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Colin Mayer: “Hay una falla fundamental en la forma en que hemos diseñado los negocios”

El economista inglés, investigador del campo de las finanzas y la gobernanza corporativas, aboga por la transformación del capitalismo y la manera en que las empresas generan ganancias, hacia una forma más responsable y más humana. Es profesor emérito de todas las Escuelas de Negocios de la Universidad de Oxford, además de decano de la Escuela de Negocios Peter Moores, y primer director del Oxford Financial Research Centre. Autor de decenas de libros donde se desarrolla su idea de la ética corporativa, es optimista en que el cambio en la manera de hacer negocios puede y debe producirse para que no terminemos cayendo en el abismo.

Colin Mayer 20241005
Colin Mayer | FACULTAD DE DERECHO UC

—Usted destaca la importancia de reinterpretar las ideas de Adam Smith, especialmente en relación con su obra: “La teoría de los sentimientos morales” y su influencia en la comprensión del capitalismo, ¿cuál es la importancia de rescatar esta obra de Adam Smith?

—Adam Smith ha sido una de las fuerzas más influyentes en la forma en que se desarrolló el capitalismo en todo el mundo, y en particular, su obra: “La riqueza de las naciones” fue la base sobre la que los sistemas capitalistas han crecido ampliamente desde finales del siglo XVIII hasta ahora. Lo que sostiene es la noción de los mercados, y la importancia de la competencia, para promover el progreso y el crecimiento económicos exitosos. Pero también publicó un libro llamado: “La teoría de los sentimientos morales”, donde enfatiza sobre la importancia de los principios morales, que subyacen al modo en que funcionan los mercados, y en particular, la noción de que la conducta moral requiere que uno promueva no solo sus propios intereses, sino también los intereses de los demás, y que en particular, da lugar a una noción de lo que es quizás el aspecto central del funcionamiento de nuestros sistemas capitalistas: eso es lo que significa para las empresas obtener ganancias, crear valor financiero para sus accionistas. En particular, su teoría de los sentimientos morales señala la importancia de pensar no solo en el nivel de esas ganancias, sino en la fuente de las ganancias, de dónde provienen y cómo una empresa las ha obtenido.

—Usted argumenta que la obra de Adam Smith “La riqueza de las naciones” fue malinterpretada y mal aplicada. ¿Podría ampliar esta idea para los lectores?

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—La interpretación actual es que una mayor competencia en los mercados de productos, de trabajo, de capital y financieros siempre es positiva y que deberíamos fomentar la máxima competencia posible. Pero la dificultad de este argumento, tal como está planteado, es que la forma en que compiten las empresas entre sí, determina el funcionamiento de esos mercados. Uno de los puntos centrales que planteo en mi libro es que, si las empresas se benefician no sólo de proporcionar bienestar a los clientes, empleados, proveedores y comunidades de todo el mundo, sino también de causar daño a esas partes, entonces no hay igualdad de condiciones, porque a las buenas empresas que se benefician de mejorar el bienestar de los clientes, empleados, etc.; les resulta difícil competir con las empresas que no lo hacen. Y en lugar de que la competencia en los mercados, los mercados de trabajo y de productos fomente lo que podríamos denominar una carrera hacia la cima, es decir, que las buenas empresas compitan mejor que las malas, puede hacer exactamente lo contrario, que las malas empresas sean capaces de competir mejor que las buenas y provocar una carrera hacia el abismo. Y eso sucede porque esas malas empresas pueden obtener beneficios de una manera en que las buenas rechazan los beneficios. Por lo tanto, no crean realmente ese bienestar social que Adam Smith asociaba con los mercados. Debo añadir que Adam Smith era muy consciente de este problema, lo reconoció en “La riqueza de las naciones”, y no sólo en “La teoría del sentimiento moral”, que lo que sustenta el funcionamiento exitoso de los mercados es la noción de justicia y, en particular, las leyes que la sustentan. Lo central de su noción de justicia era la idea de que una persona u organización, por ejemplo, un tercero, no debería beneficiarse a expensas de los demás. Y que lo fundamental para el buen funcionamiento de los mercados era un sistema de justicia y leyes que garantizaran que las empresas en particular no se beneficiaran creando perjuicios a expensas de los demás. Así que, lo que sustentaba su noción de la importancia de la competencia y el papel eficaz de los mercados en la mejora del bienestar social era esta idea, que es central en mi libro, de que tiene que haber un sistema jurídico que defienda la idea básica de beneficio sin daño, beneficio sin crear perjuicios para los demás. Porque sin eso, no hay ninguna certeza de que los mercados o la competencia nos traigan beneficios.

—¿Podría darnos un ejemplo del tipo de empresas morales en la economía? 

