PERIODISMO PURO
Entrevista

Juan Bautista Mahiques: “No tengo interacción con los servicios de inteligencia”

Jefe de los fiscales de CABA y ex miembro del Consejo de la Magistratura, tiene una posición estratégica como para analizar las intersecciones entre los distintos poderes y la política. Dice que desde los tribunales se puede aportar para terminar con la grieta y el empate hegemónico. Y que, si bien no está de acuerdo con los fallos, los magistrados que decidieron en favor de Cristina Kirchner lo hicieron por convicción.

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Juan Bautista Mahiques. | juan obregón

—¿Cuál es tu opinión sobre el reciente fallo de la Corte modificando el Consejo de la Magistratura? 

—El fallo me parece saludable. La Corte hace hincapié en el equilibrio de los estamentos que integran el Consejo. Hace mucho tiempo venía sonando que saldría. A raíz de las distintas conversaciones entre los espacios políticos acerca de un nuevo proyecto de ley, entiendo que fue postergándose. Es clave en un organismo como el Consejo de la Magistratura, con funciones tan delicadas, que haya representación de los distintos estamentos y equilibrio. Está muy bien el fallo respecto a su objetivo. Integré este organismo. Fue un momento en que se avanzó muchísimo y se logró acceder a consensos. Elevamos más de 250 ternas al Poder Ejecutivo. La falta de equilibrio de los estamentos quedó al margen, porque todo se logró con consenso. Había dos o tres votos que siempre se oponían a todo lo que resolvía la mayoría, pero todo fue por más de dos tercios de los presentes. 

—¿Con acuerdo con la oposición?

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—Con partes de la oposición, de los jueces, de los abogados, el sector académico. 

—¿Por qué no salió durante el gobierno de Mauricio Macri y sí sale ahora? ¿Se presta a alguna suspicacia?

—No, ninguna. La Corte tiene su agenda. Durante los cuatro años en que presidió Mauricio Macri no escuché que haya estado en tema. Entiendo que hubo conversaciones entre las distintas fuerzas políticas para consensuar.

—¿La Corte esperaba que se pusieran de acuerdo? 

—Hubo un proyecto que se presentó, que se elaboró entre el Gobierno y el abogado Jorge Rizzo, que era presidente del Colegio de Abogados. Había expectativas reales de que ese proyecto de ley prosperara. Pero no. Pasaron dos años y hoy salió el fallo.

—Alberto Fernández dijo que esta ley ya había sido declarada constitucional en 2014. Desde el punto de vista técnico, ¿ves algún elemento discutible respecto de la constitucionalidad o no constitucionalidad? 

—No recuerdo que haya sido declarada constitucional. Lo que fue declarado inconstitucional fue una ley respecto a la “democratización de la Justicia”, que hablaba del sistema de elección de los magistrados e integrantes del Consejo de la Magistratura. Fue declarada inconstitucional por la Cámara en lo Contencioso Administrativo, y la Corte lo ratificó.

Horacio Rosatti dijo en esta misma serie de reportajes antes del fallo: “Lo que pedimos es que cada uno de los otros poderes, en la medida en que les corresponda y el Consejo de la Magistratura activen la designación de jueces y magistrados. Es fundamental y es una de las causas, no la única, de la morosidad judicial y de muchos problemas. De 144 jueces de tribunales orales federales, hay 41 vacantes”. ¿No está funcionando bien el Consejo?

—No es responsabilidad solo del Consejo. De hecho, hasta hace una semana había alrededor de noventa ternas en el Poder Ejecutivo. El Poder Ejecutivo tiene hace más de dos años la posibilidad de cubrir más de noventa cargos de jueces nacionales y federales, fiscales y defensores. Evidentemente, hay algo que hay que mejorar, que reformar. No puede pasar que una terna esté en el Ministerio de Justicia o en el Poder Ejecutivo, dos, tres, cuatro o incluso cinco años. Es inexplicable la cantidad de vacantes que hay en el Poder Judicial, el Ministerio Público Fiscal y el Ministerio Público de la Defensa.

—Se afirma que el Consejo tiene un presupuesto varias veces mayor que el de la Corte Suprema. ¿Es correcto? 

—Tiene un presupuesto mayor porque tiene muchísimos más empleados y funcionarios a los que pagar.

—¿Está bien que tenga toda esa cantidad de empleados?

