde el año 2011. Se vino para el hospital, y con Mariano Ortega, que es el médico de planta, nos juntamos, vimos las placas y la tomografía. Ahí apareció el diagnóstico: que tenía neumonía bilateral. Hasta ahí era un enfermo leve, no necesitaba ningún otro tratamiento que no fuera algún antifebril. En ese momento me convertí en un paciente grave. Por mis antecedentes asmáticos, debíamos actuar. El médico me dijo que teníamos dos posibilidades, que todo estaba en fase experimental. Había que comprender que es una enfermedad que solo tiene seis meses, nadie conoce cuál es el comportamiento del virus en cada cuerpo. Así fue como me ofrecieron los corticoides y el plasma. Rápidamente accedo a los dos, el corticoide fue rápido: a la tarde comenzaron a suministrarme dosis altas de corticoide, los primeros cinco días, porque tenía mucha inflamación en los bronquios, y después el plasma. El plasma no es la solución, no es un tratamiento científicamente comprobado, está en experimento. Lo digo para que entiendan los familiares de quienes están enfermos. Si fuera la solución, no habría tantos muertos en el mundo. En la Argentina van ciento y pico de casos de muestra. En Estados Unidos se está haciendo una muestra en la Universidad con 20 mil pacientes, recién con más de 1 millón de contagiados. Es un recurso finito. Uno hace un trámite en el Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante). La Fundación, en la provincia de Buenos Aires, trabaja de forma muy transparente. Se deben llenar unas planillas con la solicitud del delivery del plasma, que tiene que ver con cumplir los requisitos siendo paciente crítico o grave. Ya sabemos quiénes son los pacientes, los que están con respirador, en terapia. Los graves son los que tienen falta de oxigenación, creatinina alta, entre otras cosas. No voy a nombrar cada uno de los elementos que solicita el Incucai. Una junta médica lo aprueba, tiene que ser solicitado por su médico. No es que yo solicito el plasma, sino que el médico que me asiste tiene que solicitar el tratamiento. Ahí doy la autorización, firmo una planilla y viene el delivery. Por mis problemas precedentes, no tengo vías para recibir transfusiones. Por ese motivo, me tuvieron que hacer una pequeña intervención a medianoche en el quirófano. Alrededor de las 0.30 me hicieron el traspaso del plasma. Lo cierto es que no le puedo atribuir al plasma mi estado hoy porque científicamente no está comprobado. Pero con el conjunto del plasma y de los corticoides en 48 horas comencé a tener buena oxigenación, comencé a sentirme sin dolores, pude tener mayor capacidad pulmonar. La verdad es que yo les digo a todos que esta campaña, esta ley que se sancionó en la semana con iniciativa del diputado Máximo Kirchner y el acompañamiento de Cristian Ritondo y todo el bloque opositor revela una Argentina solidaria. Me parece que cada uno debe pensar en qué lugar quiere estar en la pandemia y dónde puede ayudar. Quienes fuimos infectados y tuvimos la suerte de recuperarnos deberíamos donar plasma porque es un tratamiento alternativo, experimental, pero que no tiene efectos colaterales. Es como una transfusión. Muy poca gente puede producir rechazo, que se soluciona con un simple antibiótico. Vale la pena intentarlo y vale la pena luchar.
“La Provincia no puede esperar más: debe salir de este federalismo injusto.”
—Vos declaraste que es un tratamiento experimental, que no es la solución, que es un recurso finito, que también había limitación para algunos pacientes, que todavía está en estudio, y afirmaste que “lo que sí está claro es que no tiene contraindicaciones”. Parece comprensible que todos los enfermos que requieran hospitalización deseen que se les aplique.
—Pero cabe hacer el siguiente llamado de atención. No es un tema de quererlo o no. Desde el viernes que ingresé al día miércoles, que se agravó el cuadro, no podía solicitar el programa porque no estaba dentro del protocolo, porque no era un enfermo grave, no tenía otra dificultad más que un resfrío doloroso, una gripe fuerte, con fiebre, que con el paracetamol se me controlaba. No es el paciente el que solicita el tratamiento, sino el médico que ve que el paciente pasa a otra etapa. Eso tiene que quedar bien claro. Tampoco es que se recibe el plasma por ser cercano al poder o rico, yo fui atendido en un hospital público, en un hospital municipal, llené las planillas como todo ciudadano argentino. Pero el tratamiento es solicitado por el médico de cabecera que lo asiste, que sabe cuáles son los requerimientos de protocolo para poder entrar en la etapa del plasma. Tampoco me dieron corticoides inicialmente, porque no los solicitaba mi organismo.
