El jefe del Gabinete nacional, Marcos Peña, se mostró muy relajado al hablar de las próximas elecciones presidenciales, indicando que existe un "escenario muy parecido al que se vio en 2015" cuando Mauricio Macri ganó la presidencia contra todo pronóstico. Lo dijo en la entrevista exclusiva que concedió a Jorge Fontevecchia emitida este domingo. En la extensa charla analizó los posibles desenlaces de la votación, pero minimizó los riesgos de que Cambiemos pierda: "hay una mayoría de argentinos que quiere seguir un camino hacia delante", dijo antes de notar que "una minoría de argentinos que quiere volver al kirchnerismo".
A continuación, un fragmento de la entrevista y más abajo el video:
Jorge Fontevecchia: Bueno, como los reportajes anteriores, este tiene capítulos. Vamos a comenzar con el capítulo de Elecciones, después viene el capítulo de Economía… Vamos a hacer un repaso por los reportajes anteriores. Así que comenzamos con el tema elecciones. ¿Qué indican las encuestas a las que más atención presta el Gobierno?
Marcos Peña: Primero que el mejor pronosticador hoy de la situación de la demanda electoral, a nuestro entender, es el resultado de la primera vuelta de las elecciones de 2015. Porque a partir de ese momento se consolidaron núcleos de identidad…
— ¿Qué les indican las encuestas que miran con más atención?
—Cuando uno lo mira estructuralmente, indican que hay un escenario muy parecido al que se vio en la primera vuelta de 2015, donde hay dos núcleos de identidad, de valores y organización política muy identificados, un tercer núcleo un poco más pequeño, y que las preferencias e inclinaciones de los argentinos, independientemente del estado de ánimo, no varían demasiado, que hay una mayoría de argentinos que quiere seguir un camino hacia delante, una minoría de argentinos que quiere volver al kirchnerismo y después, en un porcentaje grande de gente que todavía no ha definido su voto, una expectativa de lo que lo va a pasar en el escenario electoral en los próximos meses.
—O sea, vos decís que se mantiene más o menos un empate entre el oficialismo y el kirchnerismo y a la mitad del tamaño que más o menos tendrían esos dos, hay una tercera vía. ¿Sería ese…?
—Sí. Creo que hoy, centralmente, recoge, como en el 2015, a aquellos que por ahí no se identifican con ninguno de los dos, pero no compone un tercer grupo de identidad ,un pensamiento…
ENTREVISTA | Peña y la inflación: "No tenemos ningún problema en reconocer lo que no salió bien"
—O sea, vos no ves tres tercios, ves 35-35-15 o 35-35-20.
—A grandes rasgos, sí. Sí creo que por ahí hay tres tercios de otra cosa, que es: una cantidad de argentinos que querían un cambio económico y político y lo siguen queriendo; un tercio que no quería cambio, se sentía cómodo con el kirchnerismo; y otro tercio que le pone más valor al cambio político que al cambio económico, que fue el terreno de las idas y vueltas de los números de la opinión pública en estos años. Pero no creo que existan tres identidades políticas constituidas como tales, tres demandas distintas. Creo que ese tercer grupo, en todo caso, está mirando para tomar una decisión en el dilema entre Macri y Cristina.
—Eso en cuanto a lo cuantitativo. Y respecto a lo cualitativo, los focus groups, ¿qué les indican? ¿Qué cambió en el humor de la sociedad? ¿En qué es distinto de lo que era en 2015, 2017, si es que hubo algún cambio?
—Primero, que hay una mirada muy distinta de acuerdo con quién se hable. Las distintas realidades que se perciben de acuerdo a la identidad política, es muy notorio eso. Pasó en estos tres años y medio: aquel que se identifica con el kirchnerismo ve la realidad de una manera muchas veces antagónica que aquel que se identifica con nosotros. Y eso es un desafío muy particular porque es muy difícil hablar de la opinión pública, entender que se constituyen identidades que también inciden sobre el estado de ánimo, sobre la percepción… Y en ese contexto, está claro que tanto nuestro votante como el que no es kirchnerista y está un poco en el medio están muy marcados por una angustia, incertidumbre y cierta desilusión en algunas cosas, pero no altera, a nuestro entender, la motivación estructural de hacia dónde quieren ir.
