PERIODISMO PURO
Entrevista

Martín Guzmán: "El país no tenía forma de enfrentar la deuda todo el año sin dañar más la economía"

En diálogo con Jorge Fontevecchia, el ministro de Economía habló de la negociación con los acreedores y del sendero de sustentabilidad luego de Alberto Fernández.

Fontevecchia entrevista a Martin Guzman 20200606
Jorge Fontevecchia en reportaje al Ministro de Economía de la Nación Martín Guzmán en el Ministerio de Economía | Obregon Juan Jose

"Con el Fondo tenemos un proceso hasta hoy muy constructivo de diálogo, de revisar lo que pasó en los últimos años, que va a nutrir un nuevo programa. Lo que ocurría era que había un calendario de pagos diferente", destacó el ministro de Economía, Martín Guzmán, entrevistado por Jorge Fontevecchia para Periodismo Puro, sobre la relación con la entidad financiera internacional en la extensa charla para "Periodismo Puro".

A la hora de referirse a los acreedores privados lo hizo en estos términos, Guzmán destacó que "la gran carga de la deuda de Argentina con el Fondo Monetario Internacional ocurre entre 2021 y 2023, y con los acreedores privados era ahora".

"El país no tenía la forma de enfrentar esa deuda todo el año sin dañar más la economía". "Y tener una deuda insostenible", subrayó, "implica más ansiedad, más sufrimiento, más caída de la actividad económica y un ambiente de mayor inseguridad económica para las familias. Más caída de la actividad significa menos oportunidades de trabajo, más pobreza, más desigualdad", agregó el titular de la cartera económica nacional.

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A continuación, un fragmento de la entrevista:

—¿Fue un error presentar públicamente una oferta a los acreedores que ahora hay que mejorar? ¿O cuál fue la ventaja de haberlo hecho? Peter Drucker decía que la excelencia es un camino de aproximaciones sucesivas. 

—La propuesta inicial que hicimos ayudó a anclar las expectativas. No se comprendía la realidad que enfrentaba Argentina. Habíamos tenido negociaciones bajo acuerdo de confidencialidad y la única oferta que había llegado por parte de los acreedores era un megacanje, algo similar a lo que fue el canje de 2001, que aumentaba la carga de la deuda para Argentina. No había una dimensión real de lo que se estaba viviendo aquí. Poner esa oferta sobre la mesa calmó las expectativas.

—¿Marcó la cancha?

—Fue un baño de realidad. El rumbo de las negociaciones cambió desde entonces.

—¿Favorece o dificulta el acuerdo que haya tres grupos que concentran 40% de la deuda?

—Ese dato no es correcto; pero lo que es importante es generar masa crítica para que el resto de los acreedores entiendan que les conviene estar del lado de un acuerdo. 

—¿Que haya un grupo de acreedores pequeño que concentra una cantidad significativa contribuye o dificulta por su capacidad de bloqueo?

—No hay ningún acreedor que de por sí tenga una cantidad significativa con capacidad de encauzar un acuerdo. Sí tenemos fondos de inversión muy grandes en el mundo, que podrían generar un efecto si nos acompañan sobre el resto. Es algo que va más allá que el hecho de que ellos tengan una cantidad grande. Se trata más bien de lo que significan en el mundo de los acreedores.

—¿Te ayudan otros interlocutores con los acreedores? Por ejemplo, se menciona mucho a Sergio Massa.

—Es el Ministerio de Economía el que lidera este proceso de forma completa. El Presidente nos dio la responsabilidad de llevar adelante este proceso. Somos nosotros quienes estamos llevando adelante la negociación.

—¿Miguel Galuccio no tendió oficiosamente un puente con BlackRock, por ejemplo?

—Somos nosotros directamente. Soy yo quien habla directamente con BlackRock.

Fontevecchia entrevista a Martin Guzman 20200606

—¿Se confirma que mañana se hará una nueva propuesta y se postergará probablemente hasta el 22 la definición de la negociación de la deuda?

—No se va a enmendar la oferta. Estamos trabajando con los acreedores para acercarnos lo máximo posible a un punto que le sirva a Argentina. Buscamos un acuerdo que cuide a Argentina, que sirva para toda la Argentina, no solamente para algunos sectores. Esto es un proceso. Resolverlo lo más rápido posible es lo mejor para todas las partes. Pero lo más importante es resolverlo bien. Ese es un camino que hay que transitar, y hoy no estamos en condiciones de enmendar la oferta pero sí apuntamos a enmendarla. 

