Entrevistado por Jorge Fontevecchia en Canal NET, el jefe de Gabinete Marcos Peña se refirió especialmente a la táctica comunicacional de Cambiemos: "Está claro, es un error, pero no hubo una intención", reconoce. "Tuvimos una necesidad de construir, a veces exageradamente, una perspectiva de futuro para poder en marcha un país que estaba devastado y que eso nos llevó a un error", explicó Peña, argumentando que frases tales como "el Messi de la Economía", el "Segundo semestre" o los "brotes verdes" se derivan de la "distorción a partir de la propia conversación".
A continuación, el fragmento de la entrevista:
— Fontevecchia: ¿Tenés alguna autocrítica sobre aquella célebre conferencia de prensa del 28 de diciembre en 2017, en la que se hirió la autonomía del BCRA?
—Peña: Sin duda. Yo no quise estar en esa conferencia, creía que era un error y bueno, me llevaré al día de mañana en mis memorias por qué terminé en esa conferencia de prensa. Lo que está claro es que fuimos a comunicar una mayor autonomía del BCRA y con el tiempo se construyó como símbolo de lo contrario. Pero me parece muy interesante como caso para entender (al igual que creo que no tendría que haber estado el presidente del BCRA en esa conferencia, pero de vuelta…)
—Tengo entendido, el propio Sturzenegger me lo dijo, que lo pidió él…
—Sí, lo pidió él. No tendría que haber estado…
—…y él reconoce que no tendría que haber estado. En tu caso, ¿por qué estabas y pensabas que no tenías que estar?
—Porque era un anuncio más bien económico, que se podía dar desde lo económico, pero creo que hubo varios que promovieron que yo estuviera para poder darles un paraguas justamente político, mostrar que había un nivel de entendimiento que probablemente era menor de lo que se transmitió. Por eso después, con el tiempo se fue generando esa percepción, porque esa percepción fue construida probablemente en alguna parte por los propios actores del mensaje.
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—O sea, se logró exactamente lo opuesto a lo que buscabas.
—Exactamente.
—Decime: ¿te da un poco de culpa que las tensiones que se producían en ese momento entre el BCRA y la parte económica del Poder Ejecutivo era porque se le pedía al BCRA que bajaran las tasas y que Sturzenegger tenía tasas muy altas, alrededor del 30%, y hoy paradójicamente tengamos tasas del 60%? Visto en retrospectiva, ¿parece que aquella discusión no entendía las circunstancias en las que se estaba?
—Creo que hoy por hoy tenemos una mejor línea coherente de acción económica que en ese entonces. Creo que mi rol ahí era más de ayudar a tratar de acercar posturas que a empujar posturas, pero entiendo que el rol del Jefe de Gabinete es de pararrayos oficial, me viene con el cargo y lo entiendo perfectamente, pero…
—Visto en retrospectiva, ¿tenía más razón Sturzenegger en ese punto respecto a no bajar las tasas?
—No me quiero meter en esa discusión que es muy técnica. Me parecía que había buenos argumentos para ambas cosas y me parece que lo que pasó después, más allá de los agravantes que se puedan haber generado, no tuvo que ver esencialmente con eso, porque a las pocas semanas el mercado reaccionó muy positivamente. Creo que esto se fue construyendo más con el tiempo y lo que es central para explicar lo que pasó es el cambio de condiciones de los mercados emergentes que ocurrió a partir de abril. Pero sin duda una experiencia de gobierno te lleva permanentemente a tener que reflexionar, son aprendizajes, entendiendo que, como decía Clinton en su momento, permanentemente estás entre dos malas decisiones. Si hubiera una buena y una mala decisión todo el tiempo, sería muy fácil. En general, así como uno administra escasez, opiniones y personas, tiene que ir ayudando a guiar los objetivos generales, más en una coalición, más en una coalición con mucha diversidad de ideas. Entonces, me parece que no hay que flagelarse, sino de tratar permanentemente de ir aprendiendo y de ver cómo organizarnos mejor para esa tarea que tenemos.
—Finalmente, ¿Caputo no era el Messi de las finanzas?
—Caputo sin duda es el Messi de las finanzas y es una persona que tiene un enorme valor y aportó muchísimo, particularmente en el momento más delicado de la crisis para ayudar a que la crisis para ayudar a que la Argentina no cayera en una crisis mucho más profunda, sin duda.
—¿Te parece que su gestión fue positiva?
—Sí, sin duda. Yo creo que acá hay que separar las condiciones individuales de las dinámicas. En general, creo que el Gobierno ha tenido personas muy valiosas, independientemente de si siguen o no. Porque también puede pasar en un equipo que se necesiten otros perfiles para un momento, que se necesiten otras etapas. Y eso no invalida a la persona, por más que a veces una persona pueda sentirlo como algo negativo.
—Todo eso es comprensible si pasan dos o tres años, pero digamos, en dos, tres meses no me parece…
—Bueno, fue una crisis muy particular y profunda, y rápidamente se pudo reaccionar y creo que Toto ocupó un rol sabiendo que era provisorio para ayudar en una transición, y después había una etapa más de normalización. Eso siempre lo conversamos desde el primer momento.