—En realidad, no son los empleados solo del Consejo de la Magistratura. Son del Poder Judicial. El Consejo de la Magistratura gasta, creo que era 89% o 91% de su presupuesto, en pagar los sueldos de jueces, secretarios, empleados. Todos los integrantes del Poder Judicial de la Nación. La Constitución establece que depende del Consejo de la Magistratura, que debe administrarlo.

—El periodista Horacio Verbitsky señaló: “La adenda de un representante más por la Cámara del Congreso se complica por la fragmentación opositora de diez minibloques. Si esos plazos se cumplieran, los seis electos terminarían su mandato al concluir 2022. Con lo cual deberían realizarse nuevas elecciones antes de fin de año. La parálisis del Consejo es un resultado previsible. ¿Se trata de incapacidad de prever las consecuencias de los actos propios? ¿O sin decirlo es el verdadero objetivo?”. ¿Es de esperar que mejore el funcionamiento del Consejo o que quede más trabado?

—No está trabado. Tomé conocimiento de que ya hubo una reunión de Labor para establecer urgentemente cuáles son los mecanismos para integrarlo antes de abril. No hay alternativa: si no, todo lo que suceda en adelante del 16 de abril es nulo. Ya lo dijo la Corte. Una vez que esto suceda, las fuerzas políticas deberían consensuar para sacar una ley para que el número de integrantes sea menor. El Consejo de la Magistratura debe tener un número menor a veinte integrantes.

"La política debería dejar de judicializar todos los problemas que no puede resolver"

—¿Están dadas las condiciones para conseguirlo, dado el empate técnico del Congreso?

—Sería por el bien de la República. No puede ser que las fuerzas políticas no se pongan de acuerdo, aun cuando la Corte les exigió directamente que se pongan de acuerdo y saquen una ley, porque lo que venga después, si no, será nulo. Se tienen que sentar, dialogar y consensuar lo mejor para el Poder Judicial. Sacar una ley en la que estén representados los estamentos y haya equilibrio.

—¿Daniel Rafecas es la persona indicada para ser el jefe de los fiscales a nivel nacional?

—Me parece un jurista y una persona muy preparada. Es honesto. Pero no soy yo el indicado para decir si es quien debe ser.

—¿Pero reúne esas condiciones que mencionabas? 

—Sí. 

—¿Podría ser electo con mayoría simple o hay que esperar hasta que se reúna la mayoría de los dos tercios?

—Es otro caso que revela la importancia de los consensos. Son cargos relevantes para la República. No puede ser que no se pongan de acuerdo.

—¿Cómo fue tu caso en la Legislatura? ¿Quiénes te apoyaron, además del oficialismo?

—El oficialismo del Gobierno de la Ciudad, parte del peronismo, el no kirchnerista, Roy Cortina, que era legislador en ese momento, o sea el socialismo.

—Mariano Llorens asumió como presidente de la Cámara Federal Porteña, que revisa la decisión de los jueces en primera instancia en parte de Comodoro Py en reemplazo de Martín Irurzun. A él se le cuestionan visitas que tuvo a la Casa de Gobierno en 2018, su vínculo con legisladores del PRO. ¿Los jueces deberían reunirse a solas con funcionarios del Poder Ejecutivo?

—El diálogo interinstitucional entre los distintos poderes debe existir. Después hay que ver cómo se maneja cada uno de esos poderes respecto de las comunicaciones. La relación entre Poder Ejecutivo, Gobierno y Poder Judicial tiene que existir. Debe ser siempre institucional. Reunirse a solas para hablar de determinadas causas desde ya que no. Pero un diálogo institucional sin dudas es necesario.

—¿Debería hacerse público y con más de dos personas? 

—Reuniones por temas institucionales. Como el encuentro del ministro Soria ahora ante la Corte Suprema.

—Pero no lo atendió Horacio Rosatti solo. Fue con todos los miembros y de manera pública. ¿Te parece que es oportuno que esas reuniones institucionales no sean a solas?

—No hay una diferencia en que sea recibido por el presidente de la Corte, que es el que tiene la representación del cuerpo, o por la totalidad de los ministros. Los poderes tienen que dialogar.

—Hay una denuncia que dice que Llorens: “El 17 de diciembre de 2018, según los registros oficiales, fue al despacho de asesores que compartían José Torello y Fabián Rodríguez Simón. Minutos después, se registró la llegada de Juan Bautista Mahiques, el funcionario del Ministerio de Justicia encargado de la relación con el Poder Judicial y quien representaba al gobierno de Macri en el Consejo de la Magistratura”. ¿Podrías compartir con la audiencia cómo fue ese hecho y cuál fue tu intervención?

