#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.
—Usted reemplazó a Ernesto Sanz en la presidencia del bloque de senadores radicales, y a la vez él lo reemplazo en la presidencia del partido. Hay una especie de switch entre ustedes. ¿Cómo es su relación con Sanz?
—Con Ernesto tenemos una relación es muy buena. Nos diferenciamos mucho en Gualeguaychú, es cierto. Creo que mi participación ha sido importante para evitar rupturas y para ordenar el radicalismo detrás de esa decisión y de Cambiemos. Pero siempre hemos tenido coincidencias él y yo. Yo le reclamo que se haga a un costado ahora, que cada vez de más un paso al costado…
—¿Le gustaría que Sanz no hiciera eso, que no se alejara de la política?
—Me gustaría que tenga un rol más activo. Porque él ha sido clave en la construcción del vínculo y de Cambiemos. Pero bueno, le respeto sus decisiones. Tengo una excelente relación política y personal con él.
—Usted se definió como alfonsinista en el 2000, en el momento que asumía integrar el gobierno de la Alianza, con De la Rúa de presidente, que siempre fue un competidor de Alfonsín. Hizo un gesto de reafirmación en un contexto donde, en el poder, no eran alfonsinistas. ¿Qué cree que diría hoy Raúl Alfonsín del gobierno de Macri?
—No sé. Alfonsín, además de un gran demócrata, era una persona práctica, que conocía de gestión. No sé qué posición hubiera tenido en Gualeguaychú, no lo sé. Ricardo Alfonsín apoyó el esquema de Cambiemos. Raúl no lo sé. Pero hoy, como están las cosas, creo que estaría bregando para que el partido acompañe responsablemente y que, en todo caso, si es que hay diferencias, que éstas se planteen en el marco de una mesa del gobierno, y de Cambiemos. Con un radicalismo con responsabilidad de gobierno. Lo imagino en ese lugar.
—¿Lo imagina apoyando la idea de incorporar a Massa en aquella coyuntura que usted apoyó pero no tuvo eco en la Convención?
—Sí, puede ser. Alfonsín era un dirigente que comprendía al peronismo como un partido clave en determinadas construcciones. Nunca fue gorila, nos enseñó a no ser gorilas. Creo que él estaría con una actitud responsable, acompañando al partido para que el partido se integre responsablemente al gobierno. Hablamos de estadista a quién le interesaba el país, sobre todas las cosas. A Raúl Alfonsín le interesaba que le vaya bien al país, y hubiera hecho todo lo posible para acompañar las medidas del gobierno que acomoden la economía, que mejoren la calidad de vida de la gente, por más duras que sean.
—Usted usó una frase que me parece clave: “Nos enseñó a no ser gorilas”. Sanz también comenzó en política en la época de Alfonsín. ¿Hay, dentro de Cambiemos, muchos gorilas?
—Siempre hay gorilas. También hay peronistas que son gorilas al revés, que son bastante intolerantes. Lo que ha crecido mucho en el país es la intolerancia. Hay distintas categorías: está el tolerante demócrata, el tolerante y el intolerante extremo que está a un paso de ser fascista. Todas estas categorías han generado la fractura, la grieta.
— Es interesante cómo explica Marcos Peña la evolución del PRO, hasta llegar a Cambiemos. Para ellos, el punto de inflexión fue cuando deciden que la alianza no debe ser con el peronismo sino con el radicalismo. La tesis de la cual partían era que solo con Macri, el PRO no llegaba a ser gobierno. Necesitaban una alianza y que el aliado natural siempre era el peronismo. En las elecciones con De Narváez y Solá en la provincia de Buenos Aires, eso se lleva a la práctica. Pero en un momento cambian y llega lo que ellos llaman, el momento “de adultez” en el PRO: cuando olvidan la idea de sumar al peronismo y crecer como el PRO. ¿Se podría decir que hubo un cambio en el PRO más hacia el anti peronismo y que ese fue un punto característico de lo que hoy conocemos como Cambiemos, pues de otra manera la coalición no hubiese sido diferente a aquella alianza con De Narváez y Solá?
—No, más que un cambio hacia el anti peronismo, diría que una estrategia centrada en construir una alternativa que pueda gobernar. Por eso eligen al radicalismo. Hay en Cambiemos dirigentes del PRO que han visto como muy importante la incorporación de referentes del peronismo. Y yo lo comparto. No hay un corte peronismo-anti peronismo. En ese momento histórico había un corte que tenía que ver con la construcción de una alternativa. Por eso el no a Sergio.
—¿Podríamos decir que la estrategia comunicacional de la campaña del 2015, era en contra del peronismo?
—Sí.
—Si lo hubieran tenido a adentro a Massa la estrategia hubiese sido más difícil.
—Hubiera sido más difícil sí, pero se trataba del peronismo que estaba expresado en el gobierno. Básicamente, el Frente para la Victoria.
—Cierto, pero en líneas generales se le echaba la culpa a los gobiernos peronistas de toda la decadencia Argentina. No solo al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner. El peronismo pasaba de ser un posible aliado, a ser el adversario.
—Sí es cierto, pero más por una cuestión estratégica del momento, algo electoral.
