#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.
—Antes aclaró que Eton Park Management no había sido inversor de Pegasus. Pero sí lo fue Dirk Donath a título personal, y luego pasó a ser funcionario de Eton Park. En los medios se ha dicho que Eton Park, en tanto inversor de Pampa Energía, facilitó la compra de Marcelo Mindlin de las empresas de Ángelo Calcaterra, el primo del presidente. Se acusa a Mindlin de ser un fronting y que las empresas siguen siendo de la familia Macri. Por su conocimiento de Dirk Donath, ¿Le parece posible algo así?
—No, para nada. Con Dirk Donath fuimos colegas en McKinsey y socios en Farmacity, después en Pegasus y ahora hace diez años que no tenemos relación de negocios, con lo cual no he seguido su trayectoria posterior. Pero siempre fue un profesional ético, impecable, por lo que dudo mucho se preste a esta clase de manejos. Lo que noto una simiente de sospecha cada vez que se relatan los hechos. Una desconfianza por lo que hacemos acá, en la Casa Rosada. Y ahí sí quiero ser contundente. Ninguno, empezando por el presidente Macri, el jefe de gabinete y sus ministros, vinimos acá a hacer negocios. Por mi rol en el gobierno estoy rodeado de funcionarios, ministros, secretarios, subsecretarios; estoy en contacto con gente de empresas, del Estado, de organismos como AFIP, la ANSES, y lo que encuentro es gente de bien que está dejando todo para hacer las cosas bien y ayudar a construir un Estado al servicio de la gente. Desde lo más profundo de las tripas, con total convicción y mirándolo a los ojos, a usted y a cada argentino, lees digo: “Quédense tranquilos, no es verdad”.
—A usted lo han acusado de sugerir que sea contratado el estudio Holland & Knight con sede en Nueva York, donde su hermano Norberto es socio, para que allí se coloque deuda en seis emisiones de distintas provincias. ¿Qué respondería a los afirman eso?
—Que es absurdo, desde todo punto de vista. Nunca he usado ni usaré mi influencia en el gobierno para hacer ningún negocio a título personal. No lo hacía en el sector privado, mucho menos lo voy a hacer cuando debo honrar el mandato de los argentinos que piden transparencia y volver a confiar en el país. Sería imperdonable. Norberto, mi hermano menor es un abogado exitoso que se radicó hace muchos años en Estados Unidos. Hace algún tiempo lo hicieron socio de esta firma, Holland & Knight, que como todo gran estudio neoyorkino tienen cientos de socios y clientes en todo el mundo. Entre los múltiples clientes de Holland & Knight figuran algunas provincias argentinas, que ni sé cuáles son.
—¿Las tenían antes de la llegada de Macri al gobierno?
—No lo sé. Pero sobre la elección que hace una provincia de sus abogados, el gobierno nacional ni se entera, no tiene ninguna influencia, ninguna opinión. Son decisiones autónomas. Me enteré por los diarios de ese hecho, no tenía ni idea.
—El fiscal Di Lillo lo imputó por beneficiar a dos empresas aerocomerciales durante la licitación de las rutas aéreas. Flybondi es propiedad de Richard Guy Gluzman, vicepresidente de Pegasus mientras usted era su titular. Guillermo Dietrich aclaró que Gluzman tiene solo el 0,6% de las acciones de Flybondi y no habría conflicto de intereses, pero dada las repetidas acusaciones, ¿Podría contarnos cómo se dieron las cosas en este caso?
—Sí, Richard Gluzman fue socio de Pegasus hace muchos años. Se fue en la misma época que Dirk Donath, hace más de diez años, y nunca más volvimos a hacer negocios juntos. Tiene una participación muy menor en esa empresa. Pero no es correcto decir que licitó: las líneas aéreas se solicitan, y si se cumple con los requisitos técnicos, se son otorgadas. En ningún caso se privilegió a una por encima de otra. Yo no tengo relación con Flybondi ni con Richard Gluzman, más allá de haber hecho algunas cosas hace años, con lo cual mi grado de influencia ha sido igual a cero. Hay una estrategia deliberada del kirchnerismo en sembrar desencanto y desesperanza, haciéndole creer a la sociedad que si ellos estuvieron acá haciendo negocios, nosotros estamos buscando lo mismo. Pero no. No somos todos iguales.