—Iba semanalmente a la Casa de Gobierno porque teníamos distintas reuniones. Era subsecretario de Relaciones con el Poder Judicial y subsecretario de Asuntos Penitenciarios. El doctor Llorens, que reúne todos los requisitos para ser un magistrado, tenía el tema del impuesto a las ganancias. Es uno de los pocos jueces de Comodoro Py que pagan impuesto a las ganancias, y en ese momento estaba saliendo la ley. Tengo la seguridad de que el doctor Llorens no se juntó con el presidente. Fue una reunión de trabajo institucional por el impuesto a las ganancias. No recuerdo haberlo visto, pero sé que estaban tratando eso.

—¿Cómo evaluás la situación de Fabián Rodríguez Simón y su pedido de asilo?

—No me gusta hablar de quien no conozco, y a Rodríguez Simón no lo conozco. La verdad es que no lo conozco. Es abogado y debe haber evaluado su estrategia.

—¿Cómo actuarías en una circunstancia similar?

—Me hubiera puesto a derecho.

—A ver, dejame continuar con el tema sobre la llamada mesa judicial del gobierno de Macri. El propio Rodríguez Simón en esta serie de entrevistas explicó: “En la Ciudad de Buenos Aires, cuando era jefe de Gobierno Mauricio Macri, en el año 2010, se creó por decreto un gabinete jurídico integrado por el secretario legal y técnico, el procurador de la Ciudad, el secretario de Justicia. Estaba yo como asesor y Torello como jefe de asesores. Lo creamos al efecto de discutir el devenir judicial, más que político, de las distintas causas judiciales, sobre todo las grandes que afectaban a la Ciudad. Cuando pasamos al gobierno nacional, se siguieron reuniendo normalmente. Ya que estaba fuera del marco del decreto, las reuniones eran informales, pero era el mismo grupo de funcionarios del Poder Ejecutivo. No sé si se veían las grandes causas, pero trabajaban sobre la terna de los jueces que se enviaban al Consejo de la Magistratura del Poder Ejecutivo”. ¿Cómo describís lo que se llama mesa judicial? 

—En primer lugar, dejame aclararte que cuando se refiere al procurador general que integraba una mesa en la Ciudad no era el fiscal general. Era el procurador del Tesoro.

—De la Ciudad. 

—No el jefe de los fiscales. Era el jefe de los abogados del Estado. Si hubiera estado el jefe de los fiscales, me hubiera parecido que no tenía nada que hacer. El procurador, como jefe de los abogados del Estado, está. Lo que peyorativamente llaman mesa judicial, si a eso se refieren con que los que participaban del proceso de designación de magistrados, ya sea subsecretario de Justicia, secretario de Justicia, ministro de Justicia, jefe de asesores del presidente y consejeros de la Magistratura por el Poder Ejecutivo, se reunían a ver cuáles eran los nombres que habían accedido a la terna para que el ministro le elevara o le recomendara al presidente un nombre, me parece que es lo más normal del mundo. Es lo que debe pasar. Debe pasar ahora. Que el secretario de Justicia se junte con el ministro de Justicia, con el representante del Poder Ejecutivo y le recomienda el Presidente un nombre para el cargo que haya que cubrir es algo lógico.

—¿Cuál fue el rol de Daniel Angelici en la relación entre el Poder Judicial y el gobierno en los cuatro años del gobierno anterior?

—Leí infinidad de veces las supuestas presencias de Daniel Angelici en estas reuniones. Jamás presencié una reunión en donde estuvo Daniel Angelici. No sé de dónde lo sacaron, pero se instaló.

"El Consejo de la Magistratura debe tener un número menor a 20 integrantes"

—¿Cómo describirías vos el vínculo de Angelici con la Justicia?

—Él lo explicó en varias oportunidades y en distintos reportajes. Como dirigente del radicalismo de la Ciudad de Buenos Aires y como presidente de Boca, tuvo relación con muchísimos magistrados, jueces, fiscales y defensores. Ese era su vínculo.

—¿Cuál sería la diferencia entre una persona que tiene muchos amigos en la Justicia y un operador judicial? ¿Dónde está el límite entre lo patológico y lo lógico? 

