El economista Ricardo Arriazu fue entrevistado por el CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia, en el ciclo de entrevistas Periodismo Puro. Durante una parte del reportaje, el especialista habló de la necesidad que tiene la Argentina de “hacer planes estructurales y cambios importantes” para poder manejar mejor el sistema financiero.
Arriazu consideró que la inflación en Argentina “es un fenómeno mucho más complejo”, dado que “es siempre un fenómeno monetario, porque la cantidad de dinero es la que afecta al tipo de cambio, la que afecta a salarios, los márgenes. Afecta a todo”. En ese sentido, el economista sostuvo que hay que erradicarla para poder modificar la estructura del país.
A continuación, un fragmento de la entrevista:
—¿Cuál es su evaluación de las distintas políticas económicas que llevó adelante el gobierno de Mauricio Macri?
—Teóricamente hay tres sistemas monetarios y cambiarios. Y el sistema siempre tiene más variables que valores de equilibrio, pero ya el sistema está sobredeterminado. Entonces, yo puedo fijar una cantidad de dinero y dejar flotar una tasa de interés y el tipo de cambio. Eso es flotación pura. Puedo fijar el tipo de cambio y dejar flotar la tasa de interés y la cantidad de dinero. Eso es convertibilidad. O puedo fijar la tasa de interés y dejar fluctuar la cantidad de dinero y el tipo de cambio. Elegiré la variable que incida más directamente sobre el nivel de precios. Y en Argentina no hay la menor duda que por las décadas de experiencias con las estafas, el tipo de cambio es la variable más importante y es la variable que los argentinos utilizan como unidad de compra. Tratamos en un momento usar la tasa de interés, en otro momento, la cantidad de dinero. Pero la inflación en Argentina es un fenómeno mucho más complejo. En el largo plazo, es siempre un fenómeno monetario, porque la cantidad de dinero es la que afecta al tipo de cambio, la que afecta a salarios, los márgenes. Afecta a todo. En el corto plazo, es mucho más complicado. Para parar una inflación, hay que estabilizar el tipo de cambio nominal. Y para estabilizarlo hay que dejar de emitir y no hay que tener déficit fiscal. Pero no basta. Hay que desindexar la economía, porque si no, la gente sigue con la calesita de los precios relativos. Se dará aumento de salarios porque perdí el año con la cláusula gatillo. Todo el mundo quiere recuperar un precio relativo histórico que es tres veces el PBI argentino. La única manera de parar la inflación es atacándola con tres variables simultáneas. Argentina lo intentó dos veces en las últimas décadas. Primero fue el Plan Austral, un plan bien diseñado, que en dos meses lo hicieron pedazos porque no entendieron la consistencia interna y dieron aumentos de sueldo imposibles de manejar. El otro fue la convertibilidad: la inflación cayó dramáticamente, fue negativa al principio, durante cuatro años hubo consistencia. Querer parar la inflación con una variable es imposible. Por eso se fracasa en el intento.
—Creyendo que se la podía parar con una sola variable se aplicó el último año de la gestión de Nicolás Dujovne la no emisión de dinero, un plan avalado por el Fondo Monetario Internacional. ¿No entendía el Fondo el fenómeno inflacionario argentino?
—Para nada. Deje que le cuente una historia. Cuando vino la gran depresión, los países comenzaron a hacer políticas para defenderse. Ahí aparecieron las devaluaciones competitivas, y las flotaciones. Cuando terminó la guerra, decidieron hacer un código de conducta para evitar que pase lo sucedido durante la gran depresión. El código de conducta consistía en comenzar con paridades, nadie puede devaluar sin el permiso del resto del gobierno o Estado. Prohibidas las devaluaciones competitivas (que es cuando se sobredevalúa pensando que los demás lo harán) y prohibida la rotación. Ese sistema funcionó con una sola excepción, que fue Canadá, hasta que Estados Unidos entró en la guerra de Vietnam y comenzó a gastar de más. Entonces, en el año 76, en Jamaica dijo: “Que la flotación no se considere que se está rompiendo el acuerdo”. Después se pasó a una mirada ideológica que afirmaba que aquel que no flote es un manipulador de moneda. Y a la Argentina le aplicaron eso último. No podía comprar divisas, le pusieron bandas que eran pseudobandas, si se llegaba a la banda, tenía que disponer una determinada cantidad y el día de la primaria se rompió la banda, y se fue a la miércoles. Todo por ideología. Después de todo esto, salieron algunos trabajos académicos del Fondo diciendo que la flotación no es el sistema ideal para todos los países. Hay países en los cuales el tipo de cambio y las fluctuaciones del tipo de cambio son importantes y por lo tanto algún grado de regulación del tipo de cambio es conveniente.