—¿Podría haber una cierta contemporaneidad de la salida de las cuarentenas y salida del default?

—Bueno, si se da eso, sería casual. No está pensado así. En cuanto a la cuarentena, lo que ocurre es que el problema del coronavirus persiste. Aquí y en todo el mundo. Es fundamental cuidar la salud de las argentinas y de los argentinos. Se deberá prolongar o adaptar en la medida en que sea necesario para cumplir el objetivo de cuidar la salud. La deuda va a depender de cuál sea el entendimiento por parte de los acreedores y de cuáles son las restricciones que enfrenta Argentina. Lo que nosotros no vamos a hacer es patear el problema hacia adelante. Argentina tiene una larga historia de patear los problemas hacia adelante, ya lo dijo el Presidente. Nosotros no trabajamos para nosotros, estamos trabajando para Argentina. Ese será el principio rector...

"No hay ningún acreedor que de por sí tenga una cantidad significativa con capacidad de encauzar un acuerdo. Sí tenemos fondos de inversión muy grandes en el mundo, que podrían generar un efecto si nos acompañan sobre el resto. Es algo que va más allá que el hecho de que ellos tengan una cantidad grande".

—La discusión es sobre el después del mandato de Alberto Fernández. 

—Proponemos una reestructuración integral que le dé a Argentina lo que llamamos un sendero de sostenibilidad, que nos quite una carga insostenible de deuda ahora y en el mediano plazo también, de modo de tener unas finanzas públicas saneadas, cosa que no se resuelve solamente con la deuda. Argentina necesita más que eso para permitirle al Estado tener la capacidad de implementar las políticas públicas vitales para el desarrollo y permitirle al sector privado operar bajo condiciones de relativa certidumbre, cosa que hoy en Argentina no ocurre ni ocurrió en los últimos años. De poco serviría poner un parche: después se rompe y después volvemos a tener los mismos problemas de siempre. Así se arma esa secuencia de auge y caída de la historia del país en buena parte de su historia. 

Fontevecchia entrevista a Martin Guzman 20200606

—¿Temés que se esté usando a la Argentina como un laboratorio en las negociaciones de deuda, dado que casualmente por el coronavirus se supone que muchos otros países van a tener que renegociar las deudas soberanas?

—Es algo que buscamos que no ocurra. Pero se da una realidad: Argentina ya tenía una crisis de deuda. El 10 de diciembre de 2019, cuando asumimos en el Gobierno, Argentina enfrentaba una economía en caída libre. Todos los indicadores económicos y sociales venían deteriorándose. El desempleo llegaba a 2 dígitos, la tasa de pobreza encima del 35%. La pobreza de niños y niñas menores de 14 años era 52,4%, sumado a la imposibilidad total de refinanciar las deudas. El riesgo país estaba por encima de los 2 mil puntos básicos. Argentina no tenía ninguna posibilidad de acceder al crédito a tasas que le permitiesen refinanciar sus deudas. Y vino el coronavirus, en todo el mundo, que pone a varios países en una situación también de crisis de deuda. Argentina está primero en la fila. Los acreedores ven eso y ven que lo que pase con la Argentina puede implicar algo para lo que siga. Pero nosotros estamos absolutamente enfocados en Argentina. Queremos separar a Argentina del resto. Hablaba con un inversor muy reconocido, que no es acreedor argentino, es inversor en la economía real en los Estados Unidos, que comparaba la situación de Argentina con un concepto de la teoría de los juegos, que se denomina paradoja del bazar. Supongamos que tenemos un negocio muy grande, que tiene muchas ventas y al lado le abren uno pequeño. No le afecta las ventas porque es un negocio pequeño. Pero ¿qué pasa? Si no hace nada, luego aparece otro negocio pequeño al lado, un segundo negocio pequeño que seguirá sin afectarle las ventas. Pero después viene un tercero, viene un cuarto, viene un quinto hasta que llega el momento en que el negocio grande ve sus ventas afectadas. Entonces, aunque el primer comercio al lado no afecte las ventas, puede que lo óptimo, para el comercio grande, sea pisar al comercio pequeño. Es algo que puede estar ocurriendo: no permitir a la Argentina que tenga una reestructuración en términos que son razonables, porque después viene el resto. El inversor me decía que estábamos haciendo algo absolutamente razonable, además con el apoyo del Fondo Monetario Internacional y de la comunidad internacional en general. Lo que pasa que si les dejan hacer eso a ustedes, después puede que cambien las reglas del juego. Lo que este inversor también me decía es que no es que los acreedores puedan hacer esto de pisar a todos, porque si hacen eso, van a destruir toda una clase de activos, que es la deuda de los soberanos emergentes, en un contexto muy difícil para la humanidad, van a estar vapuleando a 500-600 millones de personas en el mundo y de eso tal vez no se pueda volver. Estamos frente a un problema global, Argentina está en el medio de eso pero Argentina ya venía con sus problemas, y lo que nosotros buscamos es resolverle el problema a la sociedad argentina. 

