—Tu padre se definía a él mismo como banquero y peronista. Vos, que sos hincha de River, igual que él, ¿te definís también como peronista?
—Bueno, banquero, indudablemente. Nací prácticamente en un banco y mi primer trabajo fue un banco y sigue siéndolo. Me parece que en esta época tan moderna, generacionalmente ya no hablamos tanto de partidos políticos. Sí, indudablemente, me gusta la política y me siento más identificado con algunos candidatos que con otros.
—¿Pero podríamos decir más cerca de un pensamiento nacional y popular?
—Sí, eso lo podría decir. Reconozco muchas cosas del partido peronista, del cual creo que naturalmente requiere una readecuación, o sea, un partido que trabajó con las masas, que trabajó por los que menos representados estaban. Creo que fue un pilar importante del crecimiento de la Argentina de hace setenta años. Naturalmente, creo que hoy el peronismo, como pasa en todas las instituciones, requiere de una modernización en sus pensamientos.
—Cerramos los partidos políticos y vayamos a cosas más profundas de la ideología. Vos te definís en River, si no entiendo mal, como el partido que se llama Filosofía River, ¿cómo podrías explicar tu propia visión de la vida desde un punto de vista más allá de lo partidario? ¿Cuál es tu mirada de la economía, de la cultura? Yo me acuerdo de una definición clásica del “New York Times”, que era de derecha en lo económico, de centro en lo político y de izquierda en lo cultural, que es la definición que tiene la socialdemocracia en Europa, por ejemplo, ¿te sentirás representado con esa definición?
—Sí, totalmente. Yo soy un fanático del pragmatismo y de qué es lo que necesitan en determinado momento las instituciones. O sea, creo que hay cuestiones que pueden estar bien en una determinada institución en un determinado momento, pero eso requiere que sea un movimiento en el tiempo. Por ejemplo, ahora está de moda la expresión ajuste fiscal. El ajuste fiscal en este sentido, en este país, debe ocurrir por obligación, no por elección. Porque, en definitiva, cuando uno gasta más de lo que le ingresa, si uno no tiene financiamiento externo, lo único que tiene para discutir es emitir y seguir gastando o ir por el camino de la corrección. Esas son cuestiones que tal vez en otro país del mundo, en período de pandemia, uno podría decir, bueno, vamos a emitir de más porque hay un proceso de recesión, porque la inflación que tenemos es del 3% y porque queremos llevarla al 7%. Hablo en términos anuales, pero creo que hay discusiones que se tienen que empezar a agotar en este país porque ya no hay más margen para eso.
“Reconozco muchas cosas del partido peronista, del cual creo que naturalmente requiere una readecuación”
—En una entrevista en enero de 2020, que dio tu padre para el diario PERFIL, creo que fue la última, era optimista respecto del Frente de Todos, decía que Alberto no iba a tener a Cristina en contra para que le vaya mal, ¿qué pensás que pasó con esa relación entre Alberto y Cristina, que finalmente no fue lo que, no solamente tu padre, sino mucha gente esperaba?
—Primero, el Gobierno no terminó, naturalmente en estos dos años y medio que lleva las cosas no han ido bien para el país, una pandemia en el medio. A mi entender, poca capacidad de reacción para los cambios de los contextos macroeconómicos y serios problemas políticos dentro de su frente y hacia afuera. Pero tampoco creo que Cristina desee que a Alberto le vaya mal, de ninguna manera pienso eso porque no le conviene a nadie, no le conviene a su partido político, no le conviene a ella. Sí creo que ante determinadas acciones del Gobierno, ella ha impedido que determinadas cosas ocurrieran porque a su entender eran incorrectas, y eso fue generando una inacción dentro del Poder Ejecutivo, en el cual muchas medidas que había que tomar, o que ellos creían que debían tomar, no terminaban tomándolas por miedo a que ella las bloquee. Y eso es lo que hace unos minutos hablamos de la inacción que ha sabido tener este gobierno en estos dos años y medio.
—Hay una entrevista tuya en 2021 con Iván Schargrodsky en su blog Cenital, vos decías, te leo textualmente: “La parte más compleja de la pandemia ya pasó y ahora podríamos empezar a ver los beneficios económicos de la salida”. ¿Se puede echar toda la culpa a la guerra en Ucrania de que no vimos esos beneficios?
—Los beneficios macroeconómicos de la pandemia, aun con la guerra, existen. Lo que pasa es que la pospandemia y la guerra, esto es muy triste decirlo, pero inclusive la guerra, le podrían haber traído beneficios a la Argentina, que tienen que ver con la exportación básicamente de commodities agropecuarias. Pero eso también traía aparejado un incremento en los precios de la energía, fundamentalmente, que es una variable de importación muy importante de la Argentina y que nosotros no nos hemos movido en los tiempos que se requería, concretamente lo que se demoró el gasoducto, concretamente lo que hemos demorado en hacer un ajuste de tarifas. Increíblemente discutíamos algo, mientras que los países más ricos del mundo, personas con un poder adquisitivo diez veces superior al nuestro, gastan 1/3 de los kilowatts que gastamos los argentinos. Entonces es difícil cuando uno va a pedirle plata al mundo, porque le explicamos que en este país hay pobreza, ellos te responden que el consumo de energía en la Argentina es dos o tres veces superior a los países más altos del mundo y eso está financiado con déficit fiscal.
“Tampoco creo que Cristina desee que a Alberto le vaya mal, de ninguna manera pienso eso porque no le conviene a nadie”
—Acabás de decir que algunos beneficios se ven. Recientemente se conoció el último mes de utilización de la capacidad industrial, que es 70% total récord en los últimos cinco años. Yo recuerdo que tu padre me decía siempre que había un área que nunca iba a dejar, que era la del control de riesgo de crédito, de ser el que estaba midiendo si había que darle crédito a una empresa o a otra, porque ahí estaba el termómetro de la economía. ¿Sigue creciendo la economía argentina o se estancó en el segundo semestre?