—Una empresa que realmente ilustra de muchas maneras lo que estoy diciendo, opera en la industria farmacéutica, se llama Novo Nordisk. Es una empresa farmacéutica danesa que produce insulina. La insulina se utiliza en el tratamiento de la diabetes. Novo Nordisk solía pensar que su propósito era simplemente producir insulina y venderla al precio más alto y con el mayor beneficio posible. Pero luego se dio cuenta de que hay un problema con esa noción de cuál es su propósito, y es que el 80% de la diabetes tipo 2 se encuentra en países de ingresos bajos y medios, muchos de los cuales no pueden permitirse su insulina, por lo tanto, estaba causando el problema. Su forma de tratamiento no estaba disponible en grandes segmentos del mundo que más necesitaban su tratamiento. Entonces, empezó a pensar de nuevo en cómo podemos resolver este problema que estamos creando y cómo podemos asegurarnos de no sacar provecho de crear problemas para otros, en particular, para aquellos en países de ingresos bajos y medios. Y se dio cuenta de que, por supuesto, hay muchas maneras de tratar la diabetes tipo 2, que pueden implicar tomar insulina, pero con frecuencia no lo hacen. Trabajó con médicos, hospitales y universidades para identificar las maneras más efectivas de tratar la diabetes en diferentes lugares. Luego se dio cuenta de que, en realidad, su propósito era incluso más que ayudar a las personas a tratar la diabetes tipo 2, se trataba de ayudarlas a evitar contraerla, en primer lugar. Empezó a trabajar con los gobiernos, las autoridades locales y los trabajadores de la salud para identificar cambios en los estilos de vida que pudieran ayudar a las personas a evitar contraer diabetes tipo 2. Ahora bien, se podría decir, eso está muy bien. Pero, ¿no socavó el modelo fundamental de Novo Nordisk de vender insulina y obtener ganancias de ella? Y la respuesta es no. Su negocio prosperó gracias a ello. De hecho, como quizá queramos comentar en breve, ahora es la empresa más valiosa en términos de valor bursátil de todas las empresas de Europa. Esto demuestra que esta idea de pensar en cómo las empresas se benefician de manera efectiva resolviendo, en lugar de crear, problemas para otros, puede ser una fuente de inmenso valor financiero, el éxito comercial de las empresas, así como los beneficios para nosotros como clientes, sociedades y el mundo natural.

“Es importante pensar no solo en el nivel de esas ganancias, sino en la fuente de las ganancias”

—¿Cuál debería ser el propósito de las empresas y cuál sería el papel de las empresas en su sociedad ideal?

—El papel de las empresas en la sociedad es, como se podría esperar, crear éxito comercial para entregar bienes y servicios que necesitamos como clientes, para los empleados, para capacitarnos, proporcionarnos habilidades y promover no sólo los intereses de sus propios clientes, sino promover la mejora de la sociedad en general y contribuir a través, por ejemplo, del pago de impuestos y mediante la forma en que ayudan a proporcionar infraestructura dentro de los países, para promover los beneficios en la sociedad y en las comunidades de tener empresas que funcionan bien. Ahora bien, la clave de esta noción de éxito comercial es la forma en que logran este resultado. Y lo que enfatizo en mis libros, es que lo que hemos llegado a reconocer cada vez más es que, aunque las empresas han sido una de las instituciones más importantes en nuestras vidas, nos visten, alimentan y dan un techo, nos emplean, y nos permiten el ahorro, es la fuente de la prosperidad económica, el alivio de la pobreza y el crecimiento de las naciones en todo el mundo. Aunque ha hecho todo eso, se reconoce cada vez más que también es una fuente de degradación ambiental, calentamiento global, pérdida de biodiversidad, desigualdad, en las sociedades en todo el planeta, en términos de equidad, en términos del acceso que las personas tienen a bienes y servicios, y en términos de un fuerte sentido de desconfianza en las empresas. Y por eso hay una creciente comprensión, aunque las empresas y el sistema capitalista han sido una inmensa fuente de beneficios para nosotros, también se asocian con detrimento y daño, así como con beneficios. Y es por eso que hemos estado observando un enfoque creciente en la regulación, de formas de controlar el comportamiento de las empresas para prevenir los abusos que están causando, así como los beneficios. Y esa es la cuestión clave que abordo en mi libro sobre el capitalismo, cómo evitamos que las empresas causen esos perjuicios.

Colin Mayer 20241005
CAPITALISMO HUMANISTA. “Una empresa debería dar a todos los miembros de la organización la sensación de que están contribuyendo a un propósito de beneficio”. (FOTO PABLO CUARTEROLO)

—En Argentina tenemos un presidente que describe a los empresarios como héroes, ¿conoce la visión económica de nuestro presidente, quien se asume como libertario y del papel que él le asigna al empresario?