—Intentar cambiar la decisión de un magistrado pareciera que tiene más que ver con un operador que con un amigo. No lo viví.

—Uno no elige los amigos por su profesión. Ahora, si tiene una cantidad de amigos de determinada profesión, y no es la propia, uno puede inferir que hay una intencionalidad.

—Lo dije a raíz de un cumpleaños que festejé. Nací en Mercedes y mi padre era juez. Me crié con jueces, fiscales y defensores. Los hijos de esos jueces fueron amigos míos. Hoy muchos son jueces, fiscales, defensores. Son mis amigos de toda la vida. 

—Vos eras hijo de un juez. Angelici no.

—No conozco la infancia de Angelici. Escuché, y tiene lógica, que por su cargo en Boca ha tenido un montón de relaciones, entre ellas con magistrados o integrante del Poder Judicial. Pensar que es un operador es subestimar a jueces y fiscales.

—Ser presidente de Boca también es tener relación con todas las otras profesiones. Uno elige dónde pone el foco.

—Me imagino que lo habrá puesto en muchas más, además de los jueces y fiscales.

—¿Hay una cultura en la relación con la Justicia diferente en el Frente de Todos que en Cambiemos?

—Hoy veo institucionalmente una mala relación. No está bueno. Se necesita relación y diálogo. Los gobiernos tienen que dialogar. En el gobierno de Mauricio Macri, yo era representante del Poder Ejecutivo en el Consejo. Había un diálogo institucional. Muchas veces surgían rispideces, porque la política entiende una cosa y la Justicia resuelve como corresponde, según su criterio. Genera rispideces y está bien que las genere, siempre y cuando no haya invasión de uno sobre otro.

—¿Ves algún tono diferente entre Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri?

—Escuché a Horacio Rodríguez Larreta en reiteradas oportunidades decir que no conoce ni a jueces ni a fiscales. 

—¿Sería correcto decir que Horacio Rodríguez Larreta tiene menos preocupación por el funcionamiento de las causas judiciales que Macri?

—No me consta que Mauricio Macri hubiera tenido preocupación por las causas judiciales. Horacio Rodríguez Larreta tampoco. No tuve diálogo formal con él. Nunca me habló sobre una causa.

"Vivimos momentos muy complicados en relación con la droga en CABA"

—Repito la pregunta. ¿Te parece que sería injusto decir que Horacio Rodríguez Larreta tiene menos interés, preocupación, foco, en causas judiciales porque lo afectan menos que a Macri, que sí tenía causas? 

—Desde un punto de vista personal, entiendo que Horacio Rodríguez Larreta no tiene causas penales. Es algo que desconozco.

—Se te acusó de visitar el despacho de la jueza Ana María Figueroa, cinco días después de que asumiera Mauricio Macri, para pedirle que firmara un fallo que declarara abstracta la discusión sobre la constitucionalidad del pacto firmado entre Argentina e Irán por la causa AMIA. La jueza se definió a sí misma como la primera víctima del lawfare. Aclaró luego que vos no fuiste la persona que ejerció presión. ¿Cómo analizás ese hecho en retrospectiva?

—¿Qué opino? No existió ese encuentro. No conozco el despacho de la doctora Figueroa. La conozco de haberla visto en distintos eventos sociales. En su momento era presidenta de la Cámara Federal de Casación y yo subsecretario de Justicia. Es colega de mi padre en la misma Cámara Federal de Casación. No sé por qué dijo eso. No sé si alguien la fue a visitar o a ver por este tema puntual. No sé por qué usó mi nombre.

—Clásica pregunta que muchas veces repito en estos cuestionarios, una pregunta de psicoanálisis. ¿Qué tiene que ver con lo que le pasa? Cristina Kirchner también te coloca a vos, te menciona con nombre y apellido como parte del ariete en el lawfare. ¿Por qué crees que aparecés? 

—La mención que hace la vicepresidenta es a raíz de esta mención que hace Ana María Figueroa.

—¿Por qué Ana María Figueroa hizo tal mención?

—Hay una realidad: que mi hermano intervino como fiscal en una de las causas en que está imputada la vicepresidenta, entre otros. En su libro también le dedica un capítulo a la familia judicial y como ejemplo pone a los Mahiques. 

—¿Cómo definirías la interacción de los servicios de inteligencia con la Justicia?

