PERIODISMO PURO
Entrevista

Cecilia Moreau: "Todas las semanas me llama algún periodista para ver si en off le cuento que hay peleas entre Máximo y Sergio"

Considera que en Diputados es donde mejor funciona la coalición gobernante. De origen "más alfonsinista que radical", luego de Gualeguaychú y la creación de Cambiemos, comenzó a militar en el Frente Renovador. Comparte espacio con varios dirigentes de una generación aún más joveny en la Cámara se reencontró políticamente con su padre, "un kirchnerista intenso". Fue una de las defensoras más lúcidas y apasionadas de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.

20210321_cecilia_moreau_ernestopages_g
Cecilia Moreau. | Ernesto Pagés

—Martín Soria, el nuevo ministro de Justicia, tiene 45 años; Máximo Kirchner, 44; Leandro Santoro, 45; Martín Guzmán, aún más joven, 38. Vos tenés 44. En la oposición, Silvia Lospennato, 43; Maxi Ferraro, 45. Son un poco más jóvenes apenas que Axel Kicillof, Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa. ¿Estamos en un momento de cambio generacional o en diez años seguiremos hablando del poder de Cristina Kirchner y Mauricio Macri?

—De Macri no sé si vamos a seguir hablando. Se sigue hablando de las figuras históricas cuando trascienden en el afecto de los pueblos.

—¿Cuando trascienden su época?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

—Estamos en presencia de una nueva generación que vino a gobernar la Argentina y hacerse cargo de las deudas de la democracia. Se percibe en los distintos espacios políticos. En el Frente de Todos lo veo muy claramente. Sergio Massa debe ser históricamente, junto con algún otro de transición, el presidente más joven de la cámara. Máximo es un presidente de bloque muy joven para lo que es el viejo peronismo. También con pocos años soy vicepresidenta del bloque. También podría hablar de Luana Volnovich en el PAMI, Malena Galmarini en AySA, Fernanda Raverta en la Anses; de intendentes jóvenes; de Martín Lousteau en el Senado y su irrupción en Cambiemos y en el radicalismo. Eso nos hace bien, sin que signifique ni jubilar ni desplazar a nadie.

—¿Dentro de unos años hablaremos más de Cristina o de Máximo Kirchner?

—La figura de Cristina va a ser disruptiva, como la de Raúl Alfonsín, la de Néstor, la de Evita, son figuras de la democracia que trascendieron su momento, y la historia la va a recordar. Espero que hablemos dentro de unos años de Máximo. Significará que como generación hicimos las cosas bien. Se habla mucho de la vieja y de la nueva política. No hay vieja y nueva política. Hay mala y buena. Un dirigente a un militante político lo lleva en la sangre y lo siente como una vocación. Tampoco se le puede pedir que se jubile por una cuestión cronológica.

—Con la pandemia vimos que el siglo XXI trajo el derecho a la longevidad. Antes, la vida biológica era distinta. Por tanto, la vida política también era distinta. Los avances de la ciencia modifican la política. Es probable que dentro de veinte años siga estando activa Cristina Kirchner.

—Seguramente. El tema es que tenga la capacidad, ella o cualquiera, de poder dejarles espacio de gestión y de acción a generaciones más jóvenes. Incluso los más jóvenes que nosotros. Los más jóvenes también vienen con mucha vocación de cambio.

“Si Alfonsín estuviera vivo, no se habría hecho la alianza del radicalismo con Macri.”

—La sociología remarca que lo generacional tiene una incidencia tan importante como el sector social o la región donde se vive. Personas tanto de la oposición como del oficialismo de menor edad tenderían así a coincidir.

—Además de la edad, la dictadura en la Argentina fue un proceso negro. Los que tuvimos la suerte de crecer en democracia tenemos una formación distinta sobre algunas cosas.

—Dijiste: “Sergio Massa y Máximo Kirchner tienen una impronta y personalidades distintas, pero tenemos miradas parecidas por lo generacional. Es una relación relajada y muy constructiva y si tienen diferencias las saldan en el debate político”. ¿Unifica lo generacional?