—¿Qué te dicen los médicos respecto de tu propio caso y la rápida mejora con corticoides y plasma?
—Son tres cosas. También es cómo reacciona el cuerpo ante el virus cuando la carga viral es alta. Seguramente los anticuerpos del plasma disminuyeron esa carga, mientras los corticoides hicieron bajar también la inflamación bronquial y el cuerpo reaccionó para poder restablecerse. Ante la situación de inmunodefensa, ante la irrupción de un virus desconocido, el cuerpo sobreactúa las defensas. Por eso sufre ese desgaste, ese bloqueo, ese crecimiento bronquial o con distintos dolores, como el de cabeza, dolores musculares. Tiene que ver con la situación de las defensas. Es el cuerpo que está peleando contra un ser desconocido. Mi caso fue todo un combo que me ayudó. Por suerte hoy podemos hacer este reportaje.
—Como político y paciente que lo recibió, ¿cómo te parece que se debería regular su acceso? Como no puede estar disponible para todos los pacientes, ¿cuál sería la forma ética de regular su uso?
—Primero, hay que trabajar en una gran campaña de concientización y solidaridad. Como decía, es un recurso finito. Pensar en qué podemos ayudar, en qué queremos contarles a nuestros hijos y nuestros nietos acerca de cómo nos ubicamos ante la pandemia. Muchos pueden estar en el lugar de haber sido solidarios y donado plasma. Es lo primero y lo más importante. En cuanto a la regulación, está muy bien lo que hace en la provincia de Buenos Aires el Hospital de Clínicas y muchísimos otros lugares que habilitaron la donación y el suministro de plasma. La ley va a ayudar, pero creo en el trabajo y la concientización misma que están haciendo los profesionales, aquello de explicar que no es un delivery para cualquier paciente. Entendamos primero que frente al coronavirus el 80% no necesita ningún requerimiento más que estar en su casa aislado 14 días. Después está ese 20% del cual la mitad necesita una asistencia leve y solo el 5% termina en un tratamiento más intenso y la mortalidad. Si bien el contagio es muy fuerte, la mortalidad es baja en relación con la cantidad de contagios. En cuanto a la herramienta, hay que darles la visibilidad a quienes saben, los infectólogos. Los médicos saben cuál es el protocolo para el uso del plasma. No se trata de decir: “Tengo coronavirus, pasame plasma”. Se debe estar frente a un riesgo de vida, pasar de enfermo leve a enfermo grave o de grave a crítico.
“No se puede hacer espionaje berreta en la Argentina.”
—Sos uno de los casos de estudio inicial, porque se está aplicando a una enfermedad con seis meses de historia. Dado de que no alcanzaría para todos, se está probando si los caballos pueden ser “granjas donde cultivar” plasma humano disponible para ese 5% de infectados con Covid-19 graves que necesita atención médica. ¿Puede suceder con el plasma lo que pasó en otros países con las camas, que los médicos tengan que decidir a quién salvar y a quién no con su aplicación? ¿Hablaste de este tema con tus médicos, considerando que además sos político?