—No tengo interacción con los servicios de inteligencia. Tenemos una policía judicial o trabajamos con la Policía de la Ciudad, con distintas fuerzas de seguridad. Nos alcanza para realizar nuestra tarea. Para cuestiones como el terrorismo, existe un servicio de inteligencia. Pero debe evitarse que exista la promiscuidad que dicen que existió en algún momento. No es mi experiencia personal.

—¿Los fallos que desligan a Cristina Kirchner de alguna de las causas en las que estaba involucrada responden a alguna causalidad política?

—Creería que no. Estoy convencido de que los jueces dictaron el fallo por convicción. Se puede estar de acuerdo o no. Personalmente, no estoy de acuerdo, especialmente en la finalización que se le dio. En la instancia en la que estaban y por el rol que tiene el Tribunal Oral en lo Criminal, la finalización debería haber sido el juicio oral.

"Pensar que Daniel Angelici es un operador es subestimar a jueces y fiscales"

—Te estás refiriendo al caso Hotesur-Los Sauces en este momento. El argumento que escucho del oficialismo es de puro derecho: no se puede blanquear dinero blanco. Por lo tanto, una causa de blanqueo sobre dinero blanco es un oxímoron. Si lo que se pretende es investigar la corrupción, hay otros tribunales que lo están haciendo. ¿Es lógico el argumento?

—Tengo un problema para opinar: mi hermano fue el fiscal. Además, es una resolución que está a estudio de la Cámara Federal de Casación, donde está mi padre. No en esa sala, pero sí en otra. Parte de lo que se dice en el fallo es correcto y parte no, porque habla de un período. Quisiera ser prudente y no meterme en este tema.

—¿Coincidís con el fallo de Daniel Rafecas en que en el memorándum con Irán no había delito?

—Es un fallo que está en la Justicia. Como integrante de la Justicia, preferí esperar a emitir una opinión.

—¿Tu respuesta es que los jueces siempre actuaron por convicción, más allá de la fuerza política de Cristina Kirchner?

—Actuaron por convicción. Si fue errado o no, depende del punto de vista con que se lo mire.

—¿El argumento del lawfare es totalmente injustificado o hubo algunas persecuciones excesivas?

—Me parece inexistente. Escuchaba al doctor Horacio Rosatti decir: o hay pruebas o no. Pero el lawfare no va. Se puede resolver en una instancia distinto de lo que se resolvió en otra, como pasó en diferentes causas.

—¿No te parece que ahí hay un abuso que termina siendo un bumerán y finalmente la persona queda victimizada, tal como les pasó a los dos últimos presidentes de la Nación?

—Respecto de los presidentes, debería haber una atención especial. Es un tema para analizar.

—Coincidís con Rosatti, que planteaba un juicio abreviado.

—Con Rosatti y con mi padre. Lo escribió en uno de sus fallos. Recibió muchas críticas, pero los ex presidentes deberían tener un trámite distinto. No pueden deambular por tribunales con 250 denuncias. Hoy la política está judicializando absolutamente todo.

—En Brasil, uno de los cuestionamientos que se le hicieron a Sérgio Moro era su relación con el fiscal Deltan Dallagnol. Por lo que tengo entendido, la relación es distinta en los diferentes países. ¿Cuál es tu evaluación sobre ese vínculo? ¿Hay algo reprochable en él?

—Tiene que existir diálogo entre fiscal y juez. En nuestro ordenamiento, existe. Además, hay que ver el sistema aplicable en cada una de las jurisdicciones en donde hay más o menos diálogo. En este caso, me da la sensación, por lo que se conoce, de que el diálogo se transformó en promiscuidad. Ahí sí no estoy de acuerdo. Pero debe haber diálogo. Son dos actores judiciales resolviendo temas muy importantes. 

"Durante el gobierno de Mauricio Macri hubo rispideces con la Justicia, pero existía un diálogo"

—¿Instruís a tus fiscales para que no cometan el error de Sérgio Moro?

—Tenemos un sistema acusatorio en el que el fiscal lleva adelante las investigaciones y el juez actúa como un juez de garantías. Asegura que se respeten las garantías constitucionales. En ese sentido, se trata de avisar: “Te voy a mandar tal cosa”, “se va a presentar tal cosa”. En la mayor distancia posible, pero diálogo debe haber.

—¿Cuál es tu rol como representante para toda América Latina de la Asociación Mundial de Fiscales? 

