El ex ministro de Economía Domingo Cavallo, participó del ciclo de entrevistadas de Periodismo Puro que conduce el CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia, y dejó duras críticas al gobierno de Alberto Fernández: "Ahora el Estado está interviniendo, pero no para organizar bien la economía".
La entrevista completa podrá verse esta noche desde las 23, por Net TV.
Tras retirarse de la política, en la actualidad se dedica a ofrecer charlas en ámbitos académicos en Estados Unidos. El exfuncionario, que tuvo un rol central en la economía argentina durante la década del '90, habló de la convertibilidad, el Papa Francisco y las primeras medidas del peronismo en su vuelta al poder.
"Ahora el Estado está interviniendo, pero no para organizar bien la economía. Se corre el riesgo de que, en lugar de beneficiar a los jubilados, terminen perjudicándolos con este congelamiento de las jubilaciones por arriba de 19 mil pesos, con la excepción de que no se congelen las jubilaciones de privilegio. Dicen que van a introducir un ajuste diferente al que había antes. Pero se opusieron al anterior porque dicen que era insuficiente... ¿Ahora qué van a hacer? ¿Van a introducir un ajuste que mejore menos que el ajuste anterior? Es muy peligroso usar la intervención del Estado a través del engaño para producir ciertos efectos", dijo sobre el actual Gobierno.
Finalmente, como solución planteó que "hay que mejorar la política". "La dirigencia política argentina es muy propensa a mentir", concluyó.
—¿Qué opina de Stiglitz?
—Mucho de lo que dice es totalmente válido para las economías estables y avanzadas, para Estados Unidos, para Europa, para Japón. Sostiene que en esas economías no se puso énfasis en tratar de mejorar la distribución del ingreso. Son economías que tienen capacidad para mejorar significativamente la prestación de los servicios de salud, de educación, para mejorar la infraestructura. También son economías en las que el acceso al crédito es casi infinito.
—Y a tasas casi negativas.
—Si emiten dinero, no tienen efecto inflacionario. Porque emitir dinero o endeudarse a tasas negativas es más o menos lo mismo. Entonces, Stiglitz es reconocido por sus aportes al entendimiento de la economía.
—... de economías desarrolladas...
—... y estables. No veo que Stiglitz se haya abocado realmente a estudiar en profundidad el tema de las economías emergentes. En el año 2002, me invitaron muchas veces de Columbia a dar conferencias. Allí me encontré muchas veces con él. En ese momento Stiglitz hizo unas declaraciones que salieron en Página 12, en las que decía que si a Cavallo lo hubieran dejado completar la reestructuración de la deuda que había iniciado, y se establecía un puente hasta que se recuperaran los precios internacionales y se deteriorara el valor del dólar en el mundo, se hubiera podido continuar la convertibilidad. Seguramente no se refirió si al tipo de cambio fijo o flotante, pero sí que se podría haber evitado esa barbaridad que fue la pesificación compulsiva de la economía. Dimos una conferencia en conjunto y hablábamos sobre si se iba a poder recuperar rápido o no la economía. Hablamos sobre la perspectiva de que el tipo de cambio real alto, porque era superalto en ese momento, alentara sostenidamente a las exportaciones argentinas. Yo me temía que podía alentar las exportaciones por unos años, pero después iba a terminar desalentándolas.
—La economía tiende a su homeostasis.
—El tipo de cambio real alto vino de la mano de la reintroducción de las retenciones y del aumento del sesgo antiexportador de la economía, que se refleja en el tipo de cambio que recibe el exportador comparado con el tipo de cambio de sus insumos o el tipo de cambio libre. Entonces dije que sería probable que cuando la moneda argentina se recuperara, se apreciara, y en términos reales el tipo de cambio se deteriorara, desaparecería la ventaja competitiva y quedaría peor que antes por las retenciones y todos estos impuestos que desalientan las exportaciones. Cuando terminó la charla me preguntó si habían puesto retenciones en la Argentina. Le dije que sí. O sea que hablaba sobre si iban a aumentar o no las exportaciones, y si se iba a recuperar rápido la economía argentina, y no había advertido que se habían introducido retenciones. No lo digo como crítica a Stiglitz, pero es algo que sucedió.
—¿A Stiglitz no le parecen buenas las retenciones?
—Por supuesto. Muchos dicen que la gran transformación de los 90 fue la convertibilidad. En algún sentido es así, pero porque la convertibilidad permitió introducir reformas de fondo en la economía que alentaron exportaciones y la inversión productiva más eficiente, que impulsaron la modernización de la economía argentina. Una de las medidas principales que se tomaron el mismo día de lanzar la ley de convertibilidad fue la eliminación total de las retenciones agropecuarias.