—El presidente Macri también tuvo conflictos de intereses con la empresa Macair, y con el Correo. ¿No requeriría otro cuidado, otra atención, esa clase de conflictos de intereses en personas que hayan tenido gran actividad empresarial y luego pasan a la función pública? ¿No deberían recurrir a una vacuna comunicacional para sanar ciertas cuestiones?
—El presidente ha planteado sus vacunas. El fideicomiso ciego apenas asumió, después el decreto de conflicto de intereses para hacer todo más transparente. Cuando uno viene de una actividad empresarial activa en el sector privado siempre hay áreas de conflicto de intereses. El tema es si eso se usa o no para el beneficio personal. Y ahí mi respuesta es contundente. Cuando existe una estrategia que pretende sembrar desconfianza en una sociedad sensibilizada porque ya le han mentido demasiado, cualquiera puede pensar: “¿Por qué le voy a creer a éstos?” Es comprensible. Tendremos que ganarnos esa confianza honrándola con cada hecho, con cada gesto. Si me llega el más mínimo rumor sobre cualquier funcionario, y esto lo saben quienes trabajan conmigo, no lo oculto, lo derivo a la oficina Anticorrupción y lo notifico a SIGEM. Es un trabajo que debemos hacer todos. En esos casos no debe haber resquicios, ni dobles estándares, ni nada por el estilo.
—También lo acusaron de enriquecerse con la compra del dólar futuro al final del kirchnerismo. Usted aclaró que no fue a título personal sino por las empresas en las que había sido socio. Pero la sospecha de una ganancia perfecta de más del 50% en pocos meses hizo mucho ruido. ¿Qué reflexión le merece ser, después del presidente, la persona sospechada de haberse enriquecido con decisiones del gobierno saliente y entrante?
—Ninguna. Como sé de la total falsedad de las acusaciones, no ocupan ningún espacio en mis noches, gracias a Dios. Y estoy todo el día pensando en resolver los problemas que tenemos como gobierno.
—¿Puede que esas denuncias se produzcan por el hecho ser usted el funcionario que más éxito y más patrimonio ha conseguido en su actividad privada?
—Es evidente que tiene una correlación. No sé si tengo o no más patrimonio, hay otros funcionarios que quizás tengan más que yo. Pero sí estuve muy activo en el mundo de los negocios, puede ser por eso. En el caso del dólar futuro, mi única intervención activa en el caso fue haciendo gestiones con el hoy ministro Caputo para que el mercado del Rofex declarara la emergencia y a partir de ahí se pudieran corregir los precios para que los compradores de dólar a futuro vieran reducida su ganancia. Lo que hubiese generado menor ganancia, no mayor. No era algo que provocara el aplauso de mis socios, pero creo que es irrelevante toda situación personal. Lo que había en juego era una situación macro económica donde el gobierno anterior había vendido miles de millones de dólares del Banco Central que, frente a la normalización del mercado cambiario, le imponía una carga a la sociedad argentina que había que aliviar.
—Su intervención perseguía lo contrario.
—Exacto, lo contrario. Por eso la acusación es absurda. Dos de las empresas de nuestro grupo tenían pasivos en dólares y, frente a la imposibilidad de acceder al mercado cambiario, la única forma que tenían de cubrir esos pasivos era a través del mercado a futuro. Por lo tanto desde el punto de vista de la conducta ética como empresario no había especulación, sino una genuina cobertura de pasivos en dólares.
—La mayoría de las empresas tenían pasivos en dólares.
—Algunas lo hicieron especulativamente y no soy quién para juzgarlos. Pero en estos casos, ni siquiera hubo especulación. Hubo un pasivo en dólares que se debía cubrir.
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