La Hidrovía del Paraná tiene 3.400 kilómetros de largo y llega a los principales puertos de cinco naciones: Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. Por allí pasa la mayor parte de las exportaciones agroindustriales del país, pero también circulan toneladas de cocaína que después terminan en el continente europeo.
Actualmente se estima que navegan cerca de 4.500 buques por año que pueden cargar entre 46 y 48 mil toneladas de mercadería. Esta ruta fluvial –clave en el negocio narco de los últimos añosª arranca en Puerto Cáceres (Mato Grosso do Sul, Brasil) y llega hasta Nueva Palmira, en la orilla uruguaya del delta que conduce al Río de la Plata.
El secuestro de los más de 1.600 kilos de cocaína en un galpón de la ciudad de Rosario, récord en la ciudad y uno de los decomisos más grandes de la historia reciente, prueba el caudal de droga que circula por esta vía. La droga –en este caso particular– habría llegado desde el norte y tenía como destino final los Emiratos Árabes.
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Según los investigadores, la cocaína habría sido “enfriada” en un depósito cercano al puerto de Rosario. Estaba oculta en 19 bolsones con alimento balanceado y se cree que en septiembre iba a ser despachada con destino a la ciudad de Dubai.
En enero pasado, y del lado paraguayo de la Hidrovía, la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) interceptó un cargamento de mil kilos de cocaína que estaba listo para ser embarcado en el Puerto de Asunción, y que tenía como destino final el continente europeo. Como este cargamento, muchos más fueron interceptados en los últimos años, incluso del otro lado del continente.
Para la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) “el sistema fluvial Paraguay-Paraná parece haberse consolidado como puerta de entrada para el transporte de la cocaína fabricada en Bolivia y el Perú a los mercados internacionales de cocaína a través de puertos del Brasil y el Paraguay”.
En su informe de 2021, plantearon que “los grupos delictivos organizados se han centrado en Brasil para el transbordo de cocaína con destino a Europa, en lugar de utilizar las rutas habituales del Pacífico y el Caribe”.
La Junta puso en alerta el cambio de ruta, teniendo en cuenta que antes estaban acostumbrados que la droga llegue por vía aérea y terrestre desde Bolivia.
Carlos Del Frade, diputado y periodista que investigó el desarrollo del narcotráfico en la provincia de Santa Fe, explicó que “hace 44 años que la cocaína entra y sale por los puertos santafesinos”.
“El remanente de su exportación genera la sangre derramada de pibas y pibes desesperados en los barrios del Gran Rosario y Gran Santa Fe. El drama rosarino es que todos los días pasa una manada de elefantes por sus puertos, la mejor manera de esconder un elefante. Una manada que consiste en el fenomenal flujo de dinero y cargas concentrada en los muelles de los departamentos Rosario y San Lorenzo”, criticó.