—Hay dos cuestiones que hay que ver, o que miramos desde los bancos dentro de la micro nuestra, que tiene que ver con el nivel de actividad. La demanda de crédito es una, y la otra es la morosidad, el índice de cheque rechazado y el índice de concursos y quiebras. Todo eso está en el mejor, no diría de la historia, pero por lo menos de mis 26 años de banco, nunca hubo menos morosidad, nunca hubo menos cheques rechazados, nunca hubo menos compañías en concurso y en quiebra. También, el dato que vos dabas de la ocupación de la industria, ocurre algo parecido con la construcción. Por eso a veces es difícil de explicar, con tanta construcción privada, con tanto nivel de actividad privada, cuando uno necesita bajar el gasto público, por qué está tan alto el nivel de inversión pública en la construcción.
—Decías también en el mismo reportaje, nuevamente estábamos en 2021, recién saliendo de la pandemia: “La gestión de este gobierno para mí no empezó, fue hasta ahora la administración de la pandemia”, ya pasó un año y medio y se podría decir que ahora va a comenzar la gestión del Gobierno. Ahora, con la inclusión de Sergio Massa como ministro de Economía, ¿comienza la gestión del Frente de Todos, se está produciendo lo otras veces anunciado?
—Claramente hoy se ve una conducción, uno puede estar a favor, uno puede estar en contra. A mi entender, todo lo que tiene que ver en materia de ajuste fiscal, de hacer más eficiente el gasto, eso era indispensable para llevar el gasto público y el déficit fiscal adonde debíamos llevarlo, adonde nos comprometimos con nuestros acreedores. En materia monetaria también creo que era necesario llevar la tasa de interés por encima de la tasa de devaluación y por encima de la tasa de inflación, porque si no, le estás generando un incentivo a que esa inflación se termine espiralizando. Todavía creo que falta que terminemos de entender en materia cambiaria cómo se va a resolver el déficit que tenemos de dólares, que podemos explicarlo, tiene mucho que ver con cuestiones energéticas, pero el problema está y si no se resuelve rápidamente, la faltante de dólares va a ser un ancla al crecimiento del país.
—¿Qué espectativas tenés de la economía bajo la gestión de Massa?
—Por el inicio de la gestión, muestra ser algo mucho más ortodoxo, mucho más de mercado.
—¿Hay un giro al mercado?
—Hay un intento de giro al mercado, todavía no hubo respuesta del mercado a eso. Tal vez una tibia respuesta en materia de la suba de los bonos y de acciones, pero todavía no en materia cambiaria.
—¿Creés que confirmará Sergio a Gabriel Rubinstein como número de economía?
—Desconozco.
—¿Lo conocés a Gabriel Rubinstein?
—Alguna reunión tuve con él, hace muchos años que no lo veo.
—¿Cómo te imaginás la economía de 2023, qué inflación, qué crecimiento del producto bruto?
—Si el plan de este gobierno, en el nuevo plan de este gobierno, es eficiente y hace la baja del gasto público que dicen que van a hacer, y se bajan los niveles de emisión de medio punto del producto para el año que viene, creo que la inflación inexorablemente va a bajar. Inexorablemente, cambiariamente, las reservas debieran mejorar. Todavía no sé, en términos de nivel de actividad, qué impacto puede traer esa ortodoxia en el mercado privado. En definitiva son pesos que el Estado estaría ahorrando en manos del sector privado.
—Si la inflación inexorablemente bajara en ese contexto, ¿bajaría a 40% anual?
—Lo que uno debiera decir cuando uno dice bajaría es bajaría de lo que hubiera sido si no se hacía esto. Y esto es algo que es contrafáctico, si no se hubiera hecho esto, la inflación se iba al diez, al once o doce mensual, seguro. Lo que probablemente vaya a ocurrir es que al principio la inflación vaya a moderarse de lo que iba a ser si no ocurría esto, pero el número de inflación permanente no vaya a bajar. Entiendo que era algo indispensable para no entrar en un proceso de hiperinflación e innecesario, porque prácticamente en el mundo no hay países que tengan hiperinflación con déficit fiscal del tres o tres y medio por ciento.
“Me cuesta imaginarme un país que funcione sin un Banco Central, personalmente, no creo en la desaparición del Estado”
—¿Es correcto entonces decir que esta es la última bala, la “bala de plata” de este gobierno porque si, por ejemplo, dentro de dos meses o tres le ocurriera a Sergio Massa lo mismo que le ocurrió a Batakis, el mercado le votara en contra, lo único que le quedaría al actual gobierno sería una Asamblea Legislativa y adelantar las elecciones? ¿O queda otra alternativa económica?
—No soy quién para decir qué ocurriría si no le fuera bien, pero no encuentro otra persona que post un fracaso de este modelo pueda asumir, pero principalmente por lo que representa hoy dentro de este gobierno Sergio Massa, que no es un fusible, un economista más, del cual uno puede sacar y poner a otro, sino que era la última bala que le quedaba a este gobierno.
—Desde los medios más tradicionales se dice con cierto tono de sospecha que Massa tiene relaciones muy cercanas con empresarios, mencionan a Mindlin, a Vila y Manzano, Eskenazi y a la familia Brito, ¿qué creés que te une y une a tu apellido a ese colectivo de empresarios y cómo ves cómo te tratan los medios tradicionales?
—A mí me encanta cuando un político tiene relación con empresarios, me encantaría que la lista fuera mucho más amplia y que tuviera relación con muchos más empresarios. Si yo fuera él, trataría de que esa lista no sea solo de ocho, sino que sea de veinte, que sea de treinta. Para mí habla bien de él y bien de los empresarios. En mi caso, yo tuve relación con los últimos cinco o seis ministros de Economía, con todos. Algunos porque los conocía de antes y a otros porque traté de conocerlos, y soy una persona que celebra el diálogo y la articulación entre lo público y lo privado.
—Y si no entiendo mal, vos también tendrías buena relación con sectores del macrismo
—Sí, con muchos. Tuve relación con todos sus presidentes del Banco Central, con todos sus ministros de Economía. Y siempre lo digo, me parece que está bien decirlo. Tuve muchos más amigos dentro del gobierno de Macri que dentro del gobierno de Alberto.