—El trabajo experimental comienza siempre por los más vulnerables, por los que tienen más problemas. Los casos críticos y graves van a tener prioridad. En cuanto a las camas, hay que hacer salvedades. La Argentina está cumpliendo cien días de cuarentena. El mundo cambió. Usar la palabra éxito sería quizás irresponsable, pero tengo ganas de utilizarla porque me siento con la autoridad suficiente de decir que yo lo viví, lo pasé. Es una cuarentena exitosa. Grandes líderes mundiales tomaron tarde o mal las medidas que adoptó Alberto Fernández. No va a pasar lo de las camas de otros países, porque tenemos un pueblo solidario que entendió, que se educó. Seguramente hay un sector al que todavía le falta entender y comprender la magnitud de la problemática que es el coronavirus. La gran mayoría de los argentinos entendió las medidas extremas que tomó el Presidente. Como dirigente político, como líder, es muy difícil levantarse todos los días y tener que dar la misma mala noticia. No hay noticias buenas durante una pandemia. Porque todos los días tenemos muertos, todos los días tenemos infectados. La Argentina se dotó de un sistema de salud muy grande, prácticamente lo duplicó. Hubo un tercio más de personal de la sanidad contratado. Se hizo un gran trabajo. Se hizo mucho y bien. Claro, cuando uno ve que tenemos treinta muertos, 2.500 contagios en un solo día, supone que hay cosas que se hicieron mal. Pero el virus es imparable. La pandemia afecta a todos los países del mundo. La Argentina es un ejemplo, seguramente hay cosas para ajustar que se están aprendiendo, que tienen que ver con la economía, con llegar más rápido desde el Estado a quienes más necesitan y sufren. Veo la angustia acá en Lomas de Zamora. Lo percibí los días anteriores a la internación. Vi la angustia de esos comerciantes a los que se les iba el sueño de toda la vida, la de quienes iniciaban un nuevo proyecto, la de la gente que se queda sin trabajo. Ahí es donde tiene que estar el Estado, donde tenemos que trabajar fuertemente. Celebro las decisiones que tomó Alberto Fernández. Es una cuarentena exitosa en la cual no vamos a tener que distinguir para quién es un plasma y para quién no. Con la responsabilidad con la que están tomando la situación los argentinos, el sistema de salud viene aguantando y no colapsa producto de decisiones que a veces son duras.
—Ante el precedente de la pareja de María Eugenia Vidal, el periodista Enrique Sacco, contagiado al igual que ella, ¿qué te dicen los médicos acerca de que no se haya contagiado tu esposa?
—No tienen respuesta. Ayer hablaba con un amigo, Mauricio D’Alessandro, que no se contagió y la mujer, Mariana Gallego, abogada, dio positivo. Tuve compañeros de trabajo, como mi secretario de Gobierno, que se contagió, mi secretaria privada que se contagió y el esposo no se contagió. El virus tiene un comportamiento muy raro. Es un bicho malo, al que falta estudiar mucho, que se mete por cualquier lado. Debemos entender que nuestras vidas son diferentes a partir de su aparición y que hay que cuidarse y tomar los mayores recaudos. Hay que cuidar a nuestros abuelos, a las personas con factores de riesgo. En eso se está haciendo un gran trabajo. La sociedad entendió la necesidad de cambiar su hábitat. Mi mamá tiene 84 años, y hace solo un día fui a la puerta de la casa de mi hermana a saludarla desde atrás de la reja. El mayor esfuerzo de la sociedad es el de los afectos, más allá de otras situaciones como la pérdida de los puestos de trabajo.
—¿Qué les respondés a quienes irónicamente dicen que sos el caso de contagio y cura más rápido del mundo?
—Que contagiarse le puede pasar a cualquiera y que tuve 14 días de recuperación. Estoy en la media del período de curación. Los asintómaticos tardan ese lapso. Ojalá que todos podamos tener una recuperación. El 99% de los 1.200 muertos que la Argentina está sufriendo y llorando todos los días tenían factores de riesgo. El 99% tenía antecedentes crónicos, por su edad, que lamentablemente aceleraron su ida al más allá. A los que dicen cosas de ese estilo les deseo lo mejor. Estoy para aportar lo mejor que pueda. Me tocó una experiencia que no se la deseo a nadie. Pero la utilizo de la mejor manera, de buena fe, para que la gente sepa que se puede luchar y que vale la pena.
“Con la profesionalización del juego se desbancó a los pasadores y apostadores del Conurbano.”
—En 2011 a vos te diagnosticaron un seminoma, un tipo de cáncer de testículo, pasaste por una intervención quirúrgica, tuviste un largo tratamiento que incluyó rayos X, quimioterapia. Después de eso dijiste que la enfermedad te había traído sabiduría. Afirmaste, textualmente: “Hoy vivo los problemas de otra manera, me interesa resolverlos desde otro lado. Antes también los resolvía, pero por ahí la obsesión se convirtió en planificar, estar más tranquilo, ver día a día cómo podemos avanzar. A veces la desesperación te hace equivocar”. ¿Qué te enseñó ahora ser paciente grave de coronavirus?