—Ayuda. Y hace que podamos construir también vínculos afectivos. En política son muy importantes. Es clave no faltarle el respeto al otro. De eso no volvés. Todas las semanas me llama un periodista a ver si en off le cuento si hay peleas entre Máximo y Sergio. Si se analiza a Máximo y a Sergio, son el agua y el aceite. Sergio sale en los medios de comunicación, Máximo no. Sergio se viste de una manera, Máximo de otra. Hablan distinto. Expresan también sectores distintos de la sociedad. Tienen absolutamente en claro que es así. No es que intentan mimetizarse. Sin embargo, de esa heterogeneidad surge algo positivo que tiene que ver con el objeto común que tenemos como espacio político.

—Lo generacional produce ese efecto de amalgama en las generaciones más jóvenes. Alberto Fernández y Cristina Kirchner comparten la misma generación, pero ese facilitador generacional no parece actuar de la misma manera.

—Creo que en Alberto y en Cristina también se cumple.

—No se percibe de esa manera.

—Se construyó un mito alrededor de eso. Cuando Cristina toma la decisión de dar un paso al costado y no ser candidata, y elige a Alberto como su sucesor, es porque, aparte de coincidencias políticas y de estar convencida de que era el hombre que el momento necesitaba, evidentemente también había empatía. Si no, es muy difícil llegar a semejante decisión. Quizá tienen otra personalidad. Son de una generación política a la que le cuesta exteriorizar sentimientos. 

—¿Son más formales?

—Tienen un estilo más distante. Quizá les cuesta imaginarse cómo será su relación dentro de veinte años. Nosotros tenemos la ventaja que dentro de veinte años seguiremos viéndonos la cara. Y ojalá que sea trabajando juntos por la Argentina.

—¿Habrá PASO entre Sergio Massa y Máximo Kirchner en 2023?

—No. Pero no porque no pueda ocurrir. Tal vez desde lo electoral nos convendría. Es movilizante y atractivo para la sociedad y la militancia. Pero creo que tienen la madurez para definir lo mejor para la fuerza política y la Argentina. No solo ellos. También Axel Kicillof, Alberto, Cristina. Las PASO son un mecanismo sano. No hay que tenerles miedo. Pero veo más la posibilidad de que se defina en función del perfil que la Argentina requiera. La confianza se construye. Todo lo que nos pasó desde que asumimos el gobierno y llegó la pandemia hizo que el compañerismo resurgiera. La incertidumbre y la pandemia hicieron que hubiera que ponerse muchas veces espalda con espalda.

Cecilia Moreau, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
GENERACIÓN. “Los que tuvimos la suerte de crecer en democracia tenemos una formación distinta sobre algunas cosas”. (Foto: Ernesto Pagés)

—¿La experiencia de este año amalgamó a los distintos componentes? 

—Muchísimo. Nos unió. Nos ensambló. Pensá que dentro del Frente de Todos conviven actores con historias y personalidades completamente distintas. Con nuestros errores y aciertos no perdimos el eje de lo que queremos y de adónde vamos.

—¿Habrá reelección de Alberto Fernández o será otro el candidato? ¿Sergio Massa tendrá más chances que otro candidato?

—Es muy difícil, y con lo que pasa en la Argentina también, imaginarse el futuro. Hay que pensar en qué va a pasar de acá a 15 días con el aumento de casos en el país. La región es una bomba.

—Con la irrupción de la cepa de Manaos.

—Es terrible la transformación del virus. La pandemia cambió las sensaciones de certidumbre y de incertidumbre.

—¿Si en algún momento de aquí a 2022 el covid-19 se transforma en una enfermedad crónica como cualquier otra, Alberto Fernández tendría que ser el candidato a la reelección?