—No hay duda de que muchos empresarios han sido héroes y han creado enormes beneficios para nosotros como individuos y como sociedad. Pensemos en el papel que desempeñó Henry Ford en términos de transformar el acceso que la gente tenía a formas baratas de transporte y movilidad. Pensemos en el impacto que han tenido Bill Gates y Steve Jobs en términos de dar a la gente acceso a las computadoras, a los medios de comunicación o en la influencia que está teniendo internet al darnos acceso al conocimiento y la información en todo el mundo. Estas personas han tenido un efecto transformador en el mundo en el que vivimos y en la medida en que nos beneficiamos como clientes y como sociedades.  No hay duda de que muchos empresarios, y no me refiero sólo a esos nombres muy destacados, sino también a muchas personas que crean empresas muy pequeñas, pequeñas y medianas empresas, son buenos emprendedores que desarrollan nuevas empresas desde cero. Esas personas con frecuencia contribuyen enormemente a nuestro bienestar y deberían ser consideradas héroes. Pero es interesante, si uno observa la actitud en la sociedad en todo el mundo, la reputación de los negocios es muy, muy mixta. Por ejemplo, la organización Edelman Foundation recopila información sobre la confianza en diferentes organizaciones de todo el mundo, y regularmente informa de que existe un grave déficit de confianza en el mundo empresarial. En muchos países, no sólo en Gran Bretaña, la gente tiene muy poca consideración por los líderes empresariales. Puede ser que a algunas personas se las considere héroes, pero en muchos casos no se las considera así en absoluto. Y en algunos casos se las considera villanos en lugar de héroes, porque causan graves daños al mundo. Basta pensar en la reacción de la gente por lo que ocurrió en la crisis financiera y el descubrimiento de hasta qué punto, las personas que dirigían instituciones financieras y ganaban salarios enormes se beneficiaban de crear muchas dificultades y muchos perjuicios para sus clientes y para la gente de los mercados financieros en general. Es un historial muy variado. Y es interesante que, si miramos hacia atrás en la historia, muchos de los grandes pensadores han tenido una visión muy variada del papel de las empresas en la sociedad. Así, por ejemplo, Confucio habló de los cuatro niveles de ocupación en la sociedad. Colocó a los eruditos en la cima, seguidos por los agricultores y campesinos en el nivel número dos y los artesanos en el nivel número tres. Y justo en el fondo estaban los comerciantes y mercaderes. La razón por la que los negocios han tenido esta reputación mixta es que, a los ojos de Confucio, el problema con los negocios era que eran una actividad muy egoísta. Se trataba de la búsqueda de ganancias para uno mismo, no de tratar de defender los intereses de los demás. Pero al final del día, Confucio vio muchos problemas, potencialmente en los negocios. Reconoció la importancia de esto y también reconoció lo que se necesitaba para realmente transformar las opiniones y actitudes de las personas sobre los negocios. Lo que él argumentó que era la clave para esto es lo que él llamó ganar dinero de la manera correcta. Ganar dinero de una manera que realmente beneficie, no dañe a los demás. Y esa noción es central para lo que estoy hablando. De hecho, los grandes pensadores, no solo como Confucio, reconocen la importancia de cómo se gana dinero, así como de cuánto dinero se gana. Pero, como decía, Adam Smith también reconoció la importancia de cómo se gana dinero, pero de una manera diferente, no sólo reconociendo la importancia de ello desde un punto de vista moral, sino también desde el punto de vista de cómo funcionan los mercados. La competencia era algo bueno para él. La importancia de ganar dinero de la manera correcta estaba en términos de promover economías exitosas y una competencia exitosa.

“Lo que sustenta el funcionamiento exitoso de los mercados es la noción de justicia y sus leyes”

—Hablando de Confucio, recuerdo una frase que decía que la gente que tiene fortuna es la que no puede diferenciar entre jugar y trabajar. Para que los empresarios cumplan mejor su función en la sociedad, ¿qué importancia tiene, al mismo tiempo, que hagan cosas que les gusten?

—Absolutamente. Eso es lo que está en el centro de muchos de los problemas. En este momento hay una desconexión entre lo que sentimos emocionalmente que queremos hacer o deberíamos estar haciendo y lo que sentimos que tenemos que hacer para poder, en un sentido racional, ganar un ingreso razonable, tener un nivel de vida razonable, sentirnos económicamente seguros. Y ese conflicto surge porque la noción de trabajo, a menudo se asocia no solo con el trabajo pesado, el tedio y las cosas repetitivas, sino también con la sensación de que uno no está haciendo algo que sea significativo, en el sentido de contribuir realmente a un objetivo a gran escala que está ahí para demostrar realmente cómo su trabajo beneficia a los demás. Al final del día, cuando volvemos a casa, queremos tener un verdadero sentido y propósito en nuestras vidas. Un sentido de contribución, un sentido de orgullo y dignidad. No vergüenza y culpa por lo que estamos haciendo. Y demasiado a menudo esa alianza entre el sentido de la emoción y la empatía está desconectada cuando trabajamos en organizaciones, nos domina la idea de que lo que importa y lo único que importa es en qué medida estamos aportando beneficios económicos a la empresa, en qué medida estamos logrando lo que se nos pide. Nos inculcan que el objetivo principal de la empresa es sobrevivir y prosperar económicamente. En lugar de pensar en cómo podemos realmente, como empleados, asegurarnos de que estamos haciendo algo que ayude a cumplir un propósito mayor de la organización y algo que nos permita salir a vender productos en los que realmente sintamos que estamos ayudando a los demás, que no estamos simplemente tratando de explotar a los demás en términos de obtener el precio más alto por los bienes y servicios que vendemos, sino que tenemos la sensación de que realmente estamos contribuyendo a mejorar el bienestar de los demás. Ese sentido de propósito y significado es lo que estoy enfatizando como algo central en la forma en que pensamos sobre los objetivos de las empresas. Una de las razones por las que es tan importante dar ese sentido y propósito a quienes trabajan en una organización, porque eso es lo que una empresa debería estar haciendo, debería dar a todos los miembros de la organización, desde la junta directiva hasta los trabajadores de planta, pasando por las sucursales en las que trabajan y las comunidades en las que trabajan, la sensación de que están contribuyendo a un propósito de beneficio. Pero de beneficio al crear beneficios para otras personas, a través de los bienes y servicios que venden, a través de la forma en que emplean a las personas de la organización, de la forma en que ayudan a darles habilidades y formación para desarrollar sus carreras, una sensación de que realmente están contribuyendo a algo que tiene valor social, medioambiental y financiero.

Colin Mayer 20241005
COMPROMISO FIRME. “Hay una verdadera reconsideración en todo el mundo, en términos de la naturaleza de las empresas y su papel en la sociedad”. (FOTO FACULTAD DE DERECHO UC)

—¿Cuál es su visión de la colaboración pública y privada para crear prosperidad, y cuál es el papel del Estado junto con el mercado?