“En parte pienso también que muchísimo de lo que se enseña en el mundo lamentablemente no es aplicable a la Argentina”
—Entonces, ¿a qué atribuís que sean ocho y no sean, como vos decís, lo deseable veinte, cincuenta, como podría haber sido en el gobierno de Macri? ¿Es un prejuicio de los empresarios para con Massa?
—Indudablemente hay algo en los empresarios y en los políticos por lo cual estamos cada vez más divididos políticamente. Hay medios catalogados como kirchneristas, medios catalogados como macristas. Hay muy pocos medios a los que se los ve en el medio. Y lo mismo pasa con los empresarios, lo mismo pasa con la política. Y lo mismo pasa dentro de la política que el jefe político de un espacio llama y dice ¿por qué te juntaste con gente de otro partido? A mí me encantaría entrar a un restorán y encontrarme con cuatro diputados, dos de un partido y dos de otro, me parecería espectacular.
—¿Vos en el sector empresarial también te colocás en esa avenida del medio y eso es lo que generó la relación con Massa?
—Sí, nosotros dialogamos siempre con todos los espacios y también de alguna manera nos toca hacer eso en River. Y fijate esto, lo que voy a decir es público en la Comisión Directiva de River, nuestro tesorero, Andrés Ballotta, es el número uno de la AGIP de Rodríguez Larreta, Nacho Saavedra es miembro de La Cámpora, creo que miembro fundador de La Cámpora, Ignacio Albistur es hijo de Pepe Albistur, trabajó en la última campaña de Alberto Fernández, y nuestro prosecretario, Agustín Forchieri, mano derecha de Santilli. Y mientras competían siendo mano derecha de cada uno de ellos en la última elección, a la tarde estábamos en River todos juntos y no, como dicen, careteando una situación. Hay un excelente vínculo en todos nosotros.
—¿Por qué eso que se logra en el fútbol creés que no se puede lograr luego en el mundo empresarial?
—Hay muchas cuestiones. Todavía hay una cuestión generacional. No quiero hacer una crítica generacional, pero indudablemente creo que los que son más grandes que yo a veces están mucho más sesgados desde lo ideológico, y por ahí los que son más jóvenes que yo no tienen esas barreras y por ahí son más permeables.
—¿O sea que sos optimista respecto del fin de la grieta como una consecuencia biológica, que las nuevas generaciones van a ser menos polarizantes?
—Sí, pero tenemos que tratar de que eso se acelere, porque si no, vamos a tener que esperar veinte años, y Argentina no tiene veinte años para esperar a que cambie eso.
—Encontrás una relación entre grieta y edad avanzada.
—Encuentro una correlación.
—¿Ser empresario y tener cercanía política? Muchos empresarios se esconden directamente y no quieren participar, no quieren mostrarse.
—Sí, creo que hay un tema de temor a “no quiero ir a esa reunión porque está tal candidato, entonces lo que van a decir los de enfrente”, en parte puede haber razón, en la historia de la Argentina, en la historia reciente, eso ha ocurrido. La verdad, debo decirlo, si debemos encontrar algo positivo en el gobierno de Alberto, es que eso cambió, eso que había pasado en el segundo gobierno de Cristina, en el gobierno de Macri, con Alberto cambió, tengo la sensación de que hoy eso no existe.
—¿Qué te pasa cuando ves empresarios importantes argentinos que se van a vivir a Uruguay?
—Me da mucha tristeza, porque indudablemente los que se van a vivir a Uruguay es porque no deben encontrar una salida, donde claramente no ven lo que veo yo y lo que vemos los que estamos acá y elegimos quedarnos acá, podemos estar equivocados. Este es un país al que amo, disfruto mucho este país, me parece un país hermoso, pero verdaderamente me quedo como empresario porque le veo una salida, porque veo que la Argentina, más allá de los últimos por lo menos tres gobiernos muy malos que hemos tenido, creo que el contexto macroeconómico, le es favorable y la Argentina va a salir adelante, va a salir adelante por Vaca Muerta, va a salir adelante por el agro, va a salir adelante por el litio, va a salir adelante por las energías renovables, va a salir gente por el hidrógeno. Soy un convencido de que este país tuvo la suerte de tener todos los recursos naturales que hace veinte años o treinta, cuando yo era chico y creía que Argentina era un país rico porque tenía todo esto. Tener todo esto no tenía mucho valor porque la soja valía 170 dólares, porque no existían la explotación de muchísimos recursos que hoy empiezan a existir y hoy creo que Argentina claramente tiene un potencial de salida inmenso.
—Yo viví en Brasil en dos décadas distintas y encontré el mismo rechazo de cierta parte de los empresarios nacionales hacia Lula, o hacia el PT, que acá encontré hacia el peronismo. Y recuerdo que la probablemente mayor empresa financiera mundial con negocios en Latinoamérica tenía en su sala de directorio fotos de los dos beneficiarios más importantes, uno era Lula y la otra era Cristina Kirchner, ¿hay algo de prejuicio ideológico que hace tomar decisiones en contra del propio beneficio cuando la ideología oscurece el panorama de las propias ventajas que puede tener un empresario?
—Creo que hay...
—Sonreías porque conocés la misma historia ¿no?
—Sí, me contaron la historia, hace mucho que lo escuchaba y creo que me la había contado mi viejo. Creo que cuando uno mira a Lula, que tuvo algo similar a Néstor y algo similar a Menem, digo en términos de la expectativa que tenía del sector empresarial y lo que terminó siendo, terminaron siendo los presidentes que pudieron generar los cambios más profundos, porque ambos, los tres diría, asumieron en momentos muy difíciles de sus respectivos países y porque pudieron materializar los cambios. Y esos cambios se pueden materializar cuando uno lo hace con el pueblo. Esos cambios pueden ser positivos o negativos, los puede hacer bien o mal, y no quiero hacer un comentario del tipo ideológico. Trato de ser objetivo en lo que digo. Tanto Lula como Néstor Kirchner como Menem pudieron hacer cambios profundos porque esos cambios los hicieron con la gente, con el pueblo. Después hubo muchos otros presidentes que intentaron generar cambios profundos sin el pueblo, se encontraron con paredes que no pudieron perforar.