—Sería un gran escenario. Estamos haciendo futurología. La recuperación económica es necesaria para la Argentina. Si Alberto plantea su reelección, también sería un escenario correcto. Es un escenario posible que evaluará el Frente de Todos en conjunto. 

—En ese escenario, Massa y Máximo podrían seguir esperando para después de 2023.

—Sí.

—¿No ves necesario el recambio generacional ahora? 

—También puede pasar eso

—¿No lo ves necesario?

—Lo veo como importante. Pero no veo en ninguno de ellos que la ambición por ser candidato sea más fuerte que la necesidad de seguir manteniendo la unidad del Frente de Todos.

—Martín Soria, el futuro ministro de Justicia, fue compañero tuyo en la cámara. Realizó denuncias sobre jueces como Gustavo Hornos, habló de “Comodoro PRO”, en lugar de Comodoro Py. Y él mismo tiene una trayectoria con antecedentes de malos vínculos con la prensa en Río Negro. ¿Cómo será su gestión?

—A Martín lo conocí en la cámara. Fui también compañera de su hermana, María Emilia. Es una personalidad fuerte. No tiene la misma personalidad que Marcela Losardo. Son distintos. Creo que habrá un Congreso debatiendo una reforma judicial. Será con dos componentes o tres muy importantes que no tienen que ver con los proyectos presentados hasta acá. No soy abogada, pero tengo en claro que si hay una deuda, además de las cuestiones sociales de la democracia, tiene que ver con cómo hacemos para que la Justicia sea más igualitaria. Para ricos y pobres, para hombres y mujeres. Es necesaria una reforma que implique más agilidad, más derechos para quienes no pueden acceder a la justicia, que incorpore temas como la justicia ambiental. Hay incendios intencionales y la Justicia no se ocupa.

—¿La reforma sería diferente a la presentada? 

—Creo que con eso no alcanza. Son dos proyectos parche sobre algo que tiene que ser mucho más profundo. A los políticos se nos critica por todo, estamos permanentemente expuestos y no está mal. Pero no le conozco la cara a un juez. Conozco a dos jueces porque son amigos míos de la vida, de casualidad. Pero nunca veo en la televisión a un juez explicando por qué dejó libre a un femicida. Es algo para revisar. Comodoro Py es un tribunal que se acomoda a las decisiones al poder de turno. Pero me preocupa más qué pasa con la Justicia de todos los días. La reforma de Losardo es un parche, eso que no termina reformando la Justicia de fondo.

—¿Es un parche o una parte? 

—Habrá que verlo. El Gobierno tomará la decisión de ir o no en serio por una reforma judicial.

—¿Lo que decís es que esta reforma se preocupa exclusivamente de la Justicia Federal?

—De un pedacito.

—¿Pero el fuero federal debería ser reformado también?

—La Justicia Federal también hay que reformarla de forma profunda.

—¿De manera distinta a la propuesta? 

—Veremos la impronta que le impone Martín. No me quiero encasillar en estos proyectos presentados. También me resisto a que la oposición diga “no vamos a discutir”. La oposición se opuso a estos proyectos antes de que estuviese presentado el texto. Lo que pretendo y sueño y quiero es que todos nos sentemos a a discutir una reforma judicial mucho más profunda. El Congreso es el ámbito que corresponde. Es la casa de la democracia. Eso implica que la oposición esté sentada en la mesa. No se puede ni se debe hacer solos. 

—¿No hay detrás de eso que decís una crítica a la visión de Alberto Fernández? La propuesta la envió el propio Presidente.

—No digo que la propuesta esté equivocada. Digo que no alcanza. El Presidente mandó dos proyectos y planteó la necesidad de reformular un sistema que quedó viejo.

—¿Habría que hacer algo diferente en materia de Justicia Federal a lo propuesto?

—No lo sé, porque lo que quiero es que el Congreso debata. Si surge algo superador, hay que hacerlo.

—¿Con la oposición?

—Sí. 

—¿Cómo se resolverá el tema de los juicios por corrupción? ¿Cómo terminarán los juicios en los que está implicada Cristina Kirchner?