—Absolutamente fundamental. Una de las razones por las que hago hincapié en esto es que pone de manifiesto la naturaleza de esa relación que se requiere entre las empresas y el Estado. En este momento, en todo el mundo hay un gran conflicto entre los objetivos de los gobiernos y el sector empresarial, y los intentos de crear alianzas, por ejemplo, las alianzas público-privadas, las privatizaciones y las iniciativas de financiación privada por parte de los gobiernos de todo el mundo, han fracasado con demasiada frecuencia. Gran Bretaña es un ejemplo clásico, de lo que fue el país que lideró las privatizaciones en los años 80 y que recientemente ha descubierto que muchas de esas privatizaciones fracasaron significativamente en la consecución de lo que se pretendía o prometía. Hay ejemplos de cómo funcionan nuestras compañías de agua y el sistema ferroviario, ambos privatizados. Y la razón de ello es que en la actualidad, existe un conflicto inherente entre los objetivos del gobierno, o lo que deberían ser los objetivos del gobierno, en la promoción de los intereses públicos o sociales y los objetivos de las empresas en la obtención de beneficios. Y es entonces cuando se forman esas alianzas. Una u otra parte de esa alianza se siente explotada, los gobiernos se sienten explotados porque están obteniendo beneficios. Las empresas se benefician a costa del interés público, como ha sido la experiencia de muchas de las privatizaciones que acabo de describir en Gran Bretaña. Y en el lado corporativo, el lado privado, existe la sensación de que el gobierno no está cumpliendo realmente su compromiso de promover el desarrollo del sector privado, introduciendo nuevas regulaciones y tratando de frenar la rentabilidad de las empresas. De modo que ambas partes sienten que están siendo explotadas. Pero esta noción de cuál es el propósito de las empresas es transformar ese conflicto entre el sector privado y el público en cooperación. ¿Por qué? Porque su negocio es beneficiarse de la solución de los problemas de las sociedades individuales en el mundo natural, no de crear problemas. Entonces, los intereses de las empresas y los inversores en ganar dinero, están alineados con el interés público porque esos beneficios provienen de la naturaleza de resolver, no de crear problemas para los demás. En lugar de que haya conflicto, hay cooperación y alineación de intereses entre las dos partes. Y eso se convierte en la base de un sistema económico realmente floreciente. Les daré un ejemplo de dónde esto ha funcionado muy bien. Me referí a Novo Nordisk como una empresa farmacéutica danesa. Hay una característica particular de esa empresa, y es su propiedad. Es propiedad de una fundación benéfica. El objetivo es realizar investigaciones para tratar la diabetes. Y por eso su propiedad está alineada, sí, Novo Nordisk se beneficia de lo que hace, pero de una forma que contribuye al bienestar de la sociedad al ayudar a derrotar a la diabetes en todo el mundo. Ahora, el gobierno de Dinamarca está alineado con empresas como Novo Nordisk y Dinamarca tiene más de lo que se denominan estas empresas de fundación, empresas que son propiedad de fundaciones que prácticamente cualquier otro país del mundo. Y, como consecuencia, existe una alineación de intereses entre los objetivos de gran parte del sector empresarial en Dinamarca y los del sector público y el gobierno, y eso ha creado una asociación extremadamente poderosa y valiosa entre ambos. La razón por la que es tan importante para las empresas contar con la asistencia del gobierno es que no pueden resolver los problemas por sí solas. Describí cómo Novo Nordisk, al resolver el problema de la diabetes en todo el mundo, trabajó con los gobiernos de todo el mundo para identificar formas de tratar y ayudar a las personas a evitar la diabetes, y eso le ha permitido obtener ganancias realmente significativas de lo que está haciendo, porque luego cuenta con el apoyo del sector público para brindar beneficios y ganancias por hacerlo.

“Tiene que haber un sistema jurídico que defienda la idea básica de beneficio sin daño”

—¿Es diferente la actitud de la empresa si los propietarios son anónimos, en una empresa que cotiza su acciones, sin un accionista fundador o dominante, de si el propietario es una persona física o si el propietario es una familia?

—Absolutamente correcto. La propiedad es de vital importancia en esta área. El grado en que las empresas se comprometen a obtener beneficios a partir de la solución de problemas, en lugar de crearlos, depende en gran medida de la naturaleza de su propiedad. Uno de los aspectos interesantes de las diferencias en la propiedad es el nivel de confianza que la gente tiene en los distintos tipos de empresas. Por eso, una de las cosas que hace el barómetro de confianza de Edelman, al que me he referido antes es observar las diferencias en el grado de confianza que la gente de todo el mundo tiene en los distintos tipos de empresas. Y lo que descubre es que hay un grado de confianza mucho mayor, en general, en las empresas familiares que en otros tipos de empresas y, en particular, que en las empresas estatales o en las empresas que simplemente cotizan en los mercados de valores, con propietarios dispersos y sin un accionista importante, particularmente importante en esa empresa. Eso refleja el hecho de que las familias tienen un interés en la forma en que funcionan sus empresas, no sólo un interés financiero, sino un interés emocional, a menudo porque son parte de una comunidad local, y es muy importante para ellas cómo se las considera y si son respetadas en sus comunidades locales. Pero también tienen un interés en los futuros propietarios de sus empresas, el hecho de que la propiedad familiar se transmite de generación en generación. Por lo tanto, realmente no solo buscan obtener ganancias a corto plazo de sus negocios, sino crear algo que tenga un valor duradero para ellos, sus hijos y nietos, etc. Eso le da una actitud muy diferente a las empresas familiares con respecto a su papel en las sociedades, en sus comunidades locales y lo que significa crear un negocio exitoso. En particular, la diferencia de las empresas de propiedad amplia donde no hay un accionista identificable, donde el enfoque está mucho más en generar retornos inmediatos a corto plazo de sus inversiones, y potencialmente hacerlo de una forma que implique obtener ganancias en detrimento de otras partes.