“Los beneficios macroeconómicos de la pandemia, aun con la guerra, existen”
—Una conjetura plausible sobre el elemento de cohesión en este grupo de empresarios, que no mira al peronismo con prejuicio, en el que está tu familia está Mindlin, está Eskenazi, está Vila Manzano, y podríamos seguir en la línea, podría estar Eurnekian, tu padre y supongo vos heredaste eso de él, fue ser siempre iconoclasta. Tu padre no apreciaba especialmente ser miembro de instituciones tradicionales como AEA, como IDEA, tenía un espíritu transgresor más parecido a un fundador, a un entrepreneur, lo que le permitió, partiendo de una pequeña financiera, construir la institución financiera más grande de la Argentina. ¿Esa actitud iconoclasta fue al mismo tiempo lo que los acercó a una persona como Sergio Massa, de quien el establishment tradicional desconfiaba y tenía prejuicios? Tu viejo no tenía prejuicios y no sé si vos no heredaste eso de él.
—Sí, claramente no era un tipo con prejuicios, era un tipo al que nunca le importó con quién se juntaba, decirle “vení a mi casa, no, vamos a un restorán para que no nos vean”, nunca le importó lo que pensaba la gente, esa es la realidad de mi viejo. Nunca le importó. Más allá de lo que podía pensar su familia o sus diez amigos, y eso él lo hizo auténtico, con todo lo bueno y todo lo malo de ser auténtico. Él en su vida tuvo altísimos costos de ser auténtico, altísimos costos de decir lo que pensaba casi brutalmente muchas veces.
—¿Lo persiguió Macri?
—Eso no te lo puedo asegurar. No sé quién, pero yo creo que en ese período no se lo trató como se lo debiera tratar. No fue una causa más de la Justicia.
—¿Sergio Massa era como una especie de hijo para él?
—Sí, el vínculo era...
—Paternal.
—Era paternal con todo lo bueno y lo malo que tienen esos vínculos paternales, era más lo que lo retaba y era un vínculo con mucho cariño entre ellos.
—Lo retaba porque siempre llegaba tarde.
—Sí, pero nunca lo pudo corregir con eso.
—Ahora no, ahora llega puntual.
—Ahora llega puntual.
“El ajuste fiscal en este sentido, en este país, debe ocurrir por obligación, no por elección”
—También en la Asociación de Bancos Nacionales tenés una responsabilidad muy grande: vicepresidente y ya fuiste su presidente. La Argentina cumple en 2024 cincuenta años ininterrumpidos de neodecadencia, 1974 fue el último año en que la Argentina mostraba un número comparable con Producto Bruto per cápita a Australia, Canadá, 4% de pobres, ¿qué responsabilidad le asignás a lo que se llama financiarización de la economía de la Argentina?, fenómeno que sucedió también en otros países, ¿cuán responsable es la supremacía de lo financiero sobre lo económico de la neodecadencia argentina?
—Hay un factor en común de gobiernos radicales, peronistas, gobiernos militares, que trazó todo, excepto los diez años de convertibilidad, tiene que ver con la inflación basada en factores monetarios y de imprudencia fiscal. Y eso es lo que nos diferencia de los países desarrollados y subdesarrollados del mundo. O sea, es una discusión que ya no existe en el mundo, no existe en Bolivia, no existe en Paraguay, no existe en Alemania. O sea, la inflación como fenómeno de aumento de precio de las commodities puede estar ocurriendo ahora y tiene que ver con cuestiones macro. Pero que países discutan el gasto es el gasto y después vemos cómo lo financiamos, eso no existe en el mundo. Por eso creo que en la Argentina se requiere un cambio mucho más profundo en su sistema político, en el funcionamiento del Banco Central. El Banco Central, a mi entender, no puede seguir siendo una agencia del Poder Ejecutivo, porque siempre que tenga que analizar un político entre bajar gasto o emitir más, es emitir más, porque el costo de emitir más es de mediano y largo plazo. Y fijate que siempre estos procesos se aceleran en los últimos años de gobierno, pasó siempre porque ya lo que estás emitiendo es un problema inflacionario del próximo gobierno. Esas son las cosas que los empresarios un día, y más allá de la vocación política que tengamos, somos lo que tenemos que... y el pueblo, la sociedad de exigirle a la política un cambio profundo en eso y que determinadas cuestiones, sea quién sea el gobierno, no se puedan hacer más.
—¿Qué rol tienen los empresarios en esta neodecadencia de la Argentina de cincuenta años?
—Tenemos una responsabilidad importante. Porque, en definitiva, lo que ocurra en la política no deja de ser ajeno a nosotros. Porque lo decíamos anteriormente muchas veces, por miedo o por lo que fuera, nunca obstaculizamos los atropellos de la política, porque también por miedo muchas veces cuando hay una cámara o cuando hay terceros, no nos animamos a decir cosas que en privado les decimos a nuestros amigos o a nuestros hijos. No tiene mucho valor decírselo a nuestros amigos o a nuestros hijos. Entonces, ahí este país requiere de mucho más compromiso de los empresarios, de la sociedad, pero fundamentalmente de los empresarios.
—Esta semana se llevó a cabo la marcha de la CGT, allí Pablo Moyano, parte del triunvirato que lidera la CGT, dijo en la conferencia de prensa, textualmente: “Esta puede ser la primer marcha que realicemos, porque si siguen sacándole el plato de comida a los argentinos, vamos a seguir movilizando”, ¿cómo ves también la responsabilidad de los sindicatos en estos últimos cincuenta años de neodecadencia argentina? ¿Fueron parte del problema, parte de la solución?
—En algún momento de la Argentina fueron fundamentales, porque claramente el empresariado no funcionaba, la libertad de mercado, no funcionaban los derechos básicos esenciales de los trabajadores y afortunadamente surgieron los sindicatos porque vinieron para ordenar eso. Venimos de la esclavitud, era algo que marginaba la esclavitud. Ahora, creo que hoy en la dinámica del mundo actual, en la cual gran parte de las nuevas fuentes de trabajo no vienen a través de sectores representados por los gremios, requieren una transformación.