—Mi fundación como persona fueron esas palabras, allá en mis 41 años. Esto da lugar a la misma reflexión, y ocurrió en un lugar en el que uno había planificado a partir de un sueño. Sabía que Lomas de Zamora merecía una salud de mayor calidad. Y era un sueño muy loco porque cuando hablábamos de cuestiones políticas, cuando yo decido con mi equipo hacer la inversión pública más grande de la historia de Lomas de Zamora en el Hospital de Llavallol, venía de un decreto de baja de la gobernadora Vidal que había denegado la expropiación. Junto con los vecinos me presenté en la Justicia y tomé ese hospital y compramos la quiebra. Tenía una planta baja y un primer piso destruido. En tres años hicimos un hospital de complejidad, con tres quirófanos, con sesenta camas, un tomógrafo, un mamógrafo, con toda la tecnología gratuita para los vecinos de Lomas de Zamora. El futuro me llevó a estar 14 días aislado en una de sus habitaciones. Eso me hizo pensar que iba por el buen camino. Son todas esas reflexiones que yo hacía allá, por el año 2011, con 41 años, cuando decía que había que sentarse a planificar y había que mirar con perspectiva, no equivocarse en el hoy, que no te agote el hoy. Si en ese momento uno pensaba que iba a tardar siete años en llegar a un objetivo y terminar un hospital, que es el orgullo de todos los lomenses, seguramente muchos no lo hubiesen empezado, la vorágine del día a día no lo hubiese hecho. Y creo que esa paz espiritual, esa posibilidad de proyectar como dirigente el futuro, me dio la posibilidad de hacerlo, de atenderme, pero a cientos y cientos de vecinos de Lomas de Zamora les queda un lugar para que sus familias puedan ser atendidas con salud pública de calidad.
—Frente a la nueva cuarentena restrictiva y la dificultad geográfica que plantea, ¿cómo harán los intendentes del Conurbano para controlar el acatamiento?
—Las medidas tienen que ver principalmente con el traslado. Ese gran pedido del Presidente y que hacemos todos tiene que ver con la conciencia colectiva. Estamos ya en un estado de control pleno. Tenemos todo nuestro personal desplegado, nuestras fuerzas policiales, civiles, el personal de tránsito. Hemos hecho controles en todos los horarios y en todos los accesos. La restricción pasa por la conciencia cívica. Algunas actividades serán suspendidas. Principalmente lo que debe hacer la población es extremar el esfuerzo de salir solo por una necesidad de urgencia, que el propio vecino ayude a que esta cuarentena exitosa siga por este rumbo para que la curva baje. Ojalá este sea el pico y no siga creciendo. Sabíamos que iba a pasar, que iba a crecer, por eso nos preparamos. La mayor responsabilidad está en que la sociedad siga entendiendo que el esfuerzo vale la pena.
ESPIONAJE
—En la causa de espionaje ilegal que tramita el juez Federico Villena, de Lomas de Zamora, se señala que fuiste una de las personas más espiadas, ¿a qué lo atribuís?
—Aún no tuve acceso a la causa. Solo tuve la notificación. Después fueron los primeros citados, como la ex presidenta, la actual vicepresidenta Cristina Kirchner. Hablé por teléfono con ella. También sé que estuvo el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. Mientras estuve internado pasaron unos cuantos dirigentes más. Todavía no tengo acceso a la información que me involucra. Seguramente cuando me restablezca, a partir de la semana que comienza hoy, me comunicaré con el juzgado del doctor Villena para ponerme a disposición y me dé un turno para escuchar la situación en la sala. Es un hecho lamentable que en la Argentina, después de los tiempos infames de dictadura, se siga con estas viejas metodologías que no sé todavía a quién atribuir. Sé que el anterior no fue un gobierno bueno con la dirigencia opositora. Fue persecutor: hay muchos jueces, fiscales y dirigentes que que ya denunciaban la situación durante el gobierno anterior. Se abre una etapa investigativa, al juez hay que dejarlo trabajar fuertemente, exponer las pruebas, que haya un juicio justo. En esta Argentina en la que hablamos de desigualdades es importante que haya una defensa justa y que se pueda impartir justicia. Nunca hice política ni me gustó que hicieran política para destruir al otro, y menos para perseguirlo con cuestiones de espionaje berreta en una Argentina que tiene que gastar sus recursos, su fuerza, su potencial en dar trabajo, en achicar la brecha de la desigualdad. No puede ser que haya mano de obra desocupada u ocupada, con recursos del Estado, escuchando a dirigentes opositores u oficialistas como dicen los trascendidos de los medios.