—Marcos, esas metáforas (el Messi de las finanzas, brotes verdes, lo peor ya pasó, el segundo semestre, lloverán dólares) ¿a quiénes se les ocurren? ¿Son distintas personas, es una estructura de pensamiento de síntesis lingüística que crea formas de transmitir la realidad de manera simple…?
—Primero que hay muchos de esos que se fueron distorsionando a partir de la propia conversación. Si uno mira lo que se dijo efectivamente sobre el segundo semestre, tiene poco que ver con lo que después se resignificó. Muchas veces tiene que ver con este tema de explicar racionalidades que recortadas se pueden resignificar hacia otra cosa, y es parte de la época en la que vivimos, donde la conversación se produce en entrecomillados de 10 palabras, y muchas veces no se puede profundizar porque no hay tiempo, no hay vocación de poder decir “che, ¿qué se quiso decir? ¿cuál fue la intención?”.
—¿A vos personalmente te gustan las metáforas como mecanismos de comunicación masiva?
—Depende. En algunos casos pueden ser útiles; en otros, incorrectas. Depende. No hay una vocación. Hay distintas palabras, distintas frases, distintos conceptos, algunos de los cuales pueden servir mucho para explicar algo y otros que pueden ser errores o sacados de contexto.
—Ahora, en común, todas esas metáforas tienen optimismo, o sea, haber presentado un futuro que después no se cumplió y el futuro que se cumplió fue peor que el que se había presentado. ¿Eso es resultado de optimismo, de que se creía que iba a ser así, o de que se buscaba con genuino ánimo de Gobierno un lenguaje performativo para tratar de influir y que aumenten las posibilidades de que el escenario sea más positivo?
—Yo separaría dos cosas. Claramente, tuvimos una necesidad de construir, a veces exageradamente, una perspectiva de futuro para poder en marcha un país que estaba devastado y que eso nos llevó a un error; es muy difícil mirarlo en perspectiva, pero un error de sobrepromesa que después no se cumplió. Después, si analizamos algunas de esas cosas en concreto, un buen ejemplo es el del segundo semestre: planteamos que en el segundo semestre que íbamos a bajar la inflación, que iban a pasar tales cosas y pasaron todas las cosas que se dijeron. Ahora, en la resignificación, parece que no se cumplió la idea de “el segundo semestre vos vas a estar mejor”. Está claro, es un error, pero no hubo una intención, un Plan Segundo Semestre o una campaña Segundo Semestre. Lo mismo la discusión sobre si Toto es el Messi de las finanzas o no. Es un jugador valiosísimo, una persona valiosísima del equipo a la que consideramos de un talento enorme, lo que no quita que pueda cumplir una función transitoria. O sea, la idea de cómo —y es un desafío muy estructural, volvemos a lo que hablábamos antes— se construye hoy una comunicación, una conversación, cómo se administran expectativas y se transmiten sentimientos en este contexto comunicacional es un desafío para el 100% de las democracias como tal. Y muchas veces con nuestra falta de perspectiva global lo perdemos de cuenta un poco.
—Entiendo. Mi pregunta es si, como parte de una autocrítica o una reflexión, no percibís que hay un lenguaje hiperbólico en las metáforas, y que luego, como no pueden ser cumplidas por lo excesivas en su optimismo, no son un error, si finalmente fomentan la desazón que generan expectativas imposibles de cumplir.
—Eso presupone asumir que son decisiones de comunicaciones pensadas, en usar esas metáforas para eso.
—No, pero ponele que no, que esté saliendo de casualidad, pero en retrospectiva: ¿no creés que hubo un problema en un uso hiperbólico de las metáforas y que eso finalmente ayuda a que la distancia entre la expectativa y la realidad genere más desazón de la necesaria?
—No me guío por la metáfora. Cuando uno plantea que vamos a estar mejor y no se percibe que estás mejor, te alcanza. Por eso no me quedo en el detalle.
—(risas) El Messi de las finanzas, llega este tipo y en dos meses soluciona todo…
—Messi no soluciona todo, ha ido a muchos mundiales y no ha ganado, eso no quita que sea Messi. Ahí creo que hay un error de pensar…
—Bueno, yo no soy muy futbolero, pero entiendo que en Barcelona parece que soluciona todo…
—Y no, hace tres días perdió, y tres días antes había sido el rey del mundo. A lo que voy es: me parece que la idea de que nosotros tenemos un pensamiento mágico, de gente que llega y resuelve todo, etc., no ha sido nuestra intención, por más que muchas veces se haya entendido así. Que nosotros hemos transmitido la sensación, a veces exageradamente, de la velocidad y la dificultad que íbamos a enfrentar en las transformaciones, creo que sin duda en retrospectiva eso es un error y asumimos la autocrítica.
—Asumir un lenguaje menos hiperbólico para el futuro.
—Sí, menos dramático, si se quiere, en algunas cosas, puede ser. No hay Gobierno en los últimos tiempos donde vayas a encontrar tantos reportajes, conferencias de prensa, conversaciones directas como este Gobierno. Cuantas más horas de reportajes, conferencias de prensa y mensajes, más riesgos tenés de que alguna frase pueda ser resignificada.