—Fueron parte de la solución y ahora pueden ser parte del problema.
—Se tienen que readaptar, indudablemente, los tiempos de trabajo son otros, el lugar donde uno trabaja ya no es tan importante. La competencia de productos alternativos, nos pasa en los bancos, competís contra una fintech que desarrolla esto en otro país del mundo y toma y presta plata, más allá de la complejidad y de los ruidos que tiene para un sistema esto, ocurre y requiere tratar de nivelar la cancha para que la competencia sea más justa y para que esas nuevas industrias no terminen quedándose con los mejores trabajadores y sea todo más equitativo.
—Sos presidente de Juramento, la mayor empresa agrícola del NOA, una compañía fundada también por tu padre, pero hace treinta años, ¿cómo ves la relación entre el Gobierno y el agro, y cómo imaginás que puede ser en el futuro con este o con el gobierno que lo suceda?
—Hay compañías agropecuarias mucho más grandes, esta es la más importante en términos de venta de carne. Es el productor de carne más grande de la Argentina.
—Es el productor más grande de carne de la Argentina y la más grande agrícola-ganadera del NOA.
—Del NOA, perfecto. Afortunadamente el diálogo empezó a cambiar. Lo que es clave entender en la Argentina, que es una discusión que llevamos hace mucho tiempo y es típico en la carne, es la discusión entre mercado externo o interno, sin entender que los países serios manejan esto de la mano, o sea, inflación o dólar. En la medida en que sigamos en esa discusión, vamos a seguir con la misma cantidad de cabezas que tenemos, que es lo que tenemos hace treinta años, mientras Uruguay duplicó la cantidad de cabezas. Entonces lo que necesitamos es entender que en la medida en que haya mayor producción de carne va a haber mayor exportación y eso trae mayor mercado interno, porque lo que comen los principales países del mundo son los cortes caros. Para poder exportar eso voy a tener excedentes de cortes de menor costo, que no significa que sean malos. A mí lo que más me gusta es el asado y el mundo no compra asado. Entonces creo que ahí se requiere de un plan ganadero muy importante y una interacción no solamente con los frigoríficos, sino también con los productores de carne, para hacer un plan de diez años para poder duplicar la cantidad de cabezas.
—La nueva secretaria de Energía, Flavia Royó, fue gerenta general de la empresa agrícola-ganadera de tu familia, ¿qué recuerdo te quedó de ella como gestora?
—Lo que pasa es que no te quiero decir porque no me vas a creer que yo no la conozco.
—Te vamos a creer, sí.
—Ella sí fue gerenta general del Frigorífico Bermejo. Si no me equivoco, hasta hace cuatro años. Nunca la conocí personalmente, de hecho tengo pensado tomar un café para conocerla, porque mucha gente me pregunta y no la conozco. Y más allá de eso, estamos en el sector energético, con Camus y con Genneia, me parece muy importante conocer la opinión de ella en términos energéticos. Sé por la gente del grupo que trabajó mucho con ella que es una persona muy capaz. Trabajó en el gobierno de Gustavo Sáenz en Salta como ministra de Minería, desarrolló toda la minería en Salta y la llevó al cargo de secretaria de Energía, pero no tengo la suerte de conocerla.
—Desmitificamos la idea de que fuiste vos el que se la recomendó a Massa. También mencionaste el tema de Genneia, sos accionista de la compañía que lidera la generación de energías renovables, ¿cómo imaginás que van a impactar en el futuro las energías renovables? ¿Comparás el litio en el futuro con lo que puede ser hoy el complejo agroexportador o la minería tradicional?
—Con el litio claramente se complementan, porque el litio es el mineral esencial para el almacenamiento o estores de energía. Hoy tal vez se usa para la batería del celular, para la batería del auto. Pero a largo plazo, y en la medida en que aumente la exploración minera de litio y tengamos mayor volumen, esto va a servir también para estabilizar los excesos de generación o exceso de demanda que tengas y poder balancear un sistema, hoy un sistema no puede funcionar íntegramente con energías renovables porque en algún momento no sopla el viento o no hay sol. Esa intermitencia hoy debe neutralizarse o nivelarse con energía térmica, con energía fósil. Eso es lo que creemos que en el mundo va a terminar de acá a cuarenta cincuenta años, y el almacenamiento o estores de energía a través del litio es algo que complementa totalmente dentro de una matriz energética.
—Mencionaste en otro reportaje que era una buena noticia que Facundo Manes se involucre en la política viniendo del sector privado, otra figura así, que vino a la política y emergió rápidamente, es Javier Milei. Hablabas hace un rato de una necesidad de una mayor independencia del Banco Central, ¿qué opinión te merecen las ideas de Milei?
—Me parece un poco extremo, me cuesta imaginarme un país que funcione sin un Banco Central, personalmente, no creo en la desaparición del Estado. Sí puedo coincidir con él parcialmente, este Estado tan grande, nos cuesta muy caro y hace a las ineficiencias, eso debe achicarse. Ahora, la verdad creo que los extremos casi nunca son positivos, en ningún orden.
—Llegamos al final del reportaje y me gustaría que usaras los últimos minutos para el mensaje que quieras dejarles a los otros actores económicos, a los empresarios, si vos querés a los sindicalistas, el mensaje de un empresario importante argentino al resto.
—La verdad, Jorge, no me siento quién para decirle nada a nadie, solo decirles a todos que creo que si todos juntos nos ponemos de acuerdo en cosas esenciales, estamos en un país espectacular que tiene todo, tenemos que dejar de pelearnos para sacar esto adelante.
“El duelo lo sigo haciendo y creo que lo haré toda mi vida”
—¿Cómo elaborás el duelo de tu viejo?