—Siento que la Justicia tiene doble vara. Está muy politizada, muy manejada desde determinados sectores mediáticos, económicos. Construye sus decisiones en función de la tapa de algún diario. Y el diario construye la tapa en función de decisiones judiciales. Una declaración llega antes a la tapa de un diario que al abogado defensor. Me preocupa mucho cómo lograr justicia con esa deformación. No provengo del kirchnerismo. Pero respecto a Cristina siempre dije que si había algo que había que reconocerle es que siempre actuó de acuerdo a derecho. No se fue del país, se quedó en la Argentina, puso la cara, se presentó, dijo lo que tenía que decir. Y también sufrió un ataque político, mediático y judicial con algunas causas, como por ejemplo la del dólar futuro. No se puede entender que se pierda tanto tiempo en algo que sabemos hasta los que no somos abogados que no tiene sustento.

“Cuando se habla de la posibilidad de que Cristina pida un indulto también intentan hacerle un daño.”

—¿Te da la misma sensación con la causa de los cuadernos?

—¿Son fotocopias o son cuadernos? Es más la construcción de un relato mediático que lo que hay en la Justicia.

—Hay declaraciones de arrepentidos.

—De arrepentidos que te dicen por otro lado que fueron coaccionados.

—Algunos dicen eso.

—Hay causas judiciales a partir de las operaciones que la mesa judicial de Mauricio Macri llevó adelante con el espionaje ilegal. Es una vergüenza que Carlos Stornelli siga siendo fiscal de muchas causas.

—Si eso se comprobase, no solamente habría habido por parte de los jueces intervinientes y de los medios una mala praxis que derivaría en un delito. ¿Cuál sería el paso posterior? 

—Para los jueces hay un mecanismo, el jury, el juicio político.

—¿Saldrán absueltos los acusados?

—Yo creo que sí.

—¿Y después los que serán juzgados son los jueces? 

—Aquellos que fueron responsables del armado de pruebas en connivencia con la AFI de ese momento, con algunos articuladores judiciales y mediáticos. Que esto no se entienda como una persecución a la libertad de expresión. 

—¿Quiénes serían los articuladores mediáticos? 

—Daniel Santoro, el periodista, por ejemplo. Era por un lado jefe de prensa de Elisa “Lilita” Carrió, jefe de sección de un diario. Por el otro, tenía vínculos a través de Marcelo D’Alessio con la AFI, con los jueces, con Carlos Stornelli.

—¿Es un delito? 

—No es ético.

—Puedo compartir que quizá no sea ético. Mi pregunta es si es un delito.

—Depende. Si intentó construir un delito a través de toda esta cadena, eso es delito. Obviamente, es algo que hay que probar.

—¿No te parece demasiado grande hablar del lawfare solo por el pobre Daniel Santoro?

—Lo pongo como ejemplo.

—Si hay lawfare debería haber actores más importantes.

—Hay. Obviamente debe haber. Hay que visibilizar esos factores más importantes. No hay nada casual.

—Cuando digo el pobre Daniel Santoro me refiero a que desde el punto de vista económico es una persona a la que se le puede demostrar que no tuvo ningún enriquecimiento.

—No tiene que ver con el enriquecimiento. Tiene que ver con la capacidad de daño que se hace desde determinado lugar. Hay que saber el rol de los dueños de los medios de comunicación, de los lobbies. No de todos, obviamente.

Cecilia Moreau, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
REFORMA. “Habrá un Congreso debatiendo una reforma judicial. Será con dos componentes o tres muy importantes que no tienen que ver con los proyectos presentados hasta acá”. (Foto: Ernesto Pagés)

—¿Pero algunos dueños de medios de comunicación sí?

—El diario Clarín fue responsable de muchas de las cosas que pasaron en la Argentina. Generó una sensación de odio permanente y de campañas de desprestigio hacia distintos actores de la política.

