El antiguo embajador del gobierno kirchnerista ante la Santa Sede, Eduardo Valdés, reveló detalles hasta ahora desconocidos sobre la juventud y los inicios en la vida política del candidato presidencial Alberto Fernández. En una entrevista concedida a Jorge Fontevecchia para su programa Periodismo Puro (Net TV), Valdés definió al candidato del Frente de Todos como "un chico movedizo", "un obsesivo" y amante de la vida cultural: "Toca la guitarra, le gusta Lito Nebbia, Los Ratones Paranoicos", contó. "Alberto tenía unos bigotes muy particulares. Me contó que se los dejó por el amor a Lito Nebbia, que era mi ídolo. La verdad es que los bigotes no se parecían a los de Lito y se lo dije".
Además, Valdés reveló que Fernández fue "el productor general de un grupo que se llamó La Organización Negra, el antecedente de De la Guarda, quienes hicieron la coreografía del Bicentenario" y contó cómo fue el primer encuentro entre el exjefe de Gabinete con el presidente Néstor Kirchner. "El matrimonio era una cosa increíble, siempre almorzaban y cenaban juntos", dijo en su relato. "Cuando estaban ambos en el mismo lugar era almuerzo y cena. A los quince minutos ya había empatía entre Alberto Fernández y el matrimonio. A partir de allí Alberto empezó a trabajar ya fuertemente ahí, pensando en un grupo como Calafate, un grupo progresista".
A continuación, un fragmento de la entrevista:
— Jorge Fontevecchia: Fuiste el que presentó a Alberto Fernández a Néstor Kirchner.
— Eduardo Valdés: Fue porque a Alberto, que es un obsesivo, le gustaba lo que este gobernador de Santa Cruz declaraba.
—Ese encuentro fue a posteriori de la Convención Nacional Constituyente de 1994.
—En ese año compartí tres meses con el matrimonio en Santa Fe, una ciudad que no tiene muchas actividades extras. Cuando terminábamos la sesión solíamos ir a comer algo y nos quedábamos discutiendo. La política tiene esa cosa de pasión, y en el matrimonio Kirchner es multiplicada por diez de lo que normalmente se ve en los políticos. Para mí fue la gran universidad de la política. Mucho más que Georgetown.
—Allí estableciste una relación muy estrecha con el matrimonio Kirchner. Y al volver a Buenos Aires, Alberto Fernández te pide conocerlo.
—Ahí construimos una relación. Primero fue con Antonio Cafiero, mi maestro, el hombre que me formó, y el matrimonio. Cuando volvemos a Buenos Aires, seguimos cultivando el vínculo, viéndonos y pensando en qué podía acompañarnos Néstor Kirchner, que ya era gobernador y era un perfil diferente a lo que nosotros estábamos encarando en la Ciudad de Buenos Aires para enfrentar a Carlos Menem a en el año 95.
—Junto a Gustavo Béliz.
—Con Gustavo Béliz, con Jorge Argüello, en lo que se llamó la Lista Verde. Todos los que te nombré antes estábamos ahí.
—Años después, en 1999, Argüello terminó siendo precandidato a jefe de Gobierno con Alberto Fernández de vice; Argüello era el jefe de Alberto.
—Es que Alberto estaba empezando. Siempre estuvo en la política, pero nunca en la política partidaria.
—¿En la burocracia estatal?
—A él le gustaba mucho el pensamiento, lo intelectual. Alberto escribió libros. Se juntó con el grupo Calafate, que representa otra forma de la acción política. También tiene condiciones para eso. Le gusta mucho el mundo cultural: toca la guitarra, le gusta Lito Nebbia, Los Ratones Paranoicos. Algo que saben pocos es que Alberto Fernández era el productor general de un grupo que se llamó La Organización Negra, el antecedente de De la Guarda, quienes hicieron la coreografía del Bicentenario.
—Fernández estuvo en la Superintendencia de Seguros de la Nación en 1989.
—Puesto que dejó para ir a construir el Bapro, las empresas privadas del Grupo Banco Provincia.
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—Con Eduardo Duhalde.
—Alberto ya en el 97, 98, quería conocer a Kirchner. Nosotros lo vimos por primera vez en un acto en la Ciudad de Buenos Aires, a los 50 años del primer triunfo peronista, el 24 de febrero del 96’. Me pedía desde entonces hablar con él. Alberto escribió una nota muy interesante en El Cronista, Néstor la leyó y me preguntó si era el muchacho que yo les quería presentar. Nos juntamos a cenar en el restaurante Teatriz con Néstor y Cristina. El matrimonio era una cosa increíble, siempre almorzaban y cenaban juntos. Cuando estaban ambos en el mismo lugar era almuerzo y cena. A los quince minutos ya había empatía entre Alberto Fernández y el matrimonio. A partir de allí Alberto empezó a trabajar ya fuertemente ahí, pensando en un grupo como Calafate, un grupo progresista.