—No hay día, no hay hora, no hay momento en que no piense en él. Cada persona que veo me recuerda a él. Cada cosa que hago, me acuerdo de él. No tuve tal vez el tiempo para hacer el duelo que otro tiene. Esto fue un viernes a las 3.15 de la tarde, afortunadamente ese lunes fue feriado, el martes a las 8 de la mañana estábamos los seis hermanos reunidos en la sala de directorio del banco, a veces la vida te pone a prueba esas cosas y te da una explicación de muchas cosas que yo no entendía de mi viejo de chico. Mi viejo perdió a su padre a los 12 años y cuando yo tenía 12 o 13 años, él me decía: “¿Ves esta media? Acá está la caja de seguridad, si pasa algo, acá está la plata”. El se crio pensando que a él algo le iba a pasar y el día que terminé el colegio, tenía 17 años, con cuatro materias previas a marzo, me dijo: “Mañana tenés que empezar a trabajar”. Yo le dije que no tenía en mis planes trabajar con él, que pensaba tomarme un año sabático y me dijo: “Hacé el bolso y andate, y si no, vení a trabajar mañana conmigo”. Al día siguiente estuve trabajando con él, caminé con él, me enseñó todo lo que me podía enseñar. Y muchas cosas que en aquel momento me parecían muy duras hoy las entiendo. Y si él no hubiera tenido tal vez una actitud así conmigo, la cuestión hubiera sido distinta y cuando llegó ese momento, uno tiene dos caminos: pensar la carga de lo que me dejó o disfrutar lo lindo de lo que me dejó, con todo lo que me enseñó, con todo lo que nos enseñó a los seis hermanos, con las empresas que él hizo, y el mejor legado es que yo lo siento así. Lo mejor para hacer bien un trabajo es hacerlo contento y para eso tenés que disfrutar del trabajo igual o más que todo el resto.
—Freud decía en su texto clásico “Duelo y melancolía” que un duelo bien hecho requería tres años, vos estás por la mitad, no es que te faltó tiempo porque tenés poco tiempo, sino que te falta todavía recorrer la otra mitad, te lo digo como consuelo.
—Por ahí uno tiene el preconcepto del duelo. Me refería mal a tuve poco tiempo para llorarlo, no tuve mucho tiempo para llorarlo. El duelo lo sigo haciendo y creo que lo haré toda mi vida.
—En un reportaje que le hice a tu viejo, le pregunté por qué no había enviado a sus hijos a estudiar al exterior y él me dijo porque lo que les enseñan en los países desarrollados no sirve en la Argentina. Ahora por primera vez me parece entender la verdadera causa. El no podía, desde su perspectiva, darse el lujo de que se vayan cuatro o seis años al exterior, porque suponía que a lo mejor le podía pasar lo de su papá y si estaban en el exterior no iban a poder ponerse al frente de lo que él dejaba.
—Indudablemente, yo creo que era más lo que decís vos que...
—Lo que él dijo.
—Lo que decís vos, que él no quería perder el tiempo o nos quería tener cerca, porque él siempre pensó por lo que a él le había ocurrido, que le podía ocurrir en cualquier momento. Y yo en parte pienso también que muchísimo de lo que te enseñan en el mundo lamentablemente no es aplicable a la Argentina. Pero yo le recomendaría a mi hijo que estudiara afuera, porque aspiro a que la Argentina un día va a ser más parecida al mundo que la Argentina que conoció mi viejo.
—¿Quién ocupa la oficina que tu viejo tenía?
—Es una oficina muy grande, tiene un escritorio y un living. En el escritorio todavía no me animé a sentarme, pero el living lo uso diariamente yo, y me armé una oficina al lado donde él tenía una sala de reuniones.
—Yo recuerdo que él no quería mudarse allí, me decía a mí que quería seguir en ese edificio viejo de la calle Sarmiento.
—Sí, porque ese edificio lo compran cuando era todavía financiera, estaban por comprar la financiera Macro. Compra ese edificio el año 87, 88, y él había hecho todo ahí y muchas veces tuvo la oportunidad de mudarse. Y si bien decía que no era cabalero, como casi todas las personas que hablan mucho de que no son cabaleros, es porque son cabaleros.
—O sea le traía suerte, lo tenía catectizado con el éxito, y quizás tenía razón.
—Y como tampoco soy cabalero, el escritorio que él tenía, incluso hasta un año antes de su muerte, que lo tenía en el viejo edificio, me lo llevé a River.
—¿Qué pasó con sus secretarias?
—Trabajan todas con nosotros. Fabi, el chofer, me trajo recién. Ileana trabaja un poco con mi madre y un poco conmigo y todos siguen trabajando en el grupo.
—¿Heredaste vos la relación con Salta que él tenía?
—Viví en Salta tres años, desde los 19 hasta los 22 años, con lo cual ya me unía un vínculo.
—¿Eso tenía que ver con la compra del Banco de Salta y te mandó a trabajar allá?
—Sí, ese fue un mito en realidad que me mandó a trabajar. La realidad fue que yo trabajaba en la mesa dinero de banco Macro, ya hacía tres años en el año 99 y un día vino el gerente de Recursos Humanos a la mesa dinero, que era un poco el centro neurálgico del banco en Buenos Aires, y dijo: muchachos, ya escuché que vinieron a pedir aumento de sueldo, sepan, y esto es una orden de Jorge, nadie en Buenos Aires va a tener un aumento de sueldo, el que quiera crecer profesionalmente, el futuro del banco está en el interior, es decir, que solo tienen para elegir Salta, Jujuy o Misiones. Se fue, fui al día siguiente a verlo y le dije: mirá, estuve pensando, me gustaría ir a vivir a Salta. El tipo me mira y me dice: ¿hablaste con tu viejo? Yo le contesté que no creía tener nada que hablar con él. Y me dijo: te pido por favor, no me comprometas, hablá con él y mañana hablamos. Y esa noche le dije a mi viejo.
—¿Qué edad tenías?
—19 años.
—Sos un empirista porque no tuviste que seguir estudiando de manera sistemática.
—El estudio me costó siempre mucho, en el colegio.
—Sin embargo, tu lenguaje transmite lectura y un orden sintáctico, sos autodidacta.
—Sí, leo pero a la facultad prácticamente no fui. Fui dos cuatrimestres, de diez materias aprobé una.
