La pandemia frenó la curva de muchos delitos menores en la Argentina, pero hizo crecer de manera exponencial a uno en particular: el electrónico. Según un reciente informe elaborado por la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (Ufeci), los reportes que recibieron en el primer trimestre del año registraron un aumento que supera el 400 por ciento.
La estadística destaca primero una suba de un 36 % entre enero, febrero y marzo de 2019 y el mismo período del año siguiente. “En el primero de ellos recibimos un total de 581 reportes, mientras que en el primer trimestre de 2020 hubo 790”, se destaca en el informe.
“Aquel aumento se presenta en dos trimestres anteriores a la adopción en nuestro país de medidas asociadas a la pandemia. Se trata de una diferencia por demás importante que, si bien podría encontrar razón en diferentes variables, iría en consonancia con lo que se venía observando en torno al incremento sostenido de casos vinculados a la cibercriminalidad. Sin embargo, en el primer trimestre este año, atravesado ya por la pandemia y las diferentes medidas de prevención adoptadas, se detectó un aumento mayor. Se recibieron un total de 3.976 reportes, lo que se traduce en un aumento del 403% con relación al mismo periodo del año 2020”, señala el relevamiento.
Sobre las modalidades de ciberdelitos detectadas, el trabajo de la Ufeci destaca el aumento de “los fraudes en línea”, que es cuando los datos de una tarjeta son usados por otra persona. “En el período previo a la pandemia, los casos de fraude ascendieron a un total de 1.305, es decir que alrededor de la mitad de los reportes recibidos en todo ese tiempo consistieron en algún tipo de maniobra de índole defraudatoria”, señala el trabajo de la unidad que está a cargo del fiscal Horacio Azzolin.
“En comparación, en los doce primeros meses de pandemia los fraudes detectados fueron 8.559, lo que representa un 58,7% aproximadamente del total de los casos. Se constató, además, que el número de modalidades secundarias asociadas a delitos relacionados con compraventas alcanzó, durante el periodo, los 5.200 casos, mientras que aquellas relacionadas con el home banking llegaron a 1.064. Comparando este valor con los números del periodo anterior, el incremento fue de un 6.550 %”, agrega el documento.
Elena, una comunicadora social de 44 años que vive en la ciudad de La Plata, cuenta a PERFIL cómo fue víctima de un fraude. “Fui a pagar una compra en un supermercado de Tigre y la cajera me dijo que la tarjeta de crédito no tenía fondos disponibles. Jamás me había pasado. No lo podía creer. Pensé que era un error del sistema, pero cuando revisé los movimientos en el home banking y descubrí que en los consumos del período figuraban trece compras por un mismo valor realizadas el mismo día en un sitio llamado DLocal.com, una empresa de intermediación de pagos digitales de Uruguay. Hicieron todas las compras posibles hasta que llegar al límite disponible de la tarjeta. Yo nunca realicé esas compras ni las autoricé, ni conocía a esa empresa. Nadie de Visa me llamó para pedirme autorización ante una compra reiterada y de ese monto”, cuenta Elena.
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La víctima agrega que denunció la ciberestafa en la línea telefónica de Visa pero, como muchas otras personas, no hizo una presentación judicial porque finalmente anularon todas las compras. Como este caso hay miles.
¿Cómo obtienen los datos de las tarjetas? Según los especialistas, hay “una verdadera industria del engaño”. Por lo general captan a los más desprevenidos. Y a los más confiados.
Los ciberdelincuentes operan mucho en las redes sociales como Instagram y Facebook, pero también en aplicaciones de mensajería como WhatsApp o sitios de compra venta con muchas medidas de seguridad como el caso de Mercado Libre. Con distintos ardides buscan robar contraseñas, suplantar identidades o pedir transferencias bancarias.
Desde la Ufeci advierten que “las maniobras asociadas a las plataformas bancarias giran fundamentalmente en torno a la obtención, por parte de los atacantes, de las credenciales para acceder a las cuentas de sus víctimas y el acceso a las mismas, para luego realizar transferencias y otro tipo de operatorias perjudiciales para sus titulares, como toma de préstamos preaprobados.
“En el caso de las maniobras de compraventa -destaca el informe-, el panorama resulta más diverso, sobre todo en lo que hace a las plataformas utilizadas por los autores para perpetrar las maniobras, aunque la mayoría son supuestos de captación de pagos en los que los autores crean cuentas en redes sociales o sitios web, que aparentan ser empresas o emprendimientos legítimos, y ofrecen desde allí productos o servicios de diferente naturaleza que, finalmente, no son suministrados a los compradores”.
Las estafas en nombre de la pandemia
Durante la pandemia se observaron ciertas tendencias delictivas peculiares que vale la pena mencionar. Por ejemplo, en lo que respecta a las compraventas, aparecieron casos en los que los servicios o productos se encontraban relacionados a la prevención del coronavirus. Sin embargo, adquiere especial relevancia el surgimiento de maniobras diseñadas en función de las particularidades del contexto de pandemia.
Entre abril de 2020 y marzo de 2021 se reportaron un total de 663 casos con modalidades vinculadas a la situación sanitaria actual, lo que equivale a un 4,5% de la totalidad de los reportes recibidos en ese tiempo.
“Frente a la instauración de programas gubernamentales asociados a la pandemia, comenzaron a desplegarse maniobras giraban en torno a la tramitación de beneficios. Falsos formularios en línea para inscribirse, a través de los cuáles los autores captaban los datos personales de las víctimas que luego podían ser utilizados para cometer otro tipo de maniobras; accesos ilegítimos a cuentas bancarias y a cuentas de ANSES, por medio de los cuales se lograban realizar desplazamientos patrimoniales perjudiciales para sus titulares”.