—¿Por qué es importante enseñar negocios con propósito en las Escuelas de Negocios y por qué usted propone que se debería modificar lo que se enseña en estas escuelas?

—Las Escuelas de Negocios han adquirido una importancia inmensa en las últimas décadas en todo el mundo, y ahora se han convertido en la principal fuente de educación para los líderes empresariales de las pequeñas, medianas y grandes empresas de todo el mundo. Por lo tanto, su educación y lo que enseñan a sus estudiantes es de vital importancia en términos de la forma en que las personas, cuando trabajan en empresas, consideran la naturaleza de sus trabajos y lo que hacen allí. Las Escuelas de Negocios pueden influir significativamente en la actitud de las personas sobre qué papel deben desempeñar las empresas. Ahora bien, la forma en que se ha estructurado la educación empresarial en las últimas décadas ha girado en torno a una noción central: que el propósito de las empresas es generar dinero para sus accionistas. Básicamente, así es como comienzan todos o la mayoría de los cursos de las Escuelas de Negocios en las escuelas de todo el mundo: la noción de que el propósito de las empresas es maximizar el valor de una empresa para sus accionistas. Ahora bien, eso significa que todos los cursos que se imparten en las Escuelas de Negocios en relación con la contabilidad, las finanzas y el marketing parten de esa única proposición. Por lo tanto, la idea de lo que una empresa tiene que hacer ha estado dominada en la educación por esta única idea de que está ahí para maximizar las ganancias para los accionistas. Lo que estoy sugiriendo es que esa noción en sí no es errónea, pero que es fundamental comenzar planteando la pregunta: ¿cuál es el propósito de la empresa? ¿Por qué existe? ¿Por qué creamos empresas? ¿Cuál es la razón de ser de las empresas? Y la noción de la razón de ser de las empresas, sí, el beneficio es importante, pero tan importante como el beneficio es cómo se crea ese beneficio. Lo que uno necesita reconocer es que el beneficio no es el objetivo de la empresa como tal, se deriva de la solución de problemas y no de crear problemas para otros. Así es como debe comenzar un curso de una Escuela de Negocios, y todo debe derivar de ahí. Si uno piensa en esos términos, ofrece una perspectiva completamente diferente sobre el papel de los líderes empresariales y cómo deben estructurarse y gestionarse las empresas.

Colin Mayer 20241005

—Estoy pensando en lo que le dicen los empresarios cuando critica su objetivo de solo ganar dinero.

—La respuesta es que captan rápidamente la centralidad de la noción de la que estoy hablando. Porque no se trata de una noción que intente cambiar fundamentalmente nuestro sistema capitalista. No se trata de enfatizar el socialismo como una alternativa al capitalismo. No se trata de sugerir que las empresas deberían estar ahí para satisfacer los intereses de todas sus partes interesadas. No es un capitalismo de partes interesadas, como a veces se lo denomina, que sigue muy centrado en la noción de que las empresas están ahí para obtener ganancias, pero también continúa y hace algo que es igualmente relevante para la forma en que las empresas y los líderes empresariales ven sus roles. Y es que las empresas están ahí para resolver problemas. Eso es básicamente de lo que trata la estrategia de una empresa. Las empresas piensan en términos de que están ahí para resolver tipos particulares de problemas en términos de producir productos, de emplear nuevas tecnologías, innovar e invertir. Entonces, es la resolución de problemas el eje central de la manera en que los empresarios piensan sobre sus negocios y elaboran estrategias para ellos. La manera en que estoy hablando sobre los cambios necesarios que deberían llevarse a cabo es en términos de cosas que son totalmente familiares para los empresarios y que realmente coinciden con la manera en que creen que deberían estar manejando sus negocios. En particular, el énfasis que pongo en la noción de que las empresas se benefician y crean valor financiero al resolver problemas, no al crearlos, es algo que los líderes empresariales pueden captar y entender fácilmente. Una vez que empiezas a dar algunos ejemplos de cómo las empresas lo están haciendo y teniendo éxito con ello, entonces la gente realmente se da cuenta de que esta es una manera de mejorar el desempeño de sus negocios. Para que puedan atraer talento, el tipo correcto de personas para contratar en ese negocio es crear confianza y lealtad reales entre los clientes, que luego se convierten en clientes habituales para crear el apoyo de sus proveedores en términos de la forma en que tratan a sus proveedores y en términos del apoyo que reciben de sus comunidades, sociedades y, en particular, gobiernos. Por las razones que mencioné antes. Y de repente surge la comprensión de que esta forma de pensar sobre los negocios no tiene que ver con el marketing o la marca. No se trata solo de lucir bien. Es el motor de lo que es un negocio. Es el núcleo de cómo se gestiona y debe gestionar un negocio, es el marco general dentro del cual se encuentra la estrategia del negocio. Cuando la gente se da cuenta de eso, comprende rápidamente su importancia y su relevancia, y piensan en cómo deberían intentar progresar y reformar sus negocios en el futuro.