"Y vino el coronavirus, en todo el mundo, que pone a varios países en una situación también de crisis de deuda. Argentina está primero en la fila. Los acreedores ven eso y ven que lo que pase con la Argentina puede implicar algo para lo que siga. Pero nosotros estamos absolutamente enfocados en Argentina. Queremos separar a Argentina del resto".

—Desde el punto de vista de la deuda, el coronavirus generaría una paradoja. Por un lado, hace tomar conciencia de la problemática de la crisis; pero, por el otro, hace que la negociación con Argentina pueda ser un caso testigo: que cada concesión que se le haga a Argentina no se mida por su deuda, sino por la deuda total de un porcentaje importante de los emergentes. 

—Es correcto. Hay fuerzas contrarias operando al mismo tiempo: por un lado, marcar para lo que sigue. No es algo que nos convenga en este momento. Pero por otro lado, sí que hay una mayor visibilidad en el mundo de la necesidad de resolver los problemas de deuda para evitar que haya sociedades vapuleadas en este momento tan crítico de la historia de la humanidad. 

Fontevecchia entrevista a Martin Guzman 20200606

—Jeffrey Sachs le explicó a Alberto Fernández que un default no era tan grave porque este es un mundo muy distinto al de hace unos años, y ahora muchos países iban a caer en default. Desde entonces, la liquidez global volvió mucho más rápido. Solo en la región volvieron al mercado de crédito Chile, Perú, México, Paraguay, Colombia, esta semana Brasil. ¿Sigue válida aquella recomendación?

—Hay que tener cuidado con eso y distinguir cada caso. Hay un conjunto de países que están teniendo problemas de deuda muy fuertes: son aquellos que se endeudaron en moneda extranjera. Líbano ya está en default, Ecuador está bajo un consentimiento, no puede pagar sus deudas, Argentina ya tenía problemas. En cambio, aquellos que se endeudaron en su propia moneda les vino el coronavirus y no están enfrentando grandes problemas en los mercados financieros internacionales. Incluso tienen crédito. Es algo muy importante también para nosotros pensando un futuro. Ponemos mucho énfasis en el desarrollo del mercado de deuda pública en nuestra propia moneda. Esto alude a la cuestión general de la insostenibilidad. No es solo que hay deuda en moneda extranjera que no se puede pagar, también se ha socavado la soberanía monetaria de Argentina. Sin soberanía monetaria, sin una moneda propia, no hay posibilidades de poder generar las condiciones para el desarrollo económico y social. Hemos buscado y logrado en cierta medida reconstruir lo que se conoce como la curva de rendimiento en pesos. Que haya activos, empezando por la deuda pública del Estado, en moneda nacional, que resulten atractivos para la sociedad para invertir. Pero en ese desarrollo se nos enfrenta el problema de aquellos inversores extranjeros que entraron durante el gobierno anterior a hacer este juego que se llama carry trade y que ahora se quieren ir. Así, cada vez que tenemos un vencimiento de deuda en pesos en los cuales están los extranjeros, tenemos un problema. Como quieren irse, no buscan cooperar. Nosotros no estamos en condiciones todavía de abrir la cuenta capital para darles salida. Es un problema que tenemos que resolver y que estamos apuntando a resolver dentro de la cuestión general de la crisis macroeconómica. 

—Si la idea es desdolarizar, ¿no se pudo ofrecer títulos ajustados por CER como los que ofreció Roberto Lavagna en su momento?

—(Sonríe). Todavía no se anunció cuáles serán las condiciones de canje para la deuda en dólares bajo la ley local. Lo que sí nosotros hemos ofrecido es títulos ajustados por CER a tasas de interés reales positivas pero bajas sostenibles para parte de la deuda en moneda local y eso ha sido exitoso. Tuvimos un canje a principios de este año muy exitoso en esa dirección. 

Fontevecchia entrevista a Martin Guzman 20200606

—¿Te sorprendió que en la primera propuesta aceptara solamente un 13% de los bonistas?