“Trabajamos mucho para que haya formalidad en La Salada.”
—Hay otra causa de espionaje ilegal en La Plata. Mañana declarará el ex director de Asuntos Internos de la Bonaerense de cuando María Eugenia Vidal era gobernadora, Guillermo Guerra, acusado de espiar específicamente a intendentes, ¿qué expectativa tenés en tu caso en particular sobre esa investigación?
—Uno en la función supo siempre que se hablaban esas cosas. Siempre hay un sector de mano de obra de la Bonaerense junto a algún sector afín de la política o la Justicia inescrupulosa que llevan y traen información berreta, calumnias, injurias. Que arman portales de servicios de inteligencia berreta para extorsionar a la política. Esas viejas prácticas deben terminarse. La enorme mayoría de los dirigentes de la provincia de Buenos Aires hemos sufrido esa situación. Por suerte, nunca tuve temor de eso. Siempre los enfrenté desde la razón y nunca tuve la necesidad de sufrir un acto extorsivo porque nunca iba a aceptarlo. Mi vida es pública: mi vocación es ser servidor público y me dediqué a ello. Después que digan lo que quieran. Mi familia, mis hijos, mis amigos, quienes me votan y quienes no también, saben el hombre de bien que soy y la lucha que doy. Lo hago por la política y por la reivindicación de la igualdad y la solidaridad en la Argentina.
POLÍTICA
—¿Cómo es tu vínculo con Axel Kicillof? ¿Tenés mejor relación con Máximo Kirchner que con él?
—Con Axel tengo una excelente relación. Con Máximo tengo más vínculo, porque lo conozco de hace más tiempo y también por la actividad. El gobernador debe atender a 137 intendentes. Me siento un privilegiado porque puedo hablar a diario, porque intercambiamos distintos temas, más allá de los de mi municipio, que es el segundo más grande por tamaño de la provincia de Buenos Aires. Con Máximo tengo mucho más trato, he construido una relación política, un vínculo más afectuoso, de más horas de trabajo, de discusión política, de pensar en la Argentina que queremos. Con el gobernador pasa que hay que discutir más el día a día. Con Máximo tenemos además la visión de pensar y discutir sobre la Argentina que queremos para los próximos diez años.
“La provincia de Buenos Aires recibe la mitad de lo que aporta al PBI nacional.”
—Eras el candidato de Máximo Kirchner para gobernador hasta que Cristina Kirchner optó por Kicillof. ¿Por qué crees que no te eligió?
—Eligió un gran candidato al que todos acompañamos. Era el momento de una síntesis, se necesitaba unir a todos los sectores. Cristina en su estrategia eligió a Alberto Fernández y Axel como dos personas para unir a todos los sectores. Los resultados demuestran que fue netamente exitoso. Se ganó en primera vuelta a nivel nacional. Y en la provincia de Buenos Aires el triunfo fue por más del 50%. Fue una estrategia diseñada a la perfección por Cristina. Los nombres personales son las circunstancias, son anécdotas. En mi caso, trabajo en un proyecto colectivo. Por supuesto que todos los hombres de la política tenemos ganas de seguir creciendo y de ir buscando distintos lugares para aportar lo mejor para la Argentina; pero estoy contento con este gran frente que se armó. Con las decisiones que tomó Cristina se dio una vuelta de página a la historia y vamos a edificar una gran Argentina. Esta pandemia nos pone en un momento difícil, pero seguramente con Alberto y con Axel vamos a construir un país diferente, más igualitario.
—¿La decisión del candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires se tomó estratégicamente pensando en la elección nacional en su conjunto, como un equilibrio para unir a alguien que no representaba al kirchnerismo como Alberto Fernández con alguien como Kicillof que lo representaba mejor?
—Incidieron muchas cuestiones, entre las que se cuentan las cualidades personales de los dirigentes. En materia colectiva, primó en Cristina la idea de unir a todos los sectores y de nivelar a los integrantes de todo el Frente. Había que construir un frente opositor muy amplio, en el que nadie quedara fuera. Lógico que siempre hay disconformidades, pero creo que fue exitosa la decisión de Cristina en todo su ámbito.