—¿En?
—La UCES.
—¿Y en qué carrera?
—Administración de empresas.
—En Estados Unidos, en las famosas listas de “Forbes”, hay una tendencia a decir que entre las personas más exitosas están los que ellos llaman los drop-outs de las universidades, los que abandonaron la universidad porque empezaron a trabajar antes y las nuevas empresas las fundaron dos o tres años antes que los otros, e hicieron una gran diferencia, ¿vos querés que tu hijo vaya a la universidad, termine la universidad y después vaya a trabajar?
—Me parece que es importante estudiar, no lo veo indispensable. Yo también tenía problemas de dislexia, algo de lo que se hablaba poco en aquel momento. Me costaba mucho la comprensión, la lectura, obviamente imaginate a mi padre cuando le hablaron de eso, dijo: este es un vago, eso no existe. Verdaderamente es una complicación la dislexia, pero para nada te dificulta ni te impide.
—¿Tenés aversión a viajar en avión, en helicóptero, después del accidente de tu viejo?
—Soy piloto de avión, de helicóptero, y creo que no pasó una semana del accidente de mi viejo que volví a volar avión y helicóptero. Los accidentes son accidentes y no deben generar temores. También hice lo mismo con mis hijos porque para ellos sí era un tema, y al poco tiempo tuvimos un viaje en avión y al poco tiempo un viaje en helicóptero para que se sacaran ese temor.
—¿Por qué en el nombre de tus hijos, Alina, Emma y Napoleón, podría haber un homenaje al director técnico de River, Marcelo Gallardo?
—Se dice que Napoleón es por Marcelo Gallardo, a quien le dicen Napoleón. La realidad es que mi abuelo, el padre de mi padre, Napoleón Brito, era aviador, de los primeros pilotos de Fuerza Aérea, piloto que fue de formación. Tuvo un accidente aéreo, no falleció, pero falleció su mejor amigo. En mi vida de infancia mi abuela me contaba las historias de Napoleón y para mí era un ídolo que obviamente nunca conocí porque murió cuando mi padre tenía 12 años, y cuando mi mujer quedó embarazada, mi primer hijo iba a ser Napoleón, fue mujer, Alina. La segunda iba a ser Napoleón, fue Emma y el tercero, yo nunca supe hasta que nacieran mis hijos cuál iba a ser el sexo, fue finalmente Napoleón.
—¿Cómo te llevás, si entiendo bien con tu tío, que preside el banco?
—Nos llevamos muy bien. Tenemos mucha admiración por él. En mis inicios en el banco, los primeros dos o tres años, cuando estuve en la mesa dinero, parte de la formación mía tuvo que ver con él. Después, en nuestro propio trabajo fuimos tomando caminos distintos. Aparte del banco, somos socios en Genneia, hablamos prácticamente todos los días y tenemos una reunión semanal con el gerente general, y afortunadamente un muy buen vínculo.
“Un club es una gran muestra de un país”
—Hay una anécdota interesante que en realidad tiene que ver con cuánto las dificultades ayudan a crecer. Hay una frase de Adam Smith, el famoso economista, que decía que la recesión en economía era inevitable porque el ser humano en el éxito tiende al reposo y que es necesario un poco de incomodidad para poder crecer. Me sorprende tu oralidad no habiendo ido a la universidad y tu formación autodidacta. ¿Puede tener que ver con que la dislexia que padeciste te haya generado una formación reactiva, como a Demóstenes, el famoso orador de Grecia, que como era tartamudo se ponía piedras en la boca y terminó siendo el mejor orador de su época?
—Cuando arranqué con el proyecto de River, que arrancamos formando una agrupación y empezamos a hacer militancia para cambiar lo que estaba pasando, me costaba mucho, me ponía muy nervioso hablar enfrente de la gente. Entonces, Javi, que acá me acompaña, tenía 18 años, estaba conmigo en la agrupación, me sugiere tomar clases de teatro y ahí me recomienda a Alejandra Darín, a quien la verdad que la quiero mucho y fue una persona muy importante para mí, por más que nos vimos creo que seis meses y después no nos vimos más, seguimos chateándonos. Pero básicamente lo que te ayuda el teatro es a ponerte en una situación si querés de ridículo...
—Como la película del rey inglés que no podía hablar en público.
—Me costaba mucho, me trababa e iba directo al final para terminar el tema e irme. Y para mejorar un poco la pronunciación, me ponía un lápiz en la lengua y de esa manera cuando te lo sacabas era todo muy fácil, pero un rato largo de hablar, veinte minutos, media hora con un lápiz.
—Hay una historia de un rabino con un matrimonio que se llevaba muy mal e iba a pedir consejo al rabino. El rabino les pide que hagan venir a vivir con ellos a los suegros y que vuelvan en un mes. En el segundo encuentro el rabino les pregunta cómo les va, y el matrimonio dice que les va cada vez peor, porque ahora encima tienen a los suegros. Entonces el rabino les pide que entren a la casa todas las noches los animales que tenían, es una historia de la ruralidad, y vuelvan al mes. En el tercer encuentro el matrimonio le dice al rabino que ahora es mucho peor todavía, entonces el rabino dice saquen los animales y que se vayan los suegros y vuelvan dentro de un mes. Al mes, cuando volvieron, le cuentan al rabino que estaban felices y se llevaban mejor que nunca. Superada la dislexia, y a partir de la comparación con Macri, quien dirige un club de fútbol con éxito puede dirigir un un país, ¿cuál es tu propia experiencia de cuáles son los puntos de contacto entre un club de fútbol del tamaño de River y el país?