—Esa responsabilidad puede ser política o moral. Hay una diferencia respecto a que sea un delito.

—Sin duda. No estoy en condiciones de calificarlo como delito. Para eso debería haber una Justicia independiente. La necesitamos.

—¿Puede haber en algún momento la necesidad, como decía Eugenio Zaffaroni, de generar una ley de amnistía? 

—No creo en eso. Cuando se habla de la posibilidad de que Cristina pida un indulto también se le está intentando hacer un daño. Si hay alguien que no haría algo así, es Cristina. 

—¿Y una amnistía?

—Tampoco. Creo que el momento histórico no tiene que ver con eso. Lo que necesitamos es sanear todo el sistema, no buscar artilugios que el Ejecutivo podría tener a mano o el Congreso podría poner a mano. Me parece que pasa por ahí.

—¿No ves sobredimensionada la agenda jurídica?

—Sí. Pero no en lo que hablábamos antes. Hay muchos temas que tienen que ver con la agenda judicial que realmente le joroban la vida a la gente. La agenda política judicial es la que imponen determinados medios de comunicación. La agenda política tiene otros temas

—¿Por qué renunció Marcela Losardo?

—Sintió que se cumplió una etapa. A Marcela la conocí solo de vista.

—¿En el kirchnerismo no se le da también mucho lugar a la agenda mediática?

—No. Quizás algunos dirigentes. Pero cuando veo a Axel, a Cristina, a Máximo, los veo gestionando y preocupados por la pandemia, no por las causas judiciales.

—¿Cómo viviste el llamado Vacunagate? Es un término que critico, pero aceptemos la vulgata por un momento.

—Me pareció horrible. Me molestó y me dolió mucho además como militante del Frente de Todos. Le tengo a Ginés González García como sanitarista un respeto muy importante, que no se ve alterado por lo que pasó en el ministerio. Su trayectoria no empieza ni termina en ese hecho. Me molestó mucho enterarme de que la familia Duhalde fue vacunada en su propia casa. Es un mal uso de un bien escaso y preciado como la vacuna, en el que está en juego la vida y la muerte. El Presidente actuó con mucha rapidez y eficacia. Pero vuelvo a lo de la doble vara. No vi la misma repercusión mediática cuando fue el robo de las vacunas por parte del ministro de Salud de Corrientes, Ricardo Cardozo, o cuando el intendente de Olavarría, Ezequiel Galli, de Cambiemos, dejó vencer 400 vacunas porque apagó los freezers.

—¿Es proporcional? 

—En términos mediáticos, tuvo mucho más impacto lo de Ginés. Cada vacuna hay que cuidarla como si fuese oro porque es una vida.

—¿Te vacunaste?

—No. Estoy anotada en la app de la provincia de Buenos Aires. Invito a todos los bonaerenses a que se anoten.

—Cuando la vicepresidenta habló de funcionarios que no funcionan, ¿pensaste en algún ministro como Ginés?

—Pienso en muchos funcionarios que están burocratizados. Muchas veces, cuando llegan al gobierno, se olvidan de dónde vinieron. Lo viví con el gobierno del radicalismo. Lo vi en distintas etapas de mi vida. No solo con el Frente de Todos. Se empiezan a rodear de gente que los acompañe y oficinas. A veces, el poder marea.

—¿Qué pensás del proceso de vacunación de Chile?

—Es un contexto distinto en términos poblacionales y económicos. Como bonaerense, estoy muy orgullosa de lo que se está haciendo en Buenos Aires. Recibimos la Provincia muy mal en términos de salud. Teníamos hospitales abandonados, que ya tal vez venían mal de la época de Daniel Scioli . Los cuatro años de Vidal terminaron de derrumbarlos. Pudimos reconstruir el sistema de salud. No colapsó. Construimos los hospitales modulares, llevamos adelante la campaña de vacunación más importante de la historia de Buenos Aires. Teníamos vacunas vencidas en los galpones. Estamos vacunando casi a 60 mil personas por día. El ritmo de vacunación depende de la cantidad de vacunas que tenemos. En Buenos Aires hacemos lo posible. Tenemos un gran ministro como es Daniel Gollán. Hablábamos de lo generacional. Quien está a cargo del operativo de vacunación es un joven que desconocíamos casi todos, Nicolás Kreplak. La mayoría no le conoce ni la cara ni el nombre. Y a Fernán Quirós se lo mencionaba en muchos medios como el mejor ministro de Salud de todo el país. Es un gran comunicador y sin embargo terminó haciendo un desastre con la vacunación de mayores de 80 años. 