—Es un orgullo enorme. Me sorprendió el voto en la reunión de Rusia. Vi que muchos me votaban y le pregunté a un colega por qué lo hacían. La respuesta fue: “¿Por qué no?”. Argentina tiene mucho potencial, es muy respetada, más afuera que adentro. Además, tenemos la escuela de capacitación de los fiscales.

—¿Es distinto ser fiscal en Brasil o en Rusia? El fiscal de Mani Pulite le dijo a Sérgio a Moro: “Vas a ir preso, como yo”, “quien se mete con esos temas nunca sale bien”. ¿Está más protegido un fiscal en el mundo anglosajón? 

—Los fiscales en Argentina, desde el punto de vista institucional, estamos protegidos. Se están viviendo momentos complejos en distintos puntos del país. Rosario está pasando por una situación de extrema gravedad. Balean las casas de los fiscales, los edificios judiciales. Fue incendiado el edificio de la Procuración General de Chubut. Pero lo que hablábamos en la Asociación Mundial de Fiscales es esta interlocución necesaria para evitar avasallamientos del poder político. En Argentina estamos bien. No tenemos esos problemas. Cada país tiene sus dificultades. Estuve en Italia hace poco y veía cómo vivían los fiscales ahí, sobre todo los antimafia, antiterrorismo: tienen otra problemática. Puntualmente, viven abajo de los pisos directamente por la cantidad de custodia y las amenazas que tienen. Por suerte todavía nosotros no llegamos a eso. Espero no llegar. En México lo mismo. En México, la vulnerabilidad que tiene el sistema de las procuraciones es muy grande. 

—Tu padre era juez de Mercedes, vos te criaste en Mercedes; de ahí es Gerónimo Ustarroz, sindicado como operador judicial del kirchnerismo. ¿Cómo es tu relación con él?

—Gerónimo es el representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. Lo conozco desde hace muchísimos años.

—¿Es uno de esos amigos del mundo judicial de los que hablabas antes?

—No es amigo mío. Tengo muy buena relación, es una gran persona. Es más grande que yo, compartimos muchos momentos. En Mercedes nos conocemos todos. Somos pocos.

—¿Incluso con Wado de Pedro? 

—También. Soy abogado, lo conozco, lo conozco mucho. No soy amigo, pero lo conozco de toda la vida. Wado debe tener 44 años, yo tengo 40. Me parece un personaje supervalioso. Seguramente, sea parte de la política en los próximos treinta años

—¿La Justicia puede contribuir a la reducción de la grieta?

—Debiera. La política debería dejar de judicializar todos los problemas que no puede resolver. El Poder Judicial termina teniendo un poder que no le es propio. La política tiene que resolver sus problemas y la Justicia, los suyos. Cuando la política judicializa sus problemas y la Justicia interviene, se acentúa aún más la grieta. Cuando asumí como fiscal general, se habló de “jura antigrieta” por la cantidad de personas que habían venido de distinto color político. Es lo que se necesita como país. 

—Estamos llegando al final del reportaje. Vos mencionaste que sos hijo de Carlos Mahiques, ex ministro de Justicia de María Eugenia Vidal, actual juez de la Cámara Federal de Casación Penal; hermano de Ignacio Mahiques, uno de los fiscales que investigaron a Cristina Kirchner en la casua de obra pública, los Sauces y Hotesur; tu familia es oriunda de Mercedes, al punto que estás en contacto con quien paradójicamente tiene la posición que vos tuviste representando al Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. ¿Cómo se vive ese rol protagónico familiar en la Justicia? 

—Para mí es un orgullo enorme. Nací, y mi padre era juez. Yo nací en el 80; en el 79, ubiquémonos en el contexto, mi padre como juez subrogante allanó el Regimiento 6 de Infantería por un pedido de hábeas corpus que había tenido y se llevó detenido al comisario. Años más tarde, quien fue presidente del Concejo Deliberante de Mercedes y en el acto en donde propone como ciudadano ilustre a mi padre por ese acto, le dice: “Usted me salvó la vida”. Mi padre era juez subrogante con 28 años y se metió a allanar un regimiento en pleno Proceso.

"Las vacantes de los jueces no son solo responsabilidad del Consejo de la Magistratura"

—Tres años antes de la Guerra de Malvinas, cuando estaban en su esplendor.