—¿Es correcto decir que al no darte la gobernación a vos se eligió una persona de tu confianza, Federico Otermín, como conductor de la Cámara de Diputados de la provincia?
—Sí. Dentro de las negociaciones para armar el frente electoral estuvo la disposición de que La Matanza condujera la Cámara de Senadores y que el sector de mi persona, el de los intendentes, el territorio, presidiera la Cámara de Diputados. Lo mismo pasó con Sergio Massa, que preside la Cámara de Diputados nacional. Creo que fue una fuerza que equilibró y les dio participación a todos. Un hombre muy joven en la política, Federico Otermín, está haciendo un trabajo enorme de articulación entre la Legislatura y el territorio. Es inédito el trabajo entre los municipios y la Legislatura bonaerense. Estoy muy contento de la persona que elegí para poner al frente de ese lugar tan importante.
“De una vez por todas hay que sentarse a discutir recursos.”
—¿Es correcto decir que sos uno de los intendentes de mejor relación con Cristina Kirchner?
—Cristina tiene trato con muchos. Tengo una relación bárbara con ella. Fue muy afectuosa en su llamado de estos días, en su interés. Hablábamos prácticamente todos los días, salvo esos dos o tres días en que no estuve bien. Somos personas de la política. Me encanta que Cristina tenga tiempo para poder hablar. Soy un tipo de mucha iniciativa, me gusta estar proponiendo constantemente ideas, cambios para el peronismo de la provincia de Buenos Aires, y encontré en ella una persona que escucha. Hablamos desde el año 2016, después de haber perdido las elecciones. Con toda su persecución, los problemas que tenía Cristina, siempre se hacía tiempo de atenderme, llamarme. La consultaba hasta en días feriados y siempre me dio el apoyo de empujar un proyecto provincial en la provincia de Buenos Aires.
—¿Cada cuánto hablás con Cristina?
—Ahora más por mi situación de salud, pero siempre hablo mucho.
—Néstor Kirchner recibía a los intendentes y Cristina Kirchner era más distante. ¿Cómo es la relación de los intendentes del Conurbano con Alberto Fernández?
—Muy buena. Corriendo este paréntesis de mi enfermedad en el que también hablé por teléfono, Alberto lo hace desde la campaña, desde el día del video que Cristina hizo con Alberto, desde ese día sábado. El día anterior Alberto estuvo en Lomas de Zamora. Tenemos un quincho donde hicimos un asado, una reunión de trabajo. Vino Alberto y había más de 25 intendentes del Conurbano. La relación es muy cercana con ellos: uno lo mensajea y él responde a la noche, te llama por distintos temas para interiorizarse y comparar. Tiene en el gabinete un ministro como Gabriel Katopodis que es un par, que es un amigo, que actúa muchísimas veces de nexo en las problemáticas de los municipios. Gabriel hace más fácil el acercamiento con el Presidente. Fue un gran intendente y va a ser un gran ministro. Está en un momento de trabajo de acción en la construcción de los hospitales en sesenta días. Se pusieron en valor cinco hospitales que tenía parados la Argentina, o al 5-10% como el hospital de Ituzaingó, el de Cañuelas, el de Esteban Echeverría y los dos hospitales de La Matanza. Alberto armó un equipo de cercanía con los intendentes. Gabriel está cumpliendo ese papel muy bien. Estamos muy contentos. Es un momento difícil porque todavía no se pueden ver muchas de las cosas que soñó Alberto y que planificó este frente electoral, que no se juntó solamente para ganar una elección sino para encontrar igualdad, generación de empleo. Después de esta pandemia se va a ver un gobierno fuerte, decidido a recuperar la producción y priorizar la equidad y la solidaridad.
—Las previsiones sobre la caída del producto bruto de este año llegan a -14%. También se proyecta una ola de convocatorias y quiebras y un fuerte efecto social de desocupación, pobreza, un clima social muy inestable hasta diciembre. ¿Temés un desborde de situaciones de violencia individuales o generales?