—Vos hablaste de aquella época y te referiste a los “lupines” (seguidores de Néstor) y los “cristinos” (Eduardo ríe) de la ex presidente. Vos eras de los primeros pero Alberto era cristino.
—Yo tenía más relación cotidiana con Néstor. Te buscaba, te hacía chistes. Y Alberto trabajó más el tema del grupo Calafate con Cristina. Tuvo mayor sintonía con ella. El grupo organizó dos encuentros: el primero, que le dio nombre al grupo, se hizo en Calafate. El segundo fue en Tanti. Ahí ya participan Carlos Tomada, Esteban Righi, mucho de los que después fueron grandes ministros de Néstor Kirchner. También estuvo Alberto.
—Alberto se los aportó.
—Néstor Kirchner fue el político que mejor leyó lo sucedido el 20 de diciembre entre los gobernadores, en la primera línea de la dirigencia peronista. Se dio cuenta de que era un hecho grave, que la dirigencia política debía arremangarse ante el cuestionamiento concreto que significaba el “que se vayan todos”. A partir de ahí se adelantaron los tiempos, Néstor se lanza de candidato a presidente. Debo decir que Néstor fue el único gobernador que apoyó a Eduardo Duhalde como presidente. Los demás se quedaron mirando lo que les pedía Menem. Sin embargo Duhalde cuando fue presidente, y después de Kosteki-Santillán para dar una salida electoral, eligió a José Manuel De La Sota. Para nosotros fue un golpe duro, pero Néstor decidió que seguíamos para adelante. Cristina nos miraba como diciendo “¿están seguros de lo que van a hacer?”, riéndose. Siempre acompañó, ayudó, pero no estaba muy convencida de nuestra jugada, de la jugada de Néstor. Alberto, lejos de eso, estaba convencido de que él lo iba a convencer a Eduardo Duhalde de que Néstor era mejor alternativa electoral que De La Sota. Era una locura, porque ya estaba jugado De La Sota, ya había hecho actos con Duhalde. Alberto es un tábano: iba todos los días a verlo a José Pepe Pampuro, que era el secretario general de la Presidencia, con encuestas en las que la proyección de Néstor hacia el día de la elección era de un porcentaje muy superior al de De La Sota. El trabajo original era de Artemio López. Lo convenció a Pampuro, que habló a su vez con Duhalde. Así fue como el presidente lo llama a Néstor para encontrarse con él y desandar el camino de De La Sota. Cuando Duhalde decide apoyarlo a Néstor Kirchner, Alberto pasó a ser el primus interpares entre todos los dirigentes que lo acompañábamos. Hasta ese momento los santacruceños nos miraban de reojo a los porteños. Los lupines le decían “Alberto Paladino”, por Jorge Daniel Paladino, aquel representante de Perón ante Lanusse que después acusaron de ser el representante de Lanusse ante Perón. Le decían “Paladino”, porque decían que era más el representante de Duhalde ante nosotros que de nosotros ante Duhalde. Pero consiguió el apoyo.
—Lo mismo decían de su vínculo con Clarín, que Alberto era más representante de Clarín en el gobierno que del gobierno con Clarín.
—Pero eso viene después. Si querés hablamos de eso. Pero en ese momento, cuando Alberto logra que Duhalde lo apoye a Néstor, se terminó Paladino. Pasó a ser jefe de campaña. Y luego, jefe de Gabinete.
—¿Lo conociste en un Centro de Estudiantes?
—Fue en la Facultad de Derecho. Teníamos un frente político: Frente Peronista Universitario. Eramos el único grupo que no tenía vergüenza en el año 76, 77, de llamarse peronista. Los demás se llamaban por la represión Frente Nacional o Frente Nacionalista. Nosotros nos asumimos como peronistas. Y ahí estábamos con Jorge Argüello. Yo me dedicaba más a lo gremial, compartíamos con Jorge el trabajo en Tribunales, pero lo ayudaba en el tema universitario. Un día me pidió que lo acompañe a conocer a unos chicos “muy malvineros”, que tenían un grupo que se llamaba FON, Fuerza de Orientación Nacional (un homenaje a Forja), y ahí apareció Alberto Fernández, que me cayó muy simpático porque yo lo había visto en Tribunales. Alguna vez habíamos jugado al fútbol, él jugaba de arquero del fuero penal y yo era del fuero laboral, pero nunca habíamos hablado. Alberto tenía unos bigotes muy particulares. Me contó que se los dejó por el amor a Lito Nebbia, que era mi ídolo. La verdad es que los bigotes no se parecían a los de Lito y se lo dije.
—¿Qué edad tenían?
—Él 18, 19; nosotros tendríamos 21, 20. Siempre fue un chico movedizo.
—Pero jugaba de arquero.
—Jugaba de arquero, como el papa Juan Pablo II. Como dice Maradona: “jugaba de arquero, no entendía nada”.
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