—Sí. Ahora, entrando en lo cualitativo y dado que además vos sos egresado en Ciencias Políticas y es el tema al que dedicás tu vida: si vos tuvieras que explicar en una universidad qué indican los focus groups sobre la identidad del grupo que apoya al oficialismo, del del kirchnerismo y de esos que todavía se están definiendo. ¿Qué caracteriza a esas identidades? Tratá de traducirlo en términos sociológicos.
—Creo que caracterizan demandas y visiones. Yo lo sintetizaría mucho en una mirada aspiracional y una mirada reivindicativa, que creo que es el gran quiebre social hoy, mucho más que izquierda y derecha. Es una actitud frente a la vida y una explicación para la coyuntura, donde uno mira más de hoy para atrás y tiene una mirada de volver a un pasado que fue mejor en su vida, y otro dice “cómo hago para estar mejor mañana”. Y a partir de ahí también se entienden muchos valores. Creemos que en nuestra identidad, los valores de las libertades tienen un peso muy importante: el valor de la posibilidad del emprendedorismo, de la posibilidad de conectarse con el mundo, construir una idea de futuro, darle una entidad fuerte al trabajo.
ENTREVISTA | Marcos Peña: "Si no hubiera manera de ganar sin cambiar el candidato, seríamos los primeros en analizarlo"
—En uno de los reportajes hicimos la comparación con el Umberto Eco de Apocalípticos e integrados. ¿Sigue existiendo esta idea de alguien melancólico y alguien con una actitud, vos decías, de futuro o aspiracional, de aspirar a algo mejor frente a uno que reivindica algo que existió?
—Me parece que sí y que en la Argentina pesa más que en otros países la cultura de volver al pasado. De alguna manera decimos que el antikirchnerismo es el último movimiento reivindicativo de nuestra historia, porque a veces plantea, cuando se define por la negativa, que uno tiene una añoranza de volver a otro lugar. Nuestro desafío siempre es construir un mensaje positivo. Alguna vez alguien al que le tengo mucho aprecio me dijo hace muchos años “Marcos, vos tenés que entender que siempre que en la Argentina nos dijeron del cambio, fue para peor”. Y eso es una actitud muy emparentada con el kirchnerismo. Creo que Cristina Kirchner conectó mucho con esa actitud y por eso recolectó una oferta reivindicativa que colecciona mucho de las banderas reivindicativas de nuestra historia. Y creo que Mauricio Macri —y Cambiemos como fuerza política— siempre planteó esa idea de un progreso, de que podemos estar mejor; una rebeldía que convoca el orgullo de decir “somos mejores que esta vía que estamos llevando”.
—¿Y a qué atribuís esta mayor, podríamos decir, ligación con el pasado en la Argentina ? ¿A nuestro fracaso?
—Y, seguro. Por un lado, el fracaso, y creo que también por el peso de la inmigración. Siendo un país donde eso tiene tanto peso… Una vez me decía otra persona a la que quiero mucho: “tenés que entender que la nostalgia es parte del inmigrante”.
—EE.UU. también se construyó con todos inmigrantes, y sin embargo…
—Sí. Por eso creo, la combinación de esa cultura inmigrante con un futuro que nunca llega, esa sensación de un país que en 100 años siempre ha ido en declive, creo que pesa un montón para poder explicar comportamientos y culturas políticas.