—Ese número tampoco es correcto. Lo hemos publicado y el número no está cerrado porque el canje nunca se cerró. La propuesta se extendió y todavía está vigente de hecho. Está vigente por el hecho de que se va a buscar enmendar. Lo que sí es cierto es que hubo acreedores que acompañaron y hubo otros acreedores que no acompañaron. Ya lo habían anticipado, como expresaba antes, lo que esto nos dio es un baño de realidad. Hay que resolver el problema de sostenibilidad de la deuda antes que nada. 

—¿Entonces ya esperabas que fuese una cantidad que no permitiese llegar a un acuerdo en la primera oferta?

—Todo va en el curso de las negociaciones. Después salió con rechazo por cierto grupo de acreedores. Lo dijeron de forma explícita. Y lo tomamos. 

"Ponemos mucho énfasis en el desarrollo del mercado de deuda pública en nuestra propia moneda. Esto alude a la cuestión general de la insostenibilidad. No es solo que hay deuda en moneda extranjera que no se puede pagar, también se ha socavado la soberanía monetaria de Argentina. Sin soberanía monetaria, sin una moneda propia, no hay posibilidades de poder generar las condiciones para el desarrollo económico y social". 

—La publicación por parte del Fondo Monetario Internacional del statement, donde dice que el Gobierno podría mejorar la oferta hasta US$ 50 cumpliendo los criterios de sostenibilidad, ¿contribuye al acuerdo?

—Es muy importante la legitimación del Fondo Monetario Internacional sobre este proceso. Obviamente que el hecho de que el Fondo diga lo que dijo también contribuye a anclar expectativas. Máxime teniendo en cuenta que Argentina también enfrenta un problema real de deuda con el Fondo Monetario Internacional. Recordemos lo que pasó en el año 2018. El país venía transitando un proceso de endeudamiento. Se había comenzado a tomar deuda en el año 2016 con la expectativa de que Argentina iba a crecer, que además iban a crecer las exportaciones y eso le iba a dar al país las divisas para hacer frente a los pagos de deuda a tasas de interés que eran realmente altas. Argentina se endeudó a tasas de interés promedio para la deuda en dólares de 7%. En un mundo donde las tasas eran cercanas a 0%, lo cual obviamente muestra que había cierto riesgo, que los acreedores eran conscientes de ese riesgo, por eso prestaban a las tasas que prestaban. Y en abril de 2018, en un contexto de revisiones sobre las situaciones de las economías emergentes, Argentina experimenta un shock repentino clásico que cambia las expectativas. Se deja de creer que ese modelo fuera virtuoso, que le fuese a generar a Argentina perspectivas de crecimiento sostenibles. Inmediatamente, el gobierno anterior acude al Fondo Monetario Internacional, con la expectativa de que con el Fondo Monetario Internacional prestando liquidez generaría un shock de confianza positivo, que volvería a bajar el costo de financiamiento para con los acreedores privados y entonces se iban a resolver los problemas. Ocurrió que la entrada en escena del Fondo Monetario Internacional generó aún más ansiedad. El mundo dijo que cada vez que Argentina y el FMI están juntos es señal de problemas y se alentó la corrida. Hubo una segunda crisis cambiaria poco tiempo después. Después esos dólares del Fondo que en principio iban a estar ahí, disponibles y no se iban a usar, se terminaron usando para pagar deuda y para financiar la salida de capitales. O sea que esos dólares hoy no están, y al final Argentina no creció, los problemas no se resolvieron, el programa anterior de política fiscal contractiva y política monetaria contractiva en una recesión generó una caída mayor de la actividad, un aumento de las tasas de interés, que hizo prohibitivo para miles de empresas en Argentina poder acceder al crédito. Hubo pymes que desaparecieron. Imaginémonos un contexto en el cual cae la demanda con lo que se vende y encima el costo de refinanciarse es arriba de 80% anual. Eso genera destrucción de empresas. La actividad económica entró en caída libre, y Argentina entonces no recuperó el acceso a los mercados de crédito internacional. Por lo tanto, no va a poder pagarle al Fondo Monetario Internacional en los tiempos especulados. Vamos a tener que resolver ese problema, y eso hace que lo que diga el Fondo sobre la reestructuración de la deuda con los acreedores privados tenga mucha importancia para nosotros porque legitima el proceso en general y es un punto de partida importante para diseñar un nuevo programa con el mismo Fondo, que deberá articularse sobre premisas sensatas. 

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