"Con la conflictividad y las cargas patronales conviene más tener una máquina que un empleado."
—¿Qué responsabilidad le cabe al Fondo Monetario Internacional sobre el aumento de deuda argentina y la destrucción económica del último año?
—El Fondo le prestó a Argentina para compensar lo que otros no le daban. Bajo la idea de que con ajuste fiscal y con superávit comercial, que finalmente Argentina tuvo, esa deuda era considerada como manejable. Los conflictos políticos, la falta de credibilidad, hicieron en un momento que dejara de serlo, porque nadie renovaba absolutamente nada de la deuda. Ese superávit primario, o pequeño déficit primario, no alcanzaba. Esa es la situación en la cual estamos en este momento. La gente entonces se preguntó por qué se prestaba dinero para que alguien se lleve la plata. Pero en realidad la plata se la llevó alguien que ya tenía un instrumento de deuda de Argentina. El que compra dólares tiene un instrumento que ya emitió el gobierno que se llama pesos. Ya había una deuda y había otra que estaba a punto de vencer, entonces es un cambio de acreedores. Hay otra gente que afirma que el Fondo para Argentina es el principal deudor. Y por eso apura a la Argentina para que pague. El Fondo acaba de anunciar un programa de préstamo por un billón de dólares de los nuestros, para lo cual tuvo que recurrir a algo que se llama general agreements to borrow, la capacidad para pedir prestado. Es algo que se acaba de aprobar y eleva enormemente la cantidad de plata que se puede pedir prestada, básicamente a otros bancos centrales, a los bancos centrales más superavitarios. En este momento, cobrarle la deuda a Argentina no es esencial. Hay 86 países que le pidieron prestado. El primero que pidió préstamos fue Irán. Se lo dieron. Después le pidió Venezuela un préstamo, ahí la respuesta fue, digamos, “usted solamente tiene 42 países que lo reconocen como gobierno, por lo tanto no le puedo dar ese premio”. Pero hay 86 países, incluyendo una lista de países pequeños, que van a recibir créditos subsidiados. Mi cálculo es que si Argentina resuelve el problema de la deuda, va a tener acceso a esos recursos que son no condicionales. Son equivalentes a lo que se creó cuando se triplicó el precio del petróleo en las famosas cuentas petroleras en su momento para reciclar los fondos petroleros y que Argentina ahí podía tener recursos que la ayuden. El que se aplicó fue un programa mediocre. No se entendió que Argentina tiene una economía en la que la unidad de cuenta es el dólar. Fueron necios. Lo dije en su momento públicamente. Y no tengo problemas en repetirlo.
—Mencionó el Plan Austral y la convertibilidad, dos maneras de enfrentar la inercia inflacionaria. Más allá de que ahora la inflación pueda terminar hasta siendo negativa por la especial situación en que nos encontramos, una vez que se supere la problemática del coronavirus, ¿va a ser necesario en la Argentina un plan antiinflacionario que frene esa inercia? ¿O será el coronavirus el que cumpla dicho rol?
—Hay una pregunta mucho más amplia, que es: ¿por qué Argentina, de ser el sexto en ingreso per cápita del mundo, decayó de la manera que lo hizo y cuáles son los problemas estructurales que hacen que Argentina no pueda crecer, que la pobreza haya crecido estructuralmente de la manera en que aumentó y por qué eso pasó con diferentes tipos de gobierno y con diferentes tipos de gestiones?
—E ideologías...
—Habría que ir a los instrumentos clásicos de análisis económicos para explicarlo. Argentina invierte poco e invierte mal. No genera empleo porque con las cargas patronales y toda la conflictividad conviene más tener una máquina que tener un empleado. Tenemos una carga impositiva que bien medida es una de las más altas del mundo. Tenemos un costo financiero que, debido a todos los reportes anteriores, es uno de los más altos del mundo. Y tenemos que competir externamente con países como Corea de Sur, que tienen una carga impositiva de 20% y un riesgo país, una tasa de interés, que debe ser del 2%. Entonces, la pregunta es ¿cuándo nos vamos a convencer de que tenemos que hacer planes estructurales, cambios importantes? Entre ellos, eliminar completamente la inflación. Con la inflación no se puede convivir, a la inflación hay que matarla, porque si no, la inflación nos mata a nosotros. Entonces, hay que hacer todos los cambios estructurales, medidas que pueden parecer duras al principio pero mucho más duro son cien años de decadencia. El problema es que todo lo que hay que hacer en Argentina es considerado políticamente incorrecto.
Leé acá la entrevista completa.
BDN/FF