—A mí siempre me llamó la atención la vigencia, hasta te diría creciente de los diarios en Inglaterra, y siempre la asociaba con esa adoración del pasado que tienen los ingleses. O sea, en Londres todavía uno encuentra casas que venden sombreros, gemelos… Y siempre lo asociaba a que bueno, Inglaterra tenía motivos para ser melancólica por tener un pasado de mucho éxito. La Argentina no. Entonces, ¿qué pasado se está recordando? ¿Es uno creado en la fantasía? Porque si uno dijera: “Argentina fue un país grande hasta 1930”, hasta hace 40 años podría haber personas con nostalgia de 1930. Hoy nadie puede tener nostalgia de 1930, porque tenemos hiperinflaciones desde el Rodrigazo de principios de los 70. O sea, hay que tener más 70 años para acordarse de un país sin híper. ¡Desde 1972, la Argentina es el único país no africano cuyo PBI per cápita cayó! ¿Nostalgia de qué tenemos?
—Es una buena pregunta y por eso nosotros siempre nos rebelamos contra esa idea y cometimos —y en todo caso cometemos—la irreverencia de plantear un mensaje de futuro, esta idea de una Argentina que en vez de mirarse para atrás y para adentro se mira para afuera y para adelante. Ese giro (que también tiene que ver con la energía, con el mensaje, con el ánimo), a nuestro entender, es lo que rompe el ciclo en el que estamos envueltos hace 100 años.
ENTREVISTA | Marcos Peña: "Los que me asignan una comunicación maléfica lo hacen desde una profunda incomprensión"
—Ahora, uno podría entender que haya un deseo de recuperar la situación económica previa a 2015. En líneas generales, a vos te debe pasar que laburás con un montón de gente y te dicen: yo estaba mejor. Eso no es nostalgia, es un hecho objetivo, o sea, la persona tenía mayor capacidad de compra en 2015. Pero dado que en ese año se daba lo mismo, no podíamos decir que eso es lo que construye la identidad política. Así como dice Freud que los recuerdos se construían ficcionalmente, uno sí puede tener nostalgia al pensar: “yo quiero ganar como en 2015”. Ahora en el 2015, si las categorías políticas se construían sobre lo reivindicativo de la nostalgia del pasado vs. La idea aspiracional de progreso y futuro, en 2015 no se podía decir que estaba este problema que hay hoy de que la gente en 2015 tenía más capacidad de consumo. ¿Será más complejo lo que hoy estamos viendo?
—Creo que es estructural, es muy profundo, pero al mismo tiempo hay una tensión. De la misma manera que nosotros somos emergentes de una demanda electoral que busca salir de ese circuito de nostalgia y fracaso, nosotros interpretamos y lideramos ese proceso, pero no es que lo creamos, no es que inventamos las ideas aspiracionales del argentino. Creo que en la propia cultura del inmigrante también hay un deseo de progreso y de construir un futuro mejor, aún a riesgo de tener que pasar por momentos duros para construir las bases para eso…
—Probablemente más todavía, y eso es lo que caracteriza a EE.UU., un pueblo de inmigrantes.
—Y por eso también creo que en la discusión del 2019, es más importante discutir cómo vamos a estar incluyendo el bolsillo en 2020 que la discusión de cómo volvemos a estar hacia atrás, porque el kirchnerismo no tiene ninguna posibilidad de reproducir las condiciones de una economía mediocre, como había antes, pero que a base de quemar todas estas reservas, generó una sensación de bienestar…
—Un bienestar, digo, no una sensación. Podríamos decir que no era sostenible. Pero la gente en general estaba mejor en el 2015 que hoy.
—Pero para mí esta es una discusión muy profunda porque tiene que ver con el grado de aspiración que uno tenga. Si uno tiene más plata en el bolsillo, claro, tiene más bienestar. Ahora, si además tiene problemas de seguridad, de cloacas, eso también tiene que ver con el bienestar. Reducir el bienestar al bolsillo y no al progreso es un gran mérito del populismo como trampa social. Nosotros nos resistimos a creer que el bienestar sea solamente el poder adquisitivo de corto plazo. Porque si eso —y sé que dicen “ah, cómo va a decir sensación de bienestar”. Bueno, claramente porque queremos dar esa discusión, cómo se construye el progreso. Y progreso implica que tu hijo y tu nieto estén mejor que vos el día de mañana, no que vos puedas sostener una condición que no te transforma la vida.