—¿Usted es optimista sobre poder reformar el sistema capitalista y volverlo más humano, con objetivos que apunten al bien común?

—Soy muy optimista sobre el potencial de generar un cambio significativo que realmente ayude a abordar los problemas que enfrentamos, no solo de naturaleza ambiental y climática, en la que mucha gente hace más hincapié, sino, en particular, de muchos de los problemas sociales de desigualdad y falta de acceso a bienes y servicios que se experimentan en todo el mundo. Soy optimista porque hay una verdadera reconsideración en este momento en todo el mundo en términos de la naturaleza de las empresas y su papel en la sociedad. Y también soy optimista debido al potencial de los enormes cambios tecnológicos que están ocurriendo en este momento para ayudar con ese proceso. Por ejemplo, pensemos en la forma en que la tecnología satelital, en particular, combinada con la inteligencia artificial, nos permite comprender los cambios que se están produciendo en nuestro entorno natural, en la naturaleza, por ejemplo, a través de la posibilidad de observar prácticamente el estado y el cambio de estado de un solo árbol o de una hoja de un árbol desde un satélite, y poder procesar información sobre el grado en que diferentes partes, diferentes empresas, están causando ese deterioro de la naturaleza o contribuyendo realmente a mejorar el estado de la naturaleza. En otras palabras, nos estamos moviendo hacia un mundo en el que la idea de que las empresas deberían poder establecer realmente el grado en que están contribuyendo a nuestro bienestar o socavando nuestro bienestar es parte de sus actividades. Y eso les permite a ellas y nos permite a nosotros, como individuos, sociedades y clientes, tomar decisiones informadas sobre lo que hacen las empresas. De modo que el mundo está cambiando de una manera que hace mucho más factible lograr la transformación de las empresas en una dirección en la que la creación de valor financiero provenga de la creación de valor social y beneficios ambientales, en una forma que no ha sido tan fácil hasta ahora.

Colin Mayer 20241005
CAPITALISMO Y CRISIS. “Gran parte de la polarización que estamos observando en todo el mundo y el auge del populismo reflejan precisamente los problemas de desigualdad”. (FOTO WORLD ECONOMIC FORUM)

—Entonces, tenemos una representación insuficiente del individuo en la economía: una persona interesada solo en el consumo, en el ocio, y al mismo tiempo que Karl Marx era pesimista sobre el capitalismo porque privaba el egoísmo. Si no entiendo mal, usted piensa que el amor es más importante que el egoísmo en un ser humano.

—La descripción económica estándar del “homo economicus” es la de un hombre económico egoísta, perezoso y codicioso. Y así es como los modelos económicos nos consideran como individuos, ya seamos consumidores o empleados, empleadores o inversores. Y no se debe subestimar hasta qué punto los individuos se preocupan por su bienestar individual. Pero también es importante reconocer que somos, en gran medida, individuos comunitarios que reconocen su posición en la sociedad y se benefician de las interrelaciones que tenemos con los demás. Por eso, la noción de los principios subyacentes que guían nuestro comportamiento no es tan simple como la forma en que se describe en la economía. Son mucho más complejos en términos de la naturaleza de nosotros como individuos y el grado en que ponemos énfasis en el grado de empatía y simpatía que tenemos y recibimos de los demás. Esos son elementos muy importantes. Pero lo que estoy diciendo es que esa noción de los individuos bien intencionados puede verse fácilmente abrumada por la forma en que estructuramos nuestras economías y, en particular, las instituciones en nuestra economía. Las personas que tienen lealtades muy fuertes y un sentido de responsabilidad en sus esferas domésticas y comunitarias. Cuando llegan al trabajo, se encuentran en un entorno donde la cultura, los principios y los valores son muy diferentes y donde, por lo tanto, en el lugar de trabajo están haciendo cosas y se les pide que hagan cosas que ni soñarían hacer en su entorno personal, cosas que se sentirían mucho más cómodos si no hicieran. Un ejemplo clásico de eso es que muchos de esos banqueros que estaban en el centro de los problemas asociados con la crisis financiera y que ganaban enormes cantidades explotando a otras personas eran, en muchos casos, personas de muy buen carácter, personas que en sus entornos familiares podrían ser padres muy cariñosos y amigos de otros. Pero en el entorno en el que los encontraron en los bancos y otras instituciones financieras, se convirtieron absolutamente en “homo economicus”, codiciosos, perezosos, tratando de explotar todo lo que podían de los demás. Y es ese elemento de la desconexión entre lo que somos como seres sociales y criaturas comunitarias y lo que tenemos que llegar a ser en nuestro lugar de trabajo. Eso es lo que realmente me preocupa y estoy tratando de abordar, reconociendo que hay una falla fundamental en la forma en que hemos diseñado actualmente esta institución tan importante en nuestras vidas, es decir, los negocios. Esa falla proviene de la noción de ganancia y la noción de que la ganancia no proviene simplemente de crear beneficios de otros. Con demasiada frecuencia proviene de crear daño y detrimento de otros, y eso simplemente no debería ser así. Necesitamos redefinir la naturaleza del propósito, dentro de las leyes que gobiernan las empresas, en torno a la idea de que la ganancia debe derivar de la creación de beneficios, no de daños de otros.