—Me parece que muchas veces, y tal vez el caso Macri pone siempre en escena que después de un club de fútbol, es un país, la realidad es que un club de fútbol, en términos de conocimiento, es importantísimo, tal vez más importante que una provincia pequeña o mediana. En términos reales no tiene ningún tipo de relevancia en términos económicos con el tamaño que puede tener una provincia, mismo un municipio. Lo que sí uno puede decir es que en un club, sobre todo en un club tan importante como River, es una gran muestra de un país, porque hay médicos, abogados, hay barrabravas, hay todo tipo de estrato social, todo tipo de religión, uno tiene todo ahí adentro y uno tiene que aprender a convivir con todo eso. Cualquier cosa que uno le da a uno le saca a otro y tiene que aprender a convivir con todo esto. Siempre cuento la anécdota, una vez, después de mucho trabajo, mucho sacrificio, logramos una inversión en lo que llaman los quinchos internos, una inversión de 3 millones y medio de dólares. Es como un área que la usan para todo, una sala de uso múltiple que la utiliza todo River, acústica, muy linda, inclusive para conferencias de prensa. Y cuando lo hicimos, uno iba con el pecho inflado a la inauguración diciendo al fin hacemos algo que van a estar todos contentos, y me para una señora y me dice: “¿Brito, como hicieron una cosa así?”. “¿Una cosa así como?”. “Usted sabe, acá había una palmera que la había plantado mi marido hace treinta años”. La señora me quería matar porque habíamos tirado abajo una palmera, inevitablemente, para hacer una obra. Entonces siempre decimos que en River cuando uno hace una obra, cuando hace algo, siempre altera y hay que tratar de manejar mucho esa equidad de que todos tratan de pelear por lo suyo. Son 37 deportes, 1.800 alumnos, primario, secundario, terciario, universitario, una pensión donde viven los chicos de las inferiores. O sea, es verdaderamente un mundo lo que se vive, un pequeño mundo lo que se vive dentro de River.
—Vos llevás ocho años como vicepresidente y siete meses como presidente. Las últimas décadas el negocio del fútbol se fue transformando en un negocio cada vez más millonario. No sé si uno podría decir que se sofisticó, ¿pero cuál es la evolución del fútbol como negocio, como espectáculo?
—Sí, fue cambiando muchísimo. El primer cambio importante es el ingreso de la televisión convirtiéndolo en un negocio de espectáculo y cambiando totalmente en términos de lo que es el marketing dentro del fútbol y cambiando la composición de que al principio un club de fútbol recaudaba tickets de venta de entradas, pagaba algún mínimo subsidio a los jugadores, viáticos y ya está, eso era un club social en el cual el fútbol era una disciplina más. Con el ingreso de la televisión, los ingresos de publicidad se fueron a las nubes, se empezó a exportar el producto fútbol hacia el mundo, empezaban a ingresar sponsors de afuera, empezó a haber más competencia por los jugadores más valiosos, empezó a haber también muchísima más inversión en lo que es la cantera o las inferiores de un club. Empezó a haber más profesionalismo dentro de los jugadores y todo eso te requiere inexorablemente también una profesionalización en el management, porque si vos no tenés los mejores profesionales para conseguir los mejores sponsors, está dejando plata en el camino que después, en definitiva, te va a dificultar la contratación de nuevos futbolistas, de poder retener los futbolistas actuales. Con lo cual, esa competencia que se ve en el campo de juego hoy la tenés en todos los ámbitos de la institución y que termina mostrándose en el campo de juego. Pero uno cuando compite con tantos clubes, compite también en el ámbito del marketing, compite también en el ámbito de la recaudación, compite también en términos de los derechos de televisación. Y todo eso termina siendo algo que se termina mostrando en el campo de juego, pero es mucho más amplio de lo que parece.
—Recuerdo que me explicaban que hoy sería imposible que un club de fútbol argentino, por lo que implica el acceso a los dólares, por lo que significan las inversiones que realizan los clubes de los países desarrollados pudiese competir como compitió Boca y salir campeón mundial. ¿Podría hoy River o Boca ganarle al Barcelona o al Paris Saint Germain como hace diez o 15 años todavía era posible?
—Es mucho más difícil porque el diferencial presupuestario es mucho mayor. Antes se iban de la Argentina algunos pocos jugadores. La muestra más fácil es, uno miraba la Selección Argentina y encontraba cuatro o cinco jugadores que jugaban en el exterior y los otros 18 del plantel jugaban en la Argentina. Hoy si encontrás dos o tres que juegan en la Argentina es mucho, todo el resto juega en el exterior. Entonces demuestra que el poderío económico de los principales países del mundo se llevó a los...
—¿Hay una metáfora de la decadencia argentina en eso?
—No, en ese aspecto tiene que ver con una cuestión muy sencilla, que es el principal ingreso que tiene cada país, el ingreso de televisación. En Brasil, que tiene un PBI que será tres o cuatro veces el de la Argentina, naturalmente el dueño de los medios va a poder pagarle cuatro veces lo que le paga la Argentina. Ahora, hubo algunos equipos del mundo que lograron convertir equipos de países en equipos del mundo. Y eso es lo que la comunicación, la televisión hace treinta años y hoy las redes sociales hacen que un chico de la Argentina hoy te diga soy hincha de River y de Barcelona, cuando en mi época decían soy de River y de Atlanta, o de River y un equipo que jugaba los sábados.
—O sea, es un fenómeno de la comunicación, de la globalización.
—Y hay formas concretas de que esos equipos puedan generar un negocio con ciudadanos del mundo, porque pueden comprar de una manera digital una camiseta, pueden ver un partido a través de una plataforma pagando.
—La globalización beneficia a los países centrales.
—Claramente.
—¿Qué significa Gallardo y por qué River obtuvo tantos títulos?
—Marcelo es una de esas personas que fue jugador de fútbol, hoy es uno de los mejores técnicos del mundo, pero lo que él tiene es algo innato, tiene una capacidad de liderazgo, una capacidad de comunicación, una capacidad de convencimiento, que está fuera de lo normal. Si él no hubiera hecho esto y él trabajara en el diario PERFIL o en Banco Macro, seguramente sería uno de los líderes, porque son cosas que nacen con uno y tiene eso muy necesario que es que él sabe cuándo y cómo llegarle a una persona. Si a alguno hay que llegarle con más dureza, si a alguno hay que llegarle con ternura, y esas son cosas que no te enseñan ni en la facultad, ni la calle. Tiene un liderazgo particular.
Producción: Sol Muñoz y Sol Bacigalupo.