—No cabe duda de que se avanzó mucho en infraestructura. ¿Pero no hubo falta de previsión en el tema de vacunas respecto de Chile? 

—Se hizo lo humanamente posible. Sancionamos la ley de vacunas y se empezó a conversar con los distintos países. No sabíamos qué iba a pasar. Todavía hoy hay vacunas no aprobadas del todo. Un proceso que lleva ocho o diez años se hizo en meses. Países mirados como ejemplo y modelo padecen lo mismo. Se manejó con mucha transparencia lo de la vacuna, pese al incidente que hubo en el Ministerio de Salud. Hubo destrato hacia la vacuna que en algún momento fue “la rusa”, no era la Sputnik.

—Las vacunas que se dan en Chile y se elogiaban tampoco habían publicado la fase tres. 

—Tampoco tuvieron una oposición tan destructiva. Nos llegaron a presentar una denuncia hacia el presidente de la Nación por envenenamiento. Había marchas contra el tapabocas, la cuarentena. Decían que el virus no existía. Hubo mucha mala fe de parte de la oposición.

—Dejaste el radicalismo y te fuiste con Sergio Massa. ¿Cómo te definís ideológicamente? 

—El radicalismo fue mi historia, mi familia, mi casa. No sé qué día empecé a hacer política conscientemente. Por una cuestión familiar fue mi vida. Cuando murió Raúl Alfonsín, sentí un vacío muy grande en términos de referencia ideológica. Me di cuenta de que era más alfonsinista que radical, o por lo menos respecto a ese radicalismo posterior a la muerte de Raúl. Me hacía ruido el zigzagueo ideológico. Alfonsín dijo claramente que nuestro límite es la derecha. Y la derecha es Macri. Dijo claramente que la doctora Carrió le hacía daño al radicalismo. No tenía pelos en la lengua. Decía lo que pensaba, aunque les molestase a los propios dirigentes. Pasó en el gobierno de Fernando de la Rúa muy claramente cuando empieza la etapa de la incorporación de Domingo Cavallo y el desastre ulterior. No me banqué la alianza con Macri. Estaba convencida de que si Raúl hubiese estado vivo, no hubiese ocurrido jamás. No lo hubiese permitido.

“Estamos viendo una nueva generación que vino a hacerse cargo de las deudas de la democracia.”

—En la convención nacional de Gualeguaychú, los que se le oponían a la alianza con Macri hubieran preferido ir con Sergio Massa.

—No era convencional, pero era legisladora provincial. Nunca ir con Macri ni a la esquina. Con Sergio tenía y tengo mucha más afinidad. No representa lo mismo que Macri.

—Sergio Massa hizo una alianza con Mauricio Macri en las elecciones de medio término de 2013.

—Eso ya había pasado antes. Entendió que era necesario para poner un punto en aquel momento de inflexión para la reelección eterna. Yo tenía en claro que con Macri no iba ni a la esquina. Con Sergio encontré un espacio. Muchos radicales podíamos expresarnos sin abandonar nuestro lugar. Podíamos disentir y coincidir. Sabía lo que representaba. Después eso también se trasladó al Frente de Todos. Tenemos en claro cuál es el límite. 

—¿Cómo definirías tu recorrido ideológico en los últimos años?

—Dentro de mi formación radical alfonsinista y radical, intentar representar a esa sociedad en la que la desigualdad es muy fuerte.