“Cómo las empresas se benefician de manera efectiva resolviendo problemas en lugar de crearlos”

—Hablé de Karl Marx, permítame ir a lo contrario, o tal vez no lo contrario, solo en ciertos aspectos con Margaret Thatcher, ella decía que no existe la sociedad, solo los individuos, ¿qué piensa de esta cita?

—Esa noción de que las sociedades no son más que colecciones de individuos es algo que una inmensa cantidad de evidencia de todo el mundo ha rechazado sobre la base de observar cómo funcionan las diferentes sociedades y comunidades en el mundo occidental. Por diversas razones históricas, estamos muy dominados por el énfasis que se ha puesto en los individuos en las sociedades de otras partes del mundo. Es muy diferente, y la noción de comunidad y sociedad sigue siendo un fundamento muy fuerte de la forma en que funcionan esas sociedades. Esa noción de la importancia de la comunidad y la sociedad, en contraposición al individuo, se refleja particularmente en el lugar de trabajo, porque pasamos gran parte de nuestro tiempo trabajando y, por lo tanto, pasamos gran parte de nuestro tiempo en comunidades, basadas en el trabajo, en empresas y otras formas de organizaciones públicas, privadas y benéficas y la naturaleza de esas comunidades. También para muchas personas, la forma más importante de interacción social que tienen. A medida que la religión en muchas partes del mundo ha perdido importancia, la importancia del lugar de trabajo ha aumentado. Por lo tanto, la idea de comunidad depende particularmente de la forma en que operamos dentro de las empresas en las que trabajamos. Y cuando vamos a trabajar, no buscamos simplemente un lugar donde podamos mantenernos económicamente. Eso es muy importante. Pero todos estamos buscando un lugar donde sintamos ese sentido de comunidad, donde sintamos que estamos contribuyendo colectivamente a algo que es de verdadera importancia, y donde trabajamos juntos como equipos. Las organizaciones más exitosas son aquellas que crean ese verdadero sentido de comunidad dentro del lugar de trabajo donde la gente coopera entre cada uno como equipos y creando algo que tiene una importancia mucho mayor que los individuos que componen la empresa. Una empresa es mucho más que la mera agregación de las personas que trabajan en ella. Es una comunidad que trabaja en conjunto en una función colectiva para crear un beneficio mayor que el que nosotros como individuos podemos lograr. Y es por eso que creamos empresas y otras instituciones. Y por lo tanto es extremadamente importante que las culturas, los valores y el sentido de comunidad que prevalecen en esas organizaciones sean aquellos con los que nos sintamos cómodos y donde realmente sintamos que esa comunidad es algo de lo que queremos ser parte.

—¿Cuál es su opinión sobre los libertarios, los anarco-capitalistas, inspirados en la Escuela Austríaca y Von Mises, y sobre esta visión de la economía, la cultura y el ser humano?

—La noción de libertad, y la perspectiva libertaria, es una función extremadamente importante de la forma en que estructuramos nuestras economías y nuestras vidas, y de la capacidad de actuar en términos de cómo vivimos nuestras vidas, algo a lo que concedemos una gran importancia. Un aspecto en el que Adam Smith hizo mucho hincapié fue la noción de promover un sistema de libertad, lo que describió como el sistema de libertad natural que surge cuando se eliminan las restricciones y los sistemas de preferencia que pueden existir en las sociedades, las restricciones que pueden provenir de la regulación, etc., esa noción de libertad y derecho está en el centro de la forma en que tratamos de estructurar nuestras economías y reconocemos la importancia de tener capacidad de actuar individualmente. Pero, como dije antes, Adam Smith también reconoció que para permitir que prevalezca ese sistema de libertad, también debe haber responsabilidad. Y esa responsabilidad consiste en reconocer que no ejercemos nuestra libertad en detrimento de otros. Dicho de otro modo, uno no debe promover el interés de uno mismo, el individuo o grupo de individuos a expensas de otros. Y esa noción de nuestra comprensión de nuestras responsabilidades hacia los demás era una condición crítica para poder otorgar libertad y capacidad de acción a los individuos. Eso es absolutamente coherente con la forma en que pienso sobre la naturaleza de los negocios y la forma en que los negocios deberían funcionar. Quiero promover la competencia entre empresas. Quiero alentar un mayor grado de innovación dentro de las empresas. Quiero que las personas puedan perseguir cualquier propósito que deseen ver para sus negocios. Quiero ver florecer muchas flores en términos de dar a las personas la capacidad de promover los tipos de actividad económica que desean implementar. Pero lo que sustenta eso es que todo lo que hagan debe estar condicionado por el hecho de que la forma en que se benefician de esas actividades no impone detrimentos a los demás. Lo que quiero decir es, como Adam Smith decía: no impongan restricciones en forma de reglas regulatorias. Lo que prefiero mucho más porque en parte creo que en muchos casos no funcionan muy eficazmente. Lo que yo prefiero hacer es decir que las personas en las organizaciones reconocen sus responsabilidades y tienen la responsabilidad legal de garantizar que la forma en que se benefician de sus actividades no se produce a expensas de los demás. En otras palabras, para decirlo en términos económicos, lo que estoy tratando de hacer es internalizar lo que los economistas llaman externalidades, los costos externos, así como los beneficios que los individuos y las organizaciones, como las empresas, confieren e imponen a los demás. Éstos no deben abordarse simplemente a través de impuestos y regulaciones. Deben abordarse a través de un sentido claro y una responsabilidad legal de garantizar que las personas y las organizaciones no exploten a los demás.