—El Papa Francisco acaba de invitar a Stiglitz, al ministro Martín Guzmán y a la número uno del Fondo, Kristalina Georgieva, a un debate en el Vaticano.
—El que seguramente hizo esa invitación fue Marcelo Sánchez Sorondo. Hay otro premio Nobel en la Academia Pontificia (N. de R.: Gary Becker es miembro. Fue premio Nobel en 1992). También hay un muy buen economista argentino miembro: Juan Llach.
—¿Ve una intervención del Papa Francisco en este tema?
—No creo, especialmente conociéndolo a monseñor Marcelo Sánchez Sorondo. Lo mismo sucedió cuando organizó acá una conferencia sobre la lucha contra las mafias y lo tenía sentado al lado a Hugo Moyano. También lo invitaba a Guillermo Moreno a reuniones y conferencias. Fue quien organizaba ese tipo de cosas. No creo que haya sido el papa Francisco.
“En algún momento, Alberto y su grupo de mayor confianza adherían claramente a lo que yo pregonaba.”
—¿Cuál es la ideología económica del Papa?
—Tiene una orientación que es la tradicional de la Iglesia católica, salvo por algunos pensadores más liberales que también fueron apareciendo y jugaron algún rol. Pero históricamente la Iglesia católica criticó siempre al comunismo, obviamente, pero también al liberalismo. Vio al liberalismo con gran desconfianza y con un argumento que en realidad es válido: el liberalismo por sí solo y sin ningún tipo de política social por parte de un Estado bienintencionado y bien orientado, que no sea un Estado corporativo, no produce una distribución del ingreso que pueda denominarse equitativa. El error que comete la gente que piensa así es que se imaginan un Estado que actúa en función del bien común, y que realmente piensa en el bienestar de la gente y en conseguir disminuir la pobreza. La experiencia de nuestro Estado, por lo menos, y de muchos Estados nacionales es que en las sociedades que se organizaron muy corporativamente los grupos de presión cooptaron al Estado. Normalmente, la intervención del Estado, en lugar de producir un efecto redistributivo favorable, produce un efecto redistributivo en la dirección incorrecta. Vamos a tomar un ejemplo que me parece el más relevante de todos y que puede ser referenciado al momento actual. Fue la intervención del Estado que hizo Duhalde en 2002. No sé cómo lograron venderla y que todavía hoy haya economistas profesionales que digan que el superávit fiscal y el superávit comercial que se generaron, los superávits gemelos, fueron cosas buenas y convenientes; incluso ahora hablan de que quieren generar algo semejante. ¿Cómo se generaron esos superávits? En base a un fenomenal deterioro de los salarios, público y privado, de las jubilaciones en términos reales, y una trasferencia de riqueza desde los ahorristas que pagaron el pato a los grandes endeudados que se beneficiaron pero por miles de millones de dólares. Esa es una intervención del Estado totalmente regresiva que va totalmente en contra de la idea de disminuir la pobreza, hacer justicia social. Ahora el Estado está interviniendo, pero no para organizar bien la economía. Se corre el riesgo de que, en lugar de beneficiar a los jubilados, terminen perjudicándolos con este congelamiento de las jubilaciones por arriba de 19 mil pesos, con la excepción de que no se congelen las jubilaciones de privilegio. Dicen que van a introducir un ajuste diferente al que había antes. Pero se opusieron al anterior porque dicen que era insuficiente... ¿Ahora qué van a hacer? ¿Van a introducir un ajuste que mejore menos que el ajuste anterior? Es muy peligroso usar la intervención del Estado a través del engaño para producir ciertos efectos.
—Lo que hay que mejorar es el Estado, en lugar de que no intervenga.
—Hay que mejorar la política. La dirigencia política argentina es muy propensa a mentir.
—¿No es que el Papa sea peronista, sino que el peronismo sigue la doctrina económica clásica de la Iglesia?
—Desde jovencito leí todas las encíclicas que aparecían. Fui dirigente estudiantil de un movimiento social cristiano, el Ateneo de Ciencias Económicas, incluso representé a los estudiantes en el consejo de la universidad. Siempre me preocupé por tratar de entender, con mis conocimientos de economía, la lógica de lo que planteaba la Iglesia o los papas. La forma de conciliar que encontré fue la premisa de que tenemos que perfeccionar la política y el manejo del Estado para que las intenciones de la Iglesia respecto de la justicia social sean efectivamente implementadas. Pero en la política, y en particular en Argentina, se recurre demasiado frecuentemente al engaño.