—No lo veo. El pronóstico que vos hacés, en cambio, sí me parece exacto. Vamos a vivir uno de los momentos mundiales más duros en lo económico y de un momento en Argentina en el que el gobierno nacional decretó la ley de emergencia alimentaria. Estábamos repartiendo un millón de tarjetas alimentarias porque la gente no tenía su plato de comida en la casa. Así llegamos a la pandemia en la Argentina, con un 40% de pobres, casi 10 puntos de desocupación, con dos años consecutivos de 2 puntos y medio de decrecimiento del PBI. Por eso, tu diagnóstico es perfecto. Va a haber momentos muy difíciles, pero creo en el Estado, en su red de solidaridad, en las organizaciones sociales, en la Iglesia. Se tejió una red estatal sorprendente. El Conurbano está contenido económica y socialmente. Ahora debemos atender a los sectores medios, que se están quedando sin los sueños. Debemos arremangarnos, juntar la actividad pública y privada, el Estado como regulador y hacer volver a la senda de la producción y la esperanza a esa enorme cantidad de argentinos que hoy se ven desbordados con esta pandemia.
—¿Cuánto aumentó el delito en Lomas de Zamora durante la recesión económica de 2019 y cómo está hoy?
—Aumenta todos los días. Es un momento difícil y van a venir otros más difíciles. Por eso hay que extremar el trabajo conjunto de nación, provincia y municipio. Lo vengo hablando con el gobernador y con los ministros. Es un tema para atender ahora, después va a ser tarde. Hay que dotar de recursos a las fuerzas, hay que planificar políticas públicas de prevención. Hay que ayudar todo lo que se pueda para hacer contención económica, productiva y sanitaria. Si tenemos desbordes violentos, muchos robos o secuestros, se va a entorpecer el trabajo paralelo del Estado. Hay que tomar cartas en el asunto urgente, no mirar al costado, no hacerse los distraídos. El problema de la inseguridad está en la provincia de Buenos Aires, está en el Conurbano. Debemos atenderlo en conjunto, poniendo la responsabilidad desde cada uno y direccionando recursos. Necesitamos trabajar sobre políticas públicas preventivas. Me parece que es un desafío que deben encarar el gobernador, el Presidente y los intendentes.
—Así como Gabriel Katopodis es, según lo que decís, un buen puente entre el gobierno nacional y los intendentes, pareciera que no existe esa coordinación entre Sabina Frederic, la ministra de Seguridad, y Sergio Berni a nivel provincial. ¿Qué opinión tenés sobre ese conflicto entre ellos?
—Me parece que, más allá de cuestiones personales, la Argentina merece otra discusión. No voy a entrar en el tema de cómo se llevan los ministros. Como carta política mía, puedo decir que se sabe que puedo mirar a cualquier dirigente a los ojos. Siempre atendí el teléfono y hablé con todos, con el más opositor, el más oficialista. Se construye con diálogo, y cuando hay diferencias se deben resolver puertas adentro.
“El Conurbano está contenido económica y socialmente.”
—¿Cómo afectará las elecciones del año próximo, de 2021, la situación económica que acabamos de describir?
—No va a ser fácil. Falta un montón y al mismo tiempo falta muy poco. Debemos atender rápidamente la angustia que te decía de estos argentinos que empiezan a creer que sus sueños comienzan a terminarse a corta edad. Gente de 45, 50 años que pueda perder su empleo, que pueda perder todo su stock de mercadería, que tiene su stock para vivir, que empiece a sentir esa falta de dignidad, que tiene que cambiar a sus chicos de escuela, que pudo acceder a nueva educación, por ahí de más calidad y que mañana no se la puede dar. El Estado tiene que estar atento a ese gran sector, que es el motor de la economía argentina. El ánimo de los argentinos no está para pensar en las elecciones. Tiene que haber un Estado dinámico, rápido, ágil, que esté, que sea sensible y que intente llegar y, al mismo tiempo, sea ambicioso.
—La historia demuestra que es muy difícil para los oficialismos ganar una elección con una economía en situación muy crítica. Al mismo tiempo la oposición tampoco tiene para mostrar demasiadas alternativas.
—Es un escenario complejo. No digo que no me preocupa, pero no pienso ahora en el entramado electoral. Me angustia esto que te digo, restablecer mi actividad la semana que viene y la desesperanza de la gente. Devolverle el granito de arena con que uno pueda contribuir como dirigente, volver a inyectar esperanza y objetivos a ciudadanos que están totalmente desorientados y angustiados.
—Por último, ¿hay algo que no te haya preguntado y que quieras agregar?
—Estoy muy contento con esta nota. Y con mi recuperación, y feliz porque en el día de hoy pude volver a abrazar a mi mujer y a mi hija.