“La clave sobre el capitalismo es cómo evitamos que las empresas causen perjuicios”

—¿Cuál es su opinión sobre los monopolios: crean problemas y no soluciones, son parte de los errores del mercado y es necesario corregirlos?

—La falla estándar asociada con el funcionamiento de los mercados es la prevalencia de empresas dominantes que tienen una posición monopolística en el mercado y el abuso de la competencia que tiene lugar en las economías. El problema del dominio del mercado por parte de las empresas es algo a lo que hemos dedicado mucha atención en términos de intentar mejorar el funcionamiento de los mercados y la política de competencia. Las normas antimonopolio, como se las describe a veces, han sido extremadamente importantes en términos de promover el funcionamiento de los mercados. Pero, repito, lo que estamos haciendo es aplicar a las empresas formas de regulación que son necesarias porque las empresas no reconocen adecuadamente lo que hacen. Describí en el caso de Novo Nordisk, cómo se dio cuenta de que estaba ganando una cantidad sustancial de dinero vendiendo sus productos a precios altos. Con frecuencia en una posición en la que era al menos, sino un monopolio, un oligopolio con poca competencia en ese mercado, en una forma que a menudo era extremadamente perjudicial, en particular para los países de ingresos bajos y medios, y reconoció la obligación de abordar realmente eso porque estaba imponiendo un detrimento social. Ahora bien, repito, lo que las empresas que están explotando posiciones de monopolio deberían reconocer es que están haciendo exactamente lo que estoy diciendo que no deberían estar haciendo. Se benefician a expensas de otros, de aquellos a quienes imponen precios monopolísticos y otras prácticas.  Ese sentido de obligación en términos de proporcionar un mecanismo no sólo para explotar los mercados competitivos, sino para promoverlos es algo que se está convirtiendo cada vez más en un aspecto de los negocios. Esas empresas se dan cuenta de que tiene que incorporarse en la forma en que está funcionando. Por ejemplo, muchas de las empresas de tecnología están bajo una presión cada vez mayor en términos de las posiciones de monopolio que han establecido y los litigios antimonopolio que tienen que enfrentar. Por ejemplo, en relación con los casos que se están imponiendo a Google Alphabet como se lo conoce ahora. Reconociendo que es a menudo el caso, es mejor estar por delante de las autoridades de competencia en términos de responder a esas formas potenciales de litigio. Y entonces las empresas que reconocen que están allí para resolver problemas, básicamente evitan los costos asociados con los litigios antimonopolio al encontrar formas para esencialmente beneficiarse. Ampliando el grado en que son capaces de crear un mayor grado de competencia dentro de los mercados en los que están operando en lugar de esperar a que las autoridades de competencia se lo impongan.

—¿Cuánto de las crisis recurrentes del capitalismo de los últimos 15 años y el aumento de la desigualdad han generado una polarización de la sociedad y, en consecuencia, una presión sobre la democracia?

—Enormemente. En mi opinión, gran parte de la polarización que estamos observando en todo el mundo y el auge del populismo reflejan precisamente los problemas de desigualdad que han cobrado importancia en las últimas décadas. Gran parte de ese problema de de-sigualdad proviene de la idea de que las empresas y sus inversores están ahí simplemente para obtener beneficios y crear la mayor riqueza posible. Por lo tanto, gran parte de la desigualdad está asociada, por ejemplo, a los niveles de desigualdad dentro de las empresas, entre los que están en la cima y los que están en la base de las organizaciones. Quizás incluso más grave, está asociada a los inmensos niveles de riqueza que han acumulado ciertos propietarios, inversores y empresas en relación con la riqueza que la gran mayoría de la gente de todo el mundo, sin embargo, no tiene. Y ese nivel de desigualdad da lugar, entonces, a un conjunto muy conflictivo de respuestas políticas al respecto en la izquierda socialista. Hay gente que clama por más regulación, más impuestos, una mejor aplicación de la regulación. Tanto la derecha política como los movimientos libertarios. Hay gente que dice: no, eso socava la libertad y destruye la inversión, el empleo y el crecimiento. Y aunque hay un consenso en torno a muchos de los problemas que existen en términos sociales o ambientales, no hay consenso sobre qué hacer al respecto. Ha sido una fuente de inmensa división política en países de todo el mundo. Y está poniendo una enorme presión sobre la forma en que funcionan nuestros sistemas democráticos porque está llevando a actitudes muy divididas, en las que se espera básicamente que los gobiernos resuelvan los problemas que otros están creando, que en particular las empresas están creando a través de los problemas ambientales y sociales, los niveles de desigualdad y exclusión social que están causando debido a la forma en que están operando. Esa presión corre el riesgo de socavar la función de nuestros sistemas políticos en el futuro. Todos deberíamos estar muy preocupados por eso. Pero en los próximos años debemos asegurarnos de que se produzcan resultados y hacer lo que podamos para reconocer que la fuente fundamental del problema es una mentira y que podemos hacer mucho para corregirla, de manera muy sencilla, sin provocar revoluciones, sin recurrir a políticas extremas, sino simplemente reconociendo que es necesario que se produzca una reconsideración básica del motor principal que impulsa a los negocios, es decir, las ganancias, de una manera que alinee los incentivos financieros de los inversores empresariales, con los del resto de la sociedad. 

 

Producción: Sol Bacigalupo.