—Este fue un año particular, con muchas muertes, no solo por el coronavirus. Hay dos personas que fallecieron recientemente, Carlos Menem y Miguel Bein, con los que tenías una relación muy estrecha. Bein hubiera sido tu ministro de Economía o principal asesor económico. ¿Qué te pasó este año en la relación con la muerte, con el coronavirus y el riesgo de morir?
—Es muy fuerte para todos los argentinos. Particularmente para quienes estamos muy próximos a seres queridos que nos marcaron la vida. Carlos Menem fue quien confió en mí. No como deportista, sino por la actitud, las ganas. Me impulsó a lo que fue mi primer escalón en la política en una interna abierta en la Capital Federal. Jamás dejamos de estar en contacto. Tuve un cariño entrañable, especialmente por su calidad humana, sin mezclar las cosas, porque en 2003 termino enfrentándolo. Lo comprendió perfectamente. Me lo hizo saber cuando lo fui a visitar apenas asumí como presidente del Senado. Toqué la puerta de su despacho. Estaba Ramón Hernández y le pedí saludarlo. No lo podía creer. Le dije: “Presidente querido” y su respuesta fue: “Sé el mismo de siempre”. Siempre estuve agradecido y estuve siempre muy cerca de su familia hasta los últimos momentos. Fue diez años presidente de la Nación, con aciertos, con errores, un testimonio de lucha y compromiso por la democracia. Sobre Miguel Bein: en aquel momento había que generar señales muy claras. Junto a Mario Blejer, fueron dos pilares fundamentales en lo que era la agenda del desarrollo que propuse a los argentinos para solucionar los problemas pendientes. Si hay algo que caracterizaba a Miguel, era su sentido del humor, la manera simple de explicar las cosas. Durante la campaña fue un aprendizaje constante.
—Jaime Duran Barba dijo que si Macri hubiera sido presidente durante la pandemia, la situación hubiera sido ingobernable. Contrafáctiamente, ¿cómo hubiera sido la Argentina en 2019 si en 2015 ganaba Daniel Scioli y las ideas económicas eran las de Bein y otros economistas?
—Hubiera habido una manera distinta de solucionar los problemas. Había dos caminos: uno, el gran ajuste que aplicó Macri o la agenda del desarrollo. Generar certidumbre, confianza, poner el foco en el aparato productivo, traer inversiones y de ninguna manera encarar una etapa de organización económica especulativa de lo financiero tan tóxica. Macri desaprovechó la gran oportunidad de un país desendeudado. Escaló la deuda, fundamentalmente en dólares. Y no quedó ni una mejor infraestructura ni progreso para el país.
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—Macri dice que por lo menos uno de cada dos dólares era para pagar deuda previa. ¿Cómo hubieras hecho vos para pagarla?
—Hubiera buscado un acuerdo como el propio Alberto Fernández en este momento. Con responsabilidad, no tirar la pelota para adelante, buscando la sustentabilidad de la Argentina. Que la propia dinámica de crecimiento generara recursos genuinos.
—¿Hubieras arreglado con los holdouts?
—Sí. Pero no de cualquier manera. Era uno de los temas pendientes. El otro, las retenciones a las economías regionales. Las hubiese sacado. Estaban perdiendo competitividad y la posibilidad de exportar.
—¿Hubieras salido del cepo inmediatamente?
—De manera gradual. Macri dijo que no iba a devaluar y fijate lo que hizo. Ni hablar sobre el tema tarifas. Entre dejarlas congeladas y aumentarlas un 3.000% había otro camino.
—¿Qué pensaste cuando Alberto Fernández dijo: “Los argentinos no hubiéramos tenido que pasar las penurias que pasamos estos cuatro años si Scioli hubiera ganado”?
—Hubiéramos tenido una Argentina ordenada. La devaluación es un golpe para los sectores más vulnerables. Argentina había logrado tener los salarios más altos en Latinoamérica. Hubiera habido una administración responsable de las reservas. Se hubiera generado una política muy agresiva para que ingresaran dólares genuinos vía inversiones, mayor exportación, y no vía endeudamiento. Es lo que hice. El Banco Provincia de mi gestión era una palanca de desarrollo económico de las pequeñas y medianas empresas.
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—¿Cómo hubieras solucionado el tema del atraso de tarifas?
—Segmentándolas. No generalizar ese aumento que devastó el poder adquisitivo de los trabajadores y las empresas.
—¿Y el déficit fiscal heredado de Cristina Kirchner?
—No vía ajuste, sino vía expansión.
—¿Se podía?
—Gradualmente, sí. No hay soluciones mágicas como la que proponía Macri: llegaba y de repente se solucionarían todos los problemas por la confianza. En algún momento la gente no aguantó más.
—¿Qué rol hubiera tenido Cristina Kirchner? ¿Carlos Zannini hubiera tenido un rol análogo al que tiene ella ahora?
—También decían eso de Gabriel Mariotto. Empezamos con dificultades y después tuvimos una buena relación. Es mi personalidad. También decían que no podría con Brasil, que con Jair Bolsonaro era imposible. Agarré la relación Brasil-Argentina en el peor momento de los últimos cuarenta años. Ahora el escenario es otro. Para construir poder, no había que demonizar al anterior. No lo hice nunca. Asumí el Ministerio de Turismo y Deportes y no ataqué a Hernán Lombardi. A muchos de sus colaboradores, incluso, les dije que se quedaran. Cuando asumí la Provincia, jamás me habrás escuchado una crítica a Felipe Solá. El poder se construye de cara a la percepción que tiene la gente de tu gestión y al acompañamiento que te da.
Producción: Pablo Helman y Debora Waizbrot.