—Sí. Me enteré en una comida muchísimos años más tarde. Ese es el legado que tengo de mi padre. Una persona con vocación de servicio, honestidad, valentía, coraje y humanidad. Me quedo corto en la enumeración de sus virtudes. Mi hermano, lo mismo. Es brillante, como los otros dos hermanos. No están en la Justicia. Uno está en Cancillería y mi hermana es intérprete en Naciones Unidas. Mi madre es licenciada en Filosofía. Para mí es un orgullo enorme. Cuando hablan despectivamente de lo que es la familia judicial, no puedo sentir más que orgullo de mi familia.

“Con la pandemia, avanzó muchísimo el cibercrimen”

—Cuando asumiste, dijiste: “En primer lugar, me voy muy conforme con el trabajo en el Consejo, y respecto del nuevo rol, es un gran desafío para avanzar contra el narcomenudeo, los casos de pornografía infantil y todos los delitos que cometa un funcionario público. Es una gran responsabilidad ser jefe de los fiscales de la Ciudad y se trata de uno de los cargos judiciales más importantes del país”. ¿Qué balance y qué autocríticas hacés dos años más tarde?

—El balance lo hago con mi grupo de asesores mensualmente. Es muy bueno. Demuestra el momento complejo que vivimos. Por ejemplo en cuanto al narcomenudeo. Vivimos momentos muy complicados en relación con la droga en la Ciudad de Buenos Aires. Nos estamos concentrando en los mercados abiertos. Apuntamos la mayoría de los recursos a los barrios vulnerables, los lugares públicos en donde los chicos deberían estar jugando o yendo al colegio. Que allí no se venda droga, sobre todo paco. Es un proyecto que se trae de Estados Unidos. El Estado debe estar presente para que esa gente no esté más en la zona en donde nuestros chicos deberían estar jugando. Hoy eso sucede y es complicado. Lo estamos atacando. Creé una fiscalía especializada en estupefacientes, en narcocriminalidad, a cargo de la doctora Cecilia Martha Amil Martín. En un año tuvimos muchísimas condenas de efectivo cumplimiento, investigaciones con resultados muy buenos. Por un lado es bueno, pero demuestra la complejidad del tema. A eso se suma el tema de distribución de material de pornografía infantil. También ha habido casos, como el operativo  Luz de Infancia en colaboración con distintos países de la región. Hubo en simultáneo más de setenta allanamientos con personas detenidas, miembros de fuerzas de seguridad y docentes. 

Se creó una Fiscalía Especializada en Cibercrimen a cargo de la doctora Daniela Dupuy, muy reconocida. Tenemos resultados muy buenos en estos dos años de gestión. Pero también es preocupante cómo avanza, y más con la pandemia. Con la pandemia, todo lo relacionado con el cibercrimen avanzó muchísimo.

“Ni un miembro de la Corte ni un procurador general pueden estar alejados de la política”

—¿Cuál es tu evaluación del vínculo entre el ministro de Justicia, Martín Soria, y la Corte en general?

—Por lo que leo en los medios, no es buena institucionalmente. No califico personalmente a Martín Soria, a quien no tengo el gusto de conocer. No le hace bien ni al Poder Ejecutivo, ni al Judicial, ni a la sociedad. No estoy de acuerdo con las manifestaciones descalificando a los miembros de la Corte. No suma a lo que necesitamos como país.

—En el reportaje de Rosatti, le pregunté cuánto debe haber de político y cuánto de jurista para integrar la Corte Suprema y ser presidente de la Corte, cuánto de balanza y cuánto de espada, según la clásica representación. ¿Cómo contestarías vos a tus alumnos en la universidad a esa pregunta?

—Escuché la entrevista al doctor Rosatti. Me pareció brillante. Habló del plus que le genera a un ministro de la Corte haber pasado por la política. Para un cargo como ministro de la Corte, con la sensibilidad de los temas que debe resolver y el impacto que generan sus resoluciones, sin duda tiene que ser un gran jurista, pero también debe contar con conocimiento político, de ciencias políticas.

—¿Y para ser jefe de los fiscales?

—También se toman decisiones de impacto diario. Como jefes de los fiscales de distintas jurisdicciones, bajamos lineamientos de política criminal. Eso tiene repercusiones diarias en la sociedad. No se puede estar alejado de la política. Hay que tener conocimiento jurídico, ser idóneo, honesto y valiente. Cualidades de un magistrado: ser humilde y humano, también.

 

Producción: Pablo Helman y Natalia Gelfman.