—¿Qué hubiera dicho Alfonsín sobre Massa?

—Sergio conoce mucho del Estado. Hay que escucharlo. Con Alfonsín tuvo dos o tres encuentros. Tenían una relación muy cálida y afectuosa. Massa manejaba la Anses cuando conoció a Raúl. Era un joven que irrumpía en la política con eficiencia. A Raúl le llamaban la atención los jóvenes que hacían política. Después, como jefe de Gabinete, estuvo a cargo de la organización de su funeral, porque la presidenta no estaba en el país. 

—¿Cómo es el diálogo con tu padre, que llega al FdT desde el kirchnerismo?

—Mi papá tiene una personalidad muy fuerte. Pero también tiene la sabiduría de no imponer su pensamiento. No te dice lo que tenés que hacer. Sabe que en casa no tiene margen para eso. Tampoco en la sociedad. Un dirigente acompaña y conduce desde un lugar de comprensión. Vivimos momentos de tensión durante los cuatro años de macrismo. Votamos leyes diferentes porque desde el Frente Renovador acompañamos algunas leyes, entendiendo que había que darle al presidente las herramientas para tomar decisiones, para que luego no tuviera excusas. Discutimos. Somos personalidades fuertes. No te voy a mentir. No es algo idílico ni falso: si tenemos que pelear, peleamos. Y muchas veces nos alejamos también. Además, como forma de preservar la relación personal y el amor, más vale no hablarse unos días que discutir. Es un kirchnerista muy intenso, con mucha convicción.

—En un reportaje de esta misma serie, Mario Meoni, ministro de Transporte, también del Frente Renovador, decía que Massa representaba más el centro dentro del Frente de Todos. ¿Estás de acuerdo?

—Sergio tiene un nivel de adhesión en un votante que no se sentía identificado con el kirchnerismo.

—¿Más de clase media?

—No sé si tiene un componente social. Son personas menos partidizadas. 

—¿Menos popular?

—No sé si menos popular. También representa los intereses y la necesidad del campo popular.

—Se decía que Máximo Kirchner portaba la bandera del impuesto a la riqueza y Sergio Massa, la del impuesto a las ganancias. Como si cada uno atendiera a una clientela diferente.

—El tema de Ganancias está planteado por Sergio desde hace mucho tiempo. También es una promesa de campaña de Alberto. Es una deuda de toda la política. Recuerdo el spot de Macri en el que decía que en su gobierno los trabajadores no pagarían Ganacias. Se pagó más. Y más plata. Sergio tomó esa bandera y la llevó adelante. No lo hizo pensando en la interna del FdT. Surge de una charla con Wado y Máximo. De la misma manera, cuando Máximo plantea el aporte de las grandes fortunas, lo habla con Sergio rápidamente. A eso me refiero cuando hablo del buen funcionamiento del Frente de Todos. No es que nadie se corta.

Cecilia Moreau, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.

—Podría ser que repartan la representación de diferentes sectores.

—Quizá tiene más que ver con la impronta de cada uno. Era lógico que él presentara ese proyecto.

—Contaste que a los 16 años tuviste que hacerte un aborto y votaste las dos veces a favor de la despenalización de la interrupción del embarazo. ¿Cómo fue tu propia experiencia?