—En su provincia, Jujuy, usted se salió con la suya, porque integró al Frente Renovador además del PRO, al Partido Socialista que compite con Cambiemos en Santa Fe, y el Gen de Stolbizer.
— Sí. Estamos todos juntos.
—¿Cómo hizo para juntar a todos?
—No sé, me llevo bien con todos. Además teníamos, y seguimos teniendo, un desafío que excede al radicalismo, al peronismo. En Jujuy la cosa pasaba por otro lado, tenía que ver con recuperar la paz, lograr un cambio, terminar con la violencia, con la corrupción. Esa clase de desafíos en mi provincia fueron muy bien comprendidos Mauricio, por Sergio en su momento, por Margarita, por el propio Socialismo. Cuando les planteábamos el escenario de Jujuy, lo que se vivía en Jujuy, sentíamos la necesidad de formar una gran coalición que gobierne y cambie Jujuy. Nos llevamos muy bien, y seguimos trabajando juntos. Mi vicegobernador Carlos Haquim, por ejemplo, es peronista. Del Frente Renovador. Hay un debate que se está dando en el Frente Renovador allí, no solo en Jujuy si no en todo el país.
—¿Se van a integrarse o no al peronismo?
—A Cambiemos. Un sector del peronismo a Cambiemos; otros, al peronismo.
—Finalmente, en Jujuy usted concretó lo que propuso en Gualeguaychú: ampliar más la alianza.
—Lo que hice en Jujuy es la propuesta que llevé a Gualeguaychú, exactamente, ni más ni menos.
—¿Cómo será el radicalismo del futuro?
—Lo veo formando parte de Cambiemos, con un partido que no se queje tanto, que asuma que forma parte de un gobierno, que se modernice.
—¿Que tenga aspiraciones de tener candidatos presidenciales con chance de ganar?
—Obvio. Siempre hay que tener aspiraciones de tener candidatos. Pero formando parte de Cambiemos. Vuelvo al gran desafío que tenemos por delante: un 2023 con Cambiemos como fuerza política consolidada con el radicalismo, el PRO y la Coalición Cívica.
—Si uno tuviera que sintetizar el gran desafío del radicalismo para 2023: ¿Sería tener un candidato presidenciable que en las PASO de Cambiemos le pueda ganar a Vidal, Marcos Peña o Rodríguez Larreta?
—Obviamente. Como lo hubo en el 2015, con Ernesto Sanz. Así el radicalismo puede aportar al crecimiento de Cambiemos, sintiéndose parte de un mismo proyecto. No sé, tampoco es tan lineal porque falta mucho tiempo para que esas cosas se definan.
—Pienso en 2015: en realidad Macri le ofreció a Sanz ser su candidato a vicepresidente.
—Macri quería, pero Ernesto no quiso.
—Y sabiendo de que no podía ganarle, fue como candidato...
—Eso quiso hacer.
—¿Ser precandidato suponía el objetivo de equilibrar fuerzas con Carrió?
—También. Para legitimar los procesos. Esa fue una actitud de Ernesto que lo ennoblece, cumpliendo reglas pre acordadas, para fortalecer Cambiemos como espacio político.
—En 2019, ¿El radicalismo debe tener un precandidato presidencial?
—En el 2019 no. Tenemos que trabajar fuerte en la reelección de Mauricio. Hemos legitimado esa posibilidad en esta última elección. Lo que hay que hacer es consolidar el proyecto con el liderazgo de Mauricio.
—¿Eso vale también para los otros dos distritos donde los candidatos del PRO renuevan: la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires?
—No lo sé. Horacio Rodríguez Larreta está haciendo una buena gestión, Y María Eugenia también. Me parece que no hay espacio para saltar al vacío. Tenemos que cuidar lo que tenemos.
—La construcción de los candidatos radicales para estos tres distritos, la Nación, ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires, deberá esperara a 2023.
—Hay que ver. Hay que tener candidatos también, si no uno no forma sus candidatos no puede crecer después. En 2023, el radicalismo tendría que tener candidatos que disputen cargos, y además se crucen, porque eventualmente puede haber fórmulas compartidas. Habrá que ver también el proceso interno en el PRO, sin Mauricio; es decir, sin Mauricio como candidato en 2023. Allí también pueden darse nuevos escenarios. Falta mucho tiempo para eso. Pero el radicalismo, formando parte de Cambiemos, debe tener la aspiración de tener sus candidatos.
—En ese caso habría que modificar la ley de las PASO, para que quien pierda la interna pueda integrarse a la fórmula definitiva, lo que no pudo hacer Sanz en 2015.
—Puede ser. Pero más bien hay un debate sobre si siguen las PASO o no siguen.
—Suponiendo que no hubiera PASO, el radicalismo siempre tuvo un proceso de elección de sus candidatos con internas.
—Exactamente.
—Así que supongo que le propondrá a Cambiemos que siga el sistema de Internas.
—Claro. Una de las claves será la organicidad de Cambiemos. Sus reglas como fuerza política, para dirimir las situaciones internas aún dentro del PRO, para 2023. Hay que prepararse para eso y no cortarse las venas. No hay que tenerle miedo a eso. Al contrario: es lo que le da dinámica a una fuerza política. Por eso tenemos que llegar como una fuerza política sólida a 2023.
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