—Conté en la cámara una experiencia personal. No sé si hice bien o mal. Me salió en el momento. No suelo hablar de mi vida privada en público. Intento preservarla, pero no siento que estuve mal. Muchas chicas vivieron lo mismo que me tocó a mí, que me falló el método anticonceptivo. Muy chica tomé la decisión de no llevar adelante un embarazo, pero con medios económicos y afectivos, porque tuve la comprensión de mi mamá para atravesar ese proceso. Veía en mi colegio, en mi barrio, en mi mundo adolescente, que a muchas chicas les pasó lo mismo. Pero tenían miedo, soledad, falta de información, no tener a quién recurrir. Es muy difícil ser adolescente, ser mujer y no tener con quién compartir una situación, También ante la violencia y el abuso. Es una discusión que transciende a los partidos políticos. Es cierto que Alberto Fernández lo prometió en campaña y el Parlamento lo llevó adelante. Pero la impusieron la sociedad y el movimiento feminista. Llegó para quedarse, no es una moda, como creen algunos. Las mujeres más jóvenes tienen mucha convicción de lo que quieren. Hay que acompañarlas. Tienen muy incorporados sus derechos sobre su cuerpo, alimentación, ambientales, reproductivos, el derecho a gozar de una sexualidad segura, libre y responsable. A la política le cuesta hablar de estos temas. Son cuestiones con poco rédito en las que la mitad de la biblioteca está de un lado y la otra mitad, del otro. El tema del aborto no podría seguir debajo de la alfombra. Había que discutirlo, porque aborto había, hubo y seguirá habiendo.

—Alfonsín tuvo muchas discusiones ante la ley de divorcio.

—Y con la patria potestad.

—¿Qué pensaría ante la ley del aborto? 

—Tenía una formación muy religiosa. No sé qué hubiese hecho. Sí sé que hubiese puesto énfasis en la necesidad de proteger la salud y los derechos de la mujer. 

—Las nuevas generaciones quizá no sepan que la patria potestad antes no era compartida; la tenían solamente los varones.

—Y no había divorcios. Hubo una concatenación de derechos que se fueron conquistando. Sin ley de divorcio y patria potestad no hubiese habido matrimonio igualitario ni muchas otras cosas que pasaron. Y pasarán. Es muy joven nuestra democracia.

—¿Se parecen Raúl Alfonsín, Alberto Fernández y Sergio Massa?

—Encuentro parecidos en las ideas. No sé si en las personalidades. Me da mucha tranquilidad mi espacio de militancia.

—¿Conociste a Alberto Fernández en la campaña de Sergio Massa?

—Lo conocí cuando Alberto se estaba yendo del Frente Renovador.

—¿Era diferente de la persona que gobierna el país?

—Veo una persona que siempre defendió sus ideas con la misma convicción y el mismo nivel de compromiso. Alberto no cambió en su forma de ser. Es testarudo en algunas cosas. Tiene la capacidad de empatizar con el otro. Tuvo templanza para llevar adelante los primeros meses tan difíciles de la pandemia.

—¿Alfonsín, Fernández y Massa son más parecidos entre sí que con Cristina Kirchner?

—No. Los distintos actores del Frente de Todos tienen en claro que lo que nos falta es construir un país donde haya más igualdad, en el que el salario le gane a la inflación.

—¿No es lo que en líneas generales desean todos los políticos?

—Durante cuatro años el macrismo trabajó para que ocurriera todo lo contrario.

—¿Creés que la idea era bajarle a propósito el sueldo a la gente?

—No sé si a propósito. Pero sé que no les preocupaba. No estaba entre sus prioridades. El macrismo llegó para enriquecerse con el Estado, como en dictadura. No le importó nada.

—Así como no careteás con tu padre, ¿no convendría explicitar y resolver las diferencias internas del Frente de Todos?

—En lo personal trato de hacerlo todo el tiempo.

—¿No te parece que Sergio Massa y Alberto Fernández tienen una cercanía en sus ideas mayor que ellos con Cristina Kirchner?

—En su momento tuvieron diferencias con Cristina y las hicieron públicas. Lo que no significa que no tengan en este momento la misma visión de lo que el país necesita. En su momento tomaron un camino distinto al del Frente para la Victoria.

—¿Hay alguna posibilidad de un corrimiento hacia el kirchnerismo de la coalición gobernante?

—El Presidente es el que toma las decisiones. Tenemos un presidente que dialoga con todos los actores representativos del Frente de Todos. El que toma la decisión final es Alberto. No tengas dudas.

 

Producción: Pablo Helman, Debora Waizbrot